Hayner y Mimio, las dos mascotas de Izaak.(V)
Hay cachorritos que no quieren más que a sus amos, aunque ellos se esfuercen en negarlo.
Por fin está aquí el siguiente capítulo, sí, se que quizás no es tan jugoso como esperabais teniendo en cuenta lo que he tardado en publicarlo, pero digamos que es la antesala a la llegada de los Natsuhiro, así tanto Hayner como vosotros podréis saber un poco más sobre esta curiosa relación internacional. Sin embargo me temo que la información le va a salir más cara a Hayner que a vosotros.
En fin, no me extiendo más y os dejo con el capítulo, espero que os guste.
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Tomar el desayuno en la cocina no había sido una buena idea, normalmente Hayner no solía pasarse por allí, pero como Izaak no quería volver a verlo pensó que si desayunaba allí dentro las posibilidades de que su amo apareciera de repente eran nulas. Sin embargo se olvidó de lo que supondría presentarse ante Ibritte, la jefa de cocinas, llevando únicamente un pantalón y un arnés de cuero en torno al pecho. Y es que Ibritte odiaba a Hayner con todo su ser, el muchacho aún no alcanzaba a imaginar que serie de pensamientos erróneos llevaron a aquella mujerona gorda y bigotuda a decidir que era él quien pervertía a su amadísimo señor y no al revés. Estaba convencida de que Hayner era un chiquillo descarriado y promiscuo que pretendía engatusar a su señor con sus malas artes para quedarse algún día con su fortuna. Habían tenido ya miles de discusiones al respecto y al parecer aquella mañana iban a tener la mil y una.
-¿Qué te pasa Hayner? ¿Es que tu descarada desnudez no ha agradado hoy al señor Izaak?-
-Ibritte no estoy de humor para discutir...-
-Oh vamos Hayner, no te pongas así, la siguiente vez simplemente prueba a quitarte también los pantalones, así seguro que alcanzarás tu objetivo...-
-¿Y cual es mi objetivo según tu Ibritte?-
-Bien lo sabes ya, has encontrado un filón con el pobre señor Izaak, te estas aprovechando de su soledad confundiéndole con tu exhibicionismo y tus contoneos.-
-¿Mis contoneos?¿En serio Ibritte? Por dios...¿te crees de verás que llevo esta cosa atada a la espalda por voluntad propia? Tu señor no es ningún santo, ¿quién te crees que me ha amarrado estas correas? ¿te parece que me pintarrajeo el cuerpo por gusto?- le contestó más indignado de lo que pretendía aparentar.
-Claro, por supuesto... Se me olvidaba, es el señor Izaak el que te obliga a ponerte esas cosas, claro.
Muchachito, debes saber que llevo trabajando en esta casa, más de 40 años, he visto al señor Izaak dar sus primeros pasos por estos pasillos, le he visto crecer, y convertirse en un hombre de provecho, incluso le he visto acompañado de preciosas damas de su clase, pero nunca he visto nada que me haga creer que mi señor sea un depravado tal y como tu lo pintas.-
-Si que lo has visto, lo que pasa es que no te lo crees porque eres más terca que una mula...- murmuró él por lo bajo.
-¿Como dices?-
-Digo que si me vas a dar ya algo de comer...-
-¿El señor Izaak te ha dicho que me pidieses el desayuno?-
-No, pero se entiende que siendo la jefa de cocinas me tendrás que alimentar.-
-No, como soy la jefa de cocinas solo debo rendir cuentas ante mi señor, y ya que él no ha ordenado que te prepare nada lo mejor que te voy ofrecer es un trozo de pan duro...-
-¿Como?¿Me estas diciendo que es lo único que tienes en la despensa? ¿Pan duro?-
-Nooo, que va. La despensa está llena, tengo bollos, pasteles, chocolate en polvo, café, hogazas recién horneadas, mantequilla, miel, mermeladas...Tengo de todo, pero como soy terca como una mula solo me da la gana de ofrecerte pan duro. No te estoy dejando sin comer Hayner, así que tu eliges ¿lo tomas o lo dejas?- le respondió entre risas mientras le tendía un trozo de pan que parecía más bien una piedra de amolar.
