Hay que saber beber
Beber en exceso puede llevarte a que...
Hay que saber beber: esa es una enoooorme verdad acerca de la bebida y la vida nocturna. No todos tienen buena cabeza para tomar, y lo mejor es saberse poner uno mismo(a) sus límites, o sufrir las consecuencias. No solamente por que debemos ser responsable a la hora de manejar (por algo no tengo auto), sino por que, como a más de uno nos ha pasado, el exceso en la bebida nos puede llevar a muy bochornosas situaciones. La bebida nos motiva, nos excita, y muchas veces nos hace "pasarnos de la raya",.... y que después del hecho, nos ocasiona terribles dolores de cabeza,... pero de vergüenza. Como en el caso de la ocasional persona que conocí, y que es motivo de este cuento. En los anales de "La Taberna del Rajadiablos" (mi bar favorito y al cual yo bauticé con tal nombrecito), esta situación es recordada como el día "cuando a Krakkenhere (perdón, utilizaré mi pseudónimo), conoció a "Betty La Fea". Vamos con la historia:
Sucedió un jueves (o "juergues" como le decimos en el argot de la parrandita), un día de esos, en los que la jarana del fin de semana comienza, a veces bien, a veces mal; o sea, un día común y silvestre. Aquella noche empezó bien, para el bar, claro está: había un buen número de mesas ocupadas, y como es lógico, llenas de alegres y sedientos parroquianos dispuestos a "agarrarse a botellazos" toda la noche. Yo por mi parte, como de costumbre, estaba sentado en la barra, conversando con Pedrito, el barman, y disfrutando de una cerveza. Como cualquier bebedor solitario, comencé -como muchas veces-, a otear las mesas, en busca de alguna chica bonita con la cual, tal vez intercambiar miradas, y de ahí, lo que pasara.
En una de las mesas grandes del fondo del local, dos chicas tomaban junto a un tipo. Una de ellas era realmente bonita (pechos grandes y turgentes, soberanas piernas enfundadas en un jean apretado y una carita de cielo que para qué les cuento) y -con sinceridad-, de la otra en realidad ni siquiera me fijé: era como el aire; estaba ahí, pero nadie le veía. Al poco rato ví con desazón que la chica bonita comenzaba a besarse con su acompañante: obviamente eran enamorados. Viendo que no había ya nada qué hacer, decidí mirar a otro lado.
Al rato Pedrito me hico notar algo: la compañera solitaria de esta pareja, me miraba fijamente desde su mesa. Realmente ni me dí cuenta de aquello: con eso se pueden imaginar lo poco interesante que me era la señorita. No pasó mucho hasta que alguien me dió un empujón, abriéndose paso para llegar a la barra, a hacer un pedido. Después de pedir unas copas más, la desconocida (que para mí me era indiferente), se quedó ahí y me plantó la cara a muy pocos centímetros de la mía: si hubiese estado en una bar de Colombia o Miami, hubiese sin pensar buscado en mis bolsillos un papel y un lapicero para pedir un autógrafo: ¡ERA IGUALITA A "BETTY LA FEA"!!!,... (y esto obviamente no es un cumplido, como se imaginarán). Tras un "holaaaa" muy sonriente de la "niña" (si no hubiese hablado con voz femenina no me hubiese sacado de la duda), yo inmediatamente eché mi rostro para atrás. Su sonrisa me hizo notar dos cosas: una, que hasta en la dentadura forrada de metal ella era una copia perfecta del personaje de la televisión, y dos, que estaba irremediablemente borracha. Quien acuñó esa frase de que "no hay mujer fea: lo que pasa es que no has bebido demasiado", de seguro jamás tubo frente a sí tal esperpento. Ni hablar: no la "pasaba" yo ni tomando suficiente alcohol como para poner a flote un portaaviones.
Acomodada ya irremediablemente en el banco a mi lado, me hizo saber que no tenía la más mínima intención de moverse de ahí. Asimismo, sus disfuerzos por tratar de parecer "sexy", me hicieron descubrir la otra horrorosa realidad: en su borrachera me había escogido sin duda como "futuro padre de sus hijitos". Ya establecida ahí, sin más comenzó a conversarme acerca de su vida: obsesiva estudiante y trabajadora (eso es bueno), salía muy poco (lo cual también era muy bueno); acababa de tener una mala experiencia amorosa y le habían aconsejado que saliese a despejarse (muy buen consejo), y que desde que entré al bar le había interesado ( idea no tan buena), y que, su primita la chica linda de su mesa-, le aconsejó que viniese y me hablase (¡miéchica!, ¿por qué las mujeres no se meten en sus asuntos?)
Tratando de ser diplomático, traté de explicarle que "definitivamente yo no era el tipo de persona ideal para ella"; más ella no entendía razones. Me seguía mirando con cara de babosa (¡nunca mejor dicho!), a través de sus lentes "fondo de botella", como si tuviese en frente a Leonardo DiCaprio desnudo y amarrado a la cama,... y ella en la puerta del cuarto y con la llave en la mano (¿por que no me pasan estas cosas con una modelo o una azafata, por ejemplo?); mientras trataba por todos los medios conocidos de zafarme de ese "cuquito" (léase: "cuco chiquito"), a como diese lugar, y sin ningún resultado positivo, comencé a pensar desesperadamente una solución para ese predicamento: mala combinación, buscar buenas ideas y estar borracho.
