HdeD (2) - Secuestradas (2 de 2)

En esta segunda parte, nuestras protagonistas se sumergen en el mundo de la perversión total......Sí, a alguien le gusta esta serie mía, se lo pasará en grande con este relato y los siguientes.......En cualquier caso, disfrutad de una lectura profunda, porque la situación es muy profunda y cáustica...........Un beso a todos y todas..........y gracias por leerme..........Sandra Raquel.

Historia de Dacil

Secuestradas (2 de 2)

No sabía por qué el mundo podía ser tan cruel con dos chicas que el único mal o pecado, que habían cometido en sus cortas vidas, era el de amarse mutuamente.

Sentía los sufrimientos y temblores de Julia, mezclarse junto a los míos. Pero no era capaz de sosegarla y menos calmarla. Sabíamos las dos que nuestra situación era cuando menos horrible. No sabíamos lo que nos podía aguardar con esa gente o con otra a la que fuéramos cedidas o vendidas, pero nada bueno podíamos esperar. Al menos yo, no esperaba nada agradable y menos bueno de todo esto.

En un momento, sentimos que tanto el Jefe de aquella banda como sus mas allegados nos rodeaban y manipulaban en nuestras ataduras, dejándonos caer sobre el embarrado suelo.....sin fuerzas para poder sujetarnos en pie.....nuestras fuerzas habían huido de nosotras dos y ahora yacíamos en el barro frío, aunque aún abrazadas.

A base de patadas y pisotones indiscriminados, nos hicieron separarnos una de la otra. Y minutos después, nos hacían ponernos y mantenernos en pie. Y fuimos regadas con la manguera de agua extremadamente fría, mientras nuestras tiritonas, llantos y lágrimas los divertían. Sin mirar a Julia, sabía que ella sentía lo mismo que yo. Era la desidia, el sadismo de seres que se creían civilizados, sobre pobres víctimas indefensas y aterrorizadas por su propia condición de mujeres en un mundo hostil.

Hacía unos minutos que habían dejado de regarnos y temblábamos de frío y terror acumulado, cuando ya se acercaban de nuevo a nosotras. Me sentí avergonzada de pertenecer al género humano, pero cuando ya me iba a rendir...un vocerío en un lugar de la explanada, del que no podía precisar su situación, nos aisló de tormentos por el momento.

Poco a poco, las voces las oímos mas cerca y vimos acercarse un hombre con 4 fortachones acompañantes, que decía :

  • Alto, hermano, veo que tienes a dos putas nuevas. ¿Te importa que las eche un vistazo?......ya sabes que que busco carne joven.

  • Sí, claro. Ahí las tienes, no creo que desagraden a nadie, siempre que sea normal.

Escuchar a esa bestia hablar y referirse a ellos como seres normales, me llenó de amargura y odio hacia algunos tipos de la especie humana. Aproveché el lapsus que nos deparaba el destino para mirar a Julia. L asentí tan aterrada como yo misma. Temblaba, pero su mirada de amor dulce intentaba decirme que estaba bien. Era difícil poder llegar a serenarse en semejante situación, pero nuestras miradas declaraban el amor que la una por la otra sentía.

Esa misma comunicación nos la habíamos expresado en multitud de ocasiones, pero ninguna había sido tan profunda como la que vivíamos en estos momentos de angustia.

  • Bien, déjame revisarlas. Quizás no lo sepas pero podrías tener una fortuna en tus manos. Si las chicas son como aparentan ser, pues no te digo que podrían valer mas que tu palacio.

  • Vale, vale, míralas a tu gusto. Nunca te he negado nada en mi casa.

  • ¡¡Santo Cielo!!......¿tu sabes lo que tienes aquí?

  • Si, se lo que acabo de capturar. Pero, dime algo mas...me estás asustando hermano.....

  • Mario, estas dos chicas podrían valer una fortuna en un mercado especial. O sea, para que te enteres bien. Tu me las vendes a mi y yo te doy por las dos 100 unidades.

