HdeD (2) - Secuestradas (1 de 2)

En este primer episodio, veréis que Dacil y Julia, se deciden irse de la Instritución.........grandes vicisitudes pasarán, hasta que el destino, las atrapa de nuevo..........Espero, siga atrayendo lectores morbosos en busca de sensaciones profundas..........Un beso.........Sandra Raquel.

Historia de Dacil

Secuestradas (1 de 2)

El viaje se me hizo eterno. Los dolores en mi cuerpo me seguían mortificando y viajaba acurrucada en el asiento y contra la puerta. Cuando el coche se detuvo ante la escalinata de acceso a la Institución, creí renacer. Abrí la puerta del coche y nada mas salir, éste aceleró y se alejó a gran velocidad. Me sentía temblorosa y llena de miedos y fantasmas, que me acechaban por todos sitios.

Comencé a subir las escaleras con un esfuerzo enorme, porque mi cuerpo estaba machacado del castigo. Cada escalón se me hacía inalcanzable. Cuando estaba por la mitad de la escalinata, apareció Elena con una fusta en su mano derecha golpeándola contra la palma de su otra mano. La hizo chasquear en el aire, mientras me decía :

  • Es para hoy, Dacil. Me estás impacientando con tu parsimonia.

La miré con mis ojos cubiertos de lágrimas y aceleré un poco mas el paso, hasta llegar ante ella. Me miró de una forma algo fría y acarició mi rostro con su mano izquierda, borrando algunas lágrimas de mis mejillas.

  • Vamos, entra ya. El Rector te está esperando y está ya muy impaciente.

Ni siquiera la respondí y entré en la Institución, notándome un poco mejor. Pero Elena, me cogió del brazo y me hizo apresurar mi paso hasta llegar al despacho del Rector.

Nada mas llegar al umbral de la puerta, Elena me dió un ligero empujón y entré trastabillada hasta casi la mesa del despacho.

  • ¡Vaya, nuestra alumna regresa al fin!. Te habrás divertido bien, ¿verdad?.

  • No señor. Fuí retenida por la secta, al parecer por algo que ponía en la carta que llevaba dentro del paquete, señor.

  • ¡Ah, la carta......ya!. Bueno, pero tampoco era para tardar tanto tiempo. En fin, ya lo discutiremos ahora. ¿Tienes algo para mí?.

  • Si, señor....me dieron este paquete para ud.

  • Muy bien, mientras lo abro desnúdate del todo.

  • Jo, señor, ¿es necesario éso?.

  • ¿Estás tonta?......pues claro que es necesario, ¡desnúdate inmediatamente!.

Y sin mas palabras, mientras él abría el paquete me fui quitando toda la ropa, hasta quedar completamente desnuda.

  • Oh, oh..pero que tenemos aquí......un DVD de nuestra chica.....ummmmm. Ven Dacil, lo veremos en la biblioteca juntos. Elena, por favor acércame esa caña fina de bambú y vayamos todos a deleitarnos con escenas de amor.

Llegué entre ellos dos hasta la biblioteca y el Rector, me indicó un lugar en mitad de la sala, de donde colgaban un par de cadenas con grilletes. Me aproximé hasta ellas y Elena, engarzó mis muñecas a los grilletes, dejándome indefensa y mas humillada aún que en la secta.

  • Juan, con tu permiso y mientras preparas el equipo, la daré unos azotes de bienvenida. Lo llevo deseando desde hace días.

  • Si, claro...puedes hacerlo. Ummm, realmente Dacil, estás soberbia, creo que no te han tratado tan mal. Espero que no nos distraigas con tus gritos. Dala 25 azotes, Elena. Haz que se retuerza de dolor y picores.

  • Si Juan.......Dacil, prepárate para calentarte, preciosa.

