Harry Potter y los presentes de la Muerte III
Los días en la casa Black son entretenidos. Y se hacen mejor cuando, una pelirroja traviesa decide seducir a Harry disfrazada mágicamente. Tras unos intensos preliminares es descubierta. Mientras tanto, Harry es absuelto y Voldemort ataca el Ministerio causando destrucción. Lucius es perdonado.
Los días en Grimmauld Place eran más emocionantes que en la casa de sus tíos, pero al cabo de unos días se volvieron monótonos. La magia inundaba cada rincón de la casa y eso era preocupante. Al principio le encantó, pero luego se dio cuenta de que cada cuadro le insultaba al pasar y que las cabezas de elfos junto con otros artilugios encantados eran letales.
Para los gemelos y Sirius esto resultaba un poco emocionante, pero para los demás miembros de la casa suponía un serio problema. La casa de los Black era un buen cuartel general, pero estaba llena de peligros. Con el paso de los días, los Weasley habían limpiado la casa y cuando llegó Harry ya no eran tan diabólica.
Aun así, Harry usaba encantamientos por si cualquier utensilio estaba embrujado de manera letal. Se pasaba el día ayudando a los Weasley, jugando ajedrez con Ron o Sirius y recorriendo los rincones de la casa con su padrino. Hermione rondaba siempre su cuarto y la biblioteca, por lo que contactar con ella era casi imposible. Ron se había vuelto más distante cuando se dio cuenta de que su amigo tendría un juicio pronto, se pasaba el día hablando con los aurores sobre maneras de defenderse en los juicios.
Harry pasaba la tarde del día antes del juicio pensando en que mañana seria Dumbledore quien le acompañaría a la vista. Con el apoyo del director estaba más seguro. Harry se encaminó hacia el pasillo dispuesto a ver a su padrino cuando vio a este junto a Ginny en su habitación. Entró y preguntó.
- ¿Qué hacéis? - el tono fue acusatorio, aunque sabía que la pelirroja solo tenía ojos para él. No quería que su padrino usara su experiencia para desflorar a una jovencita. Ciertamente el tiempo en prisión le había afectado un poco.
Ginny le miró. Luego se pasó la lengua por sus labios y dijo- Sirius me está enseñando un hechizo nuevo. Dice que él a mi edad le dio muchos usos.
Harry preguntó- ¿Cuál hechizo?
Sirius le miró y dijo graciosamente- Tu padre solía utilizarlo antes de que se comprometiera románticamente con tu madre. Pero yo le di muchos usos durante la primera guerra. Es el hechizo de desilusión.
Harry vio la ilusión en la cara de Ginny y no comprendió el porqué. Este dijo- Ese encantamiento te hace invisible. Dumbledore lo usa para dar vueltas por el castillo- recordó cuando vio al director el primer año.
Sirius miró y dijo- Si. Dumbledore lo hace tan potente que puede reflejar el efecto de las capas invisibles. Pero, nosotros conseguimos que el hechizo permita cambiar nuestra apariencia corporal- agarró su varita y la alzó sobre su cabeza, de pronto su apariencia cambió y se pareció a Lupin.
Ambos chicos miraron el efecto, entusiasmados. Harry al ver esto dijo.
-Con ese hechizo podrías ir al juicio conmigo. Nadie te reconocería.
Sirius miró a su ahijado y a pesar del miedo de meterse en el ministerio rodeado de aurores y de simpatizantes de mortifagos aceptó. Harry se fue más alegre dispuesto a descansar lo suficiente como para asistir a la vista mañana, mientras que Ginny sonreía con malicia mientras sus ojos se fijaban en como Sirius revertía el encantamiento. La pelirroja pensaba utilizar esa magia para sus propósitos.
La chica miró al hombre que estaba recogiendo su desordenado cuarto. Se fijó en todo. Desde el color escarlata de las paredes, a las fotos de cuatro chicos en las paredes. Había muchos libros tirados por el cuarto, pero a la chica le llamo la atención la foto de tres hermosas chicas junto a Sirius y a otro chico sentados en la escalera de Grimmauld Place.
