Harry Potter y el sexo en el último curso
Saga erótica de Harry Potter con trama de amor-confianza-sexo incluida. Primer capítulo: Un verano muy caliente.
DECLARACIÓN DEL AUTOR
Antes de que leáis el primer capítulo de esta saga erótico-paródica de Harry Potter, que espero que disfrutéis al máximo, quiero declarar cuales son las pretensiones con esta saga que durará en total ocho capítulos. He leído bastantes relatos y sagas relacionadas con Harry Potter en esta y otras webs, y en muchos casos, no todos ni en esta web, he visto fallos que he querido, o al menos los he intentado, subsanar. En primer lugar respeto las normas ortográficas y gramaticales dentro de mis posibilidades, fallos habrá. A parte del contenido obvio de la saga he querido crear una trama relacionada comprensiblemente con las relaciones sexuales y de amoríos de los personajes de las novelas. Con esto quiero decir que cada capítulo no es un relato erótico aislado al resto, sino que entre todos los capítulos se tratará una trama, nada del otro mundo, con final incluido. De veras agradeceré todo comentario que se pueda hacer y a pesar de sonar pretencioso, mi intención es la de crear una muy buena saga erótica sobre Harry Potter.
Sobre esta saga he de anunciar que sucede en un mundo mágico alternativo en el que Lord Voldemort fue definitivamente derrotado cuando fue a matar a Harry y que si bien sí se crió con sus tíos, tras el tercer curso vive con su padrino Sirius Black y que como en la obra original, a partir del sexto curso sale con Ginny Weasley. La historia se desarrolla durante el séptimo y último curso en Hogwarts y saldrán todos los personajes clásicos de la obra.
HARRY POTTER Y EL SEXO EN EL ÚTILMO CURSO
Capítulo 1: Un verano muy caliente.
Harry se despertó sobresaltado y totalmente empapado por el sudor, respiraba agitadamente y notaba las gotas de sudor precipitarse suicidas por su torso desnudo. La oscuridad le envolvía tan solo truncada por la luz de la luna que entraba por la ventana que había sobre su cama. Un silencio sepulcral tan solo roto por el ulular de las lechuzas en el exterior y por los sendos ronquidos de Ron Weasley, su mejor amigo en la cama de al lado. Buscó a tientas sobre la mesilla para coger sus gafas, tras ponérselas cogió su varita y agitándola dijo: ¡Lumos!
De la punta de la varita de Harry surgió una luz blanca que le iluminaba a él y a la mitad de la estancia. Se hallaba erguido sobre la cama mojado de sudor y vestido solo con unos bóxer. Iluminó con su varita su cuerpo y se fijó en el bulto que tenía en la entrepierna producto de la tremenda erección. Su pene luchaba contra el apretado bóxer de color gris claro que lo sujetaba. Se podía observar perfectamente la forma curvada del pene bajo este. Harry se quitó el sudor de la cara y recordó. Había vuelto a soñar con Ginny, y no precisamente sueños infantiles. Desde que el curso anterior habían comenzado a salir y más desde que hace dos semanas estaba de visita en la casa de los Weasley, Harry se había visto asediado por estos sueños, que lejos de calmar su deseo, lo perturbaban, ya que hasta el momento, con Ginny no había pasado de besos y magreos esporádicos.
Eso se debía a, por una parte, el constante aunque no malintencionado acoso que Ron, el hermano de Ginny, le hacía. Siempre acaparaba a Harry para todas las situaciones y Harry no sabía decirlo que no a Ron a pesar de lo mucho que le apetecía estar con Ginny. Gracias a que cuatro días atrás había llegado Hermione, por la cual Ron sentía algo del calibre de lo que Harry notaba en su entrepierna, Harry y Ginny tenían más tiempo para estar juntos. Pero había otra razón por la que a Harry le intimidaba hacer algo más con Ginny. Sabía que ella tenía más experiencia de la que él había hecho con Cho Chang, que no había pasado de unos besos por recónditos lugares de Hogwarts durante el quinto curso. Y Ginny, solo durante el curso pasado, había salido con varias personas antes que con él, y aunque estaba seguro (¿seguro?) de que Ginny no había ido más lejos con ellos que con Harry, le abrumaba que ella estuviera más decidida y tomara la iniciativa. Y no es que Harry no quisiera, jamás en toda su vida adolescente había sentido tal sobresalto hormonal y nunca se había encontrado tan salido como estas últimas semanas. Tampoco, a parte de sus preocupaciones, en que el la Madriguera tuvieran muchas oportunidades, aún cuando estaban a solas, siempre había alguien cerca y Harry era reacio a mostrar muy abiertamente sus deseos con Ginny ante su familia, por respeto.
Algo más calmado y tras asegurarse de que Ron seguía dormido Harry, varita en mano, se dirigió al servicio. Salió de la habitación y cruzó el pasillo que lo separaba del baño. Ahora que Percy y los gemelos ya no vivían aquí, la Madriguera era un lugar más tranquilo donde vivir. En estos momentos solo estaban los padres de Ron en la tercera planta, Hermione y Ginny en la segunda y ellos que estaban en la habitación que hacía de ático y cuarta planta. Al abrir la puerta del baño se encontró con varios duendes que se había colado en el baño y que jugaban a tirada pasta de dientes y objetos del baño, antes de que Harry pudiera cerrar la puerta un cepillo de dientes le dió en la cabeza. Si el baño de arriba estaba ocupado tendría que bajar a la primera planta. Con el suelo crujiendo bajo sus pies, Harry descendió los escalones intentando no hacer ruido, para no molestar apagó la varita y llegó al final de las escaleras a oscuras. Al entrar al baño encendió la luz mágica y cerró la puerta.
