Harry y la calentura del sexto curso (3)
Harry encontrará un punto de apoyo que será muy importante durante los próximos meses. Estaba más cerca de lo que pensaba, pero nunca se dio cuenta.
De nuevo muchas gracias a todos por comentar y valorar los relatos. Tener feedback siempre motiva a seguir escribiendo. Espero que disfruten este nuevo episodio. Puede que el cuarto tarde en llegar un poco más de la cuenta.
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AHORA LE TOCA A ELLA ESPIAR
Ginny estaba ayudando a su madre a recoger los restos del desayuno junto a Hermione. Gracias a la magia nadie tenía que fregar los platos sucios, pues estos se limpiaban solos, lo que generaba un gran alivio en la pequeña de los Weasley, que nunca había sido muy dada a las tareas domésticas. Las tres mujeres de la casa hablaban de sus temas sin prestar demasiada atención a lo que sucedía a su alrededor. Molly intentaba darle consejos a Hermione para poder liar con más comodidad con Ron y sus rarezas. La conversación se iba tornando peligrosamente más subida de tono. Ginny poco a poco se iba sintiendo más incómoda, pues no quería tener consejos sexuales de su madre ni saber los tejemanejes de su hermano mayor en la cama. Aunque tenía bastante confianza con Hermione, su reciente amorío con Ron había hecho que la relación de ambas se hubiera frenado un poco. Ginny lo entendía, pero no podía evitar frustrarse, pues seguía siendo su mejor amiga y con la que tenía más confianza. Tratando de no prestar atención a la conversación que tenían su madre y su amiga fijó su atención en la ventana.
A lo lejos vio como Harry, Remus y Lupin se dirigían hacia el cobertizo en el que guardaban el coche. Ese era otro de los temas que le frustraban día a día. No dejaba de pensar en el chico de las gafas. Al principio lo idolatraba por ser el Niño que Sobrevivió, pero poco a poco se fue dando cuenta con el paso de los años que se trataba de un sentimiento que iba más allá. La admiración había dado paso al amor. Quería que se fijara en ella e ingresó en el equipo de Quidditch. En solo un par de años se había ganado el respeto de todos los miembros de la casa, era una de las jugadoras favoritas y Harry la había designado como subcapitana sin que nadie protestase por ello. Sin embargo, su destreza en el deporte, las buenas notas y su involucración en el Ejército de Dumbledore un año antes parecían no haber cautivado a Harry. En más de una ocasión había hablado de este tema con Hermione, que no paraba de darle consejos. Ella le decía que tenía que ser más lanzada, que Harry era un hombre que tenía su atención puesta en demasiados temas y que tiempo de las sutilezas se había acabado. Comenzó a vestir algo más provocativa y, sin embargo, seguía siendo invisible para el chico de las gafas. Los pechos se le habían desarrollado por encima de la media y más pronto que a la mayoría de sus compañeras de clase, incluso eran más grandes que los de Hermione, aunque a ella no le importaba lo más mínimo.
Ginny sintió curiosidad por saber a dónde se dirigía Harry y los otros dos, así que le dijo a su madre que iba a salir a por un producto de limpieza que guardaban en el cobertizo y así poder saber de qué iban a hablar los otros tres. Molly asintió sin detener su conversación con Hermione, por lo que la pequeña de los Weasley abandonó la casa. A una distancia prudencial vio como el chico que le gustaba, el ex profesor y la auror entraban en la pequeña cabaña. Se sentía un poco mal por espiar de aquella manera, pero el verano estaba siendo muy aburrido hasta el momento y supuso que si se ocultaban para hablar de algo sería un tema serio y había muchas posibilidades de que fuera sobre Lord Voldemort. La disolución del Ejército de Dumbledore le había generado un vacío, pues en ausencia de Harry se había convertido en una lugarteniente del mismo. Caminando con cuidado y tratando de no hacer ruido se acercó a un punto que solo ella conocía del cobertizo desde el que se podía escuchar casi todo lo que se hablaba dentro del él. Lo había descubierto hacía solo un par de semanas, mientras iba a por una camiseta que se había olvidado en el coche tras ir a recoger a Hermione junto a Ron y sus padres. Fue entonces cuando descubrió la relación de su hermano con su mejor amiga. Ellos creían que no había nadie a su alrededor y dieron rienda suelta a su romance con un profundo beso que sorprendió a Ginny. Tal fue la sorpresa que tiró una madera que había a su lado y ambos se dieron cuenta de su presencia. Le pidieron que guardase el secreto, aunque no sirvió de mucho, pues Ron se fue de la lengua una noche al final toda la casa se enteró a los tres días.
