Hay Andrés para todos
Conocer a mi cuñado, enterarme que mi hermana se queja de sus folladas, del tamaño de su polla, de su apetito sexual, tratar de evitar lo inevitable y al final...
Hay Andrés para todos.
Andrés y mi hermana forman un matrimonio muy estable, al menos eso pienso yo. Llevan 5 años de casados y ya tienen dos hijos, los dos varones. Viven en West Palm Beach y un día, así son las cosas, llegó a Miami su hermano Mario que vivía en Suecia y como son unos hermanos muy bien llevados. Lucia no vaciló en invitar a su hermano a vivir de momento con ellos, pues tenían una habitación disponible en su casa.
Y así llegó Mario a casa de su hermana y pudo conocer en persona a su cuñado Andrés, del que tanto le habían hablado. Y bueno, se quedó como perplejo al ver la clase de hombre que se estaba comiendo su hermana. Andrés, que le dicen el Guajiro, es un tío de Villa Clara, de origen campesino. Fuerte como un roble y una piel encurtida por el sol en los trabajos de su campo natal. Ojos color de miel y un pelo castaño al que le empieza asomar una incipiente calvicie, que a sus 35 años lo vuelven un hombre muy interesante. Sus brazos son velludos y en su pecho los vellos se reparten de una forma muy atractiva. Ni un solo vello en la espalda ni en sus hombros. Sus modales son muy masculinos. En fin, Andrés es uno de esos hombres que despide por todos los poros de su piel el olor a macho. Pero claro está Andrés era para Mario sagrado. Y así fueron los primeros tiempos de convivencia con ellos.
Para Mario su hermana tenía que ser enormemente feliz, pues estaba casada con un hombre que era la envidia de todas sus amistades.
Pero un día Mario escuchó una conversación de su hermana con una amiga intima que le cambiaría el rumbo de su vida diametralmente. En esa conversación su hermana se quejaba de las dificultades que confrontaba en la cama con su marido.
Primero, su hermana confesaba que la tenía aterrada la polla de su marido. Bueno se trataba de un tío con una polla de 18 cms que además era bastante gorda. Por eso cada sesión de sexo con Andrés era para ella un verdadero martirio. Soportar aquel miembro no era nada fácil y lo peor era que Andrés le encantaba follar y podía estar dando caña durante una hora sin correrse. Y como además era un tipo fuerte y atlético, pues eso la dejaba muy cansada y lo peor adolorida por varios días. Varios días que tenía que estar inventando cualquier pretexto para escapar de ser follada por su esposo. Pero ahora los problemas se habían incrementado, su marido quería encularla y a eso si no estaba dispuesta a acceder. Ella sabía que su marido era muy sexual y que como no estaba satisfecho todas las semanas se desahogaba con alguna que otra puta. Ella lo sabía, pero se hacía la de la vista gorda con tal de disminuir su suplicio en la cama. Y como es natural, Lucía que adoraba a su esposo sentía temor que esa insatisfacción terminara por hacer mella en su matrimonio. Estaba dispuesta a luchar por su felicidad pero estaba sufriendo mucho con las embestidas de su esposo, que era, por demás incansable.
Esa conversación me dejó muy cachondo, mi hermana se quejaba por una cosa que a mi me volvería loco. Solo pensar en aquel tío dándome caña me empalmó de una forma, que muy disimuladamente me fui al baño y por primera vez en mi vida le fui infiel a mi hermana, pues me hice una paja soñando con tener en mi culo a la polla de mi cuñado. Luego me sentí culpable, pero como en fin, solo había sido mi imaginación pajera, pues no creía que tenía de que de arrepentirme de mucho.
Pero ahora empecé a mirar a Andrés de una manera distinta. Ahora no perdía oportunidad para admirar cada uno de sus rasgos varoniles. Y como convivíamos en la misma casa de una forma u otra podía ver su pecho desnudo y con mucho disimulo me fijaba en la marca que le dejaba su paquete en el pantalón. Y de verdad que se le marcaba un tremendo miembro. Y en muchas ocasiones pude observar como aquel paquete estaba disparado, como queriendo reventar su pantalón, sobre todo cuando llegaba a casa y le daba un beso de bienvenida en la boca a mi hermana. La abrazaba y yo veía como la rozaba con su polla, lo que ya sabía que a mi hermana le aterraba.
