Hasta donde quiera2

Las cosas se entregan sin condiciones. Las cosas se toman, porque le pertenecen.

Hace rato que ha anochecido. Veo la hora en el ordenador. A mi Ama no le importa que lo sepa. Creo que incluso juega con eso. Forma parte del dominio y del poder que sabe que tiene. No me tiene a oscuras. Ni siquiera en penunbra. Es mejor que sepa que soy Suyo en cualquier momento. El despacho está iluminado. La oficina también. No ha bloqueado la hora ni la fecha que aparece en la parte baja derecha de la pantalla. Ni siquiera ha apagado la luz para que solo viera la iluminación de la pantalla. Sabe que así, con toda la luz posible sabré que soy lo que soy. Nada de ocultar, nada de partes oscuras.

Estoy sudando. Un sudor frío. Es curioso. Me siento arder, por la posición tan incómoda, forzada, con el culo lleno. Aunque no es por el hecho de tenerlo invadido, si no por el fuego que ya noto en el esfinter, después de todo este rato abierto, forzado, sin poderlo cerrar, forzado a estar abierto a pesar de las palpitaciones inconscientes que quieren cerrarlo.

Por eso, a pesar de estar ardiendo, el sudor es frío. Porque el dildo que ha metido en mi boca provoca arcadas intermitentes cada vez que me relajo. Aún cuando acelero la escritura. Bueno, sé que es la impresión que tengo. No quiero engañarme más. Sé que cada minuto que pasa soy más lento. Pero también sé que éste es el efecto que quiere Ama Blanca. Por eso la adoro, oyéndola moverse, examinar cada rincón, tomándome cada instante, no solo por cómo me tiene, si no porque con cada gesto, cada movimiento que hace es para controlar más cada segundo de mi vida. "Tú lo has querido así. Tú lo quieres así" "Tú lo has entregado. Yo lo tomo. No solo porque lo quieres, si no porque lo que es mio me pertenece, porque lo tuyo ya no lo es. Ya no tienes nada. No eres nada". Así lo había resumido.

  • Estoy aburrida. Y no es justo. Tú todo entretenido, ocupado y yo aburrida, jajaja - su risa me despierta de la concentración que tanto me cuesta encontrar. Su risa, dulce, provocadora, irónica me hace sentirla al lado. Me gira, metiendo más el consolador, haciendo que muerda el dildo que invade la boca. Lo saca desatándolo de la nuca. Tomo aire libremente, con alivio, muevo la cabeza lo que puedo buscando una posición cómoda mientras se tensa el cuerpo. Que inocente he sido al pensar que podría seguir respirando sin obstaculo. Mete otro dildo exactamente hasta el mismo punto que el anterior, con la diferencia que de este sale otro que apunta obscenamente hacia fuera. Sin duda va a querer que la folle así, tan rebajado, tan humillado. Suena el timbre de la puerta. Se me nota la alteración, aún cuando quien quiera que sea no puede entrar. Necesita llaves. Se que no es nadie de la oficina porque todas tienen llaves.

  • No te muevas, jajaja - se da media vuelta y me deja nervioso, preocupado. Por primera vez me muevo, no por incomodidad, si no por liberarme. Me puede más que me vean así que el castigo que pueda aplicarme Ama blanca. Pero es imposible. Solo consigo más dolor y despertar más gemidos.

  • Espera aquí y no hables - oigo que dice Mi Ama a quien sea fuera del despacho. Vuelve a entrar y se dirige hacia -. Bien perro, ya vuelvo a dedicarme a ti -. Mira la polla con Su marca ya permanente, la coge, mueve la mano hacia arriba y hacia abajo, la pone semidura -. Vaya, no hay forma de tenerla bien tiesa. Menuda mierda polla. Menos mal que hay otras, jajaja. Esto te va a gustar - deja el capullo a la vista. Me enseña lo que tiene en la mano ya que no podré verlo dónde quiere meterlo. Con firmeza empieza a introducirlo, despacio. No duele, ya lo ha hecho otras veces o me ha ordenado hacerlo a mi. Pero escuece. Noto cómo va invadiéndome. En su día me dijo que es mi forma de violarme. Sigue metiéndolo, es más largo que la polla, pero sigue atravesando el interior hasta que topa con una anilla que hay en el extremo exterior. Es hueco.

