Harry y la calentura del sexto curso (2)

Harry aprende lo que son sus poderes gracias a dos buenos amigos, pero las preguntas que se abren siempre son más que las que se cierran.

Antes que nada quería disculparme por la tardanza en subir este capítulo, pero tuve dos semanas complicadas. Mi intención es intentar sacar un capítulo a la semana. Gracias a todos los que comentaron en el anterior relato y también a los que votaron. A los que comentaron decirles que por supuesto que la trama tendrá sus momentos dramáticos y la historia tiene mucho peso. Habrá capítulos en los que se le dará más importancia a lo que suceda para poder avanzar en ella, mientras que otros podrían tener más contenido sexual. Una historia en esta página debe tener ambos elementos para que sea atractiva desde mi punto de vista. También me preguntaron por la relaciones: algunas estan programadas y otras, no. Se que el canon es importante, pero no siempre será respetado y puesto que es mi historia y mi versión a las parejas les sucederá lo que yo crea que va cuadrando mejor para la historia (cuando me refiero a que todo puede suceder es TODO). Por último, me preguntaron sobre otros puntos de vista: Harry es el principal, pero no todo se va a ver a través de sus ojos. De hecho, el tercer capítulo ya lo he comenzado con el punto de vista de otro personaje. Y los que pidieron más sobre Ron y Hermione que no se preocupen, pues es una pareja a la que le tengo mucho cariño y a ambos les espera un viaje lleno de sensaciones de todo tipo. Dejo de dar la chapa :D disfruten de esta segunda parte y comenten.

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VISITA SORPRESA

Harry se despertó a la mañana siguiente con un ligero dolor de cabeza. Se acordaba perfectamente de todo lo que había sucedido la noche anterior, pero todavía no había tenido para procesarlo. Demonios, ni siquiera sabía aún cómo había hecho eso. El hecho de haber espiado a sus amigos, aunque había sido gratificante en ciertos sentidos, ahora quedaba en un segundo plano. Lo más importante era saber cómo funcionaba su nuevo poder o si ni siquiera era un poder. Igual solo había sido cosa de una sola noche. Sea como fuere, luego tendría más tiempo para pensar en ello. Ahora podía oír el lejano rumor de todos en el salón esperando para desayunar, lo que le recordó que tenía hambre. Se quitó el pijama y se puso una camiseta de manga corta y unas bermudas.

Al llegar al rellano de la escalera se cruzó con Ginny, que le dio los buenos días con absoluta normalidad. Sin embargo, a Harry se le pasó por la mente la escena de la noche anterior y nada más verla la desnudó con la mirada. La visión de la joven acariciando su clítoris hizo que toda la sangre volviese a fluir de nuevo a su miembro inferior, que se empezó a endurecer. En esta ocasión fue Harry el que no dijo nada, desvió la mirada y bajó como una exhalación hacia el comedor, dejando a la pelirroja confundida y sin saber si había hecho algo mal. Mientras bajó las escaleras trató de serenarse, desviando sus pensamientos hacia algo menos impúdicos, pues se le comenzaba a marcar la erección bajo el pantalón. Por suerte para él, cuando llegó abajo todo había vuelto a la normalidad en sus partes inferiores.

La escena en el comedor no distaba mucho a la que había sucedido la noche anterior. De alguna forma Fred y George habían conseguido volver a hacer enfadar a Ron, que gritaba improperios a los dos gemelos mientras que la madre de los tres trataba de poner paz a voz en grito.

—Eh, Harry, ¿has conseguido descansar algo esta noche? —preguntó George.

—Pues claro, ¿por qué no iba a hacerlo? —respondió el chico de las gafas con un poco de dudas por si se trataba de una pregunta trampa

—Entonces tuviste suerte de no enterarte de la fiesta privada que montó Ron en la tercera planta —añadió Fred.

Harry volvió a mirar a Ron, que parecía querer abalanzarse sobre sus hermanos una vez más, y fue entonces cuando reparó en la presencia de Hermione, que trataba de hundirse entre los cojines del sofá con la cara más roja que un tomate.

—Tienes suerte de dormir un piso por debajo —volvió a hablar George.— Si llegas a estar durmiendo en la tercera planta te aseguro como nosotros te aseguro que no hubieras pegado ojo.

—Ron, de ti me espero que no estés atento a los detalles, pero tu novia seguro que debería conocer algún hechizo de insonorización —terció Fred, que recibió una sonora colleja en el cogote por parte de su madre.

