Hasta donde quiera 6
Hay sorpresas que pueden ser gratificantes, o no?
Estoy vencido. No sé cómo soy capaz de mantenerme erguido. Ni cómo me mantengo en el taburete. El cuerpo totalmente entumecido, con fuego en el culo y en la polla con lo que la atraviesa interiormente, por ese dilatador uretral bien sujeto para que no se salga.
Al otro lado del armario la ramera ha dejado de gemir. Oigo aún el vibrador, aunque no los movimientos de follarse el culo, abierto por el consolador pegado a la ventana.
Mi Ama entra al despacho y se dirige a la ramera. Supongo que aún tiene al mamón desnudo fuera. La desnudez de Ama Blanca me despierta todos los instintos. Se escucha una queja justo cuando Mi Ama le dice "ven aquí". En unos instantes veo aparecer a Mi Ama que camina despacio, hacia atrás con los brazos extendidos. Enseguida se ve a la ramera caminando arrastrada por los pezones presionados por los dedos de nuestra Ama. Se sigue quejando intentando seguir Sus pasos, procurando que no se salga el vibrador. El culo lo tiene libre. El consololador ha debido quedarse enganchado en el cristal. Me quedo asombrado cuando leo en las nalgas escrito "LLENO" con el rotulador. No puedo imaginar la humillación de la ramera durante todo ese rato enseñándolo desde la ventana.
- Que no se te salga - refiriéndose al consolador del coño -. Acércate - le dice sentándose en la silla que suelo utilizar durante la jornada, con respaldo ancho y alto, abatible hacia atrás si empujas un poco con la espalda. Cuánto lo echo de menos -. Te voy dar un premio. Un regalo que espero que sepas valorar. Vas a limpiarme el coño de la leche del mamón de tu hijo. Así apreciarás su sabor, pero sobre todo apreciarás el mio. Vas a tener una mezcla de sabores que te van a llegar muy adentro. Vas a tener en tu interior el placer de disfrutarme. A cuatro patas y empieza - nuevos gemidos, esta vez de Mi Ama, llenan la estancia. Las miro excitado. A cuatro patas la ramera limpia el coño de Ama Blanca, que empuja el respaldo ayudándose a sacar el pubis del asiento para que la lamida llegue mejor a Su coño. Levanta las piernas por ambos costados de la ramera y pone la planta de los pies sobre su espalda, dejando las piernas dobladas, ofreciendo todo el esplendor de Su sexo, empapado de leche, queda expuesto a la lengua y labios que van a limpiarla-. Mamón ven aquí, no te escondas - dice entre jadeos. Entra con la cabeza agachada, sin querer mirar a ningún sitio - ¿Qué miras?. ¿Acaso no te gusta el culo de la ramera de tu madre? - vuelve a gemir -. Llénaselo -. El mamón se queda parado, mirando el culo ofrecido de la ramera -. ¿No me irás a empezar con remilgos?. Con la de veces que te la has follado - la ramera no para de lamer, de acercar los labios y la lengua al coño de nuestra Ama, que no deja de gemir -. Es solo una ramera, ésta es su condición - suspira mostrando el placer que la invade -. Para ramera - ordena - ¡Que pares! - coge Su cabeza entre las manos con delicadeza, haciendo que se incorpore hasta dejar la cara a Su misma altura. Le besa con energía, placer, empujando desde la nuca con ambas manos, saboreando los liquidos que empañan los labios y el paladar de la ramera. Retira una mano mientras siguen con el beso. Con el dedo índice indica al mamón que se acerque. Le coge los huevos apretándolos con fuerza. Cuando se dobla por el dolor, suelta a la ramera y le da una bofetada a él en cada mejilla, provocando que se le salten las lágrimas, dejando Sus manos marcadas -. Mira imbécil, esto que ves aquí no es tu madre, es una puta ramera que cuando yo quiera va a hacer lo que se me antoje. Y si quiero que la follen, la follan, quien yo quiera y como quiera. Y como tu eres un mamón, Mi mamón, le abres el culo y punto. A ver si te queda claro - le deja los huevos libres, coge aire, aunque permanece agachado por el intenso dolor que le llega a los riñones -. Ponte detrás de ella, de rodillas y llena su puto culo con tu puta poya.
Miro atónito la escena. La impotencia que siente el mamón, esforzándose por eliminar los tabúes a los que le hemos sometido tanto tiempo. La ramera los está superando, igual que yo. Está con los brazos envolviendo las nalgas de nuestra Ama, que a su vez las mueve haciendo círculos sobre el asiento, restregando Su humedad por la cara de ella. Se agarra con las manos al filo de la silla, iniciando un vaivén, como si la estuviera follando la boca. Un gemido de sorpresa se escapa de la garganta de la ramera cuando el capullo del mamón le entra en el culo, separando unos centímetros la boca del sexo de Ama Blanca, para tomar aire y sentir con más intensidad la invasión de todo el miembro. Nuestra Ama la coge por la cabeza empujando el pubis hacia la cara, a la vez que el mamón saca y mete ya su miembro sin dificultad, notando la estrechez del agujero y la presión del esfinter que hace que se le ponga más dura.
