Hasta la obscuridad

Cayó la tarde hasta dejarnos en la obscuridad después de hacernos el amor toda una tarde de verano...

Faltaban solamente dos días para verlo. Por fín después de dos años de platicas en línea y de vernos por nuestras web cams podría tenerlo frente a mí. Nos encontraríamos en un mágico lugar de México con playas maravillosas. Solo estaríamos juntos una semana y queríamos aprovecharlas al máximo.

Llegué media hora antes por él a la estación con mis maletas. Después iríamos juntos a buscar un hotel o lo que fuera.

Encontrarnos fue maravilloso. Ambos sonreimos y nos abrazamos largamente. Nos miramos fijamente, nos besamos y fue el beso más esperado de mi vida. Todo resultaba tal cual lo habíamos pensado, al vernos quedaríamos enganchados uno del otro.

Encontramos un hotel modesto pero lindo. Con un gran ventanal con vista al mar y una amplia cama con sábanas blancas. Nuestras ansias nos llevaron a dejar en equipaje en el piso y a vernos ya en la cama abrazados dándonos besos.

D. es colombiano. Alto, moreno y de ojos verdes muy claros. Hermosos. Delgado y de cabello negro ondulado y corto.

D. metía sus manos entre mis cabellos y me acariciaba los labios. Habían sin fin de cosas por hace y apenas eran las 11 am , pero ya quería que fuera de noche para dormir abrazados. Hablamos por horas abrazados en la cama y nos contamos nuestros más íntimos secretos. Entre tantos besos y caricias surgió la magia que estaba latente desde el primer beso en la estación.

Me puse de espaldas a él mientras me rodeaba por la cintura y sentí sus ganas de hacerme el amor. Su entrepierna erguida no podía disimularlo más. Yo me dejé llevar por las ganas que tenía de sentirlo dentro de mí y sin decirnos nada, comenzamos a amarnos esa calurosa tarde de agosto.

D. ponía sus manos en mi espalda, me acariciaba lentamente mientras yo lo besaba tiernamente. Poco a poco fue levantándome la blusa y el bra hasta dejar mis senos a su libre antojo. Los puso en sus manos mientras me besaba tanto que casi me ahogaba, mis pezones reaccionaron erguidos hacia él y duros.. calientes y duros. Puso sus labios en mis pezones y mientras yo suspiraba , sentía que se me escapaba el aliento ante sus besos ansiosos. Sus manos recorriendo mi espalda, jugaban a ratos con mis pantys. Le quité la camisa y besé su pecho suavemente, perdí la noción de tiempo y espacio sin reservas. Puso sus manos entre mis piernas..levantándola muy despacio hasta mi entrepierna . Sentí sus jadeos en mi oido al notar mi humedad y me abrí un poco para dejarlo recrearse en ella. Estábamos en un nirvana de deseo mezclado con amor y el habernos añorado tanto. No teníamos prisa y nos dejamos llevar por nuestros juegos amorosos. Nos recorrimos de punta a punta después de habernos desvestido por completo. Nos disfrutamos mientras la brisa que entraba por el ventanal igual dejaba al sol perderse entre nuestros cuerpos desnudos y sudorosos. Se puso sobre mí y yo me entregué a él por completo. Lo sentí adentrarse en lo más hondo de mí y sentía sus gotas de sudor cayendo sobre mis pechos, excitantes y húmedas mientras se hacía paso entre mis piernas. Me aferraba a su espalda amplia y mordía su hombro muy despacio cuando le pedía entre gemidos y jadeos que me hiciera suya. El sonreía mientras al oído me decía que era suya , solamente.

Pasé una tarde entera sobre él. Sudorosa y ágil, lo cabalgaba para sentirlo más adentro y me llevó a muchos orgasmos. Sentía como mi humedad lo dejaba quieto y sumiso a mis deseos. Cuando el calor me agotaba, caía rendida junto a él y me excitaba sentirme vulnerable. El me colocaba de espaldas y me llenaba de besos el cuello, la espalda, las piernas y las nalgas, para después volver a meterse en mi humedad que lo hacía gemir sobre mí, apretando mis pechos contra su pecho sudoroso en un vaivén de pieles rozándose por horas. Hicimos el amor en todos los rincones de nuestra habitación hasta quedar completamente en la obscuridad.