H.d.u.v.c 5

Decisiones...

Meli: ¿mama pero que es lo que tú haces aquí?

Sra.: aquí has estado, con razón no llegas a la casa, ahora mismo te vas a enterar…

En ese momento su madre la jalo con visible fuerza del cabello y la comenzó a jalonear, dejando ver el dolor que esto le causaba, como eso no me pareció, le dije que la dejara en paz, pero lejos de calmarla, la hizo enojar más.

Maldita sea la verdad ya no me quiero acordar. A partir de eso cada día llegaba con nuevos golpes, y moretones, la excusa de toda su vida es que se había caído y por eso se los causaba. Alguna vez quise decirle a uno de los profesores lo que en realidad pasaba, pero sus padres siempre se la arreglaban para salir airosos y libres de culpa. Eso me daba demasiado coraje, pero seguía siendo una escuincla, que podía hacer si nadie me creía.

Terminamos la secundaria, pasaron años y ya en el segundo, de la preparatoria, a pesar de todo seguimos en la misma escuela. Ahora ella era conocida como la rarita del campus, esa sonrisa ya jamás la había vuelto a ver, ya no quedaba nada de lo que era anteriormente, nunca hablaba, no decía nada, ni siquiera parecía que estuviera presente en el salón.

Un día, para mi sorpresa, llego con el cabello bastante corto, eso me sorprendió bastante, y hasta un sentimiento de tristeza y melancolía me invadió, pero ya no quise preguntar nada, a pesar de todo era yo con la única con quien de vez en cuando hablaba, y convivía, de lo contrario siempre estaba aislada del  mundo. Todo este asunto seguía de esa manera sin cambiar hasta que un día que llegue un poco más temprano al campus paso algo que hubiera sido fatal.

Ese día desde que Salí de mi casa  y tome camino hacia el campus, tuve un presentimiento muy raro, que en cierta manera me desespero, mientras más avanzaba,  mas latente se hacia esa sensación en mi pecho. “pero qué demonios me pasa, porque me siento así” pensaba, mientras mil cosas sentía al caminar, como cuando sientes que algo o alguien te persigue, y por el miedo no sabes para donde correr, pues no tienes idea de que es lo que te busca, o que es lo que te quiere dañar.

De pronto como un  Déjà vu sentí que debía comenzar a correr, su rostro se mostró en mi mente, y el  miedo se apodero de mí, algo andaba mal, pero dentro de mi mente es como si ya lo hubiese vivido y debía correr, pero no estaba segura hacia dónde.

Lo primero que hice fue llegar al salón, pues por la hora ya debería estar ahí, pero no la encontré. “mierda” me dije, mientras la sensación que sentía en el pecho se hacía más fuerte, y de nuevo corrí hacia el patio, me dirigí como por impulso hacia el patio del edificio de rectores, a donde le gustaba ir a caminar, para calmar sus nervios decía.

Llegando a la entrada de dicho edificio, vi su mochila tirada, algo dentro de mi conciencia me decía que la revisara, y así lo hice. Las peores cosas y situaciones me pasaron en segundos al darme cuenta de que la navaja que toda la vida cargaba en la mochila, no estaba en su sitio. Deje las cosas hay y corriendo con una opresión en el corazón que me sofocaba, subí  al edificio, ya sabía dónde estaba, a la azotea de aquel  lugar nadie subía y ella lo hacía a escondidas, a menos que nunca supiera que yo la seguía, y que sabía siempre en donde se encontraba exactamente.

Una vez en frente de la puerta quise abrirla pero al parecer estaba atrancada con algo, por más que intente no conseguía abrirla, con desesperación comencé a gritar su nombre, con la esperanza de que me abriera, pero no había respuesta.

Al fin de un rato mis fuerzas se habían terminado, estaba segura de que si no habría seria el final. Sabía que no debería rendirme en ese momento y decidida hice el último esfuerzo, pensé en todo el amor que le tenía y que por ella tendría que ser capaz de muchas cosas, con todas la fuerzas de mi alma y las que me dieron mis pensamientos, le di un empujón donde se escuchó muy claro como lo que la tenía atrancada se rompía y la puerta cedió.

Finalmente con una pequeña sonrisa triunfante Salí, pero esta misma se borró, para dar paso al terror cuando la vi acostada en el suelo en dos charcos de sangre que emanaba de sus muñecas, en las cuales tenía dos cortes bastantes profundos.

“!!!Melissa¡¡¡”  grite temiendo lo peor. Lo primero que hice fue hacer presión para que la sangre dejara de brotar, cheque sus signos vitales, su respiración era muy lenta y sus pulsaciones casi imperceptibles, por fortuna en las clases nos dieron las de primeros auxilios, pero no debía demorar más si no su vida peligraría.