Ama Blanca está llegando al orgasmo, levantado las caderas empujando con los pies sobre la espalda de la ramera, aplastando Su coño en los labios y la lengua que ya está entrando en su raja para dejarla bien limpia. Las embestidas del mamón son fuertes, golpes secos. Gime ante el inminente orgasmo.
No se te ocurra correrte - suspira nuestra Ama. Sigue follando la cara de la ramera -. Ni lo pienses mamón - termina dándole una bofetada que le llega floja -. Ahora te llega mi flujo, mi sabor, ramera - dice mientras se deja caer en el asiento, empujando el respaldo con la espalda, tensando el cuerpo, moviendo el coño por los labios y cara de Su ramera -. No pares no pares - se está corriendo impregnándole todo el rostro, dejando Su flujo, Su líquido incluso en las fosas nasales. Se va relajando, despacio, sin prisas, mientras aún nota los lengüetazos en Su coño y las embestidas del mamón en el culo de la ramera.
Basta. Los dos. Ya podéis parar - les dice incorporándose comodamente en la silla . Mmmm has estado muy bien ramera. Pero no vayas a pensar que se ha terminado - se miran atentamente. Mi Ama con dulzura, con placer. La ramera suplicante, cansada -. A ver mamón, ahora espero que no seas tan remilgado. Siéntate en la mesa del perro - pensé que no se acordaba de mi, que no quería saber nada -, con la polla en el mismo lado que él, las piernas colgando en su lado de la mesa - se levantó torpemente aún con la polla dura. Menos mal que la tenía más grande que la mia. Hizo lo que le había ordenado nuestra Ama. Si no saliera de mi boca el consolador podría metérmela hasta la garganta -. Ramera, sacate el consolador, que lo vas a derretir. Sube a la mesa, una pierna a cada lado del mamón, ponte de rodillas bajando sobre su polla y mirándole a la cara. La quiero toda dentro de ese coño de ramera que luces - antes de que terminase de darle las instrucciones ya tenía la polla del mamón llenándole el coño. Parecía que lo estaba deseando, que ansiaba que la follase -. Mamón, apoya la espalda en la mesa. Y tú - se dirigía a la ramera - apoya las manos en el trablero, como una perra. Empezar a follaros despacio. Y prohibido correrse -. Vino hacia mi lado de la mesa, moviendo las caderas como solo Ella sabe hacerlo. Despertando la erección que se asomaba en mi polla y que se interrumpía al instante por el dolor del dilatador uretral, arrancándome quejas ahogadas en la garganta de la que volvía a salir bilis -. No te quejarás perro. Tienes una vista espectacular - .No podía verla, estaba justo a mi lado, oculta por esas paletitas de cuero que me tapaban la visión lateral de lo que pudiera haber en esa zona. Posó las dos manos sobre mis hombros, aliviándome del dolor, de todo lo que ya me aquejaba con solo sentir Su contacto. Hasta que inesperadamente dio medio vuelta al asiento del taburete, intensificando el dolor que empezaba en el esfinter y llenaba todo el interior de mi cuerpo. Quise gritar, pero la bilis que volvía a salir y el consolador que pasaba por el interior de la anilla lo impidieron. -. ¿No te gusta ésta vista perro? - abrí los ojos y vi, ante mi, el coño depilado de Mi Ama, provocador, sensual, sexual, con la punta del consolador que salía de mi boca entre sus ingles que lo mantenían atrapado rozando los labios de Su coño. Solo pensaba en follarla, aunque fuera con ese juguete. Ojalá pudiera follarla. Como si me hubiera leido la mente, abrió las piernas moviendo las caderas, buscando la entrada de Su sexo sin tocarlo. Introdujo la punta, solo la punta -. Fóllame perro de mierda, con una polla de goma porque la tuya es ridícula, insignificante, otra mierda - jadeó al entroducírselo, depacio, sin parar. Hasta que mi nariz tocó Su coño. Aspiré profundamente, invadiéndome de Su aroma, me llenaba de Ella, de Su poder. Ansié correrme, fundirme en Mi Ama. No me importó la bilis que resbalaba una vez más hasta los huevos -. Te he dicho que me folles inútil, no que me llenes-. Empecé a meter y sacar el consolador de Su coño, provocándome más arcadas. Pero en la cuarta o quinta embestida se lo sacó Ella misma -. Ni para esto sirves perro. Es lo único que vas a tener - . Otra media vuelta al asiento, dejándome más bajo que antes, con un tremendo dolor que me recorría todo el cuerpo, más profundo en mi interior, con el consolador aún mojado de Su flujo apuntando el culo de la ramera -. Ahora tienes un primer plano, jajaja. Fóllalo, a ver si eres capaz de follar bien el culo de la ramera de tu mujer - apunté la entrada, empujé con la cabeza, conteniendo una descomunal arcada y entró. Mi Ama se había movido al otro lado de la mesa, abrió las piernas dejando la cabeza del mamón en medio de ellas y sin necesidsd de decir nada, empezó a lamer, empezando con la punta de la lengua en el clítoris de nuestra Ama que dejó escapar un intenso suspiro que me transportó a otro momento, a otro lugar.