—Ahí te has pasado señorito. Me da igual lo que le digas a tu hermano, pero a la chiquilla la dejas en paz —terció Molly y luego se dirigió a Hermione.— Anda cariño, olvídate de estos cavernícolas y ven conmigo a la cocina. ¡Y vosotros tres, basta ya de peleas u os quedaréis castigados! Y terminad de arreglar ya el salón, que está a punto de llegar la visita.

Como si de orden de un instructor militar se tratase, los tres Weasley se cuadraron antes de que la matriarca abandonase la habitación. No hubo ni una sola protesta por parte de ninguno de los tres, que comenzaron a organizar la mesa para el desayuno. Harry, mientras se preguntaba quién sería la visita, también echó una mano con los menesteres domésticos. Cuando estaban a punto de terminarlo todo entró Ginny preguntando por su madre y Harry le señaló la cocina tratando de controlar sus nervios y sus pensamientos una vez más. Al poco rato se abrió la puerta de la calle y entró el señor Weasley, que había salido temprano al Ministerio de Magia para solucionar unos temas de última hora. Tras él entraron Tonks y Lupin. A Harry se le volvió a iluminar la cara con una enorme sonrisa. Durante el pasado curso había conectado muy bien con ambos gracias a la Orden del Fénix. A Remus ya le conocía de antes, pues le había dado clase de Defensa contra las artes oscuras unos años antes, pero durante el último año ganó mucha más confianza con él. Además, para Remus, Harry era un recuerdo muy importante de su amigo James, por lo que trató de pegarse a él mucho más y cuidarlo, sobre todo después de la muerte de Sirius Black. Tonks, por otro lado, le cayó muy bien desde el primer instante en el que la vio. Cuando irrumpió en su habitación junto al resto de la Orden hacía un año pensó que era una de las mujeres más sexis que había conocido. SU soltura a la hora de hablar de cualquier tema y la cercanía que ofrecía siempre fascinaron al joven de las gafas. Bueno, y su pelo morado. Había algo de ese pelo que a Harry le volvía especialmente loco. Pero bueno, ahora ella y Lupin estaban juntos y Harry se alegraba por ambos.

Tras los efusivos abrazos y las puestas al día de cada uno el desayuno estuvo preparado y servido en la mesa. Cada uno contaba sus propios batallitas sobre cómo les estaba yendo el verano. Tonks y Lupin estaba tratando de seguir una pista en su trabajo como aurores, pero habían llegado a un callejón sin salida. Cuando regresaron al Ministerio para informar se cruzaron con Arthur, que los invitó a pasar la mañana en la Madriguera. Harry se alegró de esta coincidencia, pues si alguien podía ayudarle a averiguar su nuevo poder, además de Dumbledore, ese era Lupin. No podía contárselo a sus amigos sin confesarles que les había estado espiando; ni a los Weasley, pues todo se podría tornar muy embarazoso muy fácilmente. Así pues, la única salida que quedaba era la del ex profesor, pero confiaba en él lo suficiente.


POCAS RESPUESTAS Y MÁS PREGUNTAS

Tras finalizar el desayuno Lupin y Tonks salieron de la casa para dar un paseo junto a Harry por los campos que rodeaban la Madriguera. Ambos querían discutir con él temas relacionados con la profecía, por si los aurores podían conectar alguna pista más para poder continuar con sus pesquisas. Los Weasley y Hermione se dedicaron a recoger los restos del desayuno, por lo que los tres tuvieron mucho tiempo para ponerse al día. El paseo por los alrededores de la casa comenzó con un tenso silencio. Tonks andaba un poco por detrás de los dos hombres, como queriendo dejarles algo de espacio.

—Yo también le echo de menos, Harry  —rompió al final el hielo Lupin—. No han sido fáciles estos meses para mí tampoco. De los cuatro que creamos en su día el mapa del merodeador ya solo quedo yo y ni siquiera soy un hombre completo.

Tonks se encogió tras ellos al escuchar las palabras de amado. Sabía que la pérdida de Sirius le había afectado gravemente, pero odiaba que se refiriese a él mismo con esos términos. Ella le amaba, le daba igual su licantropía, pero a veces había momentos en los que todo eso no era suficiente. Sin embargo, respetó el duelo de su hombre y no dijo nada, aunque respiró algo aliviada cuando Harry respondió.

—Eso no es verdad, profesor Lupin. Pocos hombres he visto que sean más enteros y luchen como tú lo haces —dijo el joven mientras se ajustaba las gafas—. Sí, se lo que vas a decir. Que ya no eres mi profesor, pero cuesta cambiar las costumbres. Desearía que todo fuese distinto, que Sirius estuviera con nosotros para seguir luchando.