Llame a una ambulancia desde el móvil, no sé si fue coincidencia, pero gracias a dios ese día todavía no había nadie, así que pude salir con ella sin temor a que después la juzgaran como ya lo hacían.

Una vez en el hospital, la intervinieron de inmediato, “no fue muy tarde” me dijo el doctor, y con una trasfusión volvería a la normalidad, ya estaba fuera de peligro, “alcanzaste a llamar para salvarle la vida” me decían las enfermeras.

De la trasfusión no me preocupe, teníamos el mismo tipo, no dude en dársela, después de un rato la pregunta de siempre paso en mi cabeza, ¿qué paso? ¿Cuál fue la causa de todo esto?

Sus padres llegaron después de un rato, me daba tanto coraje que llegaran fingiendo que de verdad les importaba. Hubo un momento en el que me Salí, pero no pude notar que su madre me había seguido, y me dio un jalón por la espalda al momento de que me dijo:

Sra.: ¿Qué demonios estás haciendo aquí? Sabes tú y todas sus pinches amiguitas o adefesios debería decir son las culpables de lo que está pasando, y cuando toda esta tontería acabe yo seré la primera en estar más contenta, aunque lo mejor es que se hubiera muerto a seguir con esa tontería.

Yo: cómo es posible que diga esa clase de tonterías, ¿acaso no se da cuenta de hasta dónde está llegando su hija por que no sabe ya cómo afrontar el hecho de que ustedes no le dan su apoyo?

Sra.: apoyo para esa clase de tonterías, tu estas más loca que ella deberían internarte en el psiquiatra por eso,  tú eres solo una escuincla que no sabe qué hacer con su vida, algún día cuando crezcas y madures te darás cuenta de que esto es lo correcto y sabrás que jamás desearías tener una hija, más bien un martirio así. Te lo advierto ya no te quiero cerca de ella de seguro esas tonterías tú se las has metido en la cabeza, pero ya verás se va a componer a costa de todo aun si se tiene que morir ni modo todo sea por su bien.

Ya no dije nada tan solo me guarde el coraje entre mi pensamiento, como era posible que la quisiera ver muerta en vez de verla feliz, a mí no me importaría que uno de mis hijos tuviera esas preferencias para mí su felicidad estaría por encima de todo, también pude notar el odio de sus ojos hacia a mi como si yo tuviera la culpa, si bien no les pareció que le halla salvado la vida, pero no importaba, como el secreto más valioso de la vida, yo veía por ella porque en mi corazón había muchísimo amor que estaba dispuesta a entregarle, y eso me movía a cuidarla y estar atrás de ella.

Una vez que despertó el doctor nos dio 5 minutos para poder hablar con ella. Su padre fue el primero, mientras su madre se fue al auto lo único que escuche fue cuando le decía:

“hiciste tus tonterías pera llamar la atención, pero ya verás cuando estés de regreso, te va a ir muy mal así que disfruta mientras estés aquí”

Dicho esto salió del cuarto y se fue, al parecer nadie se quedaría con ella así que avise en mi casa lo que sucedía y entre a su cuarto para acompañarla.

Cuando me vio bajo la mirada, en eso los moretones que tenía en las piernas me hicieron pensar, ¿cómo demonios los médicos no se habían dado cuenta de que estaba llena de moretones y cicatrices en todo el cuerpo?, pero conociendo a esa gente, lo más seguro es que pagaron el silencio de los médicos e hicieron pasar desapercibido ese incidente.

Terminado de pensarlo la volví a ver, tenía un semblante pálido, y esa misma mirada llena de tristeza, y a la vez coraje, eran muchas cosas las que sus ojos denotaban. No hablamos, tan solo nos intercambiábamos miradas, hay me quede día y noche hasta que la dieron de alta.

Habían pasado ya algunos días, después de todo esto. No me separe ningún instante de ella, pero ya era hora de que regresara a su casa, fue que después de tanto tiempo al fin me dijo:

Meli: perdón, perdóname el haberte preocupado de esta forma, debí haber muerto en ese instante para ya no ser una carga para los demás, ahora estoy consciente de lo que merezco y lo voy a aceptar.