Mi hermana siempre le tenía preparado el baño a Andrés para cuando el llegara y trataba de no tener necesidad de ir para nada al baño mientras el se duchaba por terror a ser follada y bueno como yo ya sabía las cosas, me era más fácilmente darme cuenta de las veces que mi hermana se esforzaba en el día por escapar de un rabazo de Andrés. Lógicamente a mi esta situación me alteraba. Saber lo necesitado que estaba Andrés de una buena mamada o de un culo bien apretadito que el pudiera gozar, me ponía de punta todos los vellos de mi cuerpo.
Por otro lado entre Andrés y yo empezó a profundizarse una gran amistad. Lo primero que el sabía era que yo era homosexual, pues entre yo y mi hermana no había ningún secreto. Luego cuando él me veía observando a algún hombre, le quedaba claro que ideas pasaban por mi cabeza. Y pronto nuestras conversaciones sobre el tema fueron muy francas. Andrés era una persona que a pesar de su origen campesino no tenía ninguna reacción de rechazo a los homosexuales. Incluso me hablaba muy respetuosamente de amigos suyos que el sabía que eran homosexuales y lo veía como una cosa normal.
Poco a poco, mi amistad con Andrés comenzó a ser más íntima. Conocí por su boca, que nunca se había follado a un hombre, pero que pensaba que culo por culo no había diferencia. Aquella alusión a mi me sobresaltó, pues Andrés me enloquecía como hombre, pero para mi era un hombre sagrado, pues era el esposo de mi hermana.
De repente Andrés me consiguió un trabajo en el Central Azucarero en el que él trabajaba y en muchas ocasiones viajábamos juntos al trabajo y esto empezó a unirnos cada vez más. En el trayecto conversábamos de muchas cosas y pronto Andrés se franqueó conmigo y me habló de su insatisfacción sexual con mi hermana. Que siempre se quedaba con ganas de follar y que en muchas ocasiones le era infiel por necesidad. Que él adoraba a mi hermana y esas infidelidades le estaban torturando. Pero que a él no le gustaba para nada pajearse y esta situación le hacía siempre estar con ganas de follar.
Un buen día, salimos a las once de la noche del Central rumbo a nuestra casa. Esa noche Andrés se veía algo inquieto, sus conversaciones no eran muy coherentes. Parecía que alguna idea lo estaba martillando por dentro, pero a pesar de nuestra confianza no me la compartía. De pronto entró con el camión en el aparcamiento de un hotelito que estaba al borde de la carretera y me dijo: Estoy muy cansado, necesito descansar unas horas, pues mañana tengo que estar temprano en el trabajo. Vamos a alquilar una habitación, nos tiramos a dormir y luego regresamos temprano al trabajo. Esta súbita decisión de Andrés me dejó perplejo. Por primera vez dormiríamos juntos y enseguida yo pensé en que el fuego y la pólvora, viene el diablo y la sopla. Sentí temor por lo que pudiera pasar y por otro lado sentí un deseo intenso de que pasara algo.
Entramos a la pequeña habitación y rápidamente Andrés se quitó la ropa delante de mí y se fue al baño a ducharse. Por primera vez en mi vida lo vi desnudo y me quedé como atontado. Aquel hombre daba deseo de irle arriba y pasarle la lengua por toda su piel, sentí un escalofrío y para tranquilizarme puse la tele y me fui a la terraza a fumarme un cigarrillo y controlar mis nervios. Cuando Andrés terminó de ducharse yo hice lo mismo y al salir del cuarto de baño me lo encontré totalmente desnudo y acostado en la cama boca arriba y con el cuarto en una penumbra muy acogedora. Tímidamente me acosté en la cama y a su lado, le di la espalda para evitar la provocación que su imagen me producía y de inmediato él apagó la luz, me dio las buenas noches y el silencio se apoderó del ambiente de la habitación. Ninguno pronunciaba una palabra, pero se sentía en el ambiente una carga de tensión que en cualquier momento estallaría.