  • Mírame - su expresión desprende satisfacción, poder, dominio. Su mirada es poderosa, de alegría -. Ahora tienes los tres agujeros llenos, follados - coge un cordón, lo pasa por el interior de la anilla, lo baja hasta los huevos y lo ata alrededor de ellos. Así no puede salirse. A ver si así al menos conseguimos que esa mierda polla luzca mejor - gira el taburete hasta dejarme mirando la pantalla -. Ahora sigue con lo tuyo. Voy a estar un rato entretenida. Y aplícate - sale del despacho, paso firme, seguro, decidido.

  • Desnúdate y ven hasta mi a cuatro patas - Su voz suena dulce, segura. Quién quiera que sea también le pertenece. Como la ramera, ya la ha hecho Suya. Desde que se la ofrecí, desde que la rebauticé. Ahora ya solo puede nombrarla así. Me ha dejado muy claro que ya no es mi mujer, que no debo verla ni mirarla asi, que es una ramera y que si le he puesto ese nombre es para usarlo, no es de adorno. Así que aquella noche, cuando llegué a casa, ya tuve que empezar a concienciarme del cambio, aunque al principio ella no debía enterarse.

  • No quiero romper el rebaño - me dijo Mi Ama -. Me interesa más así, unido, en la misma cuadra.

Me puse cómodo y enseguida empece a acercarme a la ramera, siguiendo las órdenes de Mi Ama. Al principio estaba un poco esquiva. Poco a poco, a medida que le magreaba las nalgas, apretaba sus tetas contra mi pecho, besaba su cuello, iba cediendo. Empecé a decirle que quería forllarla pero que esa noche le iba a hacer algo que le iba a gustar, que iba a escribir en sus tetas. Me miró sorprendida, casi negando solo con la mirada. Seguí excitándola, sin avanzar más porque estaban mis hijos. Nos acostamos más tarde que ellos para poder hacer lo que Ama Blanca quería que hiciera. Y yo quería complacerla como fuera. Estaba nervioso. Pensaba que la ramera me iba a mandar a hacer puñetas. Siembre habiamos tenido sexo vainilla, muy vainilla. Salvo en contadas ocasiones que le daba algún azote suave. Pero contadas veces.

  • ¿Me quieres depilar el sexo? - me pilló por sorpresa. De vez en cuando se dejaba depilarlo. Siempre tenía que tener ella ganas. Así que no desparoveché el momento. Después de depilárselo, ya excitada le dije que se tumbase hacia arriba que quería marcarle las tetas. Cogí un pintalabios rojo, intenso, y le escribí en ellas "ESTO TIENE AMO". Mi Ama quería saber primero si la ramera además era sumisa y quería saberlo con discreción.

  • ¿ Te gusta ? - le pregunté mostrándole la foto que le habia hecho con el móvil -. Le hice otra que se le viera todo el cuerpo, desnuda, depilada, marcada en rojo.

  • Me gusta todo lo que me haces, vicioso.

La miré a los ojos, igual que ella a mi. Excitado, feliz porque podría complacer a Mi Ama.

  • Pues espera, aún no he terminado. Abre la piernas y dóblalas - lo hizo más deprisa de lo que esperaba. Escribí "ESTO ES DE MI AMO". Hice una foto y se la enseñé. Estaba excitada, más de lo que pensaba. Incluso la notaba interesada. Me acosté a su lado, desnudo. Acariciaba sus tetas, chupaba, mordía los pezones. La mano se deslizaba por su vientre hasta llegar al coño. Pasaba el pulgar por el clítoris, mientrasle metía un dedo y la follaba follaba despacio. Gemía, se movía.

