Hasta donde quiera 7
Sumisión, entrega. Poder, uso
Por momentos nuestra Ama restregaba el coño en la cara del mamón, aún con la espalda sobre la mesa, follando a la ramera, metiéndole la polla entera en su coño.
Mi Ama tiene los pezones de la ramera cogidos, estirándolos hacia Ella. Los gemidos de las dos anuncian un orgasmo que está a punto de llegar. El dolor de la ramera se dejar notar por las quejas que también escapan de su garganta. Está disfrutando, aunque no puede llegar a correrse. Ama blanca aprieta más fuerte de ellos cuando nota que va a dejarse llevar, advirtiéndole de que su placer depende de Ella y de que lo tiene prohibido. Mueve las caderas sobre la polla del mamón, cabalgándolo al ritmo que marca nuestra Ama a través de los pezones. Cuando suaviza la presión se dejan caer sobre el mamón a la vez que empuja el culo hacia el consolador que le folla el culo y que me provoca fuertes arcadas. Estoy deseando que termine ya ese suplicio, que lleguen a donde tengan que llegar, pero que me dejen respirar.
- Tenéis tres embestidas para correros - jadea Mi Ama -. Y quiero que lo hagáis a la vez - termina de decirles suspirando profundamente con el orgasmo que la hace estremecerse, estirando fuerte de los pezones de la ramera.
El mamón embiste con fuerza el coño de la ramera y ésta empuja fuerte sobre las pollas que la están llenando los dos agujeros, removiéndose desesperadamente sobre el pubis del mamón y apretando el consolador que le invade el culo. En la tercera follada se corren a la vez, apretándose mutuamente los sexos en un desesperado orgasmo que los une en los gemidos de placer que recorre cada uno de sus poros.
Pasados unos segundos hasta que se recuperan, Mi Ama les ordena desunirse, dejando libre el consolador que sale de mi boca. No muevo la cabeza, para que descanse mi garganta. Tomo aire desesperadamente por la nariz, intentando tranquilizarme, recuperarme.
- A ver ramera - le dice Mi Ama -, túmbate en el suelo, hacia arriba. Mamón, limpia bien el coño de la ramera de tu madre, que no se vaya a quedar preñada de ti, jajaja, así que aplícate y hazlo en profundidad.
La ramera ya está en el suelo. Lanza un suspiro cuando la lengua del mamón empieza a recorrerle el coño, deslizándola desde abajo hacia arriba, recogiendo la leche que le resbala por los labios.
- Saboréate bien, que sepas cómo sabe tu leche saliendo de un coño de ramera. Cuando lo tenga bien limpio, haceros un 69, que ella te la deje bien limpia... y en forma.
Me inclino lo que me permite las limitaciones que me unen al taburete, sin importarme que el consolador se mueva en mi culo. Alguien llama a la puerta. Solo puede ser ya la putilla, con ella estaremos el rebaño al completo. Mi Ama sale del despacho, desnuda, deslizado Su cuerpo ante mi mirada. No pierdo detalle de Sus caderas, Sus nalgas, las piernas tan estilizadas, mostrando Su naturaleza pura, con esos contornos tan marcados, tan perfectos. Admiro Sus pechos, firmes, redondos, rematados con esos pezones que son puro poder. Por unos segundos desaparecen todos los males que me han hecho temblar.
- Hola putilla - se escucha -. Desnúdate -.
Pasan unos largos minutos. Observo cómo el mamón sigue limpiando el coño de la ramera, mientras su boca es follada por la polla algo flácida que le entra hasta la garganta. Algún cachete, casi acaricia, cae en las nalgas del mamón pidiéndole que la saque, que la deje respirar. Aunque no hace caso y sigue provocándole alguna arcada. Me quedo sorprendido cuando oigo que el mamón le dice "traga ramera", hablándole con la boca en su coño.
Aparece nuestra Ama por la puerta. Detrás la putilla desnuda, una cuerda da varias vueltas a su cintura, baja por el pubis dejando el coño entre dos tiras, uniendo las manos en la espalda. Cuando pasa por delante veo que también los codos están envueltos por otra cuerda que los une incómodamente.
