Hasta el Quinto Pino y Más Allá. Capítulo 15.

Capítulo 15, Marco defensor de Pantor

Capítulo 15: Marco defensor de Pantor

El tiempo pasaba lentamente mientras las naves continuaban rodeando el pequeño planeta amenazadoras. Los kuan no temían destruir el planeta, por lo poco que había aprendido de ellos, era lo suyo. Si tenían que arrasarlo para que los glee no tuvieran acceso a esos recursos, lo harían.

Dos días después los pequeños cazas cambiaron sus rutinas y empezaron a hacer vuelos de ida y vuelta a una zona a unos pocos minutos luz de la flota.  Ese debía de ser el punto de acceso de los transportes de tropas de la Federación. Sin dejar de moverme en modo sigilo, me aproximé hasta allí.

Con las armas a punto esperé el momento de la llegada. Dos enormes cargueros entraron en el sistema a pocos cientos de kilómetros de mi posición. Mientras le decía a Eudora que se preparara para darme toda la potencia del motor y los escudos, estudié la escolta. Aquellos imbéciles estaban tan seguros de que no habría ningún problema que solo llevaban una corbeta y un par de patrulleras para darles asistencia.

Las dos enormes naves se colocaron en paralelo avanzando lentamente hacia el planeta mientras las tres naves de la escota y una docena de cazas patrullaban a su alrededor.

Comencé a coger velocidad con las velas mientras les enviaba un comunicado.

—Aquí la flota de Pantor. Si los transportes que acaban de entrar en nuestro sistema no invierten inmediatamente su rumbo y salen de nuestro espacio local en menos de tres horas, procederemos a destruirlos.

—Aquí el Almirante Killel, al mando de la flota expedicionaria de la Federación. Venimos a liberar este sistema de la influencia Glee y no estamos dispuestos a retirarnos bajo ningún concepto. Si se empeñan en continuar con sus intenciones serán destruidos.

Tal y como esperaba, la flota se colocó en posición de combate, adoptando una formación de diamante con dos cruceros en el extremo anterior y posterior y los dos acorazados en los  laterales. El resto de las naves estaban distribuidas por el resto del perímetro protegiendo a los portanaves y dejando espacio a los enormes transportes que estaban acelerando para intentar escapar de la invisible amenaza.

Las pesadas naves lo intentaron, pero aun estaban demasiado lejos. Antes de que más cazas pudiesen llegar me coloqué en el plano intermedio entre los dos transportes y encendí el motor gravitatorio acelerando hasta las ocho gravedades.

La presión me empujó contra el asiento. Afortunadamente el traje espacial de la NASA se cerró entorno a mis piernas para mantener el riego sanguíneo del cerebro permitiendo mantenerme consciente. Le ordené a Eudora que me dejase el control de las armas convencionales para ocuparme personalmente de los transportes mientras ella utilizaba los láseres con los cazas y las patrulleras y grababa la batalla.

Los transportes no tardaron en detectarme e intentaron separarse mientras pedían ayuda desesperadamente. Tarde menos de dos minutos en alcanzarlos. Me metí entre ellos  mientras descargaba varias rondas con los cañones bofors y los gatling desde ambos lados. Los escudos de los transportes no les sirvieron de nada y bastó una pasada  para que ambas naves se convirtiesen en sendas bolas de fuegos artificiales.

Tras rebasar a las naves agonizantes, giré noventa grados, alejándome del grueso de la flota y llevándome a los cazas y a una patrullera tras de mí. Con la aceleración al máximo dejé rápidamente atrás a la patrullera y solo los cazas podían seguirme. Eudora no tardó en librase de los más arrojados y el resto se retiró rápidamente y obedeciendo órdenes de la flota, se unieron  a la formación.

Volví a apagar el motor gravitatorio y maniobrando con las velas dirigí a Eudora hacia la formación. Establecí de nuevo contacto con la flota y les radié un nuevo comunicado.