En esta ocasión Ginny tuvo cuidado y se fijó en que no hubiese nada que pudiese delatarla. Puso su ojo en la misma rendija por la que hacía dos semanas contempló el beso y la forma del cobertizo hacía que las voces llegasen con claridad a su lugar, por lo que podía ver bastante de lo que sucedía dentro y escuchaba casi toda la conversación. Llegó a sus oídos la voz de Harry, que al parecer estaba contando alguna experiencia que había vivido la noche anterior. Ginny se preguntó si se referiría a los ruidos emitidos por Ron y Hermione, que ella misma había usado para masturbarse no sin cierto sentimiento de placer culpable.
—… cuando cerré los ojos pude ver con claridad lo que estaba sucediendo en la habitación de arriba —narraba Harry—. Veía todo lo que sucedía, como si estuviese ahí, junto a ellos, pero sin mi cuerpo. Era una sensación extraña. No podía dejar de masturbarme aunque me avergonzaba de ello, pero cuando más lo hacía más claro lo veía todo. Luego escuché un ruido, pero en esta ocasión venía desde la habitación que había junto a la mía, no de arriba. Sin querer mi mente se trasladó a ese lugar y pude ver a Ginny que se masturbaba también con rapidez.
Ginny alcanzó a ver a Harry cubrirse la cara con las manos tratando de ocultar su vergüenza antes de retirar su ojo de la improvisada mirilla. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. El chico que le gustaba de alguna forma la había visto desnuda y en un momento de lo más íntimo. En parte la hacía sentirse violenta, pero también se excitó ligeramente. Harry no le había dicho nada, pero parecía quedar claro que estaba avergonzado de su actitud en ese momento. Intentó poner en orden sus ideas y trató de no hacer juicios apresurados antes de escuchar la historia entera, pues conocía al chico de las gafas lo suficiente para intuir que nunca hubiera hecho a propósito nada que pudiera herirla. Ginny se centró de nuevo en la conversación. Tonks era la que estaba hablando ahora, al parecer las aventuras extrasensoriales de Harry habían terminado en el momento en el que había llegado a la eyaculación. Todo esto tenía que ver con Lord Voldemort, según argumentó la auror. Se trataba de algún tipo de don mágico que tenía muy poca gente.
A Ginny le costó entender un poco de lo que se dijo más adelante. Al parecer Tonks y Lupin estaba discutiendo en un tono de voz más bajo si era buena idea o no confirmar en ese mismo instante los poderes del Harry, pero al final fue la mujer del pelo morado la que se salió con la suya y el ex profesor se levantó y se ocultó tras el coche. Lo siguiente que pasó produjo en Ginny un shock aún mayor que el enterarse de que Harry le había espiado la noche anterior. En menos de 30 segundos Tonks se había quitado la blusa y el sujetador y se había sentado sobre una de las rodillas de Harry. La auror le susurraba algo en el oído al joven mago, pero lo hacía en una voz tan baja que la pelirroja no era capaz de captar una sola palabra. Lo que sí veía era que el pecho derecho estaba peligrosamente cerca de la boca de Harry.
Cuando el chico de las gafas sacó la lengua para lamer el pezón de Tonks una punzada de celos invadió su mente, pero al mismo tiempo notó como se humedecían ligeramente sus braguitas. Maldijo su cuerpo por mandarle señales tan contradictorias, no sabía lo que debía hacer en ese momento. Se preguntó también que estaría haciendo Lupin, que seguía escondido tras el coche al otro lado del cobertizo. Harry seguía lamiendo la teta de Tonks, que parecía más concentrada en otros aspectos pero aun así no dejaba de disfrutar y trataba de motivar aún más al joven poniendo su mano sobre el marcado bulto de la entrepierna. Ginny no lo aguantó más e introdujo su mano derecha en sus pantis. Comenzó un suave masaje sobre su clítoris. Tenía que hacerlo con especial cuidado, pues el más mínimo sonido podía delatarla en cualquier momento. Alcanzó a escuchar que Tonks le pedía a Harry más concentración para que intentase averiguar lo que sucedía a su alrededor con su recién adquirido poder. Esto alertó un poco a Ginny, que pues cabía la posibilidad de que volviese a verla en acción como había sucedido la noche anterior. Sin embargo, estaba tan caliente que prefirió seguir con el movimiento circular de su dedo índice sobre su botón del placer.