Ginny miró el cuadro y dijo- ¿Quiénes son?
El hombre se acarició la barbilla y dijo- Yo y mi hermano. La mama de Tonks. La esposa de Lucius Malfoy- eso hizo un escalofrío en la pelirroja, consciente del episodio de la cámara de los secretos.
- ¿Y la otra chica? La morena con el pelo tupido y desordenado como Hermione- además iba en camino de tener las mismas tetas, pensó Ginny.
Sirius dijo- Bellatrix está en Azkaban. Posiblemente para siempre, hizo muchos crímenes en sus años. Dudo que su maestro necesite más mano de obra. Probablemente muera en esa celda. Después de todo a Voldemort no le interesan los placeres corporales. No hay ninguna razón para liberarla de ese pozo de miseria.
Ginny calló inmediatamente, sabía que hablar con el hombre de la cárcel era demasiado sombrío para su mente. Todavía dudaba de que Sirius conservara su personalidad y su inteligencia después de tantos años encerrado en aquel lugar. Pero al ver la foto pudo ver a adolescentes sonriendo sin ningún ápice de maldad.
Dejó de pensar en dramas de esa familia de locos, que eran los Blacks y se centró en su objetivo. Harry dudaría en follarla si se lo proponía debido a su nobleza a pesar de que necesitaba descargar antes del juicio. Por suerte la noche ofrecía muchas posibilidades, para avanzar en sus planes. Solo necesitaba saber si su compañera de dormitorio excitaba suficiente a Harry como para conseguir resultados en su entrepierna.
La pelirroja abandonó el cuarto y se dirigió hacia la biblioteca. Descendió las escaleras mientras observaba con precaución todos los objetos que adornaban las paredes. Se adentró con cuidado en la biblioteca atravesando las robustas puertas de caoba. Al entrar vio como Hermione vestía una camiseta con grosor y unos pantalones vaqueros. Su pelo castaño lo llevaba despeinado y le caía en ondas por todo el cuello. Algunos mechones valientes chocaban con el enorme canalillo que la chica llevaba tapado por la ropa. La vestimenta intentaba tapar ese detalle corporal del que estaba tan avergonzada pero no hacia un buen trabajo. A pesar de no exponer su carne, la vista de las curvas tapadas era suficiente para calentar a todo el mundo, y la pelirroja no era una excepción.
Miró a la chica que lo que hacía era sacar libros y leerlos a una velocidad demasiado rápida para una persona normal. Ginny la observó mientras en su mente visualizaba la imagen corporal de su amiga. Su mano instintivamente se fue a sus pechos, eran decentes, pero no llegaban a ser tan colosales. Con un poco de odio alzó su varita mientras pensaba conjuros denigrantes, pero luego la bajo y caminó hacia a ella.
- ¿Hermione que haces?
La chica levantó la mirada del libro y dijo-Leer. En este sitio hay infinidad de libros útiles. Está lleno de historia de la familia Black y de múltiples conjuros, algunos no muy legales.
Ginny la observó como si estuviese loca. Todo el mundo conocía a los Black eran unos locos supremacistas que se casaban entre primos y adoraban las artes oscuras. Su amiga venía de muggles necesitaba mucho que aprender sobre la magia, por suerte Ginny le intentaría enseñar su lugar en el mundo. Hastiada le preguntó.
- ¿Has visto a Harry? Desde que vino a la casa, no te veo con él. Suele andar con Sirius o con Ron ayudando a mama.
La castaña frunció el ceño y su cara se enrojeció de pronto. La chica tartamudeando dijo rápidamente- No, no lo he visto. A ninguno de los dos. Estoy casi siempre aquí en la biblioteca y ellos no entrarían aquí jamás.
Algo hizo clic en la mente de la pelirroja- ¿Nunca sales de este lugar?
La chica lo negó- Solo salgo de la biblioteca para dormir, y demás cosas.
La pelirroja sonrió y le dijo- Gracias amiga. Yo hablare con Harry y con Ron para que te presten más atención. Las chicas de nuestra edad necesitamos atención constantemente.