—Tengo la sensación de que su nombre nunca quedará limpio del todo —añadió el hombre lobo y Harry se limitó a asentir—. Pero lo único que nos queda es seguir luchando nosotros por él. Estoy seguro de que es lo que él hubiera querido. Él nunca se hubiera rendido. Si pasó más de una década en Azkaban sin perder la cabeza, nosotros también podemos con esto.

El humor que rodeaba a los tres había cambiado. No era alegre tampoco, pero sí mucho más distendido. Incluso Tonks ya comenzaba a prestar más atención a todo lo que le rodeaba. Un pájaro cantando en un árbol lejano, el cobertizo en el que solían guardar el coche volador… incluso soñaba que alguna vez podía conseguir una vida así para ella y para Remus, pensó. Pero antes había que terminar con el Señor Oscuro y todo lo que él y sus mortífagos representaban.

—Oye, Harry —habló por primera vez la mujer del pelo morado desde que comenzó la conversación–, ¿por casualidad no habrás recordado algo más de lo sucedido en el Ministerio?

El Niño que Sobrevivió negó con la cabeza y la desazón volvió a inundar los pensamientos de Tonks. Le contó a Harry que las últimas pistas que habían seguido habían quedado en nada. Incluso habían empezado a investigar la posibilidad de que Neville Longbottom también tuviese algo que ver con la profecía, pues tras estudiarla detenidamente se habían dado cuenta de que su compañero de Gryffindor también podría ser del que habló Trelawney años atrás cuando adivinó el futuro. Sin embargo, el rastro de todo de se había enfriado, dejando a ella sin ideas y al resto de la Orden del Fénix en un punto muerto.

—Aunque —volvió a hablar el chico, captando de nuevo la atención de sus dos acompañantes—, la otra noche sucedió algo fuera de lo común. No estoy orgulloso de lo que pasó y puede que ni siquiera esté relacionado, así que no sé si…

—Harry, nada de lo que te pasa a ti es casualidad, a estas alturas deberías saberlo de sobra —le cortó Lupin.

—Ya… pero es que es bastante embarazoso y no quiero que penséis mal de mí.

—Nosotros note vamos a obligar a que nos cuentes las cosas, somos tu amigos, no la policía —añadió Tonks— Por otro lado, si no nos lo dices nunca podremos saber si está relacionado o no.

Harry sabía que tenía razón. Él mismo intuía que algo no iba bien y la única forma de corroborar su corazonada era tragarse su orgullo y contarles sus experiencias de la noche anterior. Comenzó a narrar lo que había sucedido desde el que escuchó el primer ruido. Cómo había cerrado los ojos y, de pronto se había ‘materializado’ en la habitación del piso de arriba. Que allí vio a sus dos mejores amigos tener relaciones y que mientras se había masturbado. Llegados a este punto de la historia Harry estaba rojo de la vergüenza, pero Tonks y Lupin le miraban con curiosidad. Pero no una curiosidad sexual. Su expresión era académica, como si ya supieran de lo que estaba hablando. Harry también les contó la parte en la que vio a Ginny y mientras llegaron andando al cobertizo. Al terminar de relatar la historia Harry se había sentado en uno de los bancos que había junto al coche y había enterrado su cara entre sus manos, preso de la vergüenza. Por último, les contó que tras haber eyaculado no pudo volver a visitar los dormitorios de sus amigos por más que lo intentó.

Lupin escuchó toda la historia prestando máxima atención. Tonks, por otro lado, parecía que se había abstraído hacía ya un buen rato. Solo cuando Harry terminó de contar su historia pareció volver a la realidad. Se arrodilló delante del joven, le agarró la cabeza con ambas manos y le miró fijamente a los ojos, como queriendo ver más allá de ellos.

—Esto puede ser algo muy importante Harry. El Senxus es un don del que muy pocos magos pueden disfrutar en su vida.

—¿Estás segura de que es eso? —inquirió Lupin arqueando una ceja.

—Ya sé que es problemático y que solo hay una forma de confirmar si se trata de ello o no. Pero es más, debemos confirmar eso ahora mismo y en caso de que sea positivo tenemos que informar cuanto antes a la Orden del Fénix y al Ministerio —respondió, haciendo que el hombre lobo se pusiese colorado como un tomate.

Harry trataba de seguir el hilo de la conversación, pero no sabía de lo que estaban hablando. Vio como Lupin se levantaba de su asiento y se dirigió al otro lado del cobertizo, rodeó el coche y se sentó en la otra pared, por lo que quedó oculto a los ojos de Harry.