  • Veo que te gusta putilla - pensé que me iba a decir que no me pasara. Pero gimió más profundamente. Interpetré que le estaba encantando. Hasta que me dijo que se iba a correr. Quería que la follara.

  • Aún no - le dije -. Quiero darte más placer - suspiró decepcionada -. ¿O no quieres gozar más, zorrita? - asintió con la cabeza.

  • Joder, cómo me gusta lo que me haces - saqué el dedo del coño de la ramera, lo llevé a su boca y le dije que se saboreara. Lo chupaba con deleite, con entrega.

  • Creo que te gusta que te use - estaba excitado, incrédulo, sobre todo cuando dijo que sí, sacándose el dedo de la boca -. Fóllate tu con dos dedos, putilla. Y si te pregunto o quieres hablar, llámame Amo.

  • Sí Amo - dijo a la vez que se follaba el coño, jadeando. Me puse de rodiillas, dejando su cuerpo entre las piernas -. Uffss voy a correrme.

  • No, aún no te toca. Y no se te ocurra hacerlo sin pedirlo - insistió diciendo que si no paraba se.correría -. No pares de follarte zorra. Pero no se te ocurra correrte. ¿No quieres aguantar para mi?.

  • Sí - se le notaba que hacía esfuerzos para no llegar al orgasmo -. Por favor cariño, deja que me corra -.

  • No lo estás pidiendo bien - después de preguntar cómo tenia que pedirlo, le dije -. ¿Que eres?.

  • Tu sumisa.

  • ¿Cómo te he dicho que me trates?.

  • Por favor Amo, puedo correrme, no aguanto más - era increible. Y pensar que le había dicho que tengo tendencia sumisa, incluso le había dicho que si quería ser mi Ama. Por eso había dicho que no le iba.

  • Antes tienes que hacer otra cosa - le dije que abriera la boca -. Ya sabes, una buena mamada - no era la primera vez -. Pero hoy vas a saborear la leche - negó con la cabeza, sacó la polla y dijo que no se la iba a tragar. Pensé que se iba a estropear todo - volvió a mamarla. Estaba que me salía, sabía que no iba a aguantar nada. Dejé que llegara hasta donde llegara. Me venía el orgasmo y no le avisé, como había hecho siempre. La ramera siguió mamando. No sacó la leche de su boca, no dejó que saliera, siguió mamando hasta que terminé de correrme. La saqué, la miré a los ojos muy feliz. Había cumplido con la orden de Mi Ama. Le había hecho alguna foto con la polla de Su perro llenando la de la ramera, follándosela. Se las enseñé.

  • Has estado genial. Mira lo bien que se llena tu boca putilla. Ahora tu premio. Deja de follarte - sacó los dedos del coño, empapado -. Limpialos con la lengua - y me puse a lamerle el coño, a dar mordisquitos en el clítoris. Sabía que le volvía loca. Se corrió en solo unos segundos, apretando la cabeza contra su coño, empapándome la cara.

Le envié las fotos a Mi Ama, informándole de todo. Me sentía feliz, dichoso, contento. Había hecho lo que me había ordenado Ama Blanca. Había dado placer probando la sumisión de la ramera, si había valido la pena entregársela y que la aceptase.

Casi dormido, oí vibrar el móvil en la mesilla. Miré al lado y vi que la ramera no estaba. Se había levantado. "Ésta misma noche tienes que follarle el culo". "Le marcas en las nalgas lo que le vas a hacer. Y ya sabes, quiero pruebas". "Mi Ama - empecé a escribirle -...." pero ne interrumpió. Había visto en la aplicación de mensajería que le estaba escribiendo. "Hazlo perro de mierda". No hacía falta que dijera nada más. Temblando, con sueño, me levanté de la cama. Encontré a la ramera, desvelada, viendo la tele. Ni presté atención de lo que veía. Le pregunté si le había gustado. Me dijo que si. Al ver que me acercaba más a ella añadió que por esa noche ya había suficiente. Pensé que no sería capaz. Insistí hasta que en un momento de debilidad se dejó acariciar, besar, lamer las tetas.