La castaña miró a los ojos caramelos de Ginny y riéndose dijo- Ginny no me hagas reír. Harry y Ron no han besado a nadie nunca. Tu hermano piensa que esas peras que ya te están saliendo son pectorales- dijo riéndose.
Ginny río también mientras empuñaba la varita- Es que mi hermano es mas de melones, Hermione. Deberías saberlo. Lo has visto comer en la escuela. Y puede que Harry no haya besado a nadie, pero Ron sí que lo ha hecho.
Hermione miró enfadada a su amiga y exclamó- ¿Con quién se ha besado…? La pregunta se quedó en suspenso cuando la pelirroja alzó la varita y lanzó un conjuro que dejó a su amiga inconsciente.
La pelirroja se acercó a su amiga y le susurró en el oído. -Ron se ha follado a Luna Lovegood. La hizo gemir como una cerda en celo. Lo escuché durante el incidente, una pena que solo mi oído me excitara. Me hubiese gustado ver a Luna a cuatro patas.
Se retiró de su amiga y con la varita dijo- Diffindo.
Un corte surgió rasgando la ropa y dejando ver su escote y sus gordas tetas. Ginny miró detenidamente el tamaño, la textura y todo para mentalizar su transformación. La morena se tapó con la mano el escote y asustada dijo.
- ¿Qué haces Ginny?
La pelirroja miró el escote y apuntando con su varita a su cabeza dijo- Voy a hacer uso de tus melones para darle a Harry el placer que se merece. Pero no te preocupes por nada.
Hermione se asombró por las palabras de su compañera y dijo- ¿Qué no me preocupe? Piensas lanzarme la maldición Imperius y violarme.
La pelirroja miró a su amiga y dijo- Por supuesto que no. No te preocupes- la morena respiró aliviada y Ginny dijo- Nadie te va a violar zorra tetona. Desmaius- una luz roja impactó en el pecho derecho. Luego dijo- Pero no puedes recordar esto tampoco. Obliviate.
La bruja acabó recostada en su silla, desmayada y habiendo olvidado la conversación. Ginny usó su varita para lanzar el conjuro desilusionador. Tuvo que repetir el encantamiento unas cuantas veces, pero al final logró transformarse en Hermione. Deshizo el conjuro y se marchó de la biblioteca esperando su oportunidad en la noche.
En el pasillo se encontró con Ron que le preguntó.
- ¿Has visto a Harry y a Hermione?
Ginny dijo- Harry se marchó hace un rato a su cuarto. Querrá descansar para el juicio de mañana. Hermione se ha quedado dormida en la biblioteca frente a sus libros.
Ron la miró hastiado y dijo- Voy a la biblioteca. No la despertare. Voy a estudiar.
Ginny se descolocó y dijo- ¿estudiar el que?
-Encantamientos- dijo Ron rápido.
A la pelirroja poco le importó ya que asomándose a la ventana vio que ya estaba todo oscuro. La noche se acercaba y Harry se tendría que despertar pronto para ir al juzgado. Así que esta era su oportunidad. Entró en el cuarto a hurtadillas y lanzó el encantamiento. Su apariencia era la de Hermione, aunque dudaba que pudiese mantener el conjuro si sufría un orgasmo. Tendría que conformarse con dar placer sin recibir nada.
Una vez transformada, se quitó las túnicas de bruja que llevaba y las dejó en el suelo. Se quitó el sostén, pero se dejó las bragas puestas. Una vez hecho esto se deslizó bajó las sábanas de la cama de Harry y puso su cara en su entrepierna. Su respiración calentaba el calzón del mago y pronto la erección se hizo notable entre su ropa. El pene se alzó instintivamente. La chica bajó con cuidado la ropa y se vio cara a cara con el miembro.
El problema era que, a oscuras, Ginny tenía que hacer uso de sus manos para ir tanteando el terreno con cuidado de no despertar a Harry. Sus ojos no le permitían distinguir apenas nada, por lo que el tacto era indispensable. La desgracia era que sus manos solían tocar más las piernas de Harry que el apéndice que se erguía entre medio. La joven se puso sobre las piernas de Harry y utilizó su diestra mano para empezar a masturbarlo a ciegas.