Hayner la miró incrédulo, pero al ver que la cosa iba en serio cogió el pan refunfuñando y se dirigió hacia la puerta para no darle el gusto de verle royendo aquella piedra pómez, sin embargo una vez estuvo allí pensó que ya que no iba a darle nada mejor bien podía desahogarse un poco y no dejar que se quedara con la última palabra.
-Sabes Ibritte, en realidad darme este pan ha sido lo mejor que podías hacer, a ti no te hace mucho bien, se te pone en las cartucheras, y entre eso y los bigotes cada día te pareces más a una morsa...-al oír aquel inesperado insulto la cocinera comenzó a enrojecer , cogió el objeto más cercano y se lo lanzó al insolente muchacho que logró esquivarlo de milagro y salió corriendo de allí para no darle tiempo de coger un cuchillo, aún así los improperios vengativos que Ibritte vociferaba en un lenguaje propio de la Alemania profunda no dejaban de oírse por más que el muchacho corriera.
Hayner pasó la mañana vagabundeando por la mansión sin pena ni gloria, pero eso sí, cada vez que giraba una esquina se asomaba primero con cautela, no quería encontrarse con su amo bajo ningún concepto, estaba plenamente de acuerdo con él en que no era nada recomendable que su trasero recibiera ni un solo azote más, así que no iba a ser él quién le diera la oportunidad de volver a castigarlo ese mismo día. En una de esas ocasiones en las que debía hacer un reconocimiento del pasillo antes de internarse en él se topó con una imagen inesperada, Izaak venía caminando con Mimio, la llevaba de la mano ayudándola a mantener el equilibrio y los dos se reían cada vez que la chiquilla se tambaleaba, el motivo de su inestabilidad era que llevaba unas sandalias de geisha, la hacían al menos un palmo más alta, pero al parecer el problema no era la altura si no la forma del zapato en cuestión, era como si a la parte delantera le hubieran retirado un trozo considerable de suela, reduciendo así la base y dándole a Mimio la sensación de que caería de bruces a cada paso que daba, sin embargo a la chiquilla no parecía importarle, más bien le divertía, y por lo que se veía a su amo también, era extraño verlo reír de aquel modo tan banal, parecía una risa sincera generada por un hecho cómico y no por estar disfrutando de algún sufrimiento ajeno, desde luego no era nada propio de Izaak.
La sujetaba con cuidado y la animaba a seguir caminando mientras la miraba con unos ojos llenos de ternura, al parecer el candor de su nueva mascota estaba consiguiendo derribar poco a poco su aparente fachada de amo frío, calculador y dominante, más bien daba la sensación de que ahora la adorable Mimio era la que lo tenía a él dominado por completo, la lastima era que Hayner no consiguiera provocar esos sentimientos en su amo. Por un instante el muchacho se descubrió a si mismo observando con envidia a la gatita, ella recibía todas las atenciones, las palabras agradables y los mimos, mientras que él tenía que conformarse con los castigos, las humillaciones y las comidas bajo la mesa, ¿por qué podía ella comer del plato de Izaak y él no? ¿por qué a ella la trataba con cariño y a él no?
De repente algo en el cerebro de Hayner pareció activarse encendiendo todas las alarmas. Una vocecilla le interrogaba incrédula, “un momento...frena el carro,¿que es esto? ¿cariño? ¿desde cuando has querido tú ser tratado con cariño? ¿es que acaso tienes celos?, no, no es posible...”
-Vamos Mimio, tienes que intentarlo tu sola, ven, camina hacía mi despacio.- le dijo Izaak mientras soltaba su mano y se situaba unos pasos por delante de ella, de espaldas a Hayner.
