HdeD (5 y Final) - La mansión de Zell (1 de 2)
Dacil, se siente eliminada, pero aún deberá ser una pony-girl...y después soportar nuevas acometidas del destino. Su esperanza estriba en saber a su amada Julia, bien. Pero no tiene pensamientos positivos y la autodegradación se va extendiendo en toda su mente. --------Espero que os guste esta 1ª partes del final........porque lo que venga después, os alucinará. Un beso.........Sandra Raquel.
Historia de Dacil
Visita a la mansión de Zell (1 de 2)
Me siento terriblemente dolorida, asustada y agotada. Pero me mantengo firme, mientras el agua rocía mi cuerpo y los perros siguen saltando y jugueteando contra mi cuerpo indefenso, que de algún modo dañan sin que pueda siquiera rechistar. Me estoy temiendo lo peor, cuando de reojo descubro que el Amo Zell sale de la casa.
Mi cuerpo se altera algo mas y comienzo a sentir unas sensaciones de un miedo atroz que se apoderan de cada fibra de mi cuerpo. Llega hasta mí y me dice :
Bueno putita, iremos a pasear por mi finca. La lluvia siempre me gusta, así que haremos que me relajes con un paseo tranquilo. Pero, no te preocupes putita, te azotaré y torturaré esta noche....JAJAJAJAJAJA.
Cada palabra suya era peor que 5 latigazos. Nada mas acomodarse en su asiento, con el látigo danzando sobre mi herido cuerpo, comencé a caminar. Me sentía aterida de frío y de miedo. Todo era nuevo, amenazante y cruel para mí.
Si hubiese tenido sólo 2 minutos de descanso, mis lágrimas me hubieran ahogado de la pena que sentía en mi interior. Pensé, mientras pateaba irregularmente sobre el barrizal y los charcos del camino, en Julia.......¿qué habría sido de ella?. Pero ambas habíamos caído en el infierno y ya nada tenía sentido en esta vida. Nuestra felicidad de hacía solo unos días se había esfumado para siempre.
Yo estaba viva, ojalá lo estuviera ella. Pero de que serviría seguir vivas, sino para sufrir los avatares tan negativos de esta cruel existencia. Mi vida ya no significaba nada para mí. Esta situación tan humillante y cruel y lo peor, sin mi amor. Quise gritar su nombre, pero ni una palabra saldría de mi boca, porque mi mente era la única viva en todo mi cuerpo. Caminaba como una autómata al ritmo del látigo de Zell.
No sé cómo, pero llegamos hasta una elevación del terreno. La lluvia había cesado y hasta estaba comenzando a salir el sol, sin que hubiera sido consciente de semejantes cambios durante el trayecto horrible hasta aquel punto.
Cuando me hizo detener, sentí las piernas temblar de tal modo, que supe inminente mi caída. Y así sucedió en efecto. Mis piernas dejaron de temblar para doblarse y caer sobre mis rodillas, mientras las lágrimas inundaban mis ojos, sin que pudiese hacer o decir nada de nada.
Sentí que Zell se acercaba hasta mí. Y me aterrorizó la idea de que no me azotase con mayor intensidad en estos momentos. Supuse que algo estaba tramando y me hundí un poco más.
De reojo, le descubrí a mi derecha. Y en un instante, agarrando fuertemente mis pechos, me hizo poner en pie entre enormes dolores y muerta de miedo al ver su cara sonriente.
Me mantuve en pie, aterrorizada, olvidando mi desfallecimiento de momentos anteriores, mientras observaba su rostro siempre maligno y sonriente.
Dacil, ahora probarás un poco de mi magia. Espero que no te vuelvas a dejar caer sin mi autorización. Deseo que estés cálida para mí, o lo pagarás con exceso.
Asentí, sin atreverme siquiera a mirarle a los ojos. Tras desamarrarme del carro, me hizo poner a cuatro patas, haciéndome elevar en exceso mis nalgas. Y antes de que pudiese adivinar que era lo que me iba a suceder, sentí los fuertes latigazos en las mismas y sobre todo en mi sexo abierto y expuesto.
Grité y me removí, pero a pesar de los horribles dolores y los extremecimientos en mis muslos y brazos, me mantuve en aquella postura, hasta que se cansó de azotarme.
Me sentía tan aterrada y convulsiva, que era incapaz de hablar y hasta de gritar, pero jadeaba y resoplaba como una poseída.