Harry dejó la varita sobre el lavabo y se bajó el bóxer. Su polla semi-erecta parecía feliz de liberarse de la opresión del bóxer. Harry despegó los pelos pegados por el sudor y orinó. Estaba bastante contento con el tamaño de su pene, no era nada del otro mundo, no se lo había medido pero calculaba que ponían ser más de quince centímetros, diecisiete tal vez. Era gruesa y tenía el vello justo para no molestar y parecer varonil. Ahora tenía el glande salido por el calentón y estaba bastante gorda. Al terminar cogió la varita y subió las escaleras. No se dió cuenta de que llevaba luz en la varita hasta que al llegar a la segunda planta vio que iluminaba la habitación de Hermione y Ginny. Debido al terrible calor que hacía en particular este verano todas las puertas y ventanas de la casa estaban abiertas, y a través de esta abierta pudo ver algo que lo dejó perplejo, rápidamente se apresuró a apagar la varita, y tan solo con la luz de las ventanas observó la escena. En la habitación había dos camas, una con el cabezal pegado a la pared enfrente de la puerta y otra a una pared lateral. En esta última se hallaba Ginny dormida de lado solamente vestida con unas bracistas blancas. Esto hubiera sido suficiente para hacer estallar a Harry si no hubiera visto a Hermione, en su cama tumbada boca arriba con las pierdas flexionadas y que metiéndose la mano bajo las brazas se masturbaba frenéticamente. Desde donde estaba Harry podía ver perfectamente las piernas abiertas de Hermione y como ésta movía su mano masturbándose a gran velocidad. Agachado come estaba Harry no le veía la cara, ni el torso, lo cual era una pena, pues no podía haber podido obviar que desde hacía un par de años a Hermione le habían crecido notablemente los pechos, hasta ser algo que destacaba en ella junto con su precioso pelo. Harry más de una vez había pensado que Ginny, con el impresionante culo que tenía con aquellos pechos sería la tía más buena de todo el colegio.
Harry no podía dejar de mirar, Hermione no paraba de frotarse y se movía sobre la cama usando su otra mano para apretarse el pecho izquierdo, Harry no escuchaba nada por lo que suponía que Hermione habría usado algún hechizo para no hacer ruido. Harry podía imaginarse a Hermione gimiendo ferozmente tan solo con observar la manera en que se estaba masturbando. Sin detenerse ni un momento Hermione parecía aumentar la velocidad y parecía que se concentraba en frotarse la zona del clítoris con su dedo corazón. A Harry le iba a estallar la polla, apenas si podía soportar el dolor que le provocaba la erección, pero tampoco podía dejar de mirar. Nunca había visto a su amiga como una posible conquista o relación, pero era común que estuviera en sus fantasías cuando él se masturbaba. Su preferida era imaginarse a Hermione y Ginny liándose, frotándose sus pechos y comiéndose una a la otra el coño. Hermione pareció llegar a su fin cuando sin dejar se meterse los dedos arqueó levantándola ligeramente como un espasmo orgásmico, aún así no dejo de frotarse hasta pasados unos minutos. Harry tuvo que esperar unos cuantos más para asegurarse que Hermione no miraba hacia allí antes de cruzar por el pasillo.
Sudado y caliente hasta un extremo desconocido para Harry subió las escaleras hacia el tercer piso con la imagen grabada en su mente de Hermione haciéndose dedos salvajemente. Cuando pretendía subir el último tramo de escaleras Harry oyó algo que no podía creer. Gemidos de dos personas distintas venían de la habitación de los señores Weasley. Harry sabía lo que era aquello y no se lo podía creer, embriagado por el calor y el calentón se acercó a la puerta y observó a través de esta que estaba entreabierta. Aquello fue el colofón, la regordeta señora Weasley se encontraba encima de su marido abierta de piernas cabalgándole, mientras el señor Weasley tumbado en la cama y con su señor encima le daba cachetes en las prominentes nalgas. Las lorzas de la señor Weasley bailaban al son de sus movimientos y su cuerpo se veía reluciente por el sudor que brillaba con la luz de la luna.
Aquello no resultaba precisamente erótico para Harry pero no pudo más. Sin mucha preocupación de no hacer ruido marchó a su habitación, se tumbó en la cama y apagó la varita. Escuchó unos segundos para asegurarse que Ron seguía roncando plácidamente y se bajó el bóxer. Su polla, ahora enorme debido a lo visto, salió de golpe a chocar contra el vientre de Harry. Éste la agarró y pausadamente comenzó a pajearse. Subía y bajaba lentamente notando como la piel le cubría y descubría el cipote, aumentando el ritmo poco a poco. Las imágenes en su cabeza revivían a Hermione masturbándose y se la imaginaba viéndola desde arriba, con la cara contorsionada por el placer, gimiendo mientras se pellizca un pezón y viendo sus pechos votar por el salvaje movimiento al masturbarse. En la habitación se escuchaban los golpes de la mano de Harry golpeando contra su pelvis al masturbarse apagados por los ronquidos de Ron que Harry no dejaba que le distrajeran de la imagen de los hermosos pechos de Hermione. Ahora Harry ya se pajeaba frenéticamente y su polla, aunque él no lo veía, estaba roja de excitación y empapada de un brillante sudor. Harry se imaginó echando su semen sobre las tetas de Hermione y llegó al clímax notando como se corría y el semen salía despedido para caer sobre su pierna y el resto se le quedaba en la mano, siguió masturbándose hasta que salió la última gota. Con la mano plagada de semen y agotado por el calor y el cansancio Harry se limpió, subió el bóxer e intentó conciliar el sueño tumbado boca arriba sobre la cama, con las pierdas y los brazos separados para no tocarse con su cuerpo, intentando que este absorbiera todo el frío posible.