-Pero amo, Mimio no puede, se caerá...-
-No lo harás, intentalo vamos, ven hacia mi. Si lo logras conseguirás agradar a Ashai al instante.-
La insistencia de su amo obligó a la chiquilla a caminar, entre temblores y bamboleos consiguió avanzar poco a poco hacia él, Izaak se retiraba animándola a andar un poco más cada vez que se aproximaba, tal y como se suele hacer con los bebes que comienzan a caminar, pero al igual que estos Mimio acabó envalentonándose y sus últimos pasos fueron demasiado acelerados, perdió el equilibrio y acabó precipitándose sobre su amo haciendo que ambos cayeran al suelo.
-Mimio lo siente mucho, ¿le ha hecho daño al amo?-preguntó la muchacha alarmada y aún sentada sobre su amo que había acabado tumbado sobre el suelo.
-No, tranquila Mimio no pasa nada, estoy bien.-
-Mimio es muy torpe, lo siente, lo siente muchísimo amo.-
-No eres torpe Mimio, es solo que estas aprendiendo, no tiene importancia. Ya verás como lo consigues preciosa.- le contestó el tranquilizándola mientras acariciaba su mejilla.
Y al ver aquello se dio cuenta, no era imposible, estaba celoso. Hayner no podía creerlo, ¿como podía estar celoso de todo aquello?, el no quería recibir caricias de Izaak, lo que quería era dárselas a Mimio, una cosa era que su polla se pusiera en su contra en algunos momentos delicados, ¿pero su cerebro también? Definitivamente debía estar volviéndose loco, sería un principio de síndrome de Estocolmo o algo similar, llevaba demasiado tiempo encerrado en aquella jaula dorada, y ahora la llegada de Mimio y el cambio de Izaak lo tenían absolutamente confundido. Lo mejor que podía hacer era alejarse de allí lo antes posible, en primer lugar para asegurarse de que Izaak no le viera, y en segundo, aunque no le gustara admitirlo, debía retirarse o acabaría provocando extrañas imágenes mentales en las que era él quien recibía las tiernas caricias de su amo en la mejilla y aquello desde luego que no le hacía falta, el día ya era bastante malo como para dejar que su imaginación enloquecida lo estropeara aún más. Huyó lo más rápido y sigilosamente que pudo, aunque dudaba que hubieran llegado a captar su presencia debido al momento tan cómplice que se estaba dando entre amo y gatita. En cuanto estuvo seguro de que no había posibilidades de volver a encontrárselos se paró a pensar de forma un poco más analítica sobre lo que había visto, estaba claro que Izaak pretendía dejar impresionados a sus futuros huéspedes con los encantos y el saber estar de Mimio y ese hecho ya era bastante singular en si mismo, nunca había visto a su amo preocupándose por agradar a nadie más allá del plano profesional, y estaba claro que por muy buenos clientes que fueran aquellos japoneses el hecho de hospedarlos en su casa y presumir de mascotas abiertamente significaba que había una relación entre ellos que iba más allá de cualquier contrato por millonario que fuese.
La curiosidad empezó a ocupar su mente y él al mismo tiempo acabó decidiendo que indagar sobre aquella relación era un buen modo de ocupar las horas vacías de aquel día en vez de vagar sin ton ni son por la inmensa mansión. Quería algo más de información sobre aquellos importantísimos visitantes y sabía donde debía buscarla, si alguien conocía todos y cada uno de los detalles de la vida de su amo ese era Ernest. Tras preguntar a algunas criadas a hurtadillas acabó encontrándolo en la lavandería instruyendo a una nueva muchacha sobre el modo correcto de doblar las sábanas de satén de Izaak.