Mi Ama se acerca hasta mi, retira el taburete de la mesa y le ordena que mame la polla del perro. La putilla se acerca, me observa detenidamemte, con expresión de dolor, entiendo que por las cuerdas que sujetan sus manos y codos. Las tetas, de por sí preciosas, se muestran exhibidas, sacando pecho. Mira el dilatador uretral. Seguro que piensa en la incomodidad que siento y en la que va a sentir ella cuando empiece a mamarla. Detiene su mirada en la bilis que reposa en el asiento y en la que aún humedece mi pubis, polla y huevos. Hace un gesto de asco.
- ¿A qué esperas putilla? - le dice nuestra Ama -. Es una buena manera de saborear el interior del puto perro.
Se arrodilla torpemente, como se queda un poco retirada se acerca de rodillas. Empieza a inclinarse torpemente hasta que toca con la punta de la lengua la anilla del dilatador, baja la cabeza y se mete la polla en la boca. Tiene una pequeña arcada, en lugar de buscar alivio, termina de llenarse la boca con la polla y empieza a follársela intentando mantener el ritmo y el equilibrio ya que no puede apoyarse en las manos.
Ama Blanca se sienta en el filo de la mesa. Nos tiene a su alcance. Empieza a azotar el culo de la putilla espaciando cada golpe, seco, que resuena en todo el despacho. Con cada azote la putilla gime, metiendo más la polla. Paran los azotes en su culo para empezar a darlos en mis pezones. Empiezan a arder. Son rápidos, constantes. La mordaza apaga mis quejas, lo que no evita que siga con ellos, hasta que sin saber cómo me remuevo en el asiento haciendo que el consolador de mi culo avive el dolor que lo llena. Vuelve a azotar el culo de la putilla, más fuerte, ordenándole que le ponga ganas. No solo mama, ahora chupa, absorve la polla envolviéndola con los labios. Noto cómo se endurece y el dolor que me provoca el dilatador uretral, obligándome a contener el orgasmo.
- Para putilla. ¿No querrás desperdiciar la leche del perro? - saca la polla de su boca, se incorpora manteniéndose de rodillas, cogiendo aire, aliviada. La levanta estirando de su pelo, fuerte aunque sin brusquedad -. Fóllate el coño dándole la espalda -.
La putilla mira hacia la mesa, se agacha despacio hasta que nota la anilla que sale de mi polla en la entrada de su coño, se deja caer hasta sentarse sobre ella, clavándome más el consolador del culo. Intento aliviar el dolor empujando con la cadera hacia arriba, llenando más su coño, provocando que el dilatador destroce la polla.
Me encanta teneros así. La putilla ensartada por el perro de su padre - dice nuestra Ama poniendo los pies encima de las rodillas de la putilla. Coge la regla y le da un azote en una teta -. ¿Qué se siente al follar a un perro? - y le da otro azote.
Placer, asco Mi Ama - responde, a la vez que empuja su espalda en el intento de escapar de los azotes -. Si no fuera por la anilla no sentiría nada - añade, humillándome, rebajándome dejando patente la mierda polla que tengo.
¿Aún no te has dado cuenta que no es una anilla? - le da otro azote -. A ver, ¿cuántas pollas te has follado con collar?, jajaja - los azotes ya no cesan, pasan de una teta a la otra. La putilla no para de gemir, de quejarse, de moverse sobre mi polla que se está destrozando. Ama Blanca le pellizca ahora los pezones, doloridos, haciendo que empuje más su cuño hacia mi pubis. Muevo la cabeza de un lado a otro, en un intento vano de aliviarme. Mi Ama se levanta, coge el consolador de la ramera, lo pone entre las ingles de la putilla, hacia arriba a una velocidad media, abre las piernas dejando las de la putilla y las mias entre las suyas, noto el suave tacto embriagador de su piel, se agacha metiéndoselo en Su coño, quedando sentada en los muslos de la putilla y empieza a follarse con él, suspirando a medida que se lo llena. Besa intensamente a la putilla. Unen sus bocas, apasionadas, excitadas. Por las quejas de la putilla sé que le vuelve a pellizcar los pezones ordenándole que siga follando la polla del perro. Me desespero por momentos. El fuego del culo se enciende, la llama de la polla atraviesa todo mi cuerpo. Suplico que paren, aún cuando sé que no me entienden.
