Hay cosas que no se pueden expresar con palabras

Un hombre, preocupado porque su esposa tarda en llegar a casa, le escribe varios WhatsApps, ignorando que en ese preciso momento ella está en un hotel poniéndole los cuernos. Este breve relato NO CONTIENE ESCENAS DE SEXO. Sólo pretende jugar con el morbo del engaño.

Hay cosas que no se pueden expresar con palabras

Tu marido te había mandado varios WhatsApps:

—Cielo. Te estoy llamando al móvil. Cógelo (19:21)

—¿Por qué no me coges el teléfono? ¿Aún estás en la oficina? Estoy en la puerta del cine. Habíamos quedado para ir a ver la peli esa que querías ver. ¿Te acuerdas? (19:25)

—La sesión de las 19:30 de “Cincuenta sombras liberadas” empieza en nada. ¿Vas a llegar? ¿Compro las entradas? (19:29)

—La sesión ya hace 5 minutos que ha empezado. Me voy a casa. No vengas al cine. Nos vemos en casa (19:35)

—Ya he llegado a casa ¿Aún estás en la oficina? Te he vuelto a llamar al móvil. ¿Por qué no me lo coges? ¿Y por que no contestas a mis mensajes? ¿Estás en una reunión? (19:57)

—Voy al súper a hacer la compra. Si necesitas algo, dímelo (20:03)

—Te he vuelto a llamar: Ya estoy en el súper. Era por si necesitabas algo. Pero supongo que debes de estar ocupada (20:24)

—Ya he llegado de hacer la compra. Pensaba que te encontraría en casa. ¿Aún estas en la oficina? (20:58)

—Dile a tu jefe que te explote menos. JeJeJe. ¿Aún estás en la oficina? (21:15)

—Tu madre ha llamado. Estaba preocupada. Dice que lleva rato llamándote al móvil, pero que no le contestas. La he tranquilizado. Le he dicho que aún estás en la oficina. Que debes tener algo importante entre manos. Quería saber si este domingo iríamos a comer a su casa. Le he dicho que cuando llegues a casa ya la llamarás. Pero ¿aún estás en la oficina o no? (21:33)

—Aunque estés ocupada ¿puedes confirmarme si aún estás en la oficina? Sólo dime un “SÍ” para que me quede más tranquilo. No hace falta que me digas más (21:40)

—Estoy muy preocupado. En serio. Contéstame (21:45)

—Cielo. Me vas a matar, lo sé. He hecho una locura. Le he mandado un mensaje a tu jefe para saber si aún estabas en la oficina. Pero, claro, no me ha contestado. ¿Cómo me va a contestar tu jefe si tú no puedes hacerlo y los dos estáis en la misma reunión? Soy tonto, lo sé. Pero es que ESTOY MUY PREOCUPADO. Espero no haberte puesto en un compromiso con tu jefe (21:56)

Tenías el móvil en la mesilla de noche de la habitación del hotel. Había estado vibrando todo el rato. Sabías que tu marido estaría preocupado por ti y que te habría mandado un montón de mensajes. Te sabía mal por él porque le querías, pero no te arrepentías de haberle puesto los cuernos con tu jefe. Y menos aún después de haber tenido el mejor sexo en muchos años. Por eso, estando ya vestida, decidiste ignorar un rato más a tu marido, te arrodillaste ante tu jefe, que estaba a medio vestir, le desabrochaste el pantalón y le volviste a sacar la polla.

—¿Qué haces? —te preguntó él.

Tu no respondiste. Hay cosas que no se pueden expresar con palabras. Podrías haberle dicho “gracias, muchas gracias, un millón de gracias, por haberme hecho sentir mujer otra vez”. Pero estas palabras no se aproximaban ni remotamente a la profunda gratitud que sentías en ese momento. Así que simplemente te limitaste a cogerle delicadamente la polla con ambas manos y a besársela con veneración.

Él sonrió y se dejó hacer. Te había entendido perfectamente, y te lo demostró acariciándote la cabeza, aceptando implícitamente tu agradecimiento. Luego, mientras tú seguías besándole devótamente la polla, cogió su móvil, que estaba en la mesilla de noche junto al tuyo, y revisó los mensajes. El último mensaje que tenía era el de tu marido. Te miró, volvió a acariciarte la cabeza, y contestó el mensaje con una sonrisa en los labios:

—Ahora mismo ha terminado la reunión. No sufras por tu mujer. Yo mismo la acompañaré a casa en coche. Hoy ha hecho un gran trabajo. Estamos muy satisfechos con la importante labor que desempeña en la empresa. Puedes sentirte orgulloso de ella (22:08).

FIN