-Buenos días Ernest.-
-Buenos días señorito Hayner, ¿que le trae por aquí?-
-Ernest, sabes que lo de señorito no me gusta, suena ridículo.-
-Por supuesto que lo se, y también se que al señor le encanta que lo llame de ese modo, y usted también lo sabe, ¿no es cierto?-
-Si, si que lo se.-
-Entonces dígame,¿en qué le puedo ayudar? ¿qué necesita?-
-Esto...en fin yo, no, no necesito nada, solo quería charlar un poco...-
-¿Charlar?Se que está usted castigado hoy, pero me resulta un poco difícil de creer que a estas horas de la mañana se sienta tan falto de compañía como para venir a la lavandería a conversar...-
-Bueno, es posible que ya tenga pensado el tema sobre el que me gustaría conversar.- respondió tímidamente mientras se sentaba sobre la lavadora más cercana.
-Eso ya va más encaminado hacia la verdad, ilústreme, ¿qué tema es ese?-
-Más bien querría que fueras tu quien me ilustrase, lo que quiero saber es que tipo de relación tiene Izaak con los Natsuhiro, ¿quienes son?-
-Mucho me temo que no puedo acceder a sus deseos, y usted bien lo sabe, al señor no le agradaría saber que he estado contándole historias sobre su vida privada.- contestó el mayordomo al tiempo que negaba con la cabeza.
-¿Crees que se disgustaría si lo supiera?-
-Por supuesto que si, mi trabajo exige de mi un alto nivel de confidencialidad.- por la manera en la que lo dijo bien podría pensarse que trabajaba para alguna agencia de inteligencia secreta.
-Entiendo... en ese caso lo mejor será que no le contemos nada sobre la charla que vamos a tener.- volvió a insistir Hayner que guardaba un as en la manga.
-¿Y por qué da usted por sentado que yo accedería a una cosa así?-
-Pues básicamente porque si tu guardas silencio sobre la conversación que vamos a tener, yo por mi parte guardaré silencio sobre el pequeño incidente que provoco la nueva criada la semana pasada con aquel candelabro en la biblioteca, ¿lo recuerdas?, durante su día de prueba en el que se suponía que tu debías supervisarla...-durante una fracción de segundo pareció que aquella serenidad constante tan propia del mayordomo abandonaba su rostro, momento en el que Hayner aprovechó para darle el toque de gracia y así sellar su pacto.- ¿la chica es tu sobrina no?-
-Si, señorito Hayner, Angela es mi sobrina, y ahora si no le importa ¿puede bajarse de ahí y seguirme? Será mejor que vayamos a un sitio más tranquilo donde podamos tener una charla que nunca ha tenido lugar.-
-Sabía que nos pondríamos de acuerdo Ernest.-contestó el muchacho satisfecho por los frutos de su chantaje.
-Me imagino que no tiene nada que hacer hoy, ¿cierto?- preguntó Ernest mientras subían por la gran escalinata principal, él a paso tranquilo y Hayner de espaldas asegurándose de que su amo no fuera a descubrirlo en un lugar tan carente de escondrijos.
-No, excepto esconderme no tengo mucho que hacer.-
-En ese caso me ayudará a reponer las velas del ala oeste mientras charlamos.-
-¿Por qué sigue Izaak utilizando velas en vez de electricidad para la iluminación?- preguntó mientras cargaba con la enorme caja de velas siguiendo al mayordomo, que subía y bajaba de la escalerilla que iba arrastrando de lampara en lampara.
