Harry Potter: verano de placer

Los hijos de Harry Potter y sus amigos han crecido y ya no son unos inocentes niños. Mientras tanto, los adultos también encuentran momentos para hacer travesuras entre ellos. ¡HEY! ¿Qué esperaban? ¿Que fueran un grupo de mojigatos? El mundo mágico es estresante, y ellos saben cómo divertirse.

ACLARACIÓN: Relato con alto contenido sexual explícito. Si no se tolera, no lean. La idea es realizar una serie de relatos que se vayan enlazando entre sí.

1.

El último año en Hogwarts había llegado a su fin. Un viaje en tren los separaba del comienzo de sus vidas como jóvenes magos adultos, aunque ninguno de los tres se sentía suficientemente preparado para eso. Hogwarts había sido su hogar durante siete años, y extrañarían sus pasillos, que habían sido testigos de múltiples aventuras. Sin embargo, sabían que lo que podía llegar a venir en el mundo real era mucho mejor.

Scorpius, Rose y Albus compartieron un compartimiento del tren aquel día, como lo habían hecho durante años. Scorpius y Albus habían sido elegidos para la casa de Slytherin en primer año, y se habían vuelto amigos inseparables desde ese momento. Rose había sido escogida para la casa de Ravenclaw, pero eso no la detuvo para mantener una amistad con su primo y, con el tiempo, comenzar una relación con Scorpius Malfoy.

Los tres habían conformado un grupo irrompible en Hogwarts. No hacían nada el uno sin el otro, y compartían absolutamente todo. Y, cuando digo todo, es todo.

Al comienzo, cuando apenas eran unos niños de once años, ninguno de los tres se destacaba demasiado. Sólo Rose con su inteligencia, que encantaba a todo el mundo. Sin embargo, con el paso de los años, la muchacha fue dejando atrás la figura de una niña y adquirió llamativas curvas de mujer: cintura pronunciada, caderas anchas y muslos carnosos. Sus pechos lucían pequeños bajo la ropa, aunque aun así llegó a cautivar a más de un mago dentro del colegio. Y, sobre todo, como ya dije, a Scorpius Malfoy.

Scorpius, por su parte, se había transformado en un chico atlético a quien el quidditch había ayudado a desarrollar un cuerpo que los magos envidiaban y por el que las brujas suspiraban. Aunque podía tener a cualquier mujer, amaba únicamente a Rose, como siempre repetía.

Aun así, pese a que se profesaban un gran amor, Albus sabía que sus amigos tenían gustos personales un tanto peculiares… y, en lo que se refería al sexo, no tenían reparos en compartir momentos con cualquiera… Incluyéndolo a él.

Aquella tarde fue un poco triste para los tres. Scorpius tenía programado un viaje al extranjero que duraría un mes aproximadamente, y eso significaba que no lo verían por un buen tiempo. Rose era la más afligida de los tres.

–¿Ya te han aceptado en el departamento de Ley Mágica, Rose? –preguntó Albus, mirando a la triste chica, quien no había sacado la vista de la ventanilla durante un buen rato. Scorpius y él jugaban un juego de cartas, enfrentados. Rose se hallaba sentada junto a Albus

Rose había enviado cientos de pedidos a varios departamentos del Ministerio, para que la tomaran como pasante.

–Si –Rose salió de su ensoñación y se dirigió a su primo. Me han aceptado en seis departamentos, de hecho –anunció–. Aún no sé cuál aceptar.

Scorpius y Albus cruzaron miradas. No les llamaba la atención aquello. La chica se había graduado del colegio con todos los honores posibles, y era considerada una de las brujas más inteligentes y prometedoras de los últimos tiempos. Era una maravilla en todo lo que hacía.

–¿Qué te preocupa, entonces? –preguntó Albus, viendo que la chica suspiraba y volvía a mirar por la ventana.

–Será un largo verano sin Scorpius –manifestó, mirando a su novio. Se levantó y se sentó a su lado–. Voy a extrañarte –dijo.

–Yo igual –apuntó el chico, abrazándola, y la besó.

–Estaba pensando… –Rose se mordió el labio y miró de reojo a Albus. Bajó la voz casi a un susurro, pero el chico oyó de todas maneras–. Que la despedida de anoche no fue suficiente…

Scorpius sonrió de manera pícara.

–Pienso lo mismo.

Rose tomó a Scorpius por el cuello y le dio un beso apasionado, que él respondió con entusiasmo. Albus suspiró resignado, y tomó una revista de su mochila, presintiendo que su juego había sido abandonado… y que sