Haz de luna (Genshin Impact - GanyuXAether)

Un corto ejercicio de escritura. Tentempié entre relatos.

Liyue ciertamente es una ciudad hermosa, pero en este momento no me lo parece tanto. Está allá a la distancia, más allá del mar. Las montañas que la coronan forman un contraste brillante para la delicada arquitectura y el trazado de sus calles, para el diseño de sus barcos y veleros atracados en el muelle. Desde lejos incluso puede verse el mercado, amplio y colorido. Si tuviera una mejor nariz, seguramente podría oler las especias desde esta colina, aunque no tengo idea de qué tan bien estaría eso. Paimon está dormida a la sombra del árbol, en el extremo opuesto a esta muchacha.

Cuando nos la encontramos, pensé que defender a la bella durmiente de los Hirlichurls sería una pelea rápida. Ella se despertaría con el ruido del acero y de los elementos siendo esgrimidos como extensiones de nuestros filos, o al menos eso supuse. Debo haber volteado a verla 24 veces en un minuto antes de darme cuenta de que no se iba a levantar. Sin embargo, me sentí bastante bien cuando mandé a volar al último salvaje por encima de su cabeza y pude verla durmiendo aún. Algo irritante, pero rápidamente se me pasó viendo cómo su palidez resplandecía bajo la luz del sol como la nieve de la montaña una mañana de invierno. Ciertamente una imagen que se me vino a la mente gracias a su cabello azul y vestido blanco. Parecía más un uniforme que algo formal o casual. Como si estuviera hecho para la comodidad de movimiento a la vez que para la elegancia. Si se iba a quedar dormida en todos lados, bien podría serlo.

No pude moverla y no quise despertarla, así que simplemente nos sentamos Paimon y yo con ella, bajo el árbol, quizá guardándola de más Hirlichurls. Ahora que Paimon está dormida, sin embargo, debo admitir que me estoy sintiendo cada vez más curioso por ella. Acercándome con sigilo (no sé por qué, no se va a despertar), puedo notar su respiración subiendo y bajando su pecho. No había visto ese detalle hasta ahora. Su pecho… amplio y prominente ajustando el vestido en esa área. Creo que lo obvié por no esperármelo, en especial con esa cintura tan fina y sus brazos delgados. Pero, viéndola bien, sus caderas eran anchas y sus piernas gruesas y largas, cubiertas en esa malla ajustada. Debo admitir que mi propia respiración ya no es tan calmada. Este mundo no está escaso de mujeres hermosas de todas las naturalezas, pero esta chica… ¿esta chica tiene cuernos?

—Antes de que preguntes… —Nunca me había puesto de pie más rápido en mi vida. Tampoco, creo, me había sonrojado tanto. —… No son un disfraz. Eso le digo a los niños, pero no son falsos o algo así. ¿Quién eres? Te agradezco tu ayuda con los Hirlichurls —Hizo ademán de levantarse mientras hablaba, pero lo más que logra es sentarse en una pose Seiza con elegancia y naturalidad a pesar de sus bostezos.

—Me llamo Aether. Vengo de… Mondstadt. Y, por cierto, no estaba viendo tus cuernos. Mis disculpas —Mientras hablo, me siento con las piernas cruzadas. Sigo cansado de pelear con esos salvajes.

—¿Oh? Entonces, ¿por qué me veías?

—…Sí estaba viendo tus cuernos. Perdóname. ¿Puedo preguntar quién eres? ¿Por qué estabas aquí? De hecho, ¿cómo sabes de los Hirlichurls? ¿No estabas dormida?

—Muchas preguntas… —dice eso mientras bosteza y pasea su mirada por el suelo del monte, entre la hierba. Parece buscar algo, pero no puedo evitar fijarme en el fulgor violeta de sus ojos. Es verdaderamente hermosa. Su voz es suave y gentil. —Me llamo Ganyu. Gestiono los asuntos más importantes de Liyue para Rex Lapis. Básicamente firmo papeles y leo recados… Es mi hora de descanso. Y sí quería dormir, pero estaban haciendo mucho ruido. Luego tú empezaste a mirarme. Ahora, hablamos. Ya no creo ser capaz de dormir.

—Lo lamento… Aunque, para ser justos, creo que, bueno, te salvé de ellos… ¿sabes? —Ese comentario inmediatamente me gana una sonrisa.

—Vaya, ¡gracias! —disimula una risita con su mano. —Pero créeme, puedo cuidarme por mí misma. Aunque siempre agradezco la ayuda que recibo. Es un contrato antiguo que tenemos con todos los habitantes del mundo. ¿Qué deseas a cambio, Aether de Mondstadt?

Supongo que en este mundo con Visiones, dioses y, al parecer, chicas hermosas con cuernos, todo puede pasar. Y ahora tengo un favor a cobrar de esta muchacha… Ganyu… De pronto estoy tremendamente consciente de la soledad en la montaña, de Paimon durmiendo, del calor del sol que se distingue del calor que emana de mi pecho desde hace un rato… soy consciente también de que esta mujer me debe un favor y mi mente empieza a formar escenarios y a estructurar ángulos interesantes… Pero se ve tan cansada…

—¿Cualquier cosa?

—Dentro de la razón, así es —contestó sonriendo, empezando otro bostezo corto.