Hasta que no consigas que se corra en tu coño no vas a parar de follar - le susurra -. Sé que te vas correr, unas pocas veces. Al principio te va a gustar, pero si no consigues que se corra...aahhhggg...- Mi Ama se corre besando a la putilla con frenesí. Enseguida le sigue la putilla, apretando el coño contra mi, moviendo las caderas para rozarse con nuestra Ama.
Quiero ser Suya - le dice -. Quiero que sea Mi Dueña, como lo es de éste mierda perro, Mi Ama - le dice entre jadeos.
¿Estás segura putilla?. ¿Sabes lo que eso signifa, lo que me estás ofreciendo? - para un momento de follarse con el consolador, sorprendida por la espontaneidad de la putilla.
Sí sí - responde -. Sé...sé lo que le entrego, lo que le ofrezco - sigue moviéndose excitada sobre mi polla, debajo de las nalgas, los muslos de nuestra Ama.
Sea entonces - vuelve a follarse despacio -. Eres mia, soy tu Dueña, de ti, de lo tuyo - las palabras le salen entrecortadas -. Me perteneces desde éste momento. Lo que hagas, lo que pienses, lo que digas, lo que sueñes y quieras es mio - le apreta un pezón -. Esa queja - le suelta el pezón -, ese suspiro, ese gemido...me pertenecen - termina diciéndole entre un suave orgasmo que le recorre cada poro. Se levanta, se acerca hasta mi, inclinándose y me susurra "ya sois dos". Sus palabras me estremecen, por un momento Su voz dulce me calma. Me hace soñar.
Paseamos los cuatro juntos, por una de las calles principales de la ciudad. Salvo por el collar metálico que lucimos. Aparentamos normalidad, una familia feliz, bien avenida. Debajo de la ropa estamos desnudos. La ramera y la putilla con un vestido blanco cada una, ajustado que les llega hasta medio muslo, con un buen escote. El mamón y yo con pantalones blancos y camiseta del mismo color. Hace frío, aunque no tanto como para no soportarlo. Voy recordando la situación de la mañana, abstraido en esos recuerdos. A la ramera le había tocado dormir con la putilla, en la cama de matrimonio. Durante buena parte de la noche se habían escuchado los jadeos de placer. No sé cuántos orgasmos habían tenido. Parecían insaciables. El mamón había dormido solo, tranquilo. Bueno, eso si los gemidos de la habitación de al lado no lo habían llevado a masturbarse.
Ya temprano, tenía mis primeras obligaciones. Las órdenes eran que debía entrar en habitación de matrimonio y sin mediar palabra despertar a la ramera y a la putilla lamiéndoles el coño alternando los lametones en uno y otro. Una vez despiertas ellas debían darse placer, llenándose el culo, con mi consolador negro la putilla y el rojo, apagado, la ramera. Después, entraba en la habitación del mamón, le hacía una buena mamada hasta que se le ponía bien dura y me la insertaba hasta el fondo, cabalgándolo hasta que se derramaba dentro, llenando el interior del perro. Se la volvía a mamar para limpiarla y dejarla bien dura.
La siguiente tarea era hacerme una paja en la cocina, derramar la corrida en un vaso para verterla después en el cartón de leche. Durante el desayuno, todo el rebaño debía llevar en su interior leche de perro, además de la propia del envase.
Aunque no eran precisamente esos pensamientos los que me abstraían. Habiamos tenido unas visitas inesperadas de dos amigos del mamón. Nos vestimos deprisa, siempre con el collar. El mamon le envió un mensaje a nuestra Ama informándole de lo ocurrido. Ama Blanca le respondió "la putilla y la ramera en la habitación de matrimonio, desnudas. El perro en tu habitación, desnudo. Tu puedes estar vestido, al menos de momento". Nos miramos, nerviosos y sin pérdida de tiempo nos dirigimos a las habitaciones indicadas cerrando la puerta.