Intenté ser franco con ella: le dije que "yo no soy para tí: yo soy un puto pendejo que se coge a las mujeres y luego las bota, " (un consejo: NUNCA traten se zafarse de una fea así,... eso más bien las excita). En medio de que, en mi total desesperación, y casi atragantándome de cerveza, esperando vanamente que el alcohol me diese la solución, cometí la mayor estupidez del mundo: era un método rudo que yo usaba para zafarme de encima a tipas insoportables o interesadas que uno conoce en el bar; y tiene como efecto una sonora cachetada, pero podía vivir con eso, en vez de ver tal antítesis de la femineidad enfrente mío, así que me arriesgué: con un movimiento ágil de mi mano izquierda, le metí una tremenda y nada delicada sobaba a la vagina (por encima del jean, por supuesto). ¡Pegó un suspiro y ahora sí que me quería comer enfrente de todos!!, ¡mi cara de espanto se la pueden imaginar ustedes!!!, (¡qué hice!!!?, ¡auxilio Dios, Alá, Buda, ELVISSS!!!)
Cuando la fea del cuento comenzó a restregar sus rodillas contra mis piernas, decidí que lo mejor sería pagar la cuenta y salir de ahí: Pedrito estaba que se desternillaba de risa; entonces todo sucedió en un instante: apenas giré la cara luego de pedirle mi cuenta, ¡ZAS!, ¡"BETTY LA FEA" ME PESCÓ POR LA CARA Y ME ESTAMPÓ UN SOBERANO BESO!!!!,... ¿saben lo difícil que es despegarte de una fea?, ¡besan como si fuese lo último que harán en la vida!
En fin, para no hacerla larga, finalmente su prima y su enamorado llegaron a rescatarme, conscientes que ella estaba más ebria que todo la clientela del bar junta. De más está deciros que les costó buen trabajo convencerla de que ya era hora de ir a dormir. Pasado todo eso y tras tomarme yo unas cuatro cervezas más y seis mojitos con valeriana en vez de hierbabuena (para el susto), tuve que cargarme los más de cuatrocientos chistes de feas que existen, y con los que Pedrito y otros amigos, recién llegados al bar y enterados del asunto, se divirtieron con mi pasada desgracia. Ya pasada la larga burla que hicieron de mí, comenzamos todos a pensar en lo que pasaría con la fea del cuento, a la mañana siguiente.
Por que, como a todos alguna vez nos ha pasado, después de una soberana borrachera y el ocasional papelón realizado producto de ella (y es que a todos nos ha pasado alguna vez), la reacción es idéntica en todo ser humano: despertar de golpe, cogerse la cabeza y decir: "¡MIERDA!, ¿QUÉ he hecho?!!!", y después el irremediable deseo de que nos trague la tierra.
Beber en demasía no solamente nos puede ocasionar riesgos conocidos como por ejemplo, pasar a engrosar las cifras de accidentes de tránsito o los casos de intoxicación alcohólica del hospital local en un fin de semana; también nos puede acarrear "desgracias" que, para muchos, suelen ser peores incluso que la muerte. He aquí algunas que recopilamos yo y mis amigos esa noche (todas verídicas), y que son ejemplos claros de lo que pasa cuando recordamos lo sucedido, y que aparece como fogonazo de "Deja vú" al despertamos, junto al dolor de la resaca, y agregado al "...tierra: ¡trágame!":
1.- Beber en exceso puede llevar a....
...Que amanezcas no-sabes-dónde, adonde llegaste quién-sabe-cómo, acostado junto a quién-diablos-es éste(a),.....y sabiendo perfectamente bien qué miércoles hiciste,... 2.- Beber en exceso puede llevar a....
...Que (siendo varón), te olvides dónde estás (y con quiénes), y termines sentándote en las piernas del novio de tu mejor amiga, demostrándoles a todos que era cierto, cuando rumoraban "de que a ti se te moja la canoa"... (los que no han salido del closet me comprenden) 3.- Beber en exceso puede llevar a....
...Que (siendo mujer), llegues a tu casa abrazada de tu novio, y que saludes a tus papás muy efusivamente,.... sin darte cuenta que llevas puesto el calzón encima del jean,... 4.- Beber en exceso puede llevar a....
...Que ingreses al día siguiente desde tu compu al Youtube,.... y recuerdes de pronto todititio lo que no recordabas que hiciste anoche,... 5.- Beber en exceso puede llevar a....
...Que después de celebrar una fiesta patronal en un pueblo que ni aparece en el mapa de tu país, despiertes en una cama desconocida, acostada al lado de un tipo con cara de cuadro de Picasso, y que descubras 8por que te muestra los papeles) que te has casado con él,... y que tus padrinos son el alcalde y el cura del pueblo...(le pasó a una amiga, y para colmo "le vino con sorpresita" la cosa, 9 meses después) 6.- Beber en exceso puede llevar a....
...Que descubras que has presentado la noche anterior, a todo el mundo (INCLUIDA A TU NOVIA), como "tu futura esposa", a una tipa conocida como "Debbie la Traga-sables"... 7.- Beber en exceso puede llevar a....
...Que amanezcas con un tremendo dolor en medio del pecho, y que descubras que tienes un parche encima: debajo de él está un tatuaje que dice "TE AMO CARLOS" (el cual es el nombre de tu ex, ),... 8.- Beber en exceso puede llevar a....
...Que despiertes en un bus ingresando a una ciudad de provincia, ¡cuando tú debías estar yendo a tu trabajo!!!!... Y así por el estilo. Nos puede pasar a cualquiera, es cierto. A ratos me da pena recordar a mi "fan enamorada"; pobrecita, ¡cómo se habrá sentido a la mañana siguiente!. Es por eso que nos es comprensible que jamás se le haya vuelto a ver por "La Taberna del Rajadiablos",....!uuf!, menos mal para mí.