No duró mucho desde que empezó a mover la mano hasta que Harry sintió los placeres que le estaban proporcionando. Estaba a oscuras y no podía ver quien le pajeaba, pero sentía el peso de una chica sobre sus piernas. Podría haber usado su varita para encender la luz, pero esto era mucho más excitante. Una mano misteriosa masturbándolo a oscuras. Harry sospechaba quien era la causante, pero decidió encararla en otro momento y simplemente relajarse.
Bajo las sábanas las cosas no iban del todo bien. Ginny utilizaba una mano para dar placer mientras con la otra intentaba no dejar caer todo su peso sobre las piernas de Harry. Sabía que el encantamiento funcionaria, pero no quería arriesgarse a ser descubierta. La postura era incomoda y eso hacía que el servicio que la chica prestaba fuera ineficiente. Por un momento descansó de su ajetreada tarea, pero Harry consciente de eso, uso sus manos para sacarla de su entrepierna y ponerla junto a él en la cama.
Ginny temblaba por verse ante él, pero por suerte Harry dijo.
-Ahora puedes continuar.
Ginny lo entendió y uso sus dos manos para aumentar su velocidad mientras Harry la besaba y pasaba su mano por su cabello y por sus pechos. De vez en cuando su mano tocaba sus nalgas, las azotaba o jugueteaba con ellas, pero inmediatamente regresaba a sujetar su cabeza o a jugar con su pelo. Ginny gemía abiertamente, pero sus manos nunca dejaban su tarea. Harry abandonó sus mullidos labios y puso sus manos en sus tetas. La lengua se cebaba en sus pezones mientras la pelirroja intentaba que su voz no alertase a los demás miembros de la casa.
Harry se congeló un momento al tocar semejante senos. El tamaño era enorme. Ginny no tenía unas tetas de ese tamaño. La que le estaba proporcionando placer debía de ser Hermione. Aunque eso le sorprendió mucho, apenas habían hablado y ahora se metía en busca de placer. Las dudas llenaron su mente por un momento, entre el sueño y el placer que le estaba proporcionando. Sin embargo, no dudo nada en ponerse ciego de ansía por hacer un sinfín de cosas con esos instrumentos que aquella hembra portaba en su cuerpo. La mente de Harry volaba mientras sus manos y su boca llevaban a cabo esas ideas tan lujuriosas. Ginny gemía por la atención recibida mientras se esmeraba en igualar el placer que se recibía. Por desgracia su mano no era suficiente y la pelirroja se vio tentada de arrojar sus labios y lubricar con ellos el fresón que acariciaba entre sus manos.
La tentación no se hizo realidad debido a que Harry no tenía la intención de llevar las cosas a ese nivel y la hábil mano de la pelirroja fue suficiente para hacer que las sábanas se tiñesen de un blanco espeso. Ginny miró su mano orgullosa por su labor y observó como el semen poco a poco se iba secando. Su lengua traviesa probó las gotas y degustó el sabor. No era comparable con un plato de su madre, pero al menos no daba arcadas. Ansiosa por complacer su lengua limpió todo lo manchado tanto de su mano como de lo poco que no había absorbido la sabana. Tras esto su mano volvió a tocar el pene que se iba desinflando, el glande estaba manchado por las gotas que aún salían cual erupción volcánica.
Ginny decidió poner fin a ese goteó y con su boca hizo succión en ese pene. Harry se revolvió un poco incomodo al notar como los dientes de la chica se encaramaban a su pene y como sus labios y su lengua empezaban a limpiar y humedecer su pene. Harry miraba hacia abajo y a duras penas podía ver. Solo observaba el resplandor de la saliva iluminada por algún rayo de sol. Su mano tocó el cabello ondulado de la joven, tocó sus amplios pechos y sus curvas femeninas. Desde luego era Hermione. ¿Quién iba a ser sino?
Por desgracia para la pelirroja, su succión consiguió lo impensable. El miembro volvió a la vida debido a la cuidadosa atención que le brindaba y a los pensamientos de Harry al saber que era su mejor amiga quien le estaba mamando la polla. Harry ansioso dijo.