Escuchábamos la conversacion que tenían los tres abajo, aunque apenas podiamos oir lo que hablaban. Hasta que oí abrirse la puerta de la calle.
Hola - era nuestra Ama -. ¿No me vas a presentar?.
Sí claro, son David y Javier. Unos amigos.
Encantada. Espero que os estén atendiendo bien - un breve silencio -. Acompáñame - sin duda se refería al mamón. Abrió la puerta de la habitación del mamón, entraron -. Desnúdate y llena el culo del perro de tu padre.
Pero Ama.... - le cogió de los huevos, dándole una bofetada, dedicándole su mirada cristalina, su suave sonrisa -.
Hazlo - dejó la puerta abierta y se dirigió a la habitación de matrimonio -. A ver, en la cama, las dos. Y empezar a comeros los coños, sin correros - salió dejando también la puerta abierta, sin esperar respuesta ni ver si cumplían con Su orden. Volvió al salón y empezó a hablar con los amigos del mamón. Se reían, parecía que se estaban divirtiendo mientras mi culo estaba siendo follado por el macho de la cuadra. Los gemidos empezaban a oirse fuera de la habitación de matrimonio -. ¿No os parece que vuestro amigo tarda un poco? - les preguntó nuestra Ama -. Anda, subir a buscarlo - el mamón paro un segundo de embestirme. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Empezaba a imaginarme lo rebajados que íbamos a estar cuando nos vieran así.
Joder - dijo uno de ellos al ver cómo el mamón se estaba follando a su padre -. Menudos maricones.
Pues cuando veas esto.... - dijo el otro -. ¡Qué putas hay en esta casa!.
El que nos había pillado al mamón y a mi, enseguida fue a ver lo que había en la otra habitación.
Joder, ¡qué rameras! - se dejaron de oir los gemidos de la ramera y la putilla -. ¡ Es alucinante lo de esta casa !.
Sí, ¿verdad? - era nuestra Ama -. Son un rebaño de depravados jaja. Bueno, no me diréis que no queréis participar. O abusar... - no decían nada -. Desnudaros y follarlas el coño, así como están, mientras se comen entre ellas.
-¿ Y podemos corrernos dentro ?.
- A ver, si son unas putas y unas rameras, ¿qué pensáis?.
Ya no se oyó más conversación. Solo el sonido del movimiento en la cama. En unos instantes gemidos de los amigos del mamón y los jadeos ahogados de la putilla y la ramera.
- También podéis correros vosotras - les dijo Ama Blanca -. Pero que se oiga bien claro.
Siguieron follándolas unos minutos hasta que primero ellos dieron muestra de la corrida que estaban teniendo derramándose en los coños que llenaban con sus pollas.
¿Verdad que es mejor que la mierda polla del perro de tu marido? - estaba más humillado por momentos. Desde ese momento también sabían lo que soy y el nombre por el que me llamaban en la cuadra. Enseguida se corrieron también la putilla y la ramera, llenando la habitación de sus gritos de placer -. Ahora limpiaros las dos la leche que os sale del puto coño.... Vosotros, acompañarme a la habitación de al lado. Perro - me dijo Mi Ama desde la puerta invitando a los amigos a entrar -, déjales la polla bien limpia, que saborees el coño dela ramera de tu mujer y de la putilla de tu hija - me pareció que dudaban un momento, aunque las últimas palabras de Mi Ama terminó por animarlos -. Ahora sabéis lo que son, mi rebaño. Así que disfrutarlo - primero David y luego Javier me metieron la polla en la boca, follándola por los embites que me daba el mamón, haciendo que me atragantara, hasta que quedaron limpias y duras otra vez.
Mamón, sigue hasta que te hayas corrido. Ya podéis iros - les dijo a su vez.
Ya volveremos mamón jajaja - dijo uno.
Ni hablar, mi rebaño, mi cuadra. Aquí solo entra quien yo quiero y cuando quiero - a los pocos minutos escuché la puerta cerrarse -. Bueno inútiles, espero que hayáis aprendido. Esta tarde os espero en la puerta de la cafetería. Os pasearé un rato - se volvió y cerró la puerta tras de sí.