Me sentía tan dolorida aún, que casi no les prestaba atención. Pero mi humillación había subido muchos grados y ya no me sentía bien ante ellos. Además, al conocer sus actividades mi vida corría mucho peligro. Pero, cómo desobedecer las órdenes de tus superiores, sin ser castigada después.

Además, estaba Julia a la que tenía que ver y contarla cuanto nos había sucedido. La estancia en semejante institución era peor que arrojarse al fango.

Mientras estaba en estos pensamientos, sentí el desgarro abrasador del primer latigazo. Contuve la respiración y solo solté el aire un poco fuerte, mientras sentía en mi carne, los rigores del latigazo. Pero otro y otro y otro.....me hicieron temblar con tanto dolor y frenesí, que mis lágrimas se agolparon en mis ojos y solté pequeños gritos de dolor.

Cuando mi cuerpo temblaba lleno de espasmos y gritaba desesperadamente, vi entrar por la puerta a Julia. La vi bloqueada en cuanto se percató que me azotaban.

La ordenaron entrar y coger un látigo de nudos. La ví como lo tomaba en su mano derecha. Estaba tan desnuda como yo y muy violentada al verme atada y ya marcada por los latigazos de Elena.

El Rector la recibió con una palabra obscena y humillante y la dijo :

  • Puta, mientras la directora y yo vemos el material que nos ha traido tu zorra lesbiana, la azotarás hasta que digamos basta. Ten en cuenta que las cámaras vigilan, si después no nos gustan la intensidad de los azotes, te torturaremos a tí. Me gustaría comerme tus pezones tiernos..........¡tú verás, puta!.

Observé como Julia se quedaba lívida y comenzaba a azotarme con el látigo de nudos, mientras el Rector y la Directora se alejaban de la estancia.

Tuve que soportar mas de 20 latigazos que me hacían estremecer y aullar en cada uno de ellos.

En cuanto me sentí a solas, con un gesto imperceptible la hice acercarse y la susurré al oído que deberíamos fugarnos de la Institución esa misma noche.

Julia, pareció convencida y me desató, a pesar de ser observada por las cámaras.

En cuanto quedé libre, Julia me dio a beber una pócima que era lo que nos animaba en situaciones desesperadas. Corrimos hasta nuestra habitación y guardamos lo necesario para una huida a través de la montaña. Ni siquiera nos vestimos. Cada una llevaba un macuto con todo lo necesario para dos personas. Solo nos pusimos las zapatillas de deporte, para poder correr campo a través.

Pero antes de irme, reprogramé en un par de minutos mi equipo, para hacer un borrado particular del equipo de Julia y mío y además borrar cosas importantes, o al menos bloquearlas de aquellos seres crueles y apestosos. Además, pude coger uno de aquellos frascos que contenían el ungüento para hacer desaparecer las marcas de los tormentos y lo guardé en el macuto de Julia.

Y salimos corriendo de la Institución, sin detenernos a pensar en nada mas. Se trataba de huir cuanto mas lejos mejor. Cuando llegamos al exterior, estaba lloviendo a cántaros, pero soportamos la lluvia que caía sobre nuestros cuerpos desnudos hasta que alcanzamos un sitio en donde guarecernos y secarnos.

  • Dacil, que alegría de poder estar contigo amor.

  • Julia, aquella chica del casco en la secta era yo.........se me hundió el mundo al ver como te trataban, mi vida.

  • Noooooooo, oohhhhh.....noooo......Dacil, perdóname amor........no supe que eras tú.

  • No podías hacer otra cosa. Te hubieran castigado duramente.

  • Me hubiera dejado castigar por tí, mi vida.

  • Julia, ahora somos libres desde hace una hora...debemos alejarnos lo mas que podamos, porque si nos pillan, no sé que harán de nosotras.

  • Sí, tienes razón. ¡Venga, sigamos!.

Y seguimos caminando bajo una lluvia aún mas intensa que antes. Seguíamos desnudas, porque así al menos tendríamos ropa seca para ponernos cuando fuera necesario.

