HdeD (3) - La cacería (2 de 3)

Dacil se encuentra en mitad del bosque........indefensa y aterrorizada.......pero aún no sabe que lo peor está por llegar......... Espero que os siga agradando. Un beso..........Sandra Raquel.

Historia de Dacil

LA CACERIA ( 2 de 3 )

Agucé mis oídos para intentar detectar el ruido de motores o voces humanas. Pero todo seguía en silencio. Pensé que la cacería daría lugar al comenzar el nuevo día. Alguien debería venir, para abrir la puerta de mi jaula y darme libertad para poder ser cazada.

Pero seguía sin escuchar sonido alguno. Decidí tumbarme sobre la tierra para esperar lo que tuviera que acontecer. Y según estaba acomodándome en el húmedo, pero acogedor lecho, sentí que mi cuerpo se elevaba. Esa sensación tan sólo, duró una décima de segundo. Enseguida comprendí que caía al vacío desde mi jaula. Y para cuando quise reaccionar, mi cuerpo chocaba con los cardos silvestres y ortigas, que se apoderaron de mis carnes mortificadas.

Sentí las punzadas y las descargas irritantes de las ortigas, así como las púas de los cardos clavarse en mis tiernas carnes. Ni siquiera pude gritar. Todo era tan rápido, que mi cuerpo aún no había interpretado lo que aquello significaba.

Un segundo después, veía la jaula abierta por la base. De ahí había descendido. Y entonces, al tomar consciencia de donde me encontraba, grité y aullé como una auténtica loca. Nada mas volverme para evitar los contactos que laceraban mi fina piel, me encontré con las zarzas que se elevaban majestuosas ante mí en cualquier dirección de mi mirada.

Mi mente, lanzó una señal de alarma. No podía permanecer en semejante lecho de plantas agresivas para mi cuerpo. Así que busqué con mi mirada donde colocar los pies y levantarme. Descubrí una pequeña calva de terreno sin estar cubierto de cardos y ortigas. Y hacia allí avancé, pinchándome todo el cuerpo. Cuando me pude izar sobre mis pies, me sentí rejuvenecer y respiré aliviada, a la vez que me quitaba pinchos y restos de plantas de mi cuerpo.

Ahora, la cuestión era como salir de aquel anillo de zarzas de un metro de altura. Después de analizar todo el conjunto, supe que mi cuerpo debería restregarse por parte del lecho de las zarzas, si deseaba salir de allí.

Las espinas de las zarzas eran largas y puntiagudas. Pensé en irlas partiendo una a una y así, crearme una vía de escape. Pero me llegaban sonidos de algún disparo de rifle y eso me hizo apresurarme a tomar una decisión.

Mi mente se aceleró tomé la determinación de salir por debajo del zarzal. Sabía que mi cuerpo desnudo rozaría con alguna púa, pero siempre sería menos que soportar varias púas a la vez insertándose en mi carne desprotegida.

Aparté con mis pies los cardos y ortigas y me tendí en el suelo, hurgando con mis manos en la pesada franja de zarzas. Pesaban mucho sobre mi cuerpo, pero podía levantarlas a pulso y por tanto era mi vía de escape mas directa.

Tenía ya medio cuerpo bajo el zarzal, cuando sentí pasos y jadeos. Se trataba de las esclavas de un amo, que buscaban para él la caza correspondiente. No tuve mas opción que proteger mis piernas bajo el zarzal y quedar todo lo quieta que pudiera, para no ser localizada.

Al esconder las piernas y quedarme quieta, las púas mortificantes de las zarzas mordieron mi piel y se clavaron en mi angustiado cuerpo. Pero ya nada podía hacer por evitarlo y soporté aquel suplicio como uno mas.

Desde mi posición podia ver a las esclavas completamente y cuando pasó el cazador, lo ví completo. Quizá algo fatigado, ya que su cara denotaba algo de congestión. Yo les veía perfectamente y ellos a mí, si hubieran mirado hacia la base de las zarzas. Pero era un sitio extraño para tener en cuenta.