Y allí, sin darme cuenta, habiamos llegado. Justo cuando recibimos un mensaje que nos ordenaba esperar fuera. "Quiero ver que no traéis bragas. Perro y mamón, de espaldas a la cafetería levantad la falda a quien tenéis al lado". Nos miramos. ¿Hasta dónde íbamos a llegar?. Disimuladamente levanté la falda la ramera hasta dejar las nalgas a la vista. El mamón había hecho lo mismo con la putilla. La expresión de las dos decían lo mismo. Estaban llenas de vergüenza, no levantaban la mirada del suelo, sonrojadas. Pensaba en que nadie nos viera, se diera cuenta de nada. "Ni os imagináis la que estáis liando dentro" nos decía un mensaje de nuestra Ama. "Pegad las dos el culo al cristal mientras pago". El alboroto dentro de la cafetería empezaba a oirse fuera. No sé por qué me giré un momento. Preferiría no haberlo hecho. Algún dedo al otro lado de la ventana tocaba, recto, la entrada del culo de la ramera, al lado una lengua lamía el cristal a la altura de las nalgas de la putilla. Volví a mirar fuera del local en el momento en que unos golpecitos se notaban incitando a las dos a darse la vuelta y ver el espectáculo que estaban provocando. Las lágrimas de la ramera ya resbalaban por sus mejillas y las de la putilla bañaban sus ojos. ¿Por qué no se iban?.
- Venga, vamos - dijo Ama Blanca cuando aparecía por la puerta. Se puso en medio de las dos, acercó su cara , primero a la de la ramera lamiendo sus lágrimas y besándola en la boca, después a los ojos de la putilla dando un beso en cada uno y otro beso en la boca -. Tenemos cosas que hacer - y la seguimos.
Llegamos a una tienda de animales, en la que habían preciosos cachorros de perro en el escaparate. Entramos después de nuestra Ama. Se dirigió al mostrador y saludó con familiaridad a los dueños.
Hace días que estoy pensando en dar una limpieza adecuada a mi rebaño - continuó después de saludarles -.
Tú y tus cosas - dijo el dueño -. Sabes que nosotros no practicamos tus tendencias.... aunque también sabes que te queremos mucho.
Pronto cambiaréis de idea, cielo. Y como también os quiero mucho.... venimos a tu tienda. Será algo sencillo. Una higiene y arreglo igual al que le hacéis a cualquier mascota. A ver, desnudaros - se volvió para dirigirse a su rebaño.
-Aquí no cielo - dijo la dueña -. Nos podéis espantar a la clientela. Pasar a los boxes de dentro -. Seguimos a nuestra Ama, que al pasar por su lado le dió un beso en los labios dándole las gracias. Después supimos que eran un matrimonio liberal, bisexual los dos, que conocieron a nuestra Ama en unas vacaciones.
Llegamos a la zona de boxes, donde nos desnudamos.
Cariño - decía la dueña a Ama Blanca -, además aquí tenemos la zona de higiene de animales más grandes.
Donde digáis está bien cielo - respondió acercándose a ella, besándole en los labios, atrayendo su cuerpo por las nalgas -. Verás, lo que quiero es una buena limpieza y un peinado digno de los mejores perros. Mira cómo están.
¿Y eso que tienen escrito?. Se borrará.
No te preocupes, vienen preparados para salir de aquí con mi marca. Así que ya puedes empezar por el perro y la ramera - la dueña miró primero a nuestra Ama, divertida por lo que veía.
Lo normal es que los sujetemos por el collar a un gancho para que no se muevan. Ya sabes, los perros se mueven mucho - Mi Ama asintió con la cabeza diciéndole "tu verás". Nos puso una correa en el collar a la ramera y a mi y nos metió en el mismos boxer, sobre un plato de ducha. Se puso unas botas de goma y unos guantes de paño sobre el que derramó una buena cantidad de detergente para perros, después de mojarnos. Empezó a enjabonarnos moviéndonos como si fueramos verdaderos perros, levantándonos la cabeza por la barbilla, desplazándonos con una mano sobre las nalgas, pasando la otra enguantada entre las piernas cogiendo mi polla y pajeándola para que quedara bien limpia o por el coño de la ramera para fortarlo bien, metiendo dos dedos en él o en el culo de los dos. Era realmente humillante sentirse manejado como lo estaba haciendo, llegando a todos los rincones con esa habilidad de haber lavado a tantos perros. Empezaba a aclararnos el jabón cuando oimos la respiración de dos perros que se acercaban jadeando, oliéndolo todo.