  • ¿Has dicho....100 unidades?.......¿cien?......

  • Si, eso he dicho, ¿te parece excesivo verdad?.....y ya estás pensando en que si yo te ofrezco eso, tu podrías sacar posiblemente 200 o 300 unidades, pero...¿acaso conoces a alguien con el que intercambiar?......pues no, claro que no. Así que decídete y en menos de un minuto o me voy.

  • Espera, espera hermano. Sí, es verdad que lo he pensado, pero siempre he hecho mis negocios contigo...y tu para mi eres seguro. Así que eso es lo que cuenta para mí. Si eres capaz de pagarme la cifra que me has ofrecido, son tuyas tal cual están.

  • Aceptado, pactado y trato hecho. Recibirás la cantidad por el medio habitual. ¿Estás de acuerdo?.

  • Por supuesto, tómalas. Tu palabra es mucho mejor que la mejor de las firmas legales.

  • Gracias Mario, este detalle no lo olvidaré y te recompensaré de algún modo en breve.

Julia y yo nos mirábamos extrañadas, pero a la vez aterrorizadas. ¿Cómo era posible valer tanto?. Y si era así, ¿qué final nos aguardaba?. Claro, que era mejor no saberlo. El destino ya nos llevaba de la mano de infierno en infierno.....mejor dejarse llevar que resistirse a lo desconocido.

  • Chicos metedlas en la furgoneta, convenientemente sujetas y secadlas un poco, no vaya a ser que se nos acatarren. Y ahora Mario, ¿no vas a invitar a tu amigo a cenar?.

  • ¡¡Qué pregunta!!, pues claro que sí. Estaba aguardando a que dejases de hablar para hacerte el ofrecimiento. Ven, entra en mi casa, que ya sabes que es como si fuera la tuya. ¡Familia, preparad la mesa!, Don Roberto se queda a cenar con nosotros y preparad hueco para otros cuatro mas. Tus hombres cenerán de igual modo a mi mesa, salvo que indiques lo contrario.

  • No, me parece muy amable por tu parte, Mario. Chicos, cuando terminéis de acondicionar a esas dos zorras, cerrad la furgoneta y venid a la casa.

En ese momento, nos hacían entrar en una enorme furgoneta de color negro. El interior se iluminó al abrir el portón trasero. El suelo estaba enmoquetado, pero sucio de barro y manchas de grasa y otras no conocidas.

Fuimos atadas cada una a un lateral de la furgoneta. Tanto los brazos como las piernas, nos las dejaron bien abiertas y ancladas al techo y suelo, respectivamente. Después nos secaron el cuerpo con trapos sucios, que había en el interior. Frotaron sin preocuparse de si nos dañaban o no, simplemente nos dejaron secas. Después un par de manotazos en las tetas, que nos hicieron rabiar y gemir de dolor, salieron y cerraron el portón, dejándonos aterradas ante la nueva situación que tomaban nuestras vidas.

Mientras nuestras lágrimas caían en torrente de nuestros ojos, nos mirábamos como intentando buscar el apoyo y el ánimo, la una en la otra. Pero solo veíamos un reflejo de nosotras mismas.

El tiempo pasaba lentamente. Y aunque la oscuridad no era total en el interior de aquel vehículo, nos sentíamos algo aterradas con la tenue luz que entraba por el parabrisas. Nuestros cuerpos brillaban suavemente y a cada movimiento de Julia, podía ver reflejos de su cuerpo atormentado. Además, sentíamos ya el cansancio en nuestros brazos y muslos, por la postura forzada y algo de frío que se había apoderado de nuestros cuerpos, durante la sesión anterior.

Me sentía tan cansada, que mi cabeza apoyada sobre mi hombro derecho provocaba que me adormilara. Miré a Julia y pensé que ya estaba dormitando, pues su respiración era mas suave y no se movían mas que sus costillas y pechos al ritmo de su respiración. Y terminé por quedarme dormida.