Sentí un opresión de las zarzas sobre mi cuerpo, cuando las esclavas se apoyaron sobre las mismas, para ver si estaba o no dentro. Ya me creía a salvo, cuando me sobrevino una nueva descarga en mi vagina. Estuve a punto de gritar, pero me contuve y solo me debatí ligeramente.

Las esclavas que me rastreaban, debieron creer que se trataba de las vibraciones de la otra y de esa forma me libré de ser descubierta.

En cuanto se hubieron ido, elevé con todas mis fuerzas las zarzas y conseguí sacar la mitad del cuerpo. Y con un poco de maña y esfuerzo extra, conseguí liberar mis piernas.

Estaba herida, pero libre. Sólo las descargas en mi vientre, me hacían sentir prisionera.

Salí disparada de aquel lugar, en sentido opuesto de donde venía el cazador y sus esclavas. No sabía donde estaba, ni donde me dirigía. Me sentía muy débil y sobre todo muy angustiada. Sentía hambre y sed, mucha sed. El cuerpo me ardía de las sensaciones de las ortigas, las púas de los cardos y las zarzas y sobre todo de las descargas continuas en el interior de mi vientre.

Era como estar muriendo constantemente en un tormento horrible. Realmente, de eso debía tratarse. Corría como una loca por medio del bosque, sin saber a donde me dirigía.

Estaba extenuada, cuando una nueva descarga me sobrevino. Me retorcí como una posesa, sobre la hiedra fresca del bosque, pero fui consciente de reprimir mis lamentos y gritos, por temor a ser oída.

Cuando fui capaz de serenarme, no se escuchaba nada en el bosque y eso me hizo ponerme mas alerta aún. Me levanté despacio y caminé silenciosamente resguardándome en cada árbol grueso que veía. El silencio, era lo peor de todo. No se escuchaban disparos, o a los animales propios del bosque.

Seguí andando por entre la arboleda y llegué hasta un claro, demasiado grande para atravesarlo, sin ser vista. Estaba como enloquecida. No sabía como librarme del tormento del implante en mi vientre y desconocía el castigo que me aguaradaría si era capturada en ese momento.

Volví, silenciosamente sobre mis pasos y decidí rodear el llano por el bosque. Podía escuchar las voces de varios hombres y los chillidos de algunas esclavas, mientras avanzaba cubierta por la maleza.

De vez en cuando, miraba hacia mi retaguardia, para observar si alguien se acercaba, pero por el momento todo parecía estar tranquilo detrás de mí.

Seguí avanzando por el perímetro del bosque, hasta que topé con unas rocas enormes, a las que era imposible escalar tal y como me encontraba. Miré hacia donde parecían terminar las rocas y me di cuenta que terminaban en otro claro dentro del llano.

La sangre se me agolpó en la cabeza y mis nervios se pusieron en tensión. No sabía que hacer. Volver sobre mis pasos parecía una locura. Pero no había otra opción. Según giraba sobre mi misma, una nueva descarga me hizo caer al suelo y retorcerme de dolor, mientras intentaba a toda costa reprimir mis gritos de dolor. Poco a poco las sensaciones molestas fueron pasando y pude sentir el control de mi misma. Me levanté y caminé por el camino recorrido media hora antes. Volví a escuchar las voces de los amos y esclavas, que ya llenaban el campamento. Me alejé de ellos tan rápida y silenciosa como pude y cogí la ruta contraria, confiando en tener mas suerte.

Todo parecía ir bien, hasta que escuché ruidos a poca distancia de mí. Un amo y sus esclavas, avanzaban con una de las chicas cazadas hacia mi. Me escondí detrás de una espesa mata y rogué que no me vieran.

Pude verles perfectamente. La esclava iba atada a un largo palo de pies y manos. Tenía una amplia mancha de color verde en su costado izquierdo. Parecía muerta, pero cuando miré sus ojos, supe que solo estaba anestesiada. Los dardos debían ser paralizantes y eso hizo que sintiera algo menos de temor a ser cazada. Sin embargo, deseaba que no me descubrieran, al menos por el momento.