-Por dios. Usa esto- agarró los melones y los puso cerca de su polla.
La mamada paró y Ginny se vio atrapada. Si bien por fuera se parecía a Hermione, ella nunca había podido utilizar sus pechos para exprimir pollas. No eran lo suficientemente grandes para crear presión. Y si con sus pechos no podía hacerlo eso hacía que no pudiese hacerlo bajo el hechizo. Alarmada por verse en descubierto, Ginny juntó sus pechos y los apretó con sus manos. El volumen no era suficiente para provocar nada más que caricias sutiles.
Las tetas eran un aditivo visual excelente. Desde luego también el magreo también era suficiente como para dar placer a ambos. Pero esto no era una función indicada, pensó Ginny. La pelirroja usaba sus pechos como podía, pero estos eran pequeños y no podía jugar con ellos como deseaba. Por otro lado, Harry veía los pechos de Hermione apretarse contra su miembro, pero curiosamente solo sentía toques ocasionales que no conseguían hacer nada. No elevaban el placer, sino que poco a poco decaía. Irritado por ver como los mayores atributos de su amiga eran usados tan pesimamente agarró los pechos de su amiga y estrujó los pezones con saña, hasta que esta cesó su tarea y chilló de dolor. Ginny se levantó de la cama y se dispuso a marcharse, pero Harry la agarró de los pies y la tiró sobre su cama. Ginny chocó con el colchón y fue a darse la vuelta para huir cuando vio que su decisión había sido un error.
Ella primero le había dado placer con su mano, tanto que había recibido un merecido premio. Pero por querer acaparar todo el semen se había visto obligada primero a mamar y después a intentar hacer una cubana. Un acto para el que no poseía activos. La impaciencia de Harry era normal, él había caído en su engaño y se había dado cuenta de que no tenía destreza. Ahora se iba a encargar de conseguir el placer por su cuenta.
Harry puso sus manos sobre los brazos de Ginny para impedir el movimiento y se situó encima suya dispuesto a ensartarla por el agujero que encontrase primero. Por suerte las bragas de la pelirroja era una defensa viable ante semejante ariete. Ginny pataleaba, pero no gritaba. Un sonido muy brusco haría que su madre o algún adulto viese la escena. Harry azotó el culo con una mano mientras que con la otra agarraba los mechones del pelo.
Bajó la cabeza para hablarle en el oído, pero por el camino se entretuvo oliendo el pelo. Un aroma particular le llegó al interior. Flores frescas. Levantó la cabeza sin decir ninguna palabra, buscando confirmar su teoría azotó bruscamente el culo de la muchacha. Luego levantó las caderas y de un empujón penetró bruscamente la vulva de Ginny. Realmente Harry no había conseguido traspasar el himen, ya que se había parado a tiempo, pero la entrada con semejante energía había abierto la vagina unos centímetros más de lo normal y eso dolió lo suficiente como para que el hechizo se desvaneciera.
Harry se retiró del interior aterciopelado de la pelirroja y miró como el encantamiento se iba desvaneciendo. La oscuridad ocultaba sus rostros, pero las manos de Harry pudieron ver como la espalda lisa se iba llenando de pecas al igual que el rostro. Como sus pechos iban menguando y separándose. Como su trasero se llenaba y se alzaba y como su pelo cambiaba de color y se alisaba y despeinaba tras la sesión anterior.
Con voz graciosa dijo- Buena broma Ginny.
La chica avergonzada y roja se recolocó las bragas y dijo- ¿Broma? Por dios te has comportado como un patán. Me has pellizcado, mordido y azotado. Y ahora encima me obligas a follar contigo. Menos mal que te has detenido antes de inundar mis entrañas y dejarme marcada como impura.
Harry alucinando dijo- Mira no he sido yo. Tú te metiste bajo mis sabanas con la apariencia de Hermione buscando que te follara y eso hice. Por suerte el hechizo desilusionador no puede ocultar olores ni destrezas adquiridas. Y me detuve antes de romper tu himen. Te metí la punta solo para que volvieras a tu forma original.