Unos segundos después, le sentía acoplándose en mi sexo irritado por los latigazos recientes. Me taladró sin importarle lo que pudiese sentir. Me follaba con violencia y me cacheteaba las nalgas con el máximo de rigor.
Estaba tan desecha, que pensaba que mis piernas se doblarían sin remedio. Intentaba pensar en otras cosas, pero aquellas sensaciones tan crueles, me tenían atada en mis pensamientos al tormento que me asestaba Zell.
Sacaba su enorme polla siempre rígida y volvía a clavarla con fuerza, como deseando hacerme sentir los máximos dolores en cada acometida suya.
Soportaba ya todo sin ser consciente de que es lo que hacía para resistirlo, hasta que en un momento determinado mis piernas cedieron sin que fuera capaz de mantenerlas en aquella postura. Y supe que era mi fin, pero mi cuerpo dejó de temblar.
Sin embargo, no sucedió nada especial. Terminó por correrse dentro de mi vagina y pasados unos minutos en donde escurrir su ponzoña dentro de mi cavidad vaginal, se separó suavemente y se sentó en en el césped humedo ante mi cara pálida y compulgida.
Observo que estás muy cansada, pequeña zorra. No te forzaré si no me recibes correctamente, pero mientras te restableces azotaremos ese cuerpito de hembra que llevas puesto...JAJAJAJAJAJA.
No hice movimiento alguno y le dejé decir, sin que siquiera le mirase. Me empujó lateralmente, hasta que quedé tumbada sobre la húmeda hierba bocarriba. Me mantuve en esta nueva situación, expectante.
En menos de un minuto, se irguió y colocó unas cuerdas en mis tobillos, apretando mis ataduras a los mismos. Me miró con esa sonrisa que me dejaba helada y se levantó. Cogió los dos cabos de las cuerdas atadas a mis tobillos y me arrastró por la hierba hasta llegar a un árbol cercano.
Sentí mis nalgas y espalda, arrastrarse con inmensos dolores. Una vez debajo de una enorme rama, Zell cogió una de las sogas y la lanzó contra la rama. Ya sabía en ese instante que iba a ser suspendida por mis tobillos.
Ya había pasado por estos modos de suspensiones, por lo que no le di una importancia desmesurada, pero estar ante semejante monstruo me imponía unos condicionamientos especiales, que me hacían flaquear, aunque afortunadamente no eran visibles, ya que el peso de mi cuerpo amortiguaba los temblores y palpitaciones que recorrían cada fibra sensible de mi cuerpo.
Y sin que mediase palabra alguna por parte de él, sentí que mi cuerpo se arrastraba de nuevo por la hierba, para abandonarlo progresivamente, hasta quedar colgada de mi tobillo izquierdo.
Sentí una tensión enorme en todo el cuerpo y en especial en la pierna que sujetaba todo el peso. Me contempló durante unos segundos, toqueteándome completamente, para seguir con mi otra pierna. Terminó por dejarme colgada de ambos tobillos, manteniendo las piernas muy separadas y mi cabeza a la altura de su polla, que la veía agresiva y amenazante.
Estando en aquella postura, desfilaron por mi mente las figuras de mi Amo Breo y la de Julia, para volver de nuevo a la de mi Amo Breo. Porqué vendría a mi mente la imagen de alguien que si bien me había impactado bastante bien, no era mas que un ser que mortificaba mi cuerpo a su antojo, sin poderse comparar con su hermano Zell, a quien tenía delante y con quien me sentía como ante el mismísimo diablo.
Bueno, zorra. Ya estás preparada para la recuperación. Te daré algo de calidez en ese sexo depilado, para que te sientas llena de energías y ardor para el camino de regreso, antes de que se ponga a llover de nuevo.
Y sin más, comenzó a flagelar mi sexo sin prisa, pero asestando fuertes golpes y precisos, que me hacían gritar y removerme de horror ante cada impacto. Intentaba removerme, pero ni se me ocurrió llevar mis manos para proteger esas partes tan sensibles.
Después de media hora de crueles golpes, me quedé como ida. Mis brazos colgaban inertes de mi cuerpo, sin que apenas ya gritase..solo una respiración entrecortada y despesperante.
Cuando me sentí de nuevo en la fría hierba, creí que acababa de traspasar este mundo cruel y hallarme en un mundo justo y mejor.
Pero en pocos minutos, fui de nuevo consciente cuando Zell, con pequeñas patadas en los globos de mis tetas, me hacía despertar para que me pusiera en pie.
Le obedecí entre inmensos dolores y calambres por todo el cuerpo. Y acto seguido me colocó los arneses y me enganchó al carro.