-Al señor Izaak le gusta más el efecto de sombras que crean las velas, que la luz fija de las bombillas. Pero creo que recordar que no era ese asunto el que le interesaba a usted...-
-No lo cierto es que no, la pasta que se gasté en velas me da lo mismo, lo que quiero saber es porqué Izaak se preocupa tanto por agradar a esos japoneses.-
-Es lo que se suele hacer con las amistades señorito Hayner, siempre se pretende agradar.-
-Osea, que son amigos, no solo clientes, ¿de donde surge esa amistad tan internacional?-
-De la infancia, el señor Izaak creció en Japón no aquí, sus padres invirtieron mucho en su educación, cuando cumplió ocho años lo enviaron a un selecto internado en Hong Kong donde conoció a los hermanos Natsuhiro.-
-¿Compañeros de clase?-
-En efecto, Tatsu tenía un año menos que el señor Izaak, pero siempre fue un alumno aventajado y coincidieron en el mismo curso, así comenzó su amistad, con él y con su hermano menor, Ashai. ¿Podría usted pasarme un par de velas más?-
-Aquí tienes, ¿cuantos años estuvo Izaak viviendo en Japón?-
-Hasta que cumplió los dieciocho, entonces regresó a Alemania para llevar a cabo sus estudios universitarios.-
-Pero aún así mantuvo el contacto con los Natsuhiro...-
-Por supuesto, diez años de amistad son más fuertes que cualquier distancia, por enorme que esta sea.-
-Ya veo.- Hayner se quedó pensativo durante unos instantes.- ¿Y que clase de amistad es esa que tanto les une Ernest?- inquirió con una mirada cómplice hacia el mayordomo.
-Pregunta usted más de lo que realmente querría saber señorito Hayner, y se equivoca en sus insinuaciones, el señor nunca ha tenido el tipo de relación que usted sugiere con ninguno de los dos, sin embargo si que he de decirle que con Tatsu siempre tuvo un vínculo especial, eran los típicos niños que no peleaban por nada, compartían sus juguetes y se divertían juntos, siempre han mostrado unos gustos muy afines, ¿sabe?- y por primera vez el mayordomo retiró la mirada de su tarea y se fijó en Hayner, lo miró de arriba abajo y le devolvió aquella cómplice mirada pero de un modo que al muchacho no le gustó en absoluto.
-¿Q-qué...qué quieres decir con eso?-
-No, nada, solo digo que solían compartir sus aficiones, y hay costumbres que no pasan con el tiempo, antes de que usted llegase el señor Izaak se compró una nueva moto, una Harley, es una auténtica preciosidad, un clásico, solo dos días más tarde Tatsu ya estaba aquí, admirando su última adquisición. ¿Qué cree usted que querrá compartir el señor con él en está ocasión?-
-Quieres decir que...¿Mimio? No, no creo que...-
-No, claro que no, vuelve a equivocarse, la señorita Mimio es su último hallazgo eso está claro, pero, usted, usted señorito Hayner, es su favorito.-
-¿QUÉ? No, no no, te equivocas, eso no es cierto, no puede ser... yo, yo n-no...- Hayner no podía estar más estupefacto, ni podía, ni quería creer lo que acababa de oír.
-No suelo equivocarme en estos temas...-
-Pues esta vez si que lo has hecho, eso no puede ser. ¿Qué sugieres, que pretende compartirme?¿Como si yo fuera un, no se, un...-
-¿Un juguete?-le ayudó el mayordomo a acabar la frase.
-Si, exacto.-
-¿Y acaso no lo es?-la cara que se le quedó al muchacho en aquel momento habría sido la misma si acabara de descubrir que había sido condenado a pena de muerte por la santa inquisición.
-NO, no lo soy, y ya va siendo hora de que lo sepa...- respondió al tiempo que dejaba caer al suelo la caja llena de velas que se desparramaron por el suelo.
-Señorito Hayner, vamos, no se altere, sea realista, conoce al señor Izaak, sabe que no le agradan sus arrebatos de ira descontrolada, y también sabe que cuanto mayor sea su falta de respeto hacía él, mayor será el castigo que deberá soportar en consecuencia. Tranquilícese.- le aconsejó el mayordomo mientras intentaba frenarle de algún modo sujetándole por los brazos.