Nos estábamos preparando para la llegada de Ama Blanca. En la cuadra teníamos que estar los cuatro desnudos, siempre. Si la ramera o la putilla tenían la regla, se solucionaba con un tampón. Cada uno teníamos nuestro collar y la marca de nuestra Ama. La mia era permanente, pagada en especies. Era el único que le había pedido que fuera Mi Dueña y que me había ofrecido a ser Su absoluta propiedad. Para el resto del rebaño era Su Ama. Teníamos prohibido invitar a nadie a casa si no informábamos antes a nuestra Ama y teniamos Su expresa autorización, a riesgo de sufrir alguna sorpresa si no cumpliamos con ese requisito. Había otras normas y limitaciones que siempre debíamos seguir, como con quién se compartía habitación entre el rabaño, salvo yo que siempre dormía en el sofá.
Ese día iba a venir a Su cuadra con una sorpresa impresionante. Estábamos intrigados. No parábamos de pensar qué podría ser. Aunque no teníamos ni idea. Nos habiamos repasado el depilado de los sexos como cada día. A mi Ama le gusta bien limpio. No podiamos hacérnoslo a nosotros mismos. Cada día cambiaba a quién debiamos rasurar.
La ramera estaba en la habitación de la putilla, haciéndole una mamada al mamón. Yo en el salón comiéndole el coño a la putilla. Las órdenes de nuestra Ama habían sido esas. Nos quería así cuando llegara, sientiendo la humillación de dar placer a las crias que la ramera había parido. Los jadeos se oían en ambas estancias, aunque juntos llenaban la casa. Oimos la cerradura de la puerta por lo que tanto la ramera como yo intensificamos el placer que les estábamos dando, consiguiendo que justo cuando se volvió a cerrar la puerta el mamón y la putilla se corrieran a la vez.
¿Lo ves Irene?. Son todos unos degenerados. - era la dulce voz de nuestra Ama -. Y ahora mis sumisos - ese nombre me sonaba. Aunque Irenes debían haber unas cuantas. Solo necesité oir su voz para ponerme en guardia. No me creía que eso pudiera estar ocurriendo. Me giré, dejando de comer el coño de la putilla, a la vez que me cruzaba con su mirada de asombro.
Joder Blanca, increible. Si parecía una familia de lo más modosita. ¿Y qué nombres dices que les has puesto?.
A ver Irene. No son una familia. Es Mi rebaño. Estos son el perro y la putilla. A los que oyes en la habitación de al lado son la ramera y el mamón. Y no sabes lo mejor: los nombres se los ha puesto el perro. ¿Tú te crees?. Poner esos nombres a su propia camada...
No sabía cómo esconderme. Mi Ama estaba con la mujer con la que había tenido una aventura, que había sido mi amante hace unos años. Estaba allí, mirándome fijamente, observando en qué me había convertido. De acostarnos juntos había pasado a ser un perro, a no tener nada.
¿Sabes?. Me pregunto cómo pudiste tener un amante con una polla tan ridícula - le dijo Mi Ama.
Por eso lo dejé. Estaba cansada de estar disimulando. Y encima no se daba cuenta. Tonterías que se hacen.
Bueno, ahora hay donde elegir. Aunque el perro de bien poca cosa sirve, jajaja. Putilla, levanta y di a la ramera y al mamón que salgan - pasó por el lado de Irene mirándola desafiante. Enseguida aparecieron los tres, con el mamón en medio -. Bueno, como hacía tiempo que no os veíais, deberíais saludar a Irene - la miraron los tres incrédulos. También habían llegado a conocerla y se les notaba que no les hacía ninguna gracia que estuviera ahí -. Tiene que sentirse como en su casa. Así que ya sabéis, a complacerla en lo que os pida - nos quedamos mudos, pensando en que para nada queriamos tenerla en la cuadra.