Y según el amo cazador pasaba cerca de la mata en donde estaba escondida, una nueva descarga atacó mi cuerpo y por mucho que me reprimí, no pude por menos que removerme en la hierba. El amo captó un sonido extraño en mi mata y se acercó con el rifle cargado apuntando directamente a mi cuerpo.

Cuando descubrió que se trataba de una presa extenuada por las descargas de sus aparatos, se acercó hasta mí con aire de superioridad y mientras me retorcía de dolores de la descarga, me dio un par de patadas en el costado, para después pisarme los pechos con sus botas de goma.

El dolor que me produjo, fue una continuidad de las descargas eléctricas. Y yo me sentí morir de angustia y dolor.

Transcurridos unos minutos, en los que me dio tiempo a recuperarme del todo, me dijo :

  • Observo que eres una buena hembra. ¡Que lástima que te haya descubierto!. Ya imagino que todo ha sido por ese implante que lleváis y del que yo no soy partidario, pues quita emoción a la caza. Sin embargo, estas son las reglas para todos. Aún así, me pareces una puta de mierda como las demás. Así que creo que te llevaré de un modo especial hasta el campamento base. Pasaremos antes por el campamento avanzado, que ya conoces. Pero antes, ataremos tus manos de puta a la nuca.

Y colocó mis muñecas juntas y con las palmas unidas, para colocarme un grillete doble. Eran del mismo color que las manchas que dejaban sus dardos. Después me puso un collar de cuero del mismo color, para a continuación, haciéndome subir los brazos, engarzar el grillete doble en la anilla trasera del collar.

Yo quedaba con los brazos doblados y elevados y expuesta completamente a mi captor, que animándose al verme tan afligida e indefensa, dijo :

  • Eres la puta mas fantástica que he capturado y además sin gastar un solo dardo. Eres morena, cosa que a nosotros no nos atrae demasiado, pero tú eres un caso especial. Pasaremos por el campamento avanzado para dejar mis capturas. Y procura, que no se te noten los espasmos esos que haces cada media hora. Será la mejor manera de estar mas protegida contra los locos que hay allí.

Pasamos por el campamento para dejar a la esclava capturada. Conté un total de 6 capturas de aquel hombre, sin incluirme a mí. Las chicas, eran colgadas de los tobillos a pleno sol. Sus cuerpos seguían siendo atormentados por las descargas de los dildos en sus vaginas, pero ellas solo movían sus ojos. Conté el número de esclavas cazadas y contándome a mí, éramos 16. Agradecí no ser de las primeras y mi cuerpo se serenó un tanto.

El cazador que me portaba, me mostró ante todos los que allí se reunían. Pensé que mi cuerpo era un desastre, pero eso no parecía importarles demasiado. Todos los hombres que había allí, estaban ya, medio borrachos y golpeaban con sus manos o con látigos a las chicas colgadas.

  • Vamos puta, camina. Tenemos mucho camino por delante.

Escuchar estas palabras, por un lado me aislaron del infierno de mis compañeras, pero sabía que nada agradable me depararía el nuevo destino.

Caminé lentamente, pero dando gracias de alejarme de aquel lugar de perversión. Y como mi paso no era el adecuado, el látigo de goma, hirió mis nalgas varias veces, haciéndome andar con paso mas vivo.

Nos alejamos del campamento, por entre la arboleda que una hora antes hubiera abandonado. Mi captor, iba detrás de mí y de vez en cuando me atizaba algún golpe en las nalgas, pero no era demasiado fuerte y sólo servía para avivarme el paso.

A los pocos minutos de abandonar el campamento, sentí el efecto de los electrodos dentro de mi vientre. Me removí y grité de angustia y dolor. A cada calambrazo nuevo en esa zona, nuestros cuerpos se debilitaban, cada vez mas.

Me sentía atrapada y aturdida. Si aquello seguía dentro de mí mucho tiempo, pensé que moriría o me dajaría eliminar. Era tan horrible aquella sensación, que no podía sujetar y controlar mis reacciones en momento alguno.

  • Putita, pareces indispuesta. Creo que necesitas caricias fraternales en ese vientre tuyo. A ver, déjame verlo un momento.

Se plantó delante de mí, mientras me removía de las sensaciones horribles y me hizo mantener en pie, con las piernas algo separadas, mientras acariciaba mi vientre y el candado que cerraba mis anillos implantados.

Me acarició con sus manos el vientre liso y desprovisto de vello púbico y realizó varios gestos, mientras yo mantenía mis ojos semicerrados y evacuando lágrimas del tormento lento que recibía.

  • Creo que a este vientre le falta amor y calor. Está demasiado dejado por tus amos. Yo le daré el calor que necesita, puta mía.

Siguió sobándome con sus manos el vientre, para ascenderlas hasta mis pechos. Y al contactar con mis pezones, los retorció sin piedad, hasta hacerme gritar de dolor y pánico.

  • Observo que estás algo intratable. Y yo que quería darle amor a tu cuerpo........Bueno, creo que mejor daremos a tu cuerpo, lo que pide a gritos. Calor a nuestro estilo. Fíjate puta, este látigo de goma te calentará en los lugares adecuados. Procura mantenerte erguida o lo sentirás.

Le miro, con los ojos vidriosos y sólo le veo alzar su látigo de goma y descargarlo sobre mi vientre, una y otra vez.

Ziiiiiiiccccc, ziiiiiiiiiissssccc

Zaaaaaaccccccc, zasssssss

Zaaaaccccc

Me contorsiono de dolor, pero no doblo mi cuerpo a pesar de los dolores que me producen esas descargas, sobre mi sensibilizado vientre. Pero los golpes siguen cayendo sobre mí y con mis ataduras, solo puedo gritar y contorsionarme de espanto y dolor.

Zassssss

Aaayy, agggg

Zaassss, zaaaaaaaaaaccccc

Uumm...ohhhhhhhh

Ayyyy, ooohhhhhh

Sigue golpeándome sin piedad, hasta 20 latigazos en mi vientre.

Termino por doblarme y caer de rodillas, pero él, me dice :

  • Eres guapa y hermosa, morena. Pero muy debilucha, puta mía. Pasaré por alto este momento de desaire. Pero lo sentirás puta asquerosa. Sigue caminando por ese sendero, hasta que te indique parar.

Caminé temblorosa por el sendero marcado. Había cardos y otros espinos que rozaban mi piel, pero no me detuve y los esquivé como pude.

Llegamos a un espacio abierto con varios árboles caídos, Sentía el frescor del agua cerca de ese lugar. Pero seguí caminando, sin reparar en mas necesidades mías. Cualquier acto en ese sentido hubiese comportado un tormento feroz.

Me dolía todo el cuerpo y aunque deseaba descansar, jamás le habría dicho tal cosa. Fue él, quien al ver un árbol tumbado, que le convenía dijo :

Puta, encamínate hacia ese árbol. Descansaremos unos minutos de la travesía y fumaré un cigarrillo.

Me acerco ya extenuada al árbol caído y aguardo hasta que él me indique que debo hacer. Se acerca hasta mi costado derecho y dice :

  • Sí, es un buen lugar para descansar. Arrodíllate ante el tronco, puta. Y después descansa esas tetas sobre el mismo.

Me arrodillo frente al árbol. Y él de un empujón, me obliga a apoyar mis pechos desnudos sobre la corteza áspera y puntiaguda del tronco.

Siento la rudeza del contacto en mis pezones, ya muy sensibilizados. Al tener mis manos atadas a la nuca, mi postura es de lo mas cruel y dolorosa para mis pechos.

Sin que pueda acomodar mis pechos al tronco, le noto sentarse sobre mis nalgas, haciendo que su peso me haga clavar aún mas mis tetas en la madera, que me dilacera. Y cuando soy capaz de serenarme un poco y adecuar mi respiración a la enorme presión de su cuerpo sobre el mío, le escucho fumar con tranquilidad sin que le importe lo mas mínimo el sufrimiento mío.

  • Puta, ¿te han dicho alguna vez que tienes un culo precioso?. Pues es la verdad. Cuanto mas lo miro, mas deseos me vienen. Creo que lo utilizaré para descargarme un poco. Parece que está diciéndome, ¡¡ fóllame !!. Pues si, te voy a follar, puta asquerosa.

Esas palabras, me hacen volver a llorar, pero nada puedo hacer para apartar semejante martirio de mi cuerpo.

Le siento como se levanta y tras toquetear el interior de mis nalgas, apaga el cigarrillo sobre mi espalda.

  • Aaaahhhhhhhhh.....aagggggggg

  • Cállate puta, que vas a asustar a todo el bosque.

Me remuevo entre el terrible escozor de la quemadura y escucho como baja su cremallera y acto seguido, noto algo caliente entre mis nalgas.

Le oigo que escupe en mi ano y lo extiende con su polla en mi ano, para lubricarlo. Y por fin, noto como si me rajaran por la mitad y grito, asustada y angustiada.

En dos meneos, se cuela dentro de mí. Siento la culebra moverse por dentro de mi recto y los empellones que me da constantemente, hasta que consigue meter todo su pene en mi interior.

Las sensaciones que se producen en mi interior, son extremadamente violentas, ya que el dildo implantado en mi vagina dilata ésta y la tenue capa de separación de los dos conductos está muy irritada con las continuas descargas.

Intento no pensar en el dolor y de algún modo traducirlo en placer, pero siempre hay algo que me produce sensaciones horribles dentro de mi ser.

Su polla entra y sale, machacándome con cada embestida. A la vez mis pechos se rasguñan mas y mas, en cada empujón. Me siento morir, poco a poco. Pero eso a él, no parece importarle lo mas mínimo.

Y de repente.........

  • Aaaaaaaaaahhhhhhhhh, aaaaaaaaagggggg, aaaaayyyyyy

Una nueva descarga en mi vagina, me hace enloquecer de dolor y angustia. No puedo mas que gritar, ya que su polla está entrando y saliendo de mi ano, con mayor velocidad que antes.

Esa descarga, parece que lo anima mas aún. Pienso, entre mis lágrimas que él, ha debido sentirla también, porque su ritmo aumenta y aumenta hasta que siento como se queda rígido y clavado dentro de mí, para al instante siguiente, sentir una profunda descarga de esperma dentro de mi ano.

El calor, me hace quedar paralizada y siento cada borbotón de esperma dentro mi canal rectal.

Pasados un par de minutos de convulsiones de su cuerpo, acompañadas de manotazos y pellizcos, noto su cuerpo que se desploma sobre mi espalda, manteniendo su polla dentro de mi ano.

Un poco de tiempo después se separa de mi y saca su flácido pene de mi recto. Siento como un frescor en esa zona y me desplomo sobre el árbol, sin importarme ya la rugosa madera.

Siento como su leche se va enfriando, a medida que corre por mis muslos. Se aproxima a mi lateral y cogiéndome del pelo, me separa del árbol y me dice :

  • Puta, ¡¡ qué culo, tienes !!. Chúpala y límpiala de restos, para que podamos proseguir el viaje.

Me limito a abrir la boca y dejar que entre su pene, sucio y empapado con los jugos de ambos. Lo lameteo como mejor puedo, pero mi cansancio me impide actuar como sería necesario. Aún así, consigo lamer todos los restos y tragármelos, a pesar del asco que me da aquello.

Después de unos minutos, me hace levantar y me dice :

  • Vamos zorra, nos queda casi una hora de camino y debemos parar a comer algo antes. Iremos al río en donde te dejaré bañarte y te daré algo de comida y bebida. Y no pienses mal, guarra. Será comida de verdad y agua del río. ¡Venga, camina!.

Me levanto, llena de dolores terribles y comienzo a dar mis primeros pasos en la dirección que él me indica.

En menos de 10 minutos, siento el ruido del agua y el frescor que envuelve el ambiente. Me siento tan desfallecida, que a cada instante debo concentrarme, para no caer rendida sobre el camino.

Y por fin el río. El corazón me late con fuerza. Mi cazador, se acerca a mí y coloca una cadena larga a la anilla del candado que cierra mi vagina, para a continuación, liberar mis muñecas del collarín.

Me siento algo reconfortada por el momento y nada mas llegar al río, me indica una pequeña poza, en donde podré meterme.

Nada mas pisar el agua, me dejo caer medio muerta sobre el agua refrescante y así me mantengo durante casi un minuto, sin mover parte alguna de mi cuerpo. Poco a poco, mi cuerpo comienza a reaccionar y consigo mover todas mis articulaciones.

Pasados unos diez minutos, en los que he recobrado el ansia por vivir, siento tirones de la cadena en mi vientre y tras mirarle, me levanto y salgo chorreando del agua, sintiendo un aroma a frituras que me hace enloquecer de placer.

Me acerco hasta él y me quedo en pie a su lado derecho. Me indica que me siente a su lado. Y le obedezco, sin dejar de mirar unos pajarillos que están siendo asados en una pequeña hoguera, encendida por él. El aroma es tan envolvente que me siento a punto de llorar.

Entonces él, cogiéndome del pelo empapado, me dice :

  • ¿Te apetece comer algo de ésto?.

Asiento, con mi cabeza, mirándolo. Y se limita a sonreir.

  • Muy bien, comerás de esto, puta. La verdad es que eres tan bonita, que quizá me quede contigo para siempre. Ve cogiendo de la parrilla y comiendo como si estuvieras sola. Puedes beber vino o agua. O las dos cosas, si te apetece. Y no te preocupes, no te pediré nada a cambio. Come, que buena falta te hace.......

No sé como aceptar sus palabras. Hasta hoy, todos me han tratado fatal. No es normal que alguien que te domina, te trate de ese modo, por lo que me mantengo en guardia en todo momento, aunque cojo la botella de agua y bebo unos tragos cortos, sintiendo como mi cuerpo reacciona ante el efecto vivificador del líquido.

Y algo nerviosa y pensando que en cualquier instante, me impedirá comer, acerco mi mano hasta la parrilla y cojo un pajarillo. Lo acerco a mis labios agrietados y siento miedo de que me quite ahora la ansiedad que siento de comer.

Pero, no hace amago alguno de retirarme la comida. Sólo, sonríe, mientras come uno de ellos.

Y llega a mi boca y el sabor es tan extraordinario y deseado, que un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Doy el primer bocado y lo saboreo, sintiendo el placer mas extremo dentro de mi ser.

Y sigo comiendo, sin que él se meta conmigo. Sólo me mira y sonríe de vez en cuando. Le veo que coge una bota de vino y da un largo trago. Luego, me mira y me la ofrece. No se que hacer. Hago amago de cogerla, pero él mas solícito se acerca mas a mí y espera a que termine de tragar el alimento. Me pasa la bota por los pechos y me dice :

  • Tranquila pequeña, yo te ayudaré. Abre la boca y procura no tragarlo según caiga. Te hará entrar en calor y te sentirás muy gratificada, ya verás. Además, debes comer mas pajarillos, aún tenemos tiempo y están muy buenos.

Abro la boca, un poco aturdida y algo asustada también y él enchufa el chorro que cae dentro de mi boca. Siento el sabor del vino y voy tragando poco a poco. Está riquísimo y a cada segundo que pasa, me voy sintiendo cada vez mejor, pero según me está entrando el chorro, un calambrazo en mi vientre me hace cerrar la boca y retorcerme de dolor.