  • Anda, vamos a la cama - le dije -. Sumisa.

La desnudé antes de que se acostara. Le dije que se pusiera a cuatro patas encima de la cama, mientras le sobaba el coño, que ya estaba mojado. Le escribí en las nalgas "Hoy me petan", entre quejas de que no le escribiera otra vez.

  • Si te gusta putilla - estaba jadeando, aprovechando que le pasaba la mano por el coño de ramera. Se la llevé a la boca y dije que la lamiera mientras enseñaba la foto que le había hecho y le decía "el único agujero que me falta follar". Me pedía por favor que no lo hiciera, que le iba a doler mucho, incluso me había llamado Amo. Estuve a punto de dejarlo. Pensaba que no se lo merecía. Pero pensaba en Mi Ama, que se la había ofrecido, que tenía que aprender a vivir con ella sin que fuera ya mi mujer, mi esposa. Era la ramera.

Como no oponía resistencia le dije que era lo que tocaba, que antes se lo dilataría un poco y que luego ya veriamos. Me puse detrás de ella. Acerqué la lengua y empecé a lamerle el esfinter, dejaba resbalar saliba, le pasaba la llema de un dedo por la entrada. Cuando lo notaba relajado se lo metía un poco y paraba. Dejaba caer otro poco de saliba y seguía metiéndolo. Hasta que entró del todo. Lo moví un poco en pequeños círculos. Lo saqué despacio y cogí un bote de crema que tenía en su mesilla. Embadurné la entrada, dos dedos empecé a introducirlos muy despacio. Los metía y los sacaba haciendo coincidir que se relajaba un poco para dilatárselo. Se quejaba. Pedía que lo dejara. Pero movía el culo. Volví a pasarle la mano por el coño, sacándole un gemido. Saqué los dedos. Puse más crema en la entrada, también en la polla. Me arrodillé detrás de ella y empecé a llenarle el culo. El capullo entro fácil, rápido, sin apenas resistencia. Se quejaba. Pedía que terminase pronto. Le dije que estaba excitadísimo, si la notaba bien dura, tan dura como hacía tiempo que no se ponía. Dijo que sí como pudo. Empujé despacio, sin parar hasta que estuvo dentro, toda llenándola, follándole, abriéndole el culo. Dos o tres embestidas bastaron para correrme, dejando saltar la leche en su interior, notando la presión del esfinter en la polla. Me estaba volviendo loco. Cuando terminé de correrme, la ramera se dejó caer sobre la almohada, derrumbándose, quejándose aun. Me quedé de rodillas, con la polla terminando de palpitar. Se acomodó en la cama y me dijo: "Ahora me harás correr, ¿no Amo?". La follé con dos dedos y le lamía el clítoris a la vez. Jadeaba moviendo las caderas, empujando de nuevo la cabeza contra su coño, en un orgasmo que pocas veces le había sentido tener así.

Mientras la ramera iba al baño, le envié a Mi Ama la foto con las nalgas marcadas y otra con la polla abriendo el culo de la ramera. Aún no se la había enseñado.

"Muy bien perro" "Es sumisa. Mi sumisa. Mi ramera sumisa" "Solo harás con tu mujer ramera lo que yo te deje, te ordene. Y como te diga". "Ahora vives, compartes cuadra con una ramera". "Buenas noches".

Me despedí de Ama Blanca agradeciéndole que fuese Mi Ama y que tomase de Su perro cuanto quisiera y deseara hacer Suyo.

"¿Qué quieres entregarme?"