-Eso es exactamente lo que pretendo Ernest, ya verás lo tranquilo que me quedo cuando le diga dos o tres cosas verdades a la cara...-
Hayner consiguió zafarse de las manos del mayordomo y salió corriendo escaleras abajo, por el camino se encontró a Mimio, esta vez sola, practicando con sus nuevos zapatos mientras se apoyaba en las paredes, le preguntó donde se encontraba su amo y la muchacha le informó que había ido al garaje, y sin dudarlo ni un segundo se encaminó hacia allí. El garaje de Izaak no era ni mucho menos un simple lugar donde dejar el coche, en la mansión todo estaba construido a lo grande, y más aún en el caso de aquel garaje que debía albergar al menos una docena de coches y una veintena de motos, esa era después de él la gran afición de Izaak, y disfrutando de ella fue como Hayner lo encontró, precisamente sentado frente a la Harley de la que Ernest le acababa de hablar, debía estar poniéndola a punto, pensó que seguramente eso mismo haría al día siguiente con él,ponerlo a punto para así poder prestárselo a su buen amigo Tatsu, una oleada de ira empezó a calentarle las ideas, su cara enrojeció y sin pensar en lo que hacía cogió una lata de aceite para motor que había sobre la mesa de herramientas más cercana y se la lanzó con todas sus fuerzas a su amo. Le impactó en la cabeza, y todo el aceite se derramó por su espalda y hombros, cuando Izaak se giró buscando a su atrevido atacante se encontró al muchacho que le miraba con unos ojos que destilaban odio a borbotones.
-¿Se puede saber que es lo que crees que haces?- vociferó.
-¡No soy tu juguete!- le respondió él chillando, habría preferido gritar, pero sus cuerdas vocales solían fallarle en momentos de tensión.
-¿Qué no eres... de que estas hablando?- Izaak empezó a cambiar su expresión de furia contenida por curiosidad.
-Hablo de que no vas a compartirme, no soy un objeto que puedas exhibir y prestar a tus amigos como esa moto, no pienso acercarme a Tatsu, no me vas a obligar.- soltó todo aquello casi sin respirar intentando aparentar que su determinación era firme.
-¿Que no te voy a obligar? dime, ¿como me lo piensas impedir cachorrito?¿que harás? ¿chillar y patalear como una colegiala?-
-Podría partirte la cara ahora mismo...- respondió el muchacho cayendo en la provocación de su amo, sin embargo la respuesta que este le dio le pilló por sorpresa.
-Adelante, ven aquí y parteme la cara, si lo consigues no tendrás que dar cuentas ante nadie mientras mis invitados estén aquí, si no...bueno, Tatsu disfrutará mucho contigo, le encantan los enclenques como tú...-
Hayner se lanzó contra su amo con la misma fiereza que un perro rabioso, odiaba que se riera de él, que dijera que era débil y que lo tratase como a un crio, estaba ciego de rabia, tan ciego que poco pudo hacer ante la llave de judo con la que Izaak lo inmovilizó, en una fracción de segundo le había sujetado las manos, se las había colocado a la espalda y le había dado un horrible tirón de pelo obligándole a echar la cabeza hacia atrás para mirarle.
-Creía que ibas a partirme la cara cachorrito...¿que te ha pasado? Ni siquiera me has tocado...- le dijo riéndose de él con esos ojos cargados de prepotencia, el muchacho intentaba resistirse a su fuerza, no podía conseguirlo y en un acto desesperado lo único que se le ocurrió fue darle un mordisco en el cuello que era la zona más accesible desde su posición.