Siento el vino correr por mi cara y mis pechos. Y supongo lo peor para mi cuerpo, por haberle hecho ese feo.

Pero curiosamente, no sucede nada de esto. El, simplemente aguarda a que se me pase el efecto del calambre y me dice :

  • Tranquila, putita. Se lo que estás pasando. Me encanta la carita que pones cuando sufres, pero ahora estamos comiendo. Bien, si, ahora ya estás mas calmada. Muy bien, abre la boca y bebe un poco mas, te animará......

Abro la boca y bebo un nuevo chorro. Me siento reconfortada. El quita la bota y me indica que siga comiendo, diciéndome :

  • Putita, ahora tienes media hora antes de que vuelva el efecto. Come y aprovecha el tiempo. Y además te permitiré beber de la bota a chorro o chupando. Venga, coge mas, hay mucho para los dos y debes ponerte fuerte.

Esas palabras me hacen llorar. Ya no le tengo miedo, ahora mi sentimiento ha cambiado al agradecimiento. Y cojo otro pajarillo mas y como, llena de calor y cobijo.

Como uno, tras otro, sin que él haga mas que acariciar mi pelo o mie espalda. A veces, los pechos un poco, pero me siento tan cálida a su lado que sería capaz de soportar cualquier cosa que me ordenara.

Terminamos con los pajarillos y entonces él, me hace tumbarme a su lado, para reposar un poco la comida. Me siento un poco mareada, pero feliz y contenta de estar viva junto a él.

Imagino, que el resto del día será un infierno, pero me aprovecho del momento. Y me siento fabulosamente bien, escuchando sus latidos en mi oído.

Pero, como siempre, antes de que pueda sentirme completamente bien....un nuevo calambrazo me hace contorsionarme.

El me permite, que me remueva sin decirme nada. Cuando consigo serenarme, acaricia mis pechos y mi vientre y me indica que debemos seguir el camino.

Me levanto, lo mas rápida que puedo y junto mis muñecas ante él, para que las una. Me mira sonriente y tras unirlas y colocármelas en la parte trasera del collarín, me quita la cadena del candado de mi vagina y con un gesto, comenzamos a caminar hacia el campamento principal.

Mis pasos son mas tranquilos y ahora me siento bien de pertenecerle, aunque sea en esa parte del camino. Incluso, atada como estoy, me siento feliz de que él esté cerca de mí.

Caminamos por un sendero sin una sombra, aunque él va protegido por su sombrero especial. Noto que me coge del pelo y me detengo en seco. Me hace girar hacia él y me rodea con sus brazos, justo en el momento en que siento una nueva descarga.

Oprimo mi pecho contra él, temblando entera, pero sin gritar por estar cerca de su cara. Transcurridos unos minutos, en que mis jadeos son muy acelerados, él me hace abrir la boca y me enchufa un buen chorro de vino.

Lo bebo llena de agradecimiento y entonces, me dice :

  • Putita, en diez minutos llegaremos y lo pasarás mal. Creo que incluso peor que mal, pero lo debes pasar, así que anímate lo que puedas.

Asiento con lágrimas en los ojos y camino de nuevo hasta lo que probablemente será mi infierno y calvario mas cruel.

Y en efecto a los pocos minutos, comienzo a oir el griterío del campamento. Y poco después, ya diviso el horror del mismo. Veo a varias chicas, colgadas de los pies, otras en jaulas y algunas siendo azotadas. Y todas bajo un sol riguroso, que a mí también me martiriza.

Mi cazador, me coge del pelo y me hace caminar hasta el centro de una explanada en la que hay 5 postes de piedra, de un metro de altura y con un diámetro de 20 cm. El central y 10 los otros cuatro. El calor es sofocante y me siento un poco mareada, entre el vino, la digestión y el mismo sol.

Según estoy llegando a los postes, observo que se acercan 2 hombres mas, a paso vivo. Mi cazador los saluda y en breve soy medio arrastrada por los nuevos, hasta que me sitúan al lado del poste central.