Nos adentramos en un bosque que me hizo poner la piel erizada. Estábamos empapadas y aterradas en aquel paraje desconocido. La lluvia ya no nos tocaba, pero nos sentíamos como en la antesala del infierno.

A favor, en nuestra huida teníamos que el agua de la lluvia torrencial, había borrado nuestras huellas. Y en contra, que estábamos a menos de dos millas de la Institución.

Encontramos un lugar en el que guarecernos momentáneamente. Julia me secó con cuidado y me aplicó el líquido reparador, mientras ella se secaba. Contuvo mis impulsos por tocarme las partes rociadas, porque el picor era terrible.

Pero en pocos minutos, todo había desaparecido y estábamos vírgenes de marcas. Nos miramos extrañas, sorprendidas y mas enamoradas que nunca. Y nuestras miradas indicaron el peligro que corríamos quedándonos allí.

Sacamos de los macutos ropas secas y nos las pusimos. Y sobre las mismas un protector chubasquero con pantalon incluído, que sería nuestro aislante con la humedad exterior. En cuanto estuvimos dispuestas y tras haber guardado todo indicio de nuestra presencia en aquel lugar, salimos al exterior para seguir nuestra huída, que por el momento iba bien.....incluso demasiado bien. Aspecto que valoramos entre las dos, porque tampoco era muy normal que nadie nos hubiese seguido y de haberlo hecho que no hubiésemos escuchado nada extraño, en las horas que llevábamos escapadas.

Por tanto, nuestro sigilo debía ser mayor a partir de ese punto. Caminaba Julia delante de mí y yo, no me despistaba de ella. Intentábamos no hacer ruido con nuestras pisadas y conseguimos alejarnos de ese modo unos dos kilómetros mas. Ya casi podíamos decir que estábamos libres.

Había dejado de llover y nuestros cuerpos estaban secos, aunque algo sudorosos por la deficiente transpiración. Pero, por otro lado esas prendas nos aislaban de la humedad reinante y de ese modo podíamos seguir mucho mas camino del ya andado.

Las dos estábamos prestas a intentar desenmascarar cualquier sonido extraño que llegara a cualquiera de nosotras, pero el caso es que no llegaba a nosotras sonido alguno. Eso nos hizo detenernos y analizar en voz baja aquella situación. Nos mirábamos con una angustia en el interior, tan profunda, que casi éramos incapaces de articular una frase seguida entre nosotras.

Seguimos caminando, sin hacer apenas ruido alguno, hasta que conseguimos vadear un conjunto de rocas y nos detuvimos de nuevo para explorar los alrededores. Todo estaba tranquilo aparentemente y lo mejor de todo es que podíamos escuchar sonidos de aves y otros animalillos cerca de nosotras. Lo que nos daba la serenidad que nos faltaba desde hacía unas horas.

Buscamos un lugar en donde acampar y pasar la noche y Julia consiguió descubrir uno, protegido por las ramas contra la posible lluvia y rodeado de arbustos compactos que nos protegerían de cualquier tipo de visión.

Abrimos los macutos y montamos una pequeña tienda canadiense, con doble suelo, pero para una sola persona. Sin embargo, conseguimos estirar el saco doble y tras proteger los macutos y desnudarnos, nos metimos las dos juntas en el saco.

Nos quedamos abrazadas y muy pegadas para darnos calor mutuamente. Y así.....el sueño nos venció.

..................

Algo sacudía mi cuerpo, cuando a duras penas conseguí despertarme.....y ohhhh, había muchas caras mirándome. Sentí las manos de Julia abrazarse aterrorizada a mi cuerpo. Nuevos puntapiés y patadas por diversas partes del saco y una voz, diciendo :

  • ¡Vamos, fuera de ahí, putitas!.