Blanca, al perro ya me lo he tirado, bueno por decirlo de alguna manera. Pero a la ramera le tengo unas ganas... - antes de que terminase de decirlo Mi Ama ya le había ofrecido disponer de quien quisiera. -. Vamos a tu habitación ramera.
De eso nada - dijo enseguda Ama Blanca -. Todo aquí, entre nosotros no hay secretos, jejeje. ¡Ah! Que lo dices por ti. No te preocupes. Mira, vamos a empezar a jugar con ellos y te vas animando. A ver ramera, desnuda a la amante del perro - la ramera nos miró a nosotros, buscando ayuda. No quería caer tan bajo -. No le hagas esperar - bajamos la mirada, no queriamos encontrarnos con la de la ramera.
Se acercó a Irene, se puso delante y empezó a desabrocharle la blusa, despacio, sin ganas. Nuestra Ama le dio un azote en las nalgas diciéndole que pusiera ganas.
- Bésala, que se note que te gusta entregarte como una ramera.
Acercando los labios, los juntó con los de Irene iniciando un suave beso que se fue intensificando por momentos. Mi amante cogió las nalgas desnudas de la ramera y la atrajo hacia ella empujándolas hacia arriba. Se las abrió y metió un dedo en el culo, que entró con facilidad.
uuffsss, eres más puta que el puto perro - le susurraba -. ¿Sabes que le tuve una noche atado mientras iba a que me follaran?. Hice cornudo al que te hacía cornuda - siguió besándola. Metiendo y sacando ese dedo de su culo. La ramera seguía desnudándola, con gestos bruscos, practicamente le arrancaba la ropa. Irene hizo que se arrodillara y, forzando la postura de la ramera puso su coño en la boca diciéndole que le diera placer. Por detrás, el mamón cogió las tetas de la invitada, con la polla dura que se metió entre las ingles buscando la entrada de su sexo, tocando la barbilla de la ramera.
Mamón, te he dicho que le folles el culo, no que te la mamen - enseguida pasó una mano por detrás de Irene cogiendo su polla y buscando la entrada del culo. Hico caso omiso de ella cuando decía que por ahí, que nunca le había le gustado. Notó cómo el capullo le entraba retirándose un momento de la boca que la estaba lamiendo, dejando escapar un grito. Le faltaba la respiración.
No te preocupes cielo - le susurró Mi Ama -. Deja que se convierta en tu segundo coño. Pronto no podrás pasar sin que te enculen - y le dio un morreo ahogando sus quejas -. Sigue ramera que nadie te ha ordenado que pares -. Ordenó a la putilla que la desnudara, acariciando cada centímetro de Su piel. Cuando pasaba por Sus tetas le ordenó lamerlas, poniéndole los pezones duros. Nuestra Ama le ayudaba a bajarse los pantalones moviendo las caderas a la vez que las manos de la ramera acariciaba las nalgas. Ya desnuda, le dijo que se pusiera a cuatro patas y a mi que le lamiera el culo, que quería la lengua bien metida en su aguero.
La putilla lo hizo sin demorarse. Estaba disfrutando de la situación. Le excitaba que la ramera le estuviera lamiendo el coño a Irene, a mi amante, y que el mamón le estuviera embistiendo el culo. A cuatro patas, me puse detrás de ella en la misma posición y empecé a lamerle la entrada, mojándolo con la lengua, metiéndole la punta. Empezaba a gemir, mirando lo que estaban haciendo con irene. Había sido muy lista y se había colocado con la cabeza en su misma dirección. Empezó a gemir pasándose una mano por su mojado coño.
- Aparta - me dijo Mi Ama. La vi detrás de mi con el arnés puesto. Apuntó con la polla al culo de la putilla y se lo fue llenando empujando sin parar hasta que la tuvo ensartada. Me colocó una pinza con unas cadenitas en cada pezón y me ordenó follar la boca de la putilla-. Tienes que follársela al ritmo que la enculo perro. Dame las cadenitas de tus pezones - estiró de ellas provocando que pinzaran más. A la vez la polla creció y llenó la boca de la putilla. Mi Ama ya había empezado a follar a la putilla, estirando de las pinzas acompasando el mete y saca de consolador, obligándome a seguir Su ritmo según entrara o saliera de su culo. La polla le provocaba por momentos alguna arcada, lo que le dificultaba llegar a tener el placer que esperaba. Por momentos sentía sus labios pegados a mi pubis, hasta que Ama Blanca aflojaba las cadenas y me retiraba para que pudiera respirar.