Cuando estaba muy cerca de llegar al clímax, Harry se detuvo de pronto. Ginny sacó su mando de su ropa interior temiendo haber sido pillada de nuevo. Sin embargo, Harry parece que en esta ocasión solo había conseguido ver lo que estaba haciendo Lupin en ese momento y según pudo entender la pequeña de los Weasley también se estaba masturbando. Ginny había perdido el hilo de la conversación que estaba sucediendo dentro del cobertizo, pues de pronto estaba más preocupada por buscar una excusa convincente que explicase lo que estaba haciendo en el cobertizo. Tonks ya se estaba vistiendo de nuevo y pensó que lo mejor era simular que iba a buscar algo al cobertizo, pues en realidad era lo que le había dicho a su madre en un principio. Con mucho cuidado se alejó de la cabaña una distancia prudencial y volvió a darse la vuelta más o menos a mitad de camino, así daría la sensación de que acaba de salir de la casa y que iba en busca de algo.
Cuando estaba a unos 10 metros de la puerta principal del cobertizo salió Tonks del mismo. La mujer del pelo morado actuaba con total normalidad, nada en su actitud hacía pensar que menos de cinco minutos antes había tenido su teta dentro de la boca del mago más famoso del mundo. Ginny también trató de aparentar normalidad, pero se le notaba un poco incómoda. Tenía sentimientos encontrados, pues Harry se suponía que debía ser su hombre, pero al mismo tiempo había traicionado su confianza al haberla espiado. Cuando Tonks parecía que iba a pasar de largo se detuvo junto a la joven.
—Sé que has visto lo que ha sucedido ahí dentro, pero no sé cuánto de la conversación has llegado a escuchar —le dijo a Ginny, cuyo color de piel pasó a ser del blanco de la nieve.
Tonks se rió al ver la reacción de la pelirroja, pues el tono amenazante con el que lo había dicho causó justo el impacto que ella quería.
—¡Solo me estaba metiendo contigo! —dijo ya con una voz más relajada, pero Ginny siguió en tensión—. Debes saber que Harry no quería espiarte la otra noche, era la primera vez que usaba esta magia y no es fácil de controlar. Yo he sabido que nos estabas escuchando porque también controlo el Senxus, pero tengo ya muchos años de experiencia.
—Lo siento, no quería espiaros, es que esta casa es aburrida en el día a día y quería enterarme de cómo iba la guerra —logró articular Ginny.
—Y de paso darte un poco de gusto, ¿no? —le contestó Tonks he hizo volver a palidecer a la joven—. No te preocupes, sé que estáis todos en la edad de ir probando todo este tipo de cosas y me parece lo mejor. Sí te quiero pedir es que no cuentes nada de lo que has visto a nadie, no queremos malentendidos ni que se corra la voz. Por otro lado, podría venirnos bien que sepas todo esto, Harry necesitará un punto de apoyo en las próximas semanas.
—Yo… no sé si podré, ¿No es mejor decírselo a Ron y Hermione?
—Cuanta menos gente lo sepa por ahora, mejor. Además, haréis una buena pareja.
—Pero si nunca me presta atención. Ha pasado un año y nunca se ha fijado en mí —respondió con un aire de tristeza.
—Cariño, te queda mucho por aprender. Si no se ha acercado a ti es por el respeto que le tiene a tu hermano. Se nota que le gustas. Cuando contó que te vio la noche anterior estaba claro que se sentía avergonzado, no quería invadir tu intimidad. Pero cuando hablaba de Ron y Hermione lo que invadía su voz era la lujuria. Te respeta a ti y a tu hermano y por eso no quiere haceros daño a ninguno de los dos, lo que quiere decir que te va a tocar a ti dar el paso y creo que ahora puedes tener buenas posibilidades.
—Gracias Tonks, intentaré ayudar a Harry en los próximos días —contestó Ginny más animada.
—Eso está mejor, en los tiempos que corren los amigos y los seres queridos son lo más importante. Y recuerda: este será nuestro gran secreto —añadió Tonks mientras se iba alejando.