Salí asustada y muy nerviosa, protegiéndome los pechos con mis brazos y portando solo la braguita. En cuanto estuve fuera del saco, sentí mi cuerpo tiritar mientras aquellos seres sacaban a Julia de los cabellos, hasta dejarla tirada desnuda, sobre un enorme charco.

La vi temblar y llorar desconsoladamente, sin que pudiese auxiliarla, ya que varias manos me sujetaban los brazos. La pisoteaban y la pateaban, mientras su cuerpo se arrastraba entre el barro y el agua de los charcos. Pero antes de que pudiese exclamar o decir algo, me arrancaban la braguita y me tiraban contra ella.

En pocos segundos, estábamos las dos sobre el enorme charco de agua y lodo, con las manos atadas en la espalda. Entonces, la voz que parecía ser del dirigente del grupo, dijo :

  • Muy bien, tenemos dos putas de buen ver. Las venderemos al mejor postor. Ahora lavadlas con delicadeza, para que las podamos ver limpitas antes de hacerlas cosas. Quien lo iba a decir.....una rubia y una morena, de una sola tacada.......jajajajajajajaja.

Escuchamos las palabras a medias, ya que nuestros temblores y terror, unido al frío en nuestros cuerpos desnudos y mojados, nos impedían prestar la atención debida. Llorábamos de impotencia total mas que de la sensación de frialdad del agua y el barro.

Nos cogieros del pelo y nos hicieron poner en pie, tiritando de frío y terror y llorando desconsoladamente, cuando el que parecía el jefe de aquella panda de bandido, sacaba un frasco de una de las mochilas y decía :

  • Vaya, vaya...parece ser un estimulante. Veamos que tal les sienta. A ver, que la morena se beba un gran trago para ver sus efectos.

Me aterroricé al ver el frasco que contenía el líquido de quitar las heridas y retrocediendo mi cara, pude exclamar :

  • No, no.....eso es veneno...no se puede beber.

  • Ah, no se puede beber...vaya, vaya.....y ¿entonces para que sirve?...contesta zorra...

  • Pues...pues..no lo se....

  • No la sabe....estas zorrar llevan un frasco con algo que no saben para que sirve, pero saben que es veneno....¡que curioso!. Bueno, entonces lo averiguaremos enseguida. ¡Poned un embudo a la rubia, en la boca!, veremos si a la morena se la refresca la mente.

  • No, no hagáis eso, os lo diré. Es un líquido reparador de heridas y magulladuras.

  • Ah, vaya, de que modo mas rápido ha recobrado la memoria esta zorra. Así que un líquido reparador ¿eh?. Lo comprobaremos enseguida. ¡Atadlas juntas y frente a frente!. Y coged ramas del jaral o lo que se os ocurra, vamos a hacer unas magulladuras a estas dos putas y después veremos si realmente funciona como dicen.

Me quedé de nuevo petrificada, sobre todo al ver como se armaban con ramas y algunos mimbres, mientras nos ataban pecho contra pecho, juntando nuestras manos con una larga soga y dejándonos colgadas de una rama.

Sentía el pecho desnudo de Julia contra el mío. Nuestras tiritonas iban en aumento y nuestro llanto arreciaba con mayor frenesí que segundos antes.

Nuestros cuerpos empapados de agua y lodo, patinaban uno contra el otro, sin que fuese posible resguardarlo de aquellos animales que paseaban a nuestro alrededor, mientras se reían y nos martirizabam con las puntas de las ramas que habían cogido. Tanto Julia como yo, inténtabamos esconder nuestras caras de la visión maléfica de aquellos mosntruos.

Sin una orden anunciada, los azotes de todo tipo comenzaron a areeciar sobre nosotras, siendo el primero sobre Julia, que se pegó a mi cuerpo como paralizada por efecto del golpe. Pero antes de poder asimilar el golpe, otros caían sobre ella y sobre mi.

Nos acurrucábamos como podíamos, pero nada nos permitían protegernos de aquella maldad y así, desde los laterales de los pechos hasta las corvas, nos llovían los fuertes trallazos del mas variado material de tormento.