Yo: ¿eres tonta o qué demonios te pasa? Le dije llorando de coraje, ¿sabes que cuando vuelvas todo será igual o a lo mejor hasta peor que antes? ¿Tienes idea de lo mal que estaría en este momento si tu hubieras muerto? ¿Tienes idea de todo eso?, tal vez para tus padres no existas, pero para mí eres lo más importante, porque… porque… (Dude en ese momento y me quede callada)

Meli: perdóname diana, pero esta situación ya me canso siempre es lo mismo, ya no quiero seguir ya no…

Yo: (un poco más tranquila) la vida está llena  de retos, amor, desamor, tristeza, felicidad, solo tú decides que es lo que quieres, y de quieres que esté llena, animo amiga que jamás en tu vida te voy a dejar sola, te lo prometo.

Dicho esto la abrace, pues el llanto ya no la dejo hablar, después de un rato sus padres llegaron y nos tuvimos que despedir, en ese momento mi corazón le pregunto a mi mente, ¿Cómo era posible que no le haya dicho nada si se moría por poderla sentir en sus brazos? La respuesta era sencilla, pero no lo quería aceptar.

A partir de ese día pues las cosas cambiaron, dejo de asistir a las primeras clases, al parecer la habían mandado al psiquiatra, pues ellos decían que estaba mal de su cabeza, que si era necesario la podían internar que por ellos no había problema, haber si de paso podían quitarle esa estúpida idea de que le gustaban las mujeres.

Mientras los días avanzaban yo la veía peor, los ánimos los tenía en el suelo, había adelgazado bastante y tenía unas ojeras bastante pronunciadas, casi no comía, si antes no hablaba ahora ni siquiera decía hola, sus calificaciones eran lo suficiente como para sacar las materias, la verdad ya no le veía intenciones de continuar, todo eso había desaparecido, mientras a mi me mataba lentamente, la amaba tanto que no comprendía cómo era posible que la estaba viendo morir y no hacía nada por evitarlo.

Habían pasado mas años, con mucho trabajo y esfuerzo terminamos la prepa y seguimos la uní, como fue posible esto pues era mucha mi dedicación, además una vez dentro de la uní ya no me preocuparía tanto por sus padres, pues estos ya no podrían entrar al internado donde la metieron además ya casi llegábamos a la mayoría de edad, hasta que un día paso lo que me imagine.

Recuerdo una ocasión, salió muy apresuradamente del campus, no dijo nada, tan solo se alejaba, al momento de que volteaba a todos lados como si quisiera cerciorarse de que nadie La viera, de que nadie la siguiera, pero pues a mí era muy difícil que me pudiera engañar, además desde el momento en que la vi salir, tuve muy malos presentimientos.

Camino bastante hasta que se alejo de la ciudad, y se metió en una especie de parque, en el cual por un momento le perdí el rastro, después de unos minutos la volví a encontrar en un tronco sentada, estaba pensando con la mirada muy fija en el cielo.

Meli: sabía que vendrías.

Yo: ¿pero qué hiciste?  Le dije mirando la botella que tenía  en las manos.

Meli: esta vez ya no podrás evitarlo, te quiero mucho recuérdame siempre…

Esta vez se desvaneció en frente de mis ojos, ya no alcanzo  a decir nada más, lo que había tomado al parecer estaba haciendo su efecto, vi como de sus manos caía un frasco de un tranquilizantes muy efectivo y a la vez mortal, estaba vacío, había consumido todo su contenido.

Yo: ¡dios mío otra vez no¡

Grite con desesperación, como pude la cargue y la lleve a una clínica que al parecer era la más cercana. Una vez ahí la llevaron de inmediato al quirófano, por el tipo de medicamento era urgente que le lavaran el estomago, como no paso mucho tiempo no pasaría este incidente a mayores. Las horas estaban comenzando a correr, y yo solo pedía a dios que estuviera mejor, que ya le diera un poco de tranquilidad, no toda la vida tendría que estar haciendo esta clase de tonterías. Al fin salió, la llevaron a su cuarto, estaba dormida, viéndola así parecía un triste ángel caído que quería morir y que de una u otra forma dios lo había evitado.

Como no quería que nadie se enterara  de este incidente, le dije a la rectora del instituto que no dijera nada a sus padres para evitar problemas, y no pusiera en peligro la ética de la institución, le dije que regresaríamos lo más pronto posible para no tener problemas. Nos cayó la noche y junto con ella mis ánimos se quebraron y comencé a llorar.

No podía creer que lo volviera  a hacer, a dios le pedía la fuerza suficiente para poder continuar, pero sobre todo le pedía mucho para que ella dejara de hacer tonterías.