Y así fue, Andrés tomó la iniciativa, sin mediar una sola palabra me abrazó y mi cuerpo tembló. Sentí el calor de sus brazos en mi piel y en la oscuridad nuestras bocas se encontraron y comenzamos a besarnos. Sus besos eran ardientes y hacían que mi mente se quedara en blanco. Su lengua acarició mi cuello y pronto comenzó a disfrutar de mis tetillas que chupaba de una forma muy excitante. Sobre mí estaba acostado, nuestras bocas muy cerca, ni una sola palabra y yo sentía su polla dura como un palo entre mis piernas. Así estuvimos jugando un cierto tiempo, más de pronto puso una de las almohadas por debajo de mi cintura y levantó mis piernas y comenzó a mamarme el culo. Primero su lengua empezó a jugar con mi ojete, lo acariciaba, lo chupaba, me ensalivaba y yo me retorcía de placer. Después su lengua empezó a entrar en mi culo y mi esfínter cedía. Yo estaba enloqueciendo de placer. Ensalivó su polla y puso su cabeza en mi culo. Sus brazos estaban apoyados en la cama y me dejaban de una forma que mis manos solo podía acariciar su espalda. Y muy tiernamente me pidió que le diera un beso. Traté de incorporarme para cumplir su deseo pero no pude llegar a su boca, porque con fuerza su polla entró en mi culo y de un solo golpe se fue hasta que mis nalgas chocaron con sus huevos. Solté un grito que se confundió con sus expresiones de placer y ahora empecé a sentir aquella polla que tenía aterrada a mi hermana. Y no era para menos. Su grosor me hacía pensar que me iba a rajar y su longitud me daba la sensación de que me saldría por la boca. Sus primeras embestidas fueron lentas, pero constantes, mi culo fue cediendo y pronto aquel macho empezó a gozar mi culo de lo lindo. Me dio caña sin compasión y yo aguantaba sin ponerle freno. Sudábamos copiosamente, nos besábamos constantemente y mi lengua saboreaba su piel mientras él continuaba disfrutando mi culo.
Cuando descargó su leche sentía como se estremecía y como sus manos apretaban mi cuerpo, lo que me hacía sentir el placer de ser poseído por un macho. En la penumbra pude ver su rostro de satisfacción y luego sus músculos se relajaron y volvieron besos y caricias y al fin sacó su polla de mi maltrecho culo. Nos fuimos al baño, nos aseamos y nos volvimos a acostar abrazándonos y besándonos.
Así nos quedamos dormidos por un par de horas y cuando Andrés se despertó me volvió a dar caña. Esa noche antes del amanecer me volvió a follar.
Nos despertamos a las 7 de la mañana, nos bañamos y nos fuimos a trabajar. Cuando me senté en el camión sentí como me había dejado el culo que parecía que se iba a quedar abierto y eso me hacía sentir una sensación de lujuria satisfecha que me llenaba de placer y el rostro de Andrés reflejaba una alegría como nunca se la había visto.
Y ahora vino lo bueno, Andrés comenzó a cogerme el culo todos los días, primero lo hacíamos en un hotelito y después empezó a follarme en el baño de la casa. Sabíamos que mi hermana por nada del mundo se acercaba al baño cuando Andrés estaba duchándose y eso lo aprovechábamos, pues nuestras dos habitaciones tenían una puerta al mismo baño. Así yo entraba al mío y hacía como que me tiraba a dormir y el entraba al suyo y se daba una ducha. Lo mismo me follaba en el baño que en mi cuarto. Mientras mi hermana feliz estaba en las tareas de su casa.
Las constantes folladas de Andrés hicieron descansar a mi hermana que empezó a reflejar en su rostros una felicidad que hacía mucho tiempo no sentía. Y de repente estás situación trajo una armonía y una alegría a nuestra casa que se notaba constantemente. Pero a mi esto no me dejaba vivir y un buen día le dije a Andrés que me marcharía a vivir solo a un apartamento cercano. A Andrés la idea no le agradó para nada y no estuvo de acuerdo. Yo le expliqué que en mi nueva casa podíamos follar con toda tranquilidad. Pero él me explicó que no le gustaba, pues no soportaba la idea de que cuando él estuviera en su casa yo estuviera haciendo de las mías, pues él era muy celoso. Y al final me dijo algo que me estremeció: Yo voy a poner todas las cartas sobre la mesa, tu no te vas a ir de mi casa y tu hermana va a seguir siendo mi esposa y ella lo va a saber todo. Contigo yo puedo follar todo lo que con ella no puedo, cuando ella esté dispuesta me la voy a follar también porque a mi ella me gusta mucho y estoy enamorado. Esto que vamos a consolidar es una pareja extendida, donde todos vamos a ser felices.
Y así fue, Andrés habló con mi hermana y ella, no solo lo aceptó, sino que dijo que se había dado cuenta desde el primer momento y como ella adoraba a su hermano, pues no le sería difícil compartir con él a su esposo, pues en realidad había Andrés para todos.