Pocos instantes después salió Lupin del cobertizo. El ex profesor seguía los pasos de su amada y al pasar junto a Ginny le dedicó una sonrisa amable e inocente que dejaba claro que no tenía ni idea de que ella había estado espiando hacía un rato todo lo que sucedía.
—Muchas gracias por el desayuno. Nos ha surgido un asunto de última hora y tenemos que ir al Ministerio de Magia. Antes nos despediremos de tus padres y vosotros tened cuidado el resto del verano —le dijo a una Ginny que tan solo alcanzó a murmurar un ‘hasta luego’.
Ginny tenía la sensación de que, aunque Lupin aún no se había enterado de que ella sabía todo lo que había pasado, Tonks le pondría al corriente de todo en cuanto abandonasen los terrenos de La Madriguera. Ese pensamiento la puso un poco nerviosa, pero prefirió alejarlo de su mente. La auror le había dicho que ahora podía ser un buen momento para acercarse a Harry de forma definitiva, así que reanudó su marcha hacia el cobertizo.
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UNA ALIADA INESPERADA
Se detuvo en la puerta y localizó a Harry rápidamente sentado en el mismo sitio en el que estaba cuando había espiado anteriormente. Tenía la cara enterrada entre las manos. Solía ser un chico jovial, positivo y lleno de vida. Verle así de derrotado y confundido no le pegaba y algo se rompió dentro de ella también, no podía verle tan triste, tenía que hacer algo o ella también acabaría contagiada por la pesadumbre. Avanzó con tranquilidad hasta que se situó a su lado.
—¿Estás bien, Harry? —el joven de las gafas estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no había oído llegar a Ginny y dio un respingo.
—Ah, hola Ginny. Sí, estoy bien. Es que estaba hablando con Remus de Sirius y me he puesto un poco nostálgico —mintió deliberadamente.
—No necesitas inventarte excusas —le dijo la joven mientras se sentaba a su lado—. Lo he escuchado todo, no era mi intención. Quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que te haga falta.
—¿Quieres decir que también sabes lo de…? —dejó la pregunta en el aire.
—¿Lo de anoche? Sí —Harry palideció, pero Ginny le acarició la mejilla con ternura—. Pero no me importa. Mejor dicho, entiendo que lo hiciste sin querer y te perdono.
—De verdad que lo siento, no volverá a ocurrir.
—¿No volverá a ocurrir? Pues eso sería una pena. Aunque sí preferiría que fuera mutuo y que los dos estuviéramos físicamente en la misma habitación —soltó Ginny con la mayor sensualidad que pudo encontrar en ese momento.
Harry se vio descolocado por la frase tan directa de su amiga. Ginny, en cambio, se iba a jugar el todo por el todo en ese mismo instante. Poco a poco fue acercando su cara a la del chico, que seguía sin moverse, petrificado por la bomba que acababa de oír. Esperó a que él diera el último paso, pero recordó lo que le había dicho Tonks hacía unos momentos. Tenía que ser ella la que iniciase todo, así que se lanzó y posó sus labios sobre los de Harry. Al principio él no respondió, su espalda seguía erguida en tensión. Con el paso de los segundos se fue relajando poco a poco y respondió al beso.
Ginny buscaba los labios con pasión, había esperado mucho tiempo ese momento y por fin se estaba cumpliendo. Quería más. Ahora que lo había conseguido no quería detenerse solo en un beso. Había fantaseado mucho durante los últimos meses. Había sentido celos de Cho y eso la había hecho sentir muy mal, pero ahora era su momento. Posó una mano en el pecho de Harry y con la otra le revolvió el pelo. El chico de las gafas poco a poco se iba activando y también cogía la iniciativa. Llevó sus manos a la espalda de la joven y fue bajando hasta encontrarse con su culo.
De pronto, para ninguno de los dos el beso era suficiente. Ambos querían más. Fue Ginny la primera en reaccionar. La mano que tenía sobre el pecho de Harry fue haciendo un recorrido descendente, lento pero seguro, hasta posarse sobre los pantalones. Como si hubiera tocado algún resorte, el miembro del chico se endureció al instante. Ginny acariciaba sin parar, pero no le era suficiente y decidió introducir su mano por dentro de los calzoncillos. Notó el trozo de carne duro, lo rodeó con su mano y comenzó a masajearlo.