—Quiero… quiero ayudarte a descansar, si me lo permites —Ella me miró con curiosidad, abriendo los ojos bastante antes de entornarlos. —Te ves cansada, así que, si puedo hacer algo para que puedas descansar… quizá pueda… traerte algo, o… hacer algo… —Calma, cálmate, mi corazón. No puedo evitar llenarme de fantasías y de sentimientos ante esta hermosa chica.

—Ya veo… Pues… —Al decir esto, me mira de arriba abajo. Sonríe. —Hay algo que siempre me ayuda a dormir mejor que siempre suelo hacer por mí misma —Da un paso en mi dirección, pero es suficiente para que su pecho roce el mío y su nariz roce la mía. Su respiración es cálida y helada a la vez. —Me da curiosidad el cómo se sentiría tener a una persona para hacerlo por mí. ¿Está bien que te lo pida?

Mientras asiento, pues no creo poder hablar sin morderme la lengua, ella sonríe y apoya su cabeza en mi hombro y rodea mi cuello con su mano izquierda, tomándome en un abrazo. Por un momento me siento culpable por tener pensamientos lascivos con esta chica, y luego triste por pensar en lo mucho que debía querer un simple abrazo. Más relajado, rodeo su pequeña figura con mis brazos, sosteniendo su espalda y su cintura, apenas tocándola. No se sentía particularmente frágil, pero definitivamente era pequeña y delgada a pesar de sus… medidas. Sin embargo, no pasan cinco segundos antes de que entienda lo que está sucediendo cuando escucho que su respiración se acelera. Cuando noto que solo me rodeó con su mano izquierda mientras la otra se pierde bajo su cuerpo, donde no puedo verla, pero la siento moverse. De pronto parece que exhalamos vapor y nuestra sangre hierve, pero no puedo soltarla. La noto moverse y, fuera de mí mismo, empiezo a apretar sus curvas con mis manos. Su cintura y su omóplato. Cuando la oigo gemir, aún sin saber si es por mis caricias o las suyas propias, dejo de pensar y poso ambas manos de su espalda a sus brazos, aprieto sus hombros pálidos y menudos antes de bajar mis manos para magrear sus pechos. Definitivamente gime por mis caricias ahora, o quizá por ambas partes, la suya y la mía. Su tacto es suave y firme, con un punto preciso de su anatomía punzando firmemente contra mi palma mientras masajeo su carne sobre la tela del vestido. Sin darme cuenta he estado suspirando contra su cabello y noto que tengo ansias de morder. Acerco mi cabeza a uno de sus cuernos lentamente mientras continúo tocándola y comienzo a acariciar con mis dientes la base de esa protuberancia negra y roja. Ella no grita, pero es solamente porque comenzó a morder mi ropa para evitarlo.

Tras dos minutos en los que magreo sus pechos y aprieto su cintura, sus caderas y muslos, mientras la acerco y aprieto contra mi cuerpo hasta sentir el movimiento de su mano en mi propia entrepierna, la noto convulsionarse violentamente por unos segundos antes de relajarse por completo, aún con su mano alrededor de mi cuello, jadeando contra mi pecho. Nunca había estado tan erecto en mi vida que con Ganyu. Dulcemente, ella me ve con una sonrisa. Está sonrojada y perlas de sudor adornan su frente y pegan algunos cabellos a sus sienes. Tentativamente, me acerco. Ella no se retira. Mi mano derecha sube y acaricio su mejilla, sostengo su quijada atrayéndola hacia mí. Es un beso desesperado por mi parte, sumisa por la suya. Antes de que lo sepa, mi lengua asalta el interior de sus mejillas, mis dientes muerden sus labios con cuidado mientras mi mano izquierda aprieta su trasero atrayéndola hacia mí. Entonces, pasa algo que no me imaginaba que fuera a pasar con esta peculiar muchacha; siento su mano en mi entrepierna, intentando colarse bajo la tela. Se separa de mis labios y me ve a los ojos. Nos entendemos a la perfección, hay un contrato y un protocolo entre hombres y mujeres en este país, al parecer. No somos de aquí, pero entendemos. Pienso en tantas cosas mientras esta preciosa chica se arrodilla en el suelo y, sacando mi erección de mis prendas, empieza a besarlo con delicadeza mientras lo sostiene con la punta de sus dedos. Apenas cuando empieza a lamer el glande y me mira a los ojos con la boca abierta, mi hombría encaminada hacía su interior, soy incapaz de contenerlo más y me dejo ir dentro de ella. En un reflejo mis manos se posan en su cabeza, sosteniendo cada uno de sus cuernos, y empujan hacia mi cadera, adentrándome hasta el fondo de su boca mientras derramo mi semilla. No solo la oigo, sino que siento las vibraciones de sus gemidos, los movimientos de sus convulsiones, la veo mover su cuerpo. ¿Se acaba de venir de nuevo?

Unos minutos después, tras acompañarla a un río cercano a lavarnos, la sigo viendo dormir bajo el árbol. Se ve relajada, pálida como una nube de invierno, femenina y muy satisfecha de alguna extraña manera. Mientras me recuesto y me preparo para dormir, no puedo evitar pensar que esta muchacha no ha terminado de enseñarme sobre los contratos que rigen esta hermosa tierra.