A nuestro la lado, Irene había hecho que la ramera se acotara de espaldas para que siguiera así lamiendo su coño colocada a cuatro patas. El mamón de rodillas seguía llenándole el culo, arrancando gemidos ya de placer de mi amante, ayudada a excitarse por la lengua de la ramera. Movía las caderas metiendo y sacando la polla, restregando la cara de la ramera con su coño mojado. Empezó a aumentar los gemidos, follándose ella misma, diciendo que era imposible que la ramera fuera capaz de comerle así el coño, que era una furcia cornuda y que debería haber hecho eso antes. Aceleró el ritmo sin poder hablar ya, gritando por el placer que le estaban dando, hasta que se corrió, apretando el coño contra la cara de la cornuda, provocando con las contracciones del esfinter que también lo hiciera el mamón, cogiéndola por las caderas y dándole unas últimas embestidas fuertes. La ramera hizo intención de retirarse.
Límpia - le dijo irene reteniéndola de los pezones, sin retirar el coño de su boca.
Perro - decía Mi Ama -. Deja de follar la boca de la putilla de tu hija y limpia el culo de Irene - me retiré de su boca, el mamón salió del culo que había llenado de leche y empecé a limpiarlo. La ramera seguía pasando la lengua por su raja. Yo empecé a pasarla por el culo, lamiendo ya la leche que salía, pringosa, pasándola desde abajo hacia arriba
Uumms quién lo iba a decir. A quien hice cornuda limpiándome el coño. A quien hice cornudo lamiendo la leche de su cria. Uucgsss una pasada. La cornuda y el cornudo saboreando mis agujeros... Blanca, eres una diosa uummmm.... - y se corrió otra vez, no sin antes hacernos tomar conciencia de lo rebajados que estábamos, de lo insignificantes que nos habiamos convertido. Oí unos gemidos, nuevos suspiros. La ramera se estaba pasando las manos por el coño. Una follándose con los dedos, la otra acariciando, pellizcándose el clítoris. Terminó corriéndose respirando profundamente debajo del coño de Irene.
Mamón, llena la boca de la putilla, que te deje la polla bien limpia - ordenó nuestra Ama sacando el consolador del culo. Se sentó en el sofá, con la polla falsa apuntando hacia arriba, ordenando a la ramera que se follase con él, mirándole fijamente a los ojos, excitada, con esa mirada clara, intensa que hacía adivinar algo más -. ¿Estás cómoda ramera? - esperó respuesta, pero no la hubo. Se temía algo -. ¿Por qué te has corrido? - empezó a pellizcar uno de sus pezones. La ramera abría la boca, aunque aún no emitía ningún sonido. Apretó más fuerte.
Ama - empezó a hablar, reprimiento el primer gemido de dolor -, no he podido evitarlo. Además el mamón se había corrido antes...
Estúpida, el mamón puede correrse cuando quiera, para eso es el macho de la cuadra - retorció el pezón.
Ama - dijo después de un grito -. Me excité lo indecible con lo que decía Irene - otro grito, saliéndole la primeras lágrimas.
¿En qué quedamos, ramera cornuda? ¿Mamón o Irene? - su voz era dulce.
Las dos cosas Ama - sollozaba -. Por favor , se lo suplico - me está destrozando... - soltó el pezón.
Perro, quitate las pinzas - lo hice sin esperar un segundo, sintiendo un dolor más intenso -. Dásela a Irene -. Nos miró con ojos como platos, pensando que se las tendría que poner ella, diciendo que no con la cabeza -. Jajaja, no son para ti cielo. ¿O es que las quieres tú? - volvió a negar. De fondo se oía la respiración del mamón, que apuntaba ya a otra corrida -. No se te ocurra correrte ahora - se dirigió a él. No sé cómo podía correrse tantas veces -. Ponle una pinza en cada pezón, Irene. Mira lo que has provocado -. Miró a nuestra Ama, asombrada, como pidiendo perdón -. Venga, esto te va a gustar - se acercó, las puso con delicadeza -. Pásale la cadena por detrás del cuello. Así es - la ramera se mordía los labios. No soportaba el dolor. Siempre había tenido los pezones muy sensibles. Ama Blanca le ordenó levantarse, con el cuerpo bien erguido. Se quitó el arnés y le dijo a Irene que se lo pusiera -. Cielo, siéntate en el sofá, que la ramera vuelva a llenarse el culo y te la follas fuerte. ¿No te ponía follar a la cornuda?-. Irene estaba muda, aunque excitada, muy excitada. Se sentó, indicó a la ramera que se lo metiera -. Espera - dijo Ama Blanca -, que te de la espalda. Perro, coje la paleta de la cocina y azota ese puto coño mientras le abre el culo - volví rápido con la paleta, sin perder detalle de la mirada suplicante de la ramera y dejé caer el primer azote a la vez que Irene empujaba el consolador llenándole el culo -. Saca la polla de la boca de la putilla, mamón. Espero que te la haya dejado bien limpia.
