Hay cosas que se aprenden muy rápido

Otra persona se une a nuestros juegos y así vamos aprendiendo más

Un buen día que echábamos a andar como de costumbre hacia el rio, la madre de mi primo le ordenó al mayor que se fuese con nosotros y procurase que no nos pasase nada. No sabíamos si ir o no a bañarnos esta vez, mas que nada porque su hermano no fuese luego a contarle a su madre nuestra costumbre, pero al rato de deambular por ahí, fue precisamente a él a quien se le ocurrió lo de ir a darnos un chapuzón.

Aducimos que no queríamos que nos regañasen, pero él argumentó que no podíamos ir si no era con alguien mayor, y él lo era, aunque solo fuesen dos años. Está claro que nos dejamos convencer rápido, aunque no debía tener muy claro eso de que era mas responsable, porque nos advirtió que era mejor no decir nada en casa.

Él se tiró el primero, en calzoncillos y nosotros, como hacíamos los días anteriores, nos quitamos todo y nos metimos en pelotas, ante su mirada de sorpresa.

  • ¿Y eso? ¿Qué hacéis quitándoos todo?  ¿Y si viene alguien?

Le explicábamos porque lo hacíamos, y que así volvíamos con la ropa seca y además no teníamos que esperar a que el slip se secase bien, para que no traspasase la humedad al pantalón, y que por esa zona nunca venía nadie, no era zona de paso de los pastores ni de la gente del pueblo.

No dijo nada, no sé si asombrado de nuestra idea, o pensando que era indudable que no era la primera vez que lo hacíamos, por lo tanto estaba claro que teníamos mas iniciativa en las dos cosas que él. Sin más, se bajó el slip y lo dejo colgado de una rama al sol. Nos le quedamos mirando mientras se metía de nuevo al agua, los pelillos negros adornando una polla casi de adulto, y de un tamaño claramente mayor que las nuestras, y cosa curiosa, como de una forma tímida, vergonzosa, como para evitar que le viéramos así.

Acabamos chapuzando los tres, arrojándonos agua y bromeando, hasta que el frio nos hizo salir a calentarnos al sol. Nos tumbamos los tres en pelotas sobre la hierba, el sol nos hacia dormitar y en ese momento de relajo mi mano se acercó como siempre a mi primo, jugando con su pito, y tocando entre los muslos. Él respondió pronto y al poco estábamos los dos acariciándonos como todos los días, boca arriba y con los ojos cerrados.

En un momento, una segunda mano se acercó a mi piel y comenzó a tocarme. El mayor se había incorporado a nuestros juegos. Me gustaba que me tocasen, sentir las caricias de otra persona sobre mi piel me producía un placer especial, así que continué con los ojos cerrados, dejándoles hacer.

  • ¿Hacéis esto todos los días?

  • a veces…

  • ¿Y os pone cachondos?

Yo no sabía que quería decir con eso, me gustaba y ya está, pero no sabría que palabra emplear para definir aquel estado tan grato. Nos dijo que se podían hacer más cosas para dar gusto, y a continuación nos hizo una demostración, se puso boca arriba y nos ordenó que le chupáramos la polla.

Ya lo habíamos hecho alguna vez, y nos gustaba, aunque no veíamos nada especial en ello, era mas bien instintivo, pero le obedecimos; nos colocamos cada uno a un lado y empezamos a darle gusto, chupándole, metiéndola en la boca, dándole lametones, hasta que poco a poco nos asombramos de ver que crecía más del doble que antes, se ponía dura y una cabecita redonda y suave aparecía en la punta.

Debimos ser muy buenos en nuestra tarea, le tocábamos por todo el cuerpo y nos la comíamos por turnos, y de pronto, me quitó la cara de su polla y empezó a temblar y a soltar chorros por la punta, ante nuestras miradas asombradas.

  • pufff, gracias chicos, sois muy buenos en esto.