Desconozco que cantidad de tiempo estuvimos solas. Me desperté sobresaltada, al sentir un ruido y una entrada de aire frío en el interior del vehículo. Nuestro comprador y sus chicos volvían ya. Don Roberto, subió a la zona de carga y con la luz interior encendida, nos contempló, mientras tiritábamos mas de miedo que de frío. Tocó nuestros pezones y tetas con total descaro, para seguir con nuestros sexos. Sonrió y comentó :

  • Dos buenas zorras acabo de adquirir. Queridas, mañana os venderé en el mercado de esclavas, aunque ganas me dan de quedarme con vosotras dos por unos días. En fin, los negocios implican viajar y será mejor asegurar la inversión. Chicos, nos vamos a casa, que no sean molestadas para nada, pero que no hablen entre ellas tampoco.

Ignoraba por qué nos contaba esas cosas si nosotras no teníamos parte en nada. Pensé que algún motivo tendría o quizás que deseara justificarse ante sus hombres. Eso era lo mas lógico, pero no estaba segura de nada.

El viaje no fue excesivamente largo, aunque calculé mas o menos una hora de camino. Por el parabrisas pude apreciar la fortaleza en la que nos íbamos adentrando. Imposible escapar de allí sin ser descubiertas, al margen de los perros que había sujetos por la correa de los vigilantes.

Se detuvo ante una explanada que daba acceso a unas escalerillas de granito y que llevaban al sótano de un ala de aquella fortaleza. Abrieron el portón trasero y dos de los chicos, subieron. Nos desataron los tobillos y después las muñecas, para inmediatamente atarlas de nuevo detrás de nuestra espalda. Y nos ayudaron a bajar, sobeteándonos todo el cuerpo.

Bajamos temblorosas los escalones abruptos que daban acceso al sótano. Nada mas entrar en aquella parte de la casa, pudimos apreciar un comité de recepción algo especial y que nos hizo temblar de terror. Pero nuestro terror aumentó considerablemente, cuando la voz de aquel hombre anunció :

  • Depiladlas completamente. Deben estar utilizables para su nuevo destino. Y no quiero abusos con estas dos zorras.

Dichas estas palabras, pasamos de manos para ser tratadas de un modo desconocido para nosotras. Miré a Julia. Estaba tan asustada como yo. Era un mundo desconocido y nada acogedor, el que vivíamos en aquellas horas recientes.

Fuimos atadas a unos camastros y depiladas por medios electrónicos. No sentimos dolor alguno, aunque si nos sentimos en el grado límite de la humillación.

Después de quedar dispuestas de la depilación, en la que nuestros vellos púbicos hubieron desaparecido, al igual que nuestras axilas cuidadas y piernas y brazos, que fueron trabajados de igual modo, avisaron al Señor de la casa.

Y en menos tiempo del que supuse, se presentó ante nosotras. Nos admiró detenidamente, para terminar diciendo :

  • Me hubiera gustado follarme a estas zorras, pero debo entregarlas de inmediato. Una pena, realmente. Bañadlas a conciencia, sin restregar mucho, pero si dejándolas totalmente presentables.

Y dichas esas palabras, dio media vuelta y se marchó sin que nos permitiera hablar o decir algo. Fuimos bañadas a conciencia. Restregaron nuestros cuerpos, pero no sentimos dolor en momento alguno...al menos yo, no lo sentí, pero por la expresión de Julia, ella debía haber sido tratada de un modo similar al mío.

Después de secadas, fuimos instaladas en jaulas, preparadas al efecto para nosotras dos. Me sentí aún mas humillada de lo que ya estaba, pero nada podía hacer hacer por evitar esa condición nueva en mi vida reciente.

Aquel ser nos visitó una vez instaladas en nuestras jaulas. Me sentí morir de vergüenza al verme reconocida de ese modo.

Parecía increíble que aquello nos pudiera estar pasando a nosotras dos, cuando hacía un par de semanas.....éramos las alumnas aventajadas de aquella institución, ahora maldita.

Después de revisarnos, sonriendo maléficamente, se alejó de nosotras y las luces se apagaron, quedando a oscuras total.