Los pensamientos, junto con la oscura noche me envolvieron, verla así en esa cama me tenía mal, aparte de todo ya le habían detectado una fuerte anemia. Yo de verdad no quería perderla, en verdad no quería que se fuera, pero ella pedía a gritos eso, a lo mejor de verdad morir era su destino, mientras más luchaba, ella más rápido perdía el sentido de su vida, a lo mejor estaba cometiendo un error grave en estarla salvando, ya no era cosa mía meterme tanto, si ese era su deseo, lo mejor era ya no meterme más, puesto que nadie la haría cambiar de opinión, y aunque terminara conmigo, aunque yo la amara tanto como ahora, lo mejor es que ya no interviniera  esa sería la última vez, aunque me duela mucho y pasara lo que pasara ya no haría nada más.

Al fin al día siguiente despertó, todo el tiempo me estuvo mirando, y aunque me quiso decir algo ya no la  deje, me causaría más dolor escuchar sus razones. Dejamos el hospital, me sentía realmente mal, pero como me había dicho a mí misma,  si eso es lo que quería ya no iba a intervenir más.

Mas meses pasaron, yo había tomado la carrera de derecho, ella la de informática, nunca más volvimos a tocar el tema, en realidad no supe que es lo que paso pues después de eso se fue algunos días y no volví a saber de ella más o menos un mes.

La verdad es que nunca tuve el valor de llamarle, sería mejor darle su espacio, lo único que hacía era pedirle a dios todos los días por ella.

Un día sin darme cuenta volvió, no sé qué es lo que haya pasado, pero me di cuenta de que sonreía, aunque el brillo de sus ojos no había vuelto ella estaba sonriendo de nuevo, eso me lleno de muchísima alegría y emoción, eso ya era un gran avance.

En cuanto me vio, corrió y me abrazo, después de un largo abrazo, o por lo menos a mí se me hizo así, me dijo:

Meli: diana, dianita no sabes cómo te he extrañado, de verdad me has hecho mucha falta, ¿por qué no me has llamado?

Yo: lo que pasa es que tuve mucho trabajo, esta carrera es un poco más difícil que la tuya.

Le dije esto sintiendo como los nervios comenzaban a invadirme, la verdad es que lo que me había dicho me había puesto muy feliz, los días para mi habían vuelto a ser monótonos pero si yo tenía a mi amiga cerca eso se acabaría además no creo que en el mundo hubiera otra persona que la quisiera más que yo.

Meli: si tienes razón, discúlpame. ¡Oye! ¿Quisieras ir a comer conmigo esta tarde? Tengo muchísimas cosas que platicarte, y a parte te he extrañado mucho, además también quisiera saber si podrías ayudarme con mis materias, estoy súper retrasada en mis clases.

Dude un poco pero al final de cuentas le dije que si pues yo también quería platicar con ella.

Meli: ok te veo después de clases, en la reja de entrada.

Si bien la curiosidad por saber qué es lo que la había hecho cambiar de la noche a la mañana me estaba matando, pero si podía pasar el resto de la tarde con ella, bien valdría la pena, aparte eso hizo que me tuviera con una sonrisa boba en la cara que se podía notar a simple vista, y así estuve el resto de las clases.

Ya casi para la salida, los nervios comenzaron de nuevo a invadirme, pero como todo buen peleador esto no me iba a vencer.

Y sonó el timbre….

Todos comenzaron a salir, yo acomode lentamente mis cosas, me mataba la desesperación por salir corriendo hacia la puerta, tan solo por verla, pero en ese momento sonó el móvil.

Yo: ¿bueno?

Meli: “apúrate te estoy esperando” (espera no hagas eso)

Yo: ¿Con quién estas?

Meli: "Es una larga historia, ya apúrate por favor".

Yo: Ok.

Después de colgar un sentimiento de desconfianza me envolvió, pero aun así acudí al lugar.

Desde que Salí de la puerta podía ver que en la reja había dos personas que se estaban matando a besos, al acercarme más pude notar…

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MUCHAS GRACIAS A TODOS LO QUE ME HAN LEIDO, GRACIAS POR SUS COMENTARIOS, Y AUNQUE NO SE LOS PUEDA DEDICAR UNO POR UNO DE VERDAD ESTOY AGRADECIDA....ESPERO QUE ESTA PARTE SEA DE SU AGRADO, ME HE DADO CUENTA DE QUE CUANDO MAS TRISTE ME SIENTO PUEDO PLASMAR MEJOR MIS IDEAS.

DE IGUAL MANERA ESPERO SUS COMENTARIOS, COMO SIEMPRE Y UNA VEZ MAS GRACIAS, POR TOMARSE ESOS MINUTOS PARA DAR UNA VUELTA POR ESTE RELATO... ;) :) :*

SALUDOS, BESOS Y ABRAZOS DESDE MEXICO....

YULIANA...(M.E.Q)