Mientras azotaba el coño de la ramera, advertido de que no parase hasta que se corriera Ella, Mi Ama se recostó en el sofá, ocupando la mitad, con las piernas dobladas, ordenando al mamón que la follase. Se puso de rodillas, nuestra Ama levantó las piernas apoyándolas sobre los hombros de él y empezó a follarse ordenando a la putilla que me la mamase mientras daba los azotes. Antes de darme cuenta, estaba arrodillada, metiendo mi duro miembro en su boca, excitado por el sonido de los golpes y las quejas de la ramera, que pedía sin fuerzas que parase. Empezaba a tener el coño rojo, de un rojo intenso, pero no paraba. Por momentos pensaba que le gustaba, que se excitaba. Se movía con cada azote tentada de levantarse.
Al lado, pegados a nosotros, nuestra Ama follaba la polla del mamón, pellizcando sus pezones, diciendo que por eso era el macho de la cuadra, que dudaba que el perro hubiera podido engendrarlos, con esa mierda polla. Me excitaba por momentos, viendo a Mi Ama follando con el mamón, celoso por no ocupar su lugar, aunque cada vez tenía más claro que eso me estaba vedado. La oía gemir, suspirar, hablar, entregándome más a Ella. Miraba a la ramera, las mejillas rojas, llorando, mordiéndose los labios, inflando los mofletes sacando el aire, conteniéndolo, dejándose empujar por Irene, con ojos encendidos de deseo. La putilla mamando mi polla, a punto de explotar, de llenarla con mi leche. Pero no tengo permiso ni la orden de Mi Ama para hacerlo.
Ama voy a correrme - dice el mamón.
Ni se te ocurra - suspira nuestra Ama, acalorada. Retuerce los pezones del mamón provocándole un dolor intenso para que reprima el orgasmo. Pero él gime excitándose más. Le da dos bofetadas y le acerca la cara tirándole del pelo -. Cerdo aún no - suspira. Se incorpora agarrándose de su cuello con un brazo. Pasa la mano entre ambos sexos, coge sus huevos y los apreta con dureza, consiguiendo que el cuerpo del mamón se tense. Mete un dedo en el culo -. Eres mio, cerdo mamón. Te correrás cuando me de la gana - empuja fuerte Sus caderas, Su pelvis contra las del mamón y, notando todo el poder, todo el dominio que tiene se deja llevar por el orgasmo que la estremece entera, dando sacudidas frenéticas a la polla que le llena -. Ahora - le susurra. Y el mamón se corre dentro de Ella, de Su Ama, invadiendo Su coño, Su vagina, Su sexo con la leche que Mi Ama nota que la llena toda. Se deja caer sobre el apoya brazos, con los últimos embites del mamón, sin fuerzas, moviendo las caderas sobre el asiento, dejando que los escalofríos le recorran cada poro -. Irene - gime -, saca la polla de ese culo - perpleja, sin saber dónde está, qué lugar ocupa, empuja a la ramera, le saca la polla de latex del culo, dejo de azotar ese coño que debe estar ardiendo, la putilla deja de mamar la mia. Inere se acerca a Ama Blanca.
¿Estás bien Blanca? - le pregunta.
Cielo, te toca hacer algo por mi - le dice aún en suspiros. Irene la mira, ansiosa -. Límpiame el coño - le pone una mano en la nuca, la empuja a Su coño y, sin oponer resistencia empieza a lamer, a besar el sexo de nuestra Ama, notando cómo Su cuerpo, Su ser se relaja.
La ramera está en el suelo, respiración fozada. Se mira el coño rojo, ardiente, los brazos bajados, las pinzas estiran de sus pezones, levantando las ubres, fozándo un gesto constante de dolor.
Nuestra Ama nos mira, con la cabeza de Irene aún entre sus muslos, lamiendo ansiosamente su primer coño, moviendo el culo en busca inconsciente de placer.
Gracias Irene, eres un cielo - le dice levantando su cabeza, dándole un beso que le estremece -. ¿Cómo estás ramera?.
Ama, se lo suplico, no puedo más - responde.
Vas a tener que aguantar cariño. Vas a tener un orgasmo como no has imaginado nunca. No te preocupes - da un efímero beso a Irene en los labios -. Quítate el arnés anda.
Blanca, necesito correrme....
Ummm, lo sé, lo sé... Lo que pasa es que ahora solo está disponible la pollita del perro...y como antes has dicho que estabas cansada de fingir... pues no sé... a lo mejor vuelves a hacerlo.
Nos quedamos los cuatro mirándola con expresión pícara. Realmente nuestra Ama sabía cómo rebajar, aún cuando no quedaba claro lo que quería.
Me conformo Blanca, no pienso fingir, de verdad, me sirve cualquier cosa.
Irene, estás dando la sensación de ser una zorra. ¿Lo sabes, no?.