Lejos de soltarle su amo aún le apretó con más fuerza tras el mordisco, Hayner había conseguido clavarle los dientes hasta hacerle sangrar, pero al parecer eso no le importaba. Por un instante se quedó mirando a su alrededor y de repente empezó a arrastrarlo hacia la misma mesa de herramientas en la que estaba la lata de aceite que le había lanzado su mascota. Cuando llegó allí lo empujó haciéndole caer al suelo, se puso sobre él inmovilizando sus brazos con su rodilla y una vez tuvo las manos libres cogió algo de la mesa. Hayner solo pudo oír un rasgueo, algo que se rompía y de repente su amo plantó su mano sobre su boca, cuando la retiró ya no podía abrirla. Le había tapado la boca con cinta americana, y se disponía a usarla también para atar sus muñecas y dejarlo así absolutamente neutralizado. Cuando estuvo listo lo agarró del pelo obligándolo a levantarse con el consiguiente quejido del muchacho atenuado por su nueva mordaza, le hizo andar hasta colocarlo junto a la Harley y allí lo empujó de nuevo para que quedara de rodillas junto a la moto, entonces se sentó y con el dorso de la mano se limpio la sangre del cuello, entonces respiró hondo y se quedó mirándolo con una sonrisa ladeada.
-Ha sido un buen mordisco, eso no puedo negartelo, pero...no era a eso a lo que me refería cuando te dije que me partieras la cara. Como mínimo habría esperado algo como esto.- y sin darle tiempo ni a reaccionar le dio un bofetón que lo dejó medio aturdido durante unos minutos.
-Mmmm...mmm- olvidaba que estaba amordazado e intentó protestar cuando volvió en sí.
-No se por que te has ofendido tanto con lo de que eres como una colegiala, mirate, si ni siquiera aguantas una bofetada, vamos Hayner...- lo miró incluso con lastima mientras su mascota le devolvía una mirada iracunda.- Realmente no llegas ni a colegiala, lo único que has hecho ha sido morderme, solo eres un cachorrito enfadado, nada más, lo único que haces es dar vueltas y vueltas intentando morderte la cola, y ahora que has conseguido hacerte daño no te sorprendas. Yo no tengo la culpa de que hayas creído lo que no es.-
-Mmmnmmm...mmmm.- no sabía porque lo seguía intentando, no podía hablar, pero aún así lo intentaba, no podía creerse lo que oía, Izaak pretendía prestarlo como si fuera un chisme cualquiera y encima la culpa la tenía él.
-No se de donde has sacado toda la información que tienes, pero me parece que has tergiversado algunas cosas. ¿Creías que iba a dejar que Tatsu te montara como hice con la moto?- Afortunadamente la pregunta era bastante sencilla, se podría decir también que demasiado directa, pero al menos Hayner podía responderla asintiendo con la cabeza y mirando fijamente a su amo.
-Pues ahí está el fallo cachorrito, todo esto se podría haber evitado, no tendrías por que estar ahí ahora por que esa idea tuya no se tenía en pie, pasaste por alto un detalle muy importante.¿Sabes cual es?- le preguntó sonriendo ante la expresión de confusión de su cachorro que negaba enérgicamente con la cabeza.- Cuando le deje a Tatsu la moto, yo ya la había montado, y a ti no te he montado aún ¿no?-
le dijo sujentadole la barbilla y obligandole a mantener la mirada.
Hayner se puso rojo ante las palabras de su amo, tenía razón. Podría decirse que a él aún no lo había estrenado a diferencia de su Harley, era tal el pánico que tenía a que su amo lo desvirgara que Izaak había acabado cayendo en la cuenta de que su cachorrito no estaba preparado para aquello. La primera vez que lo intentó tuvo que desistir por causas mayores. El muchacho estaba tan asustado que empezó a llorar, lo que aún era soportable a ojos de su amo, lo malo vino después, al ver que Izaak no cejaba en su intento sus pulsaciones se aceleraron como si estuviera en plena maratón, y entonces comenzó a hiperventilar aterrorizado, su respiración era tan acelerada y su ritmo cardíaco tan alto que finalmente su cuerpo no pudo soportarlo más y acabó desmayándose. A Izaak le atraían muchos tipos de perversiones pero desde luego la de violar a un pobre muchachito inconsciente no era una de ellas y por ello hasta ese momento su cachorro era completamente virgen, como una página en blanco que aún estaba por escribir.