—Aquí el almirante  de la flota de Pantor. Los gobernantes de este planeta detestan tener que tomar medidas más extremas, les conmino, no, les suplico que abandonen el sistema en paz o nos veremos obligados a causar más dolor y muerte. Nuestro deseo es mantener relaciones de amistad y buena vecindad con la Federación y detestamos cada muerte que causamos entre nuestros antiguos amigos y aliados.

—Aquí el almirante Killel de la flota de la federación. No estamos dispuestos a dejarnos intimidar por un enemigo cobarde, que ataca de forma deshonrosa, saliendo de las sombras y huyendo hacia ellas a esconderse. Todos los traidores y mentirosos habitantes de Pantor serán exterminados y su planeta reducido a cenizas.

—Bonita muestra de heroicidad es atacar un planeta indefenso con toda una flota. Si esa es vuestra idea de una pelea justa merecéis lo que os pase. La lástima es que tengan que morir un montón de valientes soldados, que probablemente ni siquiera están de acuerdo con esta acción. Por favor, ríndase y abandone el sistema ya, almirante.

El silencio de la flota de la Federación fue la única respuesta. A poco más de mil kilómetros la flota tenía un aspecto imponente. Los cazas la rodeaban el frente de la formación esperando que me acercase por allí, pesando que no me atrevería a atacar los flancos protegidos por los poderosos acorazados.

Rodeé la formación amparado en la oscuridad y me colé en sus narices hasta el mismísimo centro. En ese momento apunté con los obuses a los tres portanaves que inmediatamente explotaron mientras yo aceleraba a ocho gravedades, lo justo para escapar de la formación y apagaba el motor gravitatorio fundiéndome de nuevo con la oscuridad.

Tal como esperaba, todas las naves empezaron a disparar ciegamente, como locas, hacia el interior de la formación, ayudando con ello a  que mi señal se difuminase en la confusión. Me aparté empujado por el viento solar y observé a una distancia prudencial como la formación se deshacía mientras las naves intercambiaban órdenes contradictorias.

Afortunadamente para ellos, los escudos absorbieron gran parte de los daños pero los tres portanaves caían hacia el Pantor convertidos en una nube de escombros brillantes y las otras naves menores que fueron objeto de los disparos de las armas principales de los acorazados y los cruceros no corrieron mejor suerte.

Sin los portanaves, los cazas no podrían mantenerse mucho tiempo en el vacío y sin ellos la flota no tendría ninguna oportunidad de detectarme antes de que volviese a atacar. No tuve que volver a pedirles que se fueran, no tenían más remedio y el almirante Killel era un cabrón, pero no era ningún estúpido. No podía invadir Pantor y tampoco podía defenderse de un enemigo invisible. Poco a poco volvieron a recuperar la formación original, repararon provisionalmente las naves que se podían salvar y en menos de doce horas abandonaron el cuadrante, acabando con el bloqueo del sistema.

Tenía cosas que hacer en cierta estación de aprovisionamiento, pero primero quería asegurarme de que la Federación no intentaría ninguna jugarreta.

Me acerqué al planeta y orbité a unos dos mil kilómetros de distancia mientras me relajaba un poco. Después de tanta acción necesitaba un poco de tranquilidad. Puse un poco de música y me tiré en la cama, dejando a Eudora la misión de vigilar el espacio local.

Una comunicación proveniente del planeta me despertó unas horas después. La conversación con el gobernador no fue muy larga pero fue interesante. Me agradeció la intervención en su favor, pero me dijo que oficialmente iban a decir a la Federación que no poseían flota y que no tenían nada que ver con el ataque a sus naves a pesar de que no les causaba demasiada tristeza su pérdida, ya que las intenciones de esa flota eran de todo menos pacíficas. También les había asegurado a la Federación kuan que tenían tanto interés como ellos en atrapar a aquel pirata que se hacía pasar por un almirante del recién establecido estado de Oopart y que si finalmente daban con él y lo capturaban sería convenientemente juzgado por sus crímenes.