Cada azote en mi cuerpo era como si me abrieran con un cuchillo de sierra y por mas que intentaba protegerme contra Julia, casi mas partes de mi cuerpo exponía a aquellos bandidos.

Gritábamos, aterradas y nos removíamos cada vez mas la una contra la otra, sin que pudiésemos evitar ser cada vez mas y mas mortificadas. Hatsa que llegó un momento en que nuestras fuerzas decaían y primero Julia, quedó colgando de sus muñecas, aunque seguía consciente, pues se removía contra mi cuerpo. Poco después, me dejaba caer de mis muñecas y ya no pateábamos ninguna de las dos, aunque nuestras lágrimas se mezclaban con nuestros lamentos.

Por fin, alguien decidió poner fin a aquella barbarie. El jefe se acercó a nosotras dos y tras toquetearnos los pechos asquerosamente, nos cogió de los cabellos volteando nuestras caras hacia él.

Yo al menos, era incapaz de apreciar como era en la realidad, ya que el dolor y mis lágrimas eran una barrera infranqueable. Me pareció que sonreía maliciosamente, para decir :

  • Vaya dos putas mas flojitas. Tendremos que repetir esto en otro momento, aunque ahora veremos si ese líquido realmente os cura estas marcas, que por otra parte os hacen mucho mas bonitas. ¡Echadlas agua por encima, hasta que no quede una pizca de barro!.

Y sin decir mas, se separó de nosotras dos y al soltarnos el cabello, nuestras cabezas chocaron como bolas sueltas. Nos quedamos la una junto a la otra, sin decir palabra alguna. Yo lloraba en su oído, mientras ella lo hacía en el mío. Y de repente, algo nos despertó de nuestro letargo de dolor.

Acababan de echarnos un enorme cubo de agua helada, que nos dejó casi sin habla. Pero antes de que pudiésemos siquiera gritar, otro cubo de agua nos volvía a cubrir. Y otro y otro, hasta dejarnos exhaustas y temblando de frío.

  • Muy bien, apliquemos este líquido reparador. Y, ¡pobre de vosotras, como no sea efectivo!.

Ni siquiera le presté atención. Me sentía tan desesperadamente mal, que casi nada me importaba ya.

Nos aplicaron el líquido y se estuvieron riendo durante la media hora que duraron los efectos de curación, mientras nosotras aullábamos de picores y nos removíamos en nuestras ataduras como verdaderas locas.

Al término de ese tiempo y ya habiendo desaparecido los picores de aquella sustancia, estábamos sin marca visible, según se admiraron todos y el jefe adelantándose a nosotras, no volvió a coger de los cabellos y dijo :

  • Me alegro por vosotras, hubiese sido una pena descuartizaros vivas. ¡Bien!, ahora ya no hay obstáculos para que podamos abusar de esos cuerpos de zorra que tenéis. Desatadlas y secadlas. Nos las llevamos de paseo hasta nuestra guarida, creo que habrá carne para todos esta noche. Y creo que fresca, pues parecen dos tortilleras de mierda. Mejor, así tendremos todo intacto en exclusiva para nosotros.

Estaba tan absolutamente descompuesta, que mi cara pegada a la de Julia, solo podía seguir el ritmo de nuestras reducidas y jadeantes respiraciones. Sentía las lágrimas de Julia en mi hombro y yo la regaba con las mías. Nos sentíamos las dos personas mas desgraciadas del mundo. Y aunque estábamos juntas, no era nada agradable sentirnos así.

En pocos días habían cambiado nuestras vidas. Eramos dos chicas normales, enamoradas entre nosotras mismas. Pero el destino parecía que nos deparaba fines distintos. Remememoraba mi infancia, carente de amor y ahora que lo había encontrado, era separada vilmente de la vida, de la libertad.......¿por qué?.......¿por qué?.