La postura que mantenían, uno sentado al lado de otro, no era la mejor para eso menesteres, así que Ginny decidió agacharse delante de Harry. Este aprovechó para desprenderse de la parte inferior de su vestimenta. Su miembro se descubrió en todo su esplendor ante los ojos de una maravillada Ginny. Había imaginado muchas veces cómo sería tenerlo entre sus manos. Se había hecho innumerables pajas pensando en aquel miembro y, de alguna forma, se había quedado corta en las dimensiones de aquella polla. Era más grande y más gorda de lo que había imaginado. Curiosamente se torcía hacia la izquierda, cuando ella había pensado que sería hacia arriba y se preguntó si eso tendría algún efecto dentro de ella. Algo a lo que su mente nunca le había prestado atención era a los huevos, se quedó mirándolos. Parecían tener el tamaño adecuado, ni muy grandes ni muy chicos, perfectos para poder jugar con ellos. De pronto notó que una mano se posaba en su cabeza. Se había quedado tan ensimismada admirando aquel miembro viril que se había olvidado de lo que tenía que hacer. Lo agarró con la mano derecha y comenzó un suave masaje, mientras que con la izquierda sostenía las pelotas.
Harry comenzó a suspirar. Todas las preocupaciones que había tenido respecto a ese tema se habían desvanecido. Ya no era la hermana de su mejor amigo. Había comprendido que Ginny tenía la libertad e independencia de hacer lo que quisiera. Siempre que él no le hiciera daño, Ron poco tendría que decir acerca de una posible relación entre ambos. El masaje sube y baja de Ginny había comenzado a coger velocidad. La pequeña de los Weasley parecía ser una caja de sorpresas. ¿Dónde habría aprendido a pajear a un hombre tan bien? ¿Habría sido con Dean Thomas?
Ginny no aguantaba más, quería probar aquel trozo de carne. Sacó la lengua y dio un breve lametón en el glande. Una descarga eléctrica recorrió la espalda de Harry y le sacó de sus pensamientos. Ginny volvió a dar otro lametón y acto seguido se introdujo la cabeza de la polla en la boca. Era una sensación extraña, pero para nada desagradable. Poco a poco fue bajando y acompasó el movimiento de su cabeza con el de su mano. Logró que le entrase casi toda y se sintió orgullosa de ello. Miró a Harry a los ojos sin sacarla y supo que lo tenía en sus redes. El mago más famoso del mundo estaba alucinando con las habilidades de la ‘inocente’ Weasley.
Ginny volvió a iniciar el sube y baja rítmico de antes. De vez en cuando la sacaba para usar más la lengua. Decidió que era el momento de probar otras cosas y sin dejar de masturbarle la polla se introdujo uno de los huevos en la boca. Harry cada vez gemía con más fuerza. Estaba en el séptimo cielo, pero no quería que todo se acabase tan pronto. Se levantó, cogió a Ginny en volandas y la puso con cuidado sobre el capó del coche. Subió su camiseta hasta descubrir un sujetador que luchaba por contener sus grandes pechos. Lo desabrochó y a punto estuvo de salir volando por la presión. Las dos grandes tetas de Ginny quedaron liberadas, aunque por poco tiempo. Harry se lanzó de cabeza a por ellas. Mientras que con su mano derecha masajeaba una de ellas, la otra había sido apresada por sus labios. Ginny no paraba de gemir cada vez más fuerte. Aprovechando la mano que le quedaba libre, Harry levantó la falda de la pelirroja y comenzó a tocar su zona baja. Notó que la braguita ya estaba húmeda y encendió aún más su deseo de probar aquel fruto. Lo necesitaba, lo ansiaba. Poco a poco fue recorriendo con su boca el espacio que separaba los pechos de aquella caverna del deseo. Un beso al final del esternón, otro en la barriga, en el ombligo, en el pubis… Y saltó a la parte interna de los muslos. Le gustaba jugar con ella, con su excitación. Verla tan entregada le encantaba. Sus pequeños besos se iban acercando al fruto prohibido.