Como nuestras jaulas estaban muy próximas, pasamos nuestro brazo a través de los barrotes y nuestras manos se unieron en una sólida alianza de temor y amor conjunto. Ni siquiera hablamos entre nosotras. Creo que porque nos daba mas terror lo que pudiera decir la otra en función de lo que estábamos viviendo en esos últimos minutos.

Y no se cómo, pero en pocas horas y debido al silencio y oscuridad reinante, nos quedamos dormidas.

Cuando desperté, Julia aún seguía durmiendo, con su manita cogida a la mía, que no solté en momento alguno. Escuché ruidos, pero ya una tenue luz se filtraba por las esclusas de aquel sótano y supe que era de día. Al parecer, el momento oportuno para que fuéramos cedidas o vendidas ante cualquier ser horrible.

Me sentía tan desesperada que mi corazón palpitaba con un ritmo irregular, pero alto y fuerte dentro de mi. En pocos minutos, las luces del sótano se encendieron casi todas al mismo tiempo y me sentí privada de la intimidad que me daba la oscuridad. Miré hacia Julia y la vi también despierta y mas asustada casi que yo misma. Sus ojos denotaban un terror sordo y la veía vulnerable a cualquier ruido o movimiento próximo a nosotras.

Abrieron nuestras jaulas y nos llevaron a empujones, pero sin golpe alguno hasta una sala en donde había mas chicas.......todo estaba muy iluminado y pude apreciar micro-cámaras en varios lugares. Ese amplio salón estaba compuesto por pequeñas parcelas valladas en donde había una chica o varias. Era algo mas o menos, como una feria de ganado, solo que en este caso todos los animales eran chicas, como Julia y yo.

Sabía que podían admirarnos y contemplarnos desde cualquier perspectiva, aunque no supiéramos quien lo hacía. Y fuimos vendidas en la segunda subasta. Tanto Julia como yo, estábamos incluidas en un lote de 20 chicas.

Lo curioso, es que en ese lote, todas las chicas eran rubias menos yo.

En menos de 5 minutos, éramos apiladas las 20 seleccionadas en una enorme jaula común. Todas desnudas y asustadas hasta extremos inconfesables y para mayor mal, muy juntas las unas de las otras, ya que todas sentadas no podíamos estar.

La jaula fue cargada en un camión y partimos rumbo a un mundo desconocido, una hora antes del alba.

El camino fue mas horrible que la peor de las pesadillas, porque unida a la incomodidad de nuestro transporte, el camión se metía en baches continuos que nos hacían desesperar, pero además se complicó con una lluvia suave, pero intensa que recibieron nuestros cuerpos desnudos.

Estaba amaneciendo, cuando llegábamos a lo que sería nuestro destino final. Miré a Julia, que se acurrucaba en posición fetal sobre la paja húmeda. La toqué con mi mano y tras mirarme confusa y asustada, llegó a darme una sonrisa.

Me sentía tan frustrada y destrozada como ella y como las demás chicas, pero nada podíamos hacer para cambiar esta situación.

El camión se detuvo de golpe, haciendo que todas chocáramos entre sí y quedando revueltos nuestros cuerpos. Enseguida la plataforma de acceso del camión fue extendida, asi como abierta la puerta de la jaula. Nos obligaron a salir muy rápidamente, a base de pequeños azotes y hasta manotazos y puntapiés.

Una vez formadas en la explanada, apereció una mujer acompañada por 4 hombres, cuyas miradas daban mas terror del que ya teníamos, diciendo :

  • ¡¡Putas, os quiero mas firmes!!. Váis a ser anilladas de una en una y después azotadas. Si a alguna se le ocurriera desmayarse, la cortaremos las tetas en vivo y nos las comeremos mientras se desangra, ¿queda claro, zorras de mierda?.

Nadie rechistó, aunque pude captar la tensión entre todas nosotras. Ya sabíamos todas que estábamos destinadas a mil perversiones sobre nuestros cuerpos.

