Hasta esa noche eramos solo amigos

A pesar de que nos conociamos nunca nos sedujimos hasta esa noche.

Nos conocíamos hace un tiempo pero ella tenía otra pareja, que había sido en un principio amigo en común. Ahora él no estaba, y en ese lugar las miradas iban y venían.

La fiesta fue un buen lugar para iniciar un juego de seducción no premeditado, ambos en el baile nos liberábamos. Ella era de unos 30 años, con pechos grandes, un gran trasero y unos ojos que sugerían ingenuidad y perversión. Bailamos salsa y merengue y cada vez buscaba estar más cerca del calor de su cuerpo y comenzamos las pequeñas y sutiles caricias que no pudieran ser detectadas por los demás.

Ya era evidente la atracción que sentíamos el uno por el otro. Durante el baile puse mi mano muy cerca de ese ardiente trasero y ella no se quejaba, solo buscaba por el contrario, quedar cada vez más cerca de mi cuerpo. Por lastima la fiesta concluyó y nada más sucedió.

A las semanas después, nos encontramos en otro baile fuera de tantas miradas, aunque las había, la historia se repitió pero esta vez al comenzar el baile comenzó la seducción y las caricias. Ella buscaba que pusiera mi pierna entre las de ella, yo acariciaba en cada vuelta su cintura y abdomen. Llegó la hora de irse. Esta vez nos fuimos juntos a casa de una amiga.

En el carro, debajo de un abrigo escondimos nuestras manos que se acariciaban con poca dulzura y mucho deseo. Así llegó la hora de dormir, tuvimos que armar una colchoneta en el living y dormir con nuestra amiga. Nos recostamos y ella me dio la espalda, yo dejé pasar unos minutos. Luego le acaricié el abdomen, subí a esos pechos que me volvían loco y finalmente busqué el botón de su pantalón, ella sólo esperaba las caricias.

Al soltar el botón seguí con el cierre y metí la mano bajo sus braguitas, busqué su agujerito que estaba húmedo por la situación previa, suavemente metí un dedo, el cual entró sin problemas, luego con mis dedos busqué el clítoris de esa hembra. Los movimientos circulares suaves la calentaron mucho pero no podían moverse mucho, y menos quejarse y eso me calentaba más, pues sus gemidos se ahogaban para no despertar a nadie que en realidad estaba a menos de un metro.

Ella acariciaba mi mano, y la empujaba hacia abajo para que metiera mis dedos en su agujerito, solo quería ser penetrada como me lo hizo saber, despacio en mi oído. Cuando se movía su pelvis casi inconscientemente, sacó mi mano y la pasó por su pecho los acaricié, los agarré...

...ella se dio la vuelta y se puso frente a mi buscó mi boca y me metió la lengua, yo busqué enredar la mía con esa lengua húmeda, mientras hacia eso su mano se metió por mi pantalón, con la otra iba soltando mi cinturón y demás cosas que impedían su encuentro con mi verga que estaba durísima.

Con su mano comenzó a masturbarme, mientras no dejaba de besarme. Con su mano subía y bajaba por el largo de mi pene, con suavidad y a veces aceleraba su meneo con lo cual me volvía loco, en eso estábamos cuando sentimos pasos en la escalera, tuvimos que parar y dejar nuestro primer encuentro hasta ahí... al irnos nos acariciamos las manos a escondidas y nos besamos muy cerca de la boca al despedirnos... este sería el primero de varios encuentros...

Yo volví al fin de semana siguiente, la vi a ella y nos saludamos con disimulo. Buscamos estar juntos y conversar aunque nunca tocamos el tema de lo sucedido. Me pidió que la acompañase a su casa. Fuimos conversando de cosas sin importancia.

Al llegar a su casa, me senté en el sillón mientras ella buscaba algo. Al rato se sentó a mi lado empezamos a ver algo en el televisor, yo tomé su mano ella me miró nos acercamos y nos besamos, descaradamente acaricie sus pechos y su cuello, luego bajé mis manos hasta sus nalguitas. Nos fuimos acomodando hasta quedar recostados en su sofá.

Ahí comencé a desabrochar su blusa y ella a sacar mi camisa, el ver esos pechos desnudos me volví loco y solo quería lamerlos, chuparlos, comerlos y así lo hice una y otra vez recorrieron mi boca esos grandes pechos.

Ella nuevamente llevó su mano a mi pantalón y lo soltó yo seguí con lo mismo le bajé los pantalones que llevaba y quedamos frente a frente semidesnudos unos segundos inmóviles entonces ella abrió sus pierna invitándome a penetrarla y yo obediente lo hice.

Me fui metiendo dentro de su agujerito despacio para sentir las sensaciones que eso me daba. Ella empujó sus caderas cuando estaba casi empleado a fondo. Ahí comenzamos a movernos a besarnos, puso sus piernas a mi espalda y en ese sofá quedamos cómodamente instalados. Ella movía sus caderas adelante y atrás cada vez que yo la embestía, de pronto ella se movió y me hizo salir, quedé sorprendido pensé que se iría.

Ella me acomodó y se instaló sobre mí, puso una pierna a cada lado y lentamente fue bajando ambos sentimos un placer que recorrió al unísono ambos cuerpos. Una vez penetrada comenzó a moverse a tocarse los pechos y llevarlos a mi boca, la forma en que se meneaba esa mujer era impresionante, nos excitábamos cada vez más nuestros cuerpos estaban acalorados y comenzaban a sudar, yo empecé a quejarme más estaba listo para explotar, pero esa mujer se detuvo a tiempo y no me dejó hacerlo, comenzó entonces a besarme el cuello, el pecho a pasar no solo sus labios sino también su lengua por mi todo mi cuerpo.

"¿Quieres terminar?" me preguntó. Si contesté casi instantáneamente. Me llevó a su cuarto, me tendió en su cama, nuevamente se puso sobre mí, me miró con ojos picaros y me dijo que me pusiera detrás de ella. Lo hice y vi desnudo ese trasero que tantas veces lo imaginé, era prominente y formado como con la mano, era exquisito un sueño.

"Dámelo" me dijo. Quise meterme en su culito y no me dejó, solo su conchita, me metí dentro de esa conchita que estaba húmeda, rica entraba suavemente a través de ella. Se hizo hacia delante y comencé a follarla como loco, ella gemía y se movía buscando que yo entrase cada vez más. Se movía y buscó que mi mano le tomase el pecho, la jalaba para atrás y eso le gusto, sigue me decía, dame tu leche, eso me calentaba más y trataba de empujarla aun más hacia mí, ya no era posible su culito impedía acercarse más. Ya estaba a punto de estallar y ella se recostó de en la cama, yo quedé dentro de esa conchita y me apretó mi pene...

Abrí un poco más sus piernas, y la follé con las ultimas fuerzas que quedaban hasta reventar y ella gustosa recibió mi semen dentro de su conchita. Se dio la vuelta me abrazó y me puso en sus pechos. Nos quedamos dormidos por un instante...