—No te vayas refunfuñando, que en un momento estoy contigo y se te pasa —comentó Tonks—. Además, sabes que esto es solo trabajo… y hemos hecho cosas ‘peores’ solo por placer.

—Él no necesita saber esas cosas —contestó Lupin desde el otro lado—, venga y acabemos con esto cuanto antes.

Harry seguía perdido. No se enteraba de lo que decían sus dos amigos, pero claramente estaban hablando sobre su situación. Se acomodó las gafas mientras intentaba descifrar lo que pretendía Tonks, pero le era imposible de averiguar. La única certeza que tenía en ese momento era que se sentía incómodo y tenía la sensación de que aquello iba a empeorar aún más. Justo cuando le iba a preguntar a Tonks, ella se volvió hacia él y sin ningún tipo de preámbulo se quitó la blusa que llevaba, dejando a la vista un bonito sujetador de encaje.

—Mira, Harry, el Senxus es el acrónimo que recibe la habilidad de poder sentir lo que está a tu alrededor cuando estás excitado. Viene de los vocablos latinos ‘sentire’ y ‘sexus’. Como ya te he dicho antes, eres un privilegiado por tenerlo. Realmente no tiene demasiadas aplicaciones, pero usado en el momento exacto puede generar una gran ventaja. Ah, el mejor punto positivo que tiene es que no tiene ningún elemento negativo —le explicó a un boquiabierto Harry al que casi se le salen los ojos cuando Tonks se desabrochó el sujetador dejando libres dos enorme pechos—. Como bien habías supuesto, Quien Tu Sabes también tenía este poder y es muy probable que te lo legase junto al pársel y a la cicatriz. Yo también dispongo de él, pero solo se de cinco o seis personas más que hayan experimentado sus beneficios.

Harry no sabía dónde meterse. Trataba de no mirar las tetas de Tonks, pero eran tan grandes que ocupaban casi todo su rango de visión. Además, la situación le había generado una erección instantánea y el pantalón que llevaba no ayudaba nada a ocultarla. Tonks se sentó sobre una de las rodillas de Harry y sus pechos quedaron a la altura de la cabeza del joven. Tragó saliva y reprimió el impulso de sacar la lengua para lamer el pezón derecho, que solo había quedado a unos cinco centímetros de su cara.

—No te pongas nervioso, Harry. Es la única forma que tenemos de confirmar tus poderes. Esto es trabajo, ni siquiera se podrá considerar echar un polvo —argumentó la mujer del pelo morado. Acercó su boca al oído de Harry y susurró—. Además, a mi lobito no le importa que de vez en cuando de porte mal… seguro que a ti también te gustan las chicas que se portan mal, ¿verdad? Venga, no seas tímido.

Tonks volvió a agarrar la cabeza de Harry y esta vez la dirigió hacia su pezón. EL niño que sobrevivió se dejó ir y sus actos dejaron de ser los suyos. Casi con ansia sacó la lengua y dio un primer lametón que produjo en Tonks un suspiro. Con su mano agarró el otro pecho y lo masajeó con delicadeza. Tanto la respiración de ella como la del chico iban en aumento.

—Dime, Harry, ¿qué es lo que ves?

—A ti —respondió el muchacho tras sacarse la teta de la boca.

—No, tienes que concentrarte, como hiciste anoche —le apremió Tonks al mismo tiempo que ponía la mano en la dura entrepierna del chaval y la masajeaba sobre el pantalón—. Sabes que hay alguien más en este cobertizo, intenta averiguar lo que está haciendo —añadió con una media sonrisa pícara.

Harry cerró los ojos y pensó en Lupin, que estaba sentado al otro lado del cobertizo pero oculto tras el coche. Se había olvidado completamente de él y eso que con quien estaba dándose el lote era con Tonks. La mujer del pelo morado había sido objetivo de muchas de sus pajas no hace tanto tiempo y en más de una ocasión había hablado con Ron sobre las fantasías que ambos tenían con ella. Ahora se sentía el más afortunado del mundo, pues la tenía para él. O eso creía movido por la excitación. La realidad es que Lupin era la pareja de Tonks y estaba sentado a menos de tres metros de él.

Sus sentidos se activaron al fin como la noche anterior. Cuando consiguió establecerse en el punto concreto en el que quería se quedó en shock unos momentos. Lupin estaba sentado a otro lado del cobertizo, sí, pero lo que no se esperaba Harry era ver a su antiguo profesor con los pantalones en los tobillos mientras se masturbaba tratando de hacer el menor ruido de posible. El hombre lobo tenía un miembro largo, bastante más que el de Harry, pero también mucho más delgado. Su mano subía y bajaba a gran velocidad, lo que hacía que sus dos bolas rebotasen contra el asiento de madera. Pasaron casi 20 segundos hasta que Harry volvió a reaccionar, abrió los ojos y se encontró de nuevo con el cuerpo de Tonks. De pronto fue consciente de todo lo que había pasado y se separó de la auror.