Con un último movimiento le quitó las bragas y el tesoro quedó descubierto. Olía a mujer, a hembra. Le encantaba. Un coño precioso, según él mismo, que estaba coronado por un pequeño triángulo de vello en el pubis. No aguantó más y dio un primer lametón que cubrió toda la raja de abajo a arriba. Ginny emitió un ligero gritito. La pelirroja estiró sus manos, agarró a Harry por el pelo y le obligó a que su boca continuase el trabajo que había empezado. El chico de las gafas supo que el dominio que podía haber tenido de la situación anteriormente se acababa de esfumar. Era ella la que mandaba y el propio Harry descubrió que eso le excitaba aún más. Ginny apretaba con fuerza su cara contra su coño mientras el joven mago se afanaba en mover su lengua explorando todos y cada uno de los rincones que encontraba. Al final encontró lo que andaba buscando. Su lengua se topó con un pequeño bultito en la parte superior de la vagina. Harry succionó, Ginny suspiró. Movió la lengua más y más rápido, lo que hizo que la pelirroja comenzase a retorcerse de placer. Sus jadeos y gemidos iban aumentando en intensidad, pero a ninguno de los le preocupaba lo más mínimo que alguien pudiese escucharlos.
Ginny intentó contener como pudo un último jadeo que casi se tornó en grito. Una descarga eléctrica le recorrió todo el cuerpo. Se había masturbado muchas veces y había tenido orgasmos muy potentes, pero ninguno había sido como el de ahora. Su cuerpo entero se tensó durante los varios segundos que duró el clímax. Harry supo que había dado con el punto exacto cuando la espalda de Ginny se arqueó. De pronto notó como los flujos llegaban a su boca, un poco salado, pero agradable. No cejó en su empeño y siguió lamiendo. Haber logrado que Ginny se corriera de esa manera le transmitía una sensación de victoria como nunca antes. Tras varios segundos Ginny se relajó y Harry separó su boca de la vagina de la pelirroja con una sonrisa.
—¿Estás bien? —le preguntó al ver que no paraba de jadear buscando aliento.
—Sí… es que… nunca había… sentido algo tan… intenso —respondió mientras recuperaba el aire.
Ginny se incorporó y vio a Harry todo despeinado y con la boca y la barbilla brillante de todos los flujos que había soltado. Recorrió con la mirada el cuerpo del mago. La imagen era un poco graciosa, pues seguía teniendo la camiseta puesta pero no los pantalones ni los calzoncillos, por lo que su polla enhiesta seguía bien firme y esperando pacientemente su turno. Había pasado un par de minutos desde que su orgasmo terminó, las fuerzas le habían vuelto y decidió no esperar más tiempo. Empujó a Harry hasta la pared y se arrodilló ante él. Esta vez sin ningún tipo de preámbulo se introdujo el miembro erecto en la boca. Él solo se limitó a disfrutar. Ginny imprimió a su mamada un ritmo rápido y profundo, tanto que alguna vez casi se atraganta. Pero no le importaba, estaba disfrutando como nunca de poder comerle la polla al mago más famoso del mundo. Jugaba con su lengua al mismo tiempo que movía la cabeza, lo que aumentaba la excitación de Harry. Para más inri Ginny comenzó a masajear sus huevos con la mano que tenía libre, generando aún más calentura en él. Se dio cuenta de que no duraría mucho más. Trató de avisarla de que se correría en breve e intentó sacar su miembro de la boca de la pelirroja, pero ella lo impidió llegando aún más profundo. Entonces fue cuando Harry se dejó ir. Cuatro potentes chorros de semen inundaron la garganta y la boca de Ginny, una gran corrida que escapó ligeramente por la comisura de los labios. Ella siguió chupando hasta que determinó que ya no quedaba nada dentro. Se lo había tragado casi todo. Se incorporó y miró a Harry a los ojos mientras sonreía.
El mago se sentía en ese momento la persona más feliz del mundo. La sonrisa sincera de Ginny le hizo sentirse aún más afortunado. Tenía los ojos brillantes, el pelo revuelto y restos de semen en los labios y en la mejilla, pero eso ultimo no le importaba lo más mínimo. Tenía ganas de besarla y lo hizo. Ella le respondió el beso, con más pasión incluso que el primero que se habían dado. Sus lenguas se fusionaron una vez más. Harry notaba ligeramente el sabor de su propio semen incluso llegó a pensar que había algo morboso en ello, pero nada de eso le importaba en ese momento. Por primera vez desde que vio la muerte de Sirius a manos de Bellatrix hacía ya varios meses era genuinamente feliz y nada ni nadie le iba a arrebatar ese momento.