¡Ui, perdonad! Se me habia olvidado. Tenemos estos dos perros que necesitan tratamiento - se dirigía sobre todo a nuestra Ama -. Éste está siempre en celo, se agarra a cualquier pierna que tenga cerca. Su dueña está amargada....jajaja - ya estaba olisqueando el coño de la ramera. Era marrón, un pastor alemán o algo así. Nunca me habían interesado los perros -. Este otro está siempre triste. No sabemos cómo animarlo. Aunque hasta ahora no se había acercado a otro animal - me estaba rodeando, oliéndome entero.
Bueno - decía Ama Blanca -, a lo mejor es maricón como mi perro.
Espera, que me los llevo.
Si no molestan cielo. Déjalos a ver qué hacen. A lo mejor hasta se curan jajaja - rieron juntas.
La verdad es que tenía miedo. Temía que esos animales pudieran mordernos, hacernos daño. No me movía. Supongo que me estaba mostrando sumiso ante ellos. De pronto noté una lamida en la polla. Era algo áspera, aunque nada desagradable salvo por el pánico de que desapareciera dentro de su boca. Y del asco, claro. Seguía sin moverme. No me atrevía ni a respirar.
- ¿Lo ves?. Es tan perro que hasta se va a correr. Aún no se la había visto tan dura - Mi Ama hablaba con ironía, rebajándome con cada palabra -. Anda quítalo de ahí que no quiero que se corra.
Mientras tanto, a mi lado, la ramera estaba notando las lamidas del otro perro en el coño y el culo. Me miraba con cara de pánico, moviéndose cada vez que notaba la lengua del animal recorriendo sus rajas, escapando de él. Hasta que nos quedamos con las caras enfrentadas. No pude ni quise reprimir el beso que le di, en los labios, metiéndole la lengua en la boca, buscando la suya. No recordaba los dias que no se lo hacía. Correspondió a mi beso, suspirando apasionadamente. De pronto se tensó. El perro acaba de poner las patas delanteras en su espalda y, antes de que nadie pudiera reaccionar, le había metido la polla en el coño. Empezó a sollozar "no no no no...." sin cesar. Busqué su boca otra vez para aliviarla. Notaba las rápidas arremetidas del animal juntando más nuestros labios. La ramera intentaba coger aire. Yo le besaba los ojos, las mejillas, los labios. Y unas patas subieron también a mi espalda. Cerré los ojos esperando el mismo tratamiento que el coño de la ramera, aunque en mi culo.
- No estaba siendo justo - dijo Mi Ama -. La ramera gozando y el perro celoso. Dos perros maricones apareándose, jajaja.
La polla del perro me estaba llenando el culo, metiéndola y sacándola a un ritmo frenétido. Había dejado de besar a la ramera esperando que mi interior se amoldara a la polla animal. La miré a los ojos y vi cómo el deseo empezaba a aparecer en ellos. Abrió la boca y dejo escapar un único jadeo de placer, cerrando los ojos dejándose llevar. Me estaba excitando con tanta humillación. Moví el culo atrás, follando la polla del perro, haciendo circulos con las caderas para notarme más lleno.
- Voy a cerrar la tienda y a llamar a mi marido. Esto no se ve todos los días- dijo la dueña de la tienda.
Cuando volvió con su esposo, los perros seguían follándonos y la ramera mamando la polla del mamón que no paraba de atragantarla. Mi Ama se acercó al marido, le puso una mano en la polla, besándolo. Por detrás la dueña tocaba las tetas de Ama Blanca, desnudándola a la vez. Se desnudó ella, tumbándose en el suelo con la piernas abiertas para que Mi Ama le comiera el coño. No paraba de gemir, de moverse con las lamidas que le dedica nuestra Ama. Hasta que la polla del dueño le entró en su empapado coño, metiéndole la cara entre las ingles de su mujer.