Ginny se vio acorralada dialécticamente y dijo- Olvida todo esto. Solo ha sido una broma. No tenía intención de perder mi virginidad tan joven. Solo quería que te relajaras antes del juicio.
Harry suavizó su voz y dijo- Pues no estoy relajado. Es más, penetrar tu coño me ha dejado mucho más duro que antes. Así que ya sabes termina tu trabajo- señaló su pene.
Ginny alzó los brazos y con desdén dijo- ¡No voy a meterla dentro! Soy joven.
Harry dijo- Y puta también eres, en vista de lo sucedido. No hace falta que la metas para hacerme correr. Ya lo hiciste una vez. Hazlo de nuevo. Utiliza tus manos. Pule mi escoba.
Harry se tumbó en la cama y Ginny se tumbó a su lado. No había besos ni caricias, la pelirroja utilizaba sus manos para masturbarlo, mientras que Harry disfrutaba tumbado en su cama. Las manos se aceleraban y con los fluidos anteriores la lubricación estaba garantizada. La respiración de Harry se aceleraba mientras las manos ceñían más su agarre a aquel tronco.
El chico viendo el final, agarró el cabello de Ginny y llevó su cara bruscamente hacia el inicia de su glande. Esta soltó sus manos de la impresión y el torrente de semen se disparó sobre el pelo y el cuerpo de la pelirroja. Esta apartó al chico de un empujón y cogiendo sus ropas se fue rápidamente entre avergonzada y enfadada por cómo había se habían resuelto las cosas con Harry.
Este se tumbó pensando en cómo ya había recibido placeres de varias chicas. Pero nunca había probado un coño en su esplendor. No había visto seducción. Además, se había quedado con las ganas de recibir una cubana bien hecha. Y por suerte siempre tenía a Hermione cerca suya. Se durmió esperanzado por el juicio de mañana.
A la mañana siguiente se levantó, desayuno entre sollozos por parte de la Señora Weasley y miradas esquivas de Ginny. Ambas le desearon lo mejor. Harry caminó hasta la puerta cuando se le unieron varias personas. Entre ellas estaban el señor Weasley, Ron, Ojoloco y un señor desconocido que pronto se identificó con Sirius bajo su famoso encantamiento. Harry rio al darse cuenta de que ese hechizo no era una buena invención.
Juntos se dirigieron al ministerio. Bajaron sumergiéndose en unos lavabos algo asqueroso. Desde luego la magia no había avanzado tanto. El atrio era un lugar enorme ocupado por una gran fuente y multitud de chimeneas por donde entraba la gente para ir a su trabajo. Ron y Harry se pararon cerca de la fuente mientras Arthur se iba a su ascensor para irse al trabajo.
Moody dirigió al grupo al lugar donde iba a ser juzgado. Cada vez que se cruzaba con algún mago contaba alguna anécdota. Al llegar a la sala y antes de entrar les dijo.
-Potter ten cuidado. La mayoría de los presentes en el juicio son familia de mortifagos. ¡Alerta Permanente! Weasley
Ron salió de su mente y dijo- ¿Qué pasa?
-Tú no puedes entrar. No formas parte del jurado. Ni eres miembro de la orden de Merlín. Ni ninguna de esas parafernalias elitistas del ministerio. Te quedaras conmigo. Mantén la varita lista no sabemos si algo sucederá aquí.
Harry veía exagerada la reacción del anciano, pero se calló por si acaso. Mientras escuchaba a Ron discutir con el anciano auror. Harry habló con Sirius.
- ¿No podrás entrar, ¿verdad?
El padrino dijo abiertamente- No. Si fuese libre podría estar. Ya sabes por la riqueza de mi familia. Pero no puedo. No te preocupes, estará Dumbledore y seguro que conocerás a algún miembro del jurado. Relájate eres inocente.
Harry no se preocupó. Estaban esperando a que fuese la hora del juicio cuando vieron como el ministro se aproximaba acompañado por Lucius Malfoy y su esposa. El ministro vio a los hombres y dijo, mirando a Ojoloco.
-Alastor. Esta gente no puede entrar al juicio, lo sabes verdad.