Se formó una hilera con todas nosotras, que se dirigía hacia unas escalerillas que conducían a los sótanos principales de aquella fortaleza.

Curiosamente, yo hacía la número 13 en la hilera, por lo que pude ver como mis compañeras de penalidades, una a una y gritando hasta reventar los oídos, eran anilladas en sus labios vaginales, sin que nadie las prestase el menos consuelo o ayuda.

Cuando pasé por aquel calvario, pensé que la vida ya no merecía la pena. Había sido sometida a un escarnio sádico por gente sin escrúpulos. Y para mal de males, la hilera seguía hacia otro salón en donde se nos azotaba de tres en tres.

Fui azotada igual que todas. Lo peor no eran las anillas puestas a lo vivo en los labios vaginales o ser azotadas después. Lo peor estaba en cuando nos colocaban la mordaza y vertían alcohol puro sobre nuestras heridas recientes. Eso era sentir el infierno mas cruel sobre un cuerpo ajado y cansado.

Dos horas largas estuvimos las 20 rabiando sin poder evitar nuestros sufrimientos, cuando apareció un Doctor, que revisó nuestros implantes, atendiendo con yodo a alguna de mis nuevas compañeras, para evitar la infección.

En mi reparó poco y tras tocar mis anillas, que me hicieron retorcerme de dolor, siguió con la que tenía al lado, a la que si tuvo que hacer una pequeña cura, mientras se retorcía de dolor.

Miré a Julia cuando la estaban hurgando y supe que estaba tan mal como lo estábamos todas las demás. Después de la revisión médica, fuimos aseadas mediante mangueras de agua fría puelverizada, hasta quedar limpias. Y así quedamos en esa estancia sofocante las 20 chicas, cada una soportando su terrible sufrimiento.

Varias horas después, vinieron a buscarnos para llevarnos a otro lugar en donde habían mas chicas como nosotras. Algunas estaban a punto de hundirse y rendirse. Podía ver unas grandes ojeras en algunas, con sus cuerpos destrozados por los latigazos. Otras con manchas en sus cuerpos y llorando inmersas en una angustia contagiosa.

Las había de todas las razas y colores capilares. Junto a ese grupo estuvimos conviviendo durante algo mas de 2 días. Un buen día, al amanecer fui sacada de ese centro por unos encapuchados y conducida a una celda en una mazmorra enterrada.

Perdí la noción del tiempo y no volví a saber mas de Julia, ni de alguna de mis anteriores compañeras. Sólo pude pensar en mi misma, porque comenzaron los castigos y tormentos sobre mi cuerpo, por gente sin piedad y sin escrúpulos.

Durante todo el día y la noche, los gritos de algunas de nosotras nos invadían hasta tal punto que era un tormento psicológico añadido mas.

Estaba medio muerta, después de haber pasado por torturas horribles que me deshacían poco a poco, durante aquella última semana.

Ni una cara conocida, solo aquellos encapuchados que se turnaban cada tres horas y aquellos lamentos permanentes. Tampoco había visto a Julia, ni a alguna de las otras chicas y eso a pesar de que en la mazmorra siempre estábamos al menos tres chicas, pero había pequeños muros de división y eso nos evitaba poder ver que sucedía entre nosotras.

Esa noche, después de un día salvaje y en el que había creído poder descansar para siempre, mis heridas y marcas fueron curadas y eliminadas. Además, después de ser bañada con agua pulverizada muy fría, pero que se agradecía, me dieron de cenar algo distinto a la bazofia de los dias anteriores.

Al principio, me negué a comer....pero su aroma revitalizó mis pituitarias y poco a poco, fui comiendo de todo un poco hasta liquidarlo todo completamente. Para entonces, mi cuerpo ya estaba seco del todo y me tumbé en el catre para descansar. Supe que algo había dentro de la cena, pues mi cuerpo se relajó y me sentí descansada y con nuevos bríos para luchar por mi vida.

En pocos minutos, mis párpados pesaban y así........me quedé dormida.