Cuando hubo recogido todo y se sentó, con una serie de latigazos me animó a ponerme en movimiento. No cesó de latiguearme en momento alguno, hasta que llegamos a su mansión. Pero esta vez los perros se abstuvieron de acercarse a mí, aunque correteaban muy cerca de mí, ante mi acercamiento a las escalerillas de acceso al hall de la mansión.
Zell se bajó y acercándose a mí, pellizcó mis pezones con sadismo, mientras mis lágrimas brotaban en silencio de los enormes dolores que sentía con aquellas manipulaciones. Cesó de repente en sus manipulaciones, para rematarlas con cuatro bofetadas en mi rostro afligido ante semejantes dolores, que me hicieron quedar extraña y en donde mis lágrimas se detuvieron de repente.
Me desató del carro y soltó los arneses en mi cuerpo, haciéndome caminar escalerillas arriba hasta el interior de aquella enorme mansión. Y una vez dentro, me dijo :
Ahora, te daré algo de comer, para que estés fuerte. Y después bajaremos a mis sótanos en donde te enseñaré mi nuevo ganado, dispuesto para ser utilizado.
Decir que estaba aterrada, no hubiera sido cierto del todo. Me encontraba en un estado en que los horrores conocidos no me afectaban ya. Pero sí, había algo desconocido que me aterraba de algún modo y contra el que no sabía luchar.
Comí junto a él y no me sentí íncomoda de hacerlo desnuda y observada, en momento alguno. Mi cuerpo estaba necesitado de alimento sólido. Y comí ante él, que me miraba del modo que mas me aterraba, sin embargo mi vista no se retiraba turbada, de la suya.
Una de las veces, me pareció observar algo que me dejó confusa, pero que supuse era una apreciación errónea mía. Era como si él hubiese bajado su mirada, turbada por la mía.
Cuando la comida dio fin, siempre acompañada de buenos vinos y posteriormente de café y algún licor, Zell me dijo :
Dacil, creo que será mejor recuperar el tiempo perdido. Serás mi nueva ayudante. Primero visitaremos a mi ganado en los sótanos.
Le acompañé tan sumisa, que hasta pareció sorprenderle a él, ya que por primera vez aguardó a que llegase a su altura y colocó su brazo derecho por mis hombros desnudos.
Me sentí extraña, máxime cuando su contacto fue suave y hasta casi tierno. No dije nada y seguí todo el camino junto a él, protegida de aquel modo tan innatural en Zell.
Y nada mas acceder a los sótanos, en donde se hallaban las mazmorras tipo jaulas, del ganado como él lo definía. Ese ganado eran chicas como yo misma. Todas cansadas y aterradas de estar prisioneras de un ser como Zell.
Creo putita, que estarás mejor con algún tipo de apósito, mientrar realizas las distintas funciones que te tengo reservadas.
Y ante mi asombro y terror, me introdujo un dildo en la vagina, bloqueándolo con un candado en mis anillos vaginales.
Así estarás mas efusiva y ardiente con mi ganado........JAJAJAJAJAJA.
Se trataba del mismo tipo de dildo utilizado en la primera cacería, por lo que me sentí totalmente aterrada, al rememorar los horribles momentos que había pasado con aquella inserción.
No te preocupes por lo que llevas dentro. Se activará cada pocos minutos. Me gustará ver tus reacciones.
Me llevó hasta la primera celda y con unos golpes en los barrotes, hizo que su única ocupante se despertara y levantándose, acudiera temblando hasta los barrotes.
Dacil, deseo que retuerzas los pezones a estas zorras, en el momento que se acerquen a los barrotes. Y deberás hacerlo tu, o lo haré con ambas y desde luego de un modo mucho mas brutal.
Ante semejantes palabras, asumí mi nueva función y cuando aquella chica aterrada y con lágrimas en los ojos, hizo pasar sus tetas a ambos lados de los barrotes de su celda, me apresté a pillarla sus pezones entre mis dedos y retorcérselos como sabía que a Zell le gusta hacer, aunque evidentemente con menos fuerza y desde luego sin malignidad.
Pero pareció que Zell, se daba por satisfecho con mi forma de proceder. Pasé por las demás chicas encerradas en aquellas jaulas, haciéndolas lo mismo, ante sus rostros desencajados de estar frente al mayor depredador de esclavas. Sin embargo, volví a sentir algo extraño en la forma en que Zell ponía sus manos en mi piel desnuda.