—Esto… Lupin… yo… le he visto… no debería haber hecho nada… lo siento mucho —consiguió articular Harry tras tragar saliva en varias ocasiones y aclararse la garganta otras tantas.

—No debes disculparte, era necesario para seguir avanzando contra Quien Tu Sabes. Además, él ya sabía que esto pasaría y por eso ha aprovechado para machacársela un rato— dijo alzando un poco más la voz para que Lupin oyera la última parte.

—Claro, como que ibas a ser yo el único en quedarme sin disfrutar nada, no te jode… —respondió Remus desde el otro lado del cobertizo.

—Harry, de verdad, esto ha sido un descubrimiento importante —le dijo Tonks a Harry mientras se volvía a poner el sujetador y la blusa —. Además, tal y como Remus y yo entendemos la sexualidad aquí no ha pasado nada. Ni hay celos ni son cuernos, solo disfrutamos de lo que nos rodea y somos felices con ello siempre y cuando no haya secretos entre los dos.

Tonks se terminó de vestir volvió a agacharse y por tercera vez tomó la cabeza de Harry entre sus manos. En esta ocasión le dejó un leve beso en los labios. A penas fue un contacto ínfimo, pero que a Harry le produjo una corriente eléctrica por toda la columna. Acto seguido la mujer del pelo morado salió del cobertizo, dejando a Harry más caliente que un caldero en clase de pociones y sin poder parar de mirar el su culo conforme se iba alejando.

Un nuevo ruido atrajo la atención de Harry. Una vez más se había olvidado de Lupin, que salía desde detrás del coche mientras se terminaba de ajustar el pantalón.

—Profesor Lupin, yo… de verdad que lo siento —comenzó a decir Harry, pero Remus le paró de inmediato.

—Ya te he dicho antes que no soy ya tu profesor y que me llames Remus. Además, como vuelvas a pedirme perdón me enfadaré contigo. Tonks ya te ha dejado claro antes cómo vemos nosotros nuestra vida sexual. Yo soy feliz así y ella también, siempre y cuando estemos juntos. Hay gente que cuando llega a una edad entiende que el sexo a veces solo es diversión y decide explorar otras vertientes. Nosotros somos así y, aunque no tenemos ningún problema con ello, te agradecería que no contases nada de lo que ha pasado en este cobertizo —Harry asintió—. Ni tampoco sobre el Senxus, al menos hasta que hayamos hablado de esto con Dumbledore.

—Pero no sé cuánto tiempo voy a poder guardarles este secreto a Ron y Hermione, aunque si les confieso que la otra noche les ‘espié’ se enfadarán conmigo.

—No se enfadarán contigo Harry. Era algo que no podías ni sabías controlar en ese momento. Ahora habrá que instruirte en este nuevo uso de la magia, pero aún no sabemos cómo será ni quién se encargará de ello. Tienes que relajarte y tratar de disfrutar de lo que queda de verano, que el final del último curso su fue muy duro.

Remus abrazó a Harry durante varios segundos y luego salió del cobertizo siguiendo los pasos de su amada Tonks. Harry se quedó sentado en el mismo sitio en el que estaba. Ya no había ni rastro de la calentura que había tenido momentos antes. Si bien algunas preguntas habían sido respondidas esa misma mañana, otras nuevas volvían a asaltar su mente. ¿En qué sentido el Senxus podría suponer una ventaja en la guerra mágica? De todas formas, como había dicho Lupin, no tenía sentido preocuparse ahora por eso. Precisamente era su ex profesor el que ocupaba gran parte de su mente en ese momento. Aunque tanto él como Tonks le habían dicho que no había ningún tipo de problema con lo que acababa de suceder, Harry no podía dejar de sentirse sucio de algún modo. Se alegraba de que ambos fuesen felices viviendo de ese modo y se preguntaba si algún día podría encontrar a alguien que le proporcionase tanta seguridad en sí mismo. Por último, estaba el problema de que no podía contarle nada a Hermione y a Ron y esto era lo que más daño le hacía por dentro. No quería dejar a sus amigos fuera de algo tan importante, pero de momento no le quedaba otra opción. Tan ensimismado estaba en sus pensamientos que no vio que una sombra había llegado a la puerta del cobertizo.