Miró a Ama Blanca, queriendo aparentar que estaba indignada.
Mira, si crees que te conformas con un perro, vale. Pero piensa que te puedes quedar preñada de algo tan insignificante.
Ama - intervino la furcia -, el perro no puede engendrar más cachorros - dijo entre el dolor que sentía. Estaba realmente decidida a ganarse el perdón de nuestra Ama.
¿No estarás diciendo que está estirilizado? - le preguntó divertida -. Pues vas a tener suerte Irene, jajaja. Preparaos para lo último. Mamón, ponla bien dura, vas a follar a la putila a cuatro patas. Perro, vas a follar a tu amante mientras la enculo y se come el coño de la ramera - Irene miró a nuesta Ama, desaprobando su parte - Si no te parece bien ya puedes irte - le dijo, sabiendo que haría lo que le tocaba.
El mamón se estuvo pajeando hasta que la tuvo dura de nuevo. Para que se le terminara de poner a punto, la putilla la mamó, succionando unos segundos, se colocó en posición a cuatro patas y esperó a que le entrara la punta, lanzando un pequeño grito y un saltito, empujando ella misma hacia atrás, metiéndosela toda. Ama Blanca hizo que Irene se pusiera a cuatro patas, al lado de la putilla, en posición inversa a ella, con las cabezas juntas y conmigo debajo, metiéndose mi polla en su coño, casi corriéndose ya. La ramera se sentó en el suelo, con sus piernas al lado de mi cuerpo, dobladas y con el coño cerca de Irene. Nuestra Ama empujó con el arnés en el culo de Irene y lo metió entero, de una vez, hasta que notó las nalgas en sus ingles, empujándola a meter la cara en el coño de la cornuda.
Mi Ama empezó a follar despacio el culo de Irene, haciendo que sus tetas se movieran ante mi. Aproveché para lamérsela y mordisquear sus pezones. Recordaba que eso la volvía loca. Empezó a follarse ella misma, provocando que la enculada fuera más rapida y profunda.
- Menudo panorama - suspiraba Mi Ama -. Una zorra follada por un perro, lamiendo el coño de una ramera, uuffss enculada por una Ama. Irene, espero que esto no te esté superando - jadeaba mientras tomaba aire -. Mamón no te puedes correr - le decía excitada.
Irene no podía hablar, estaba lamiendo el coño de la ramera con ganas, diría que con desesperación, entregada a dar placer a la cornuda y al placer que le recorría cada poro. Tenía el coño lleno de mi polla que estaba a punto de estallar. Ella había tenido por lo menos dos orgasmos. Ama Blanca la enculaba con fuerza atrayéndola al pubis con energía.
Mi Ama, le pido permiso para llenar el coño de Irene - le dije apurado, dejando de lamer las tetas de la invitada.
Por qué te crees que la estás follando, perro. Disfrúta y córrete - jadeaba entre embestidas -. Qué pena que seas estéril, inútil.... aprovecha que quizás sea tu última oportunidad de correrte en un humano, jejeje -. Me quede paralizado por un momento. A la vez tanta humillación, tanta limitación, esas palabras de no volverme a correr en ninguna persona, me espoleó a tener un orgasmo que me hizo temblar. No sabía si debía tomar conciencia de Sus palabras, ni de Su intención. Enseguida iba a saberlo -. Estás destinado a follar solo agujeros de zorras y .... - tuvo que tomar aire - y a que te llenen animales, perros de tu especie, perro cornudo.
Irene volvió a correrse cuando notó que la leche del perro de Ama Blanca se derramaba dentro de su coño, lamiendo con fuerza el de la ramera que ya estaba pidiendo permiso para tener su orgasmo. Nuestra Ama se lo dio, sin más.
Mi Ama salió del culo de Irene, dejándolo vacio, abierto. Se quitó el arnés y ordenó a la putilla que se lo pusiera, indicándole que se sacara la polla del mamón y se acostara en el sofá boca arriba. Puso una pierna a cada lado de su cuerpo y de rodillas llenó Su coño de la polla de goma. Llamó al mamón ordenándole que le llenara el culo y que le dieran fuerte.
La ramera tenía Su orgasmo, gimiendo y quejándose a la vez. Las pinzas en sus pezones habían avivado el dolor al retorcerse del placer que estaba sintiendo. Se dejó caer de espalda en el suelo, a la vez que Irene lo hacía sobre mi. Pasados unos segundos, sin fuerza se levantó y, dirigiéndose al sofá, se arrodilló en el apoya brazos donde descansaba la cabeza de la putilla acercando el coño a su boca.
- Limpia, putilla - le dijo.
Mi Ama se incorporó un poco, atrajo a Irene con Su mirada, inclinándose ésta hacia delante y se fundieron en un beso apasionado, envueltas del calor del placer.