Y cuando le miraba al rostro, cómo intentando saber que sentía hacia mí.....sentí un calambrazo en mi interior que me hizo cerrar los ojos, mientras me retorcía en un tremendo dolor. Sólo duró unos segundos. Pero cuando quise mirar a Zell a los ojos, aprecié su sonrisa maligna.
Me repuse rápidamente y me apresté a seguirle, ahora con algo dentro de mi mente, que me hacía temer lo peor en cualquier momento.
Y me hizo bajar hasta sus sótanos. Me sentí como flotando en un mundo de terror. Había aparatos siniestros y todos de tortura.
Dacil, he pensado que pruebes el potro y la rueda. ¿Estás dispuesta?.
Asentí, entre enormes miedos....pero qué otra cosa podía decir estando en la situación en la que me encontraba.
Me dejé colocar sobre el potro, sintiendo las aristas perfiladas de la base del potro, clavarse en mi piel mortificada. Engarzó mis tobillos al stocker dispuesto para ello y después de tumbarme, notando en mi piel las aristas agresivas que se clavaban en mi piel, sujetó mis manos con grilletes.
Y en un instante, comenzó a hacer girar la rueda que tensaba todo el conjunto, cuando me sobrevino el segundo calambrazo dentro de mi vagina. Me quedé rígida y aterrada, mientras el arrastre continuaba.
Fui tensada ligeramente entre contracciones horribles, provenientes de las descargas internas en mi vagina. Duraron, los pocos segundos que él tardó en dejarme en un estado tenso.
Dacil, aprecio que sigues disfrutando de este método. Ahora te dejaré descansar, pero dejaré estos hierros candentes colgando sobre tus pezones. Si en la próxima descarga te movieras, sentirías un sufrimiento extra. Pero todo queda en tu mente y tu poder.
Y se fué abandonándome por unos minutos, para que pudiera apreciar mi estado crítico y expuesto. Durante todo aquel rato, mi dildo se activó en un par de ocasiones, debiendo soportar los terribles calambrazos atenta a mis movimientos, para que mis pezones no contactaran con los hierros candentes, que colgaban del techo y llegaban a pocos milímetros de mi cuerpo.
Casi me sentí dichosa cuando él apareció de nuevo junto a mí. Ver su polla enorme y activa era algo que a todas las chicas nos hacía ponernos en guardia. Pero después pensando que siginificaba, muchas se hundían en sus miserias vivas.
Sin embargo, yo me sentía como una privilegiada sabiendo que no podría sufrir daños irreparables, ya que pertenecía a mi Amo Breo.
Y si tuviese que decir algo ahora acerca de Zell, diría : "Era como un ser mágico. Un ser dotado de una fuerza sexual muy elevada. Un ser que podía llevarte a mil orgasmos o mil dolores".
Sin embargo y a pesar de mi estado de crispación, cuando él estuvo ante mí no me sentí nada molesta, aunque sabía que comenzaban de nuevo mis problemas.
Dacil, observo que disfrutas en estos aparatos. Probaremos la rueda del olvido.
Me desató y me condujo hasta una enorme rueda que había visto girar antes. La mitad de aquella rueda se sumergían en un líquido que no había sabido aún determinar, pero que al acercarme mas al mismo, supe que se trataba de orines y otros productos de ese tipo.
Cuando la rueda quedó en posición, Zell la detuvo para poder unir mis manos a los grilletes que me soportarían. Poco después lo hacía con mis tobillos, mientras mi cuerpo se quedaba arqueado con mi espalda apoyada sobre la madera de aquella rueda. Supe que sufriría la desdicha de tener que pasar por esos líquidos asquerosos, en mis giros indeterminados.
Y comenzó el giro lentamente, mientras mi cuerpo expuesto era surcado por el látigo de Zell. Casi agradecí el quedar al otro lado, pero al estar sumergida en los orines.........mi vagina se vio inundada de un nuevo ataque compulsivo eléctrico y creí morirme dentro de aquel húmedo y aborrecible lugar.
Cuando mi cabeza alcanzó el aire, respiré como una posesa. Y nada mas salir mis tetas de aquel charco asqueroso, sentí los efectos de los latigazos sobre mis partes frontales indefensas.
Y de ese modo volví a sentir como la crueldad se cebaba en mí, hasta que mi cabeza estaba a punto de encontrar ese líquido apestoso. Me sumergí de nuevo y cuando mis tetas tocaban los orines, sentí un nuevo calambrazo en mi interior, que hizo que me contorsionara llena de terror.