Cuando Kremmark acabó, ambos reímos con gusto y charlamos un poco más sobre sus planes de futuro. El gobernador pensaba en convertir el sistema en un centro de producción y comercio tanto de metales como de piezas manufacturadas. Con la ayuda de Aldara, pensaba establecer relaciones económicas con el imperio glee y lo primero que pensaba hacer era formar una pequeña flota con la que poder defenderse de futuras agresiones.

Me ofreció construir una flota de naves similares a la mía, ofreciéndome el mando cuando las cosas se hubiesen calmado, pero lo rechacé, más cómodo con el puesto de corsario que con el de almirante.

No hizo falta que me explicase, aquel no era mi lugar. En realidad ni yo mismo sabía  cuál era mi lugar en aquel nuevo universo, de momento me conformaba con tener una misión y en esos momento tenía un montón de valiosas materias primas que quería convertir en relucientes créditos.

Por último, no podía dejar de intercambiar unas palabras con Aldara.

— No sé cómo lo has hecho, pero te debo la vida, todo este sistema te la debe. —la voz de la glee sonaba aliviada a pesar de los crujidos de la estática.

—No ha sido tan difícil. Hacia la paz mediante un armamento superior. Ese es mi nuevo lema. —respondí yo— ¿Ahora qué vas a hacer? ¿Volverás a Geeldara?

—Sí, me gustaría que fueses tu quien me llevase.

—Es una lástima, me encantaría, pero  no creo que sea bien recibido allí. Probablemente tu tío el almirante y tu padre el Emperador hayan pintado una bonita diana en mis espaldas, además tengo aun un par de tareas pendientes. —dije yo— Ahora que ha terminado el bloqueo no te costará encontrar un transporte que te lleve a tu planeta. Buena suerte.

—El emperador le ha echado una buena bronca a mi tío por largarse y dejarme en el planeta. Creo que ya han enviado una flota de cargueros para comprar metales y volveré en uno de ellos. Buena suerte, Marco. Quizás nos veamos pronto.

—Nunca se sabe. Respondí yo sin poder evitar recordar aquella noche, en la laguna roja, bajo la luz de un sol pequeño y blanco. Deseaba volver a acariciar aquella sensual melena.

Me tumbé en el módulo de descanso, con la música suave, tratando de dormir un rato, pero los nervios de la batalla aun me mantenían  alerta. Poco a poco mis  pensamientos fueron derivando de la reciente batalla, marcha atrás en el tiempo, a las circunstancias que habían provocado que cambiase de bando.

Para ser la galaxia tan enorme, la verdad es que estaba empezando a repetirme. Casi había perdido la cuenta de los viajes que había hecho y resultaba que solo había visitado una estación espacial y tres planetas, dos de los cuales tenían bien poco que ver de interés. Mientras abría el agujero de gusano que me llevaría de nuevo  a Federación-13, me dediqué a bucear en los mapas y los datos que había extraído Eudora de los distintos servidores galácticos para planear un viaje que me permitiese tener una visión más general de aquella zona de la galaxia.

No es que me importase mucho, pero ya debería estar acostumbrado a saber que las cosas no solían ser como parecían.

La Federación, que en un principio parecía más plural con todas esas razas, resultó que estaba a merced de una élite formada en su mayor parte por Individuos de la raza kuan a los que les importaba más el beneficio económico y su propio bienestar que el de el resto de sus ciudadanos, que se apretaban en míseras agrupaciones de chabolas en planetas desertizados por la actividad minera y comercial.

El imperio glee, en cambio, formado en su mayor parte por una única especie bajo el yugo de una familia de tiranos, había resultado mucho más respetuoso con sus ciudadanos y con los planetas que controlaba.

Era cierto que los glee también habían conspirado para forzar una guerra, pero el Emperador, a pesar de ser consciente de que tenía las de ganar, había optado por la negociación, ahorrando grandes pérdidas económicas y de vidas a sus ciudadanos.

Intentado relajarme, descarté aquellos pensamientos. En el fondo, lo bueno de mi situación, es que no le debía nada a ninguno de aquellos dos estados y un buen puñado de créditos ayudaría a que cambiase de opinión... ¿O no?

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Un saludo y espero que disfrutéis de ella