Me miró un instante diciendo "azótala". Me levanté enseguida con la paleta de la cocina en la mano dando mi primer azote en una de sus nalgas. Lanzó una queja apagada por los labios de nuestra Ama, por las lamidas que la putilla estaba dando a su coño, limpiando mi leche que salía despacio de su raja. A la vez, movía sus caderas entrando y saliendo del coño de Ama Blanca, que gemía sin parar, llenos sus dos agujeros, despertando un placer que la elevaba a ser más poderosa cada instante. El mamón no paraba de meter y sacar la polla del estrecho agujero de Su Ama, buscando el orgasmo que se le resistía después de tantas corridas. Eso era lo que había estado buscando nuestra Ama, retenerlo en su interior.
Ama Blanca dio unos golpes rápidos con su pelvis, se estaba corriendo, gemía con fuego en sus mejillas, escuchando los golpes que recibía Irene, ya con las nalgas rojas. Ordenó a la ramera que metiera la cara debajo de los huevos del mamón y que los lamiera y chupara, volviendo a besar a Irene que estaba llegando a otro orgasmo a la vez que Mi Ama, retorciéndose y empujando sus coños a la cara de la putilla, Irene, y a las pollas que la estaba follando a Ama Blanca. El mamón explotó dentro de nuestra Ama junto con Ella, justo en el momento que notó las lamidas y los labios de la ramera chupando sus huevos.
Agotadas, se dejaron caer sobre la putilla, sacando Mi Ama la polla del mamón de su culo y la de goma del coño, quitándole el arnés a la putilla.
- Irene, cielo - jadeaba aun -, limpia la leche del mamón, anda - y levantó el culo -. La visita se incorporó. Miró a Ama Blanca, se arrodilló detrás de Ella y empezó a lamer la leche que salía, juntando los labios a Su delicioso culito para absorverlo mejor -. En profundidad cariño - terminó diciendo a la vez que Ella empezó a lamer el coño de la putilla y a follarlo con tres dedos, diciéndole que tenía tres folladas para correrse. Justo dio la tercera, fuerte, tan profunda como le dejaban Sus dedos, a la vez que mordía el clítoris, la putilla tuvo un orgasmo tan bestia que arqueó el cuerpo empujando la mano de nuestra Ama hacia dentro con la suya.
Ama Blanca se sentó apartando a Irene de Su culo, que también se sentó a Su lado.
Mamón, quita la pinzas de la ubres de la ramera de tu madre y dale a Irene sus braguitas -. La ramera dio un grito intentando contenerlo con cada una de las pinzas que le quitaban. Empezó a llorar de su intensidad, doblándose, procurando aliviarse sin éxito. El mamón le entregó la braguita a Irene dejándola sobre su regazo. Cuando hizo el gesto de ponérsela, sabiendo que ya se había terminado, nuestra Ama la detuvo.
No cielo no, termina de limpiarte el coño con ella y dásela a la ramera. Que se ponga la braga de quien la ha hecho tan cornuda. Que note tus líquidos sobre su piel y aprenda a saber lo que es, jajaja - sonriente, aunque extrañada, Irene hizo lo que le había pedido. Se la extendió a la ramera, que empezaba a recuperarse y, humillada, se la puso subiéndola delicadamente por las piernas, hasta que se la ajustó en las caderas, gimiendo por el escozor que notaba en su coño solo con el contacto -. Ahora mezclarás tus líquidos con los de ella.
Después de un breve descanso, Ama Blanca le dijo que Irene que ya podía irse, dándole las gracias por aceptar Su invitación y ser tan obediente.
Uuucffsss a ti Blanca. Estoy que no me tengo en pie - fue a recoger su sujetador, a juego con la braguita.
¿No lo dejas como recuerdo? - le preguntó Mi Ama -. Aún no sé quién hará uso de él, pero estaría bien...
Sí claro... ¿Podré repertir, Blanca?
Todo llega, zorra. Cuando me lo pidas, veré en qué condición acepto - le dio un beso en los labios y ordenó a su rebaño que la siguieran a la habitación de la putilla.
Una vez allí, les dijo que ya sabían lo que podía esperarles. Que cualquier persona, en especial que hubiera podido ser importante en sus vidas podría aparecer por la cuadra. Que habían sufrido un cambio drástico y que les esperaba muchas cosas nuevas, de las que estaba segura que les iba a encantar para su nueva condición.
Me miró fijamente, llenándome de Su poder, recorriendo todo mi cuerpo, provocando una entrega y nulidad que atravesaba todo mi ser. Acercó sus labios a mi oreja y susurró "gracias perro". Salió de la habitación, se volvio y dijo:
"¿Qué tienes?".