El anciano asintió bruscamente y dijo- A mí no se me permite. A mis acompañantes tampoco. Y a su esposa tampoco, Malfoy.
El hombre miró a su mujer y luego hizo un amago de sacar la varita para hechizar a ese malhumorado anciano, pero dijo con voz suave.
-Alastor parece que la vejez ha oxidado tu memoria. Yo hoy no participo como miembro del tribunal sino como fiscal del ministerio. Gracias a una donación importante conseguí que nuestro grandioso ministro me diese el puesto para que no acusen al ministerio de ser políticamente incorrecto. Mi esposa tomara mi lugar y eso si esta correcto con el reglamento
El hombre fue directo a la sala junto con su mujer. Harry, Ron e incluso Sirius miraban con asombro lo bien que se le pegaban las túnicas a una dama como la señora Malfoy. Una lástima que fuese una presa poco probable.
Alastor miró a los tres hombres y dijo- Vosotros dos debéis de estar con mujeres de vuestra edad. Dejad las maduras para los maduros- miró a Sirius y dijo- Bueno no para este.
Una vez dentro el juicio tuvo lugar. Harry contó su testimonio y luego fue interrogado mordazmente por Malfoy. Las preguntas del hombre eran certeras e incluso Harry dudaba de la intención que tenía, pero por suerte Dumbledore consiguió convencer a parte de la cámara. Además, Harry consiguió enseñarle a todo el jurado su patronus corpóreo y un ciervo se paseó por la sala rápidamente conmocionando a todo el mundo. Harry fue absuelto, aunque muchos funcionarios afines al ministro votaron en contra. Lucius Frustrado por el resultado tomó la palabra y dijo con voz muy clara y acento impecable.
-Llamo a declarar a Lord Voldemort.
Esa frase hizo que todos los comentarios del estrado se callasen. Dumbledore se interpuso entre Lucius y Harry y con un movimiento de su varita las cadenas se rompieron dejando libre a Harry. El resto de los magos y brujas huyeron o sacaron sus varitas en señal de lucha. Lucius se quedó estático y de la nada apareció Voldemort.
El hombre anduvo descalzó por los mármoles de la cámara y luego miró a Lucius y con un movimiento de varita lo desmayó en el suelo. Luego, el señor tenebroso alzó su varita mientras decía mirando al ministro.
-Ministro, me temo que su cargo acaba aquí. Usted no es digno de dirigir esta sagrada institución. Por su culpa las leyes permiten a los impuros formar parte de un gobierno. Usted se doblega ante los pies de los muggles. Busca la armonía, pero eso es imposible. Ahora todos ustedes caerán.
De la varita del señor oscuro se manifestó una luz verde esmeralda que todo el mundo reconoció como la maldición asesina. Esta se elevó por los aires hasta hacer añicos el techo de la sala que se derrumbó brutalmente. Luego, giró la mano y el rayo se dirigió hacia las columnas haciendo que todo el techo colapsase bruscamente. Dumbledore uso su varita para elevar los restos una vez que Voldemort se fue, pero comprobó que el atentado había sido exitoso. Muchos miembros de la cámara habían fallecido.
Harry se levantó del suelo y conmocionado por lo que acababa de ver se reincorporo. Miró hacia todos lados y vio el miedo que la figura de Voldemort infundía. Los magos más poderosos, respetables y con cargos más altos estaban temblando, muertos o ayudando a sus compañeros. No habían sido capaces de impedir el atentado. El director agarró a Harry de la mano y lo acompañó fuera del atrio hasta uno de los pasillos donde Ojoloco había protegido a Ron de los derrumbes. Harry miró hacia atrás junto a Ron mientras los adultos conversaban.
Ojoloco avanzó hacia el atrio tras inspeccionar con su ojo los escombros. Con su varita empezó a levantar piedras para salvar vidas. El director puso su mano extendida y esperó a que ambos estudiantes se cogiesen de la mano. Antes de aparecerse, Harry y Ron pudieron apreciar como la señora Malfoy se acercaba a su esposo y arrodillándose lo reanimaba con un hechizo. Lucius Malfoy se levantó y sonrió durante un minuto al ver el caos.