- Putilla - jadeaba Mi Ama - ¿a qué esperas para que te coman el puto coño?.
La putilla, que se estaba masturbando de pie, se arrodilló sobre la cabeza de la dueña, acercando el coño a su boca. Cuando notó la punta de la lengua rozándolo suspiró abriéndose los labios del sexo, dejando que la follase con ella.
Pellízcale los pezones, putilla - ordenó Mi Ama. La putilla soltó los labios de su coño, empapados en su flujo, y empezó a pellizcarlos suavemente. Al ver que la excitaba más, que intensificaba los lametazos, los fue apretando más, mirando cómo la dueña del local se retorcía en el suelo, moviendo el coño y empujando con la cabeza hacia la entrada de su sexo que no paraba de sacar flujo. La putilla inició un vaivén con las caderas buscando que la lengua la recorriese entera. Miraba encendida a nuestra Ama, que seguía lamiendo a la propietaria, abriéndole más las piernas dobladas para meterle tres de sus delicados dedos hasta el fondo, pasando la lengua por el clítoris y dándole pequeños mordiscos para llevarla al orgasmo, a la vez que sentía cómo le llegaba a Ella, follada por detrás por el dueño de la tienda, que la cogía por las caderas, empujando la polla con golpes secos y profundos. No sé cómo lo hicieron, cómo consiguieron correrse a la vez los cuatro, llenando la zona de boxes de gritos y gemidos que parecieron contagiar a los perros, acelerando más la follada del coño de la ramera y la de mi culo. Hasta que noté cómo la leche me llenaba entero, más de la que podía pensar, mientras arañaba mis costados. Al instante, la ramera aceleró la mamada que hacía al mamón para provocarle que se corriera a la vez que ella, notando cómo su perro le llenaba el coño de leche animal. Gemían los tres, el perro, ella y el mamón dejándose llevar por el placer que les recorría cada poro. El mamón se apartó dejando la boca libre de la ramera, quien la acercó a la mia para pasarme la leche que le llenaba la boca. "Perro, toma leche de verdad" me dijo cuando terminó de pasármela toda, dejándose caer aún con el pastor alemán invadiendo su coño.
Limpia la polla de éste macho, putilla- decía nuestra Ama refiriéndose al dueño del local. Se incorporó y de rodillas le dijo a su mujer que le limpiase el coño de la leche de su marido.
Los perros ya habían salido del culo y de coño, desapareciendo de nuestra vista. Lo que aprovechó Ama Blanca para ordenar al mamón que nos limpiase el culo y el coño con la manguera. Enseguida noté cómo entraba agua en mis intestinos, hinchándolos para evacuar el agua y la leche en el momento en que retiró la manguera y la aplicó al coño de la ramera, quien se retorcía al sentir cómo le entraba el líquido.
Mi Ama volvía a correrse estrujando las tetas de la mujer, que no paraba de tocarse el clítoris para correrse de nuevo. Su marido, follaba la boca de la putilla con la polla dura, soltando una nueva corrida que tragó con ganas, empujando las nalgas del hombre hacia ella para que no se retirase hasta que hubiera soltado la última gota.
Al menos uno de los perros ya está curado, jajaja - decía Mi Ama, despertando las risas de los demás -. Ese ya no tiene nada de tristeza. El problema es el salido. Su dueña ahora sí que lo va a sufrir, jajaja. Venga cielo, ¿puedes terminar con la higiene de mi rebaño? - terminó dirigiéndose a la dueña de la tienda.
Me va a costar después de esto, jajaja, pero vale.
Pasado un rato, nos había hecho la higiene a los cuatro y peinado. Estábamos también con la marca de nuestra Ama. Nos vestimos y nos dirigimos a la puerta. Ama Blanca nos ordenó esperar fuera, mientras Ella se despedía de los dos, con un provocador morreo a cada uno, diciéndoles que no se preocupasen, que volvería. Aunque para entonces les pediría algo a cambio. Abre la puerta del local, mirándonos fijamente, sonriente, atrayéndonos sin decir nada. Se detiene un segundo a mi lado y me susurra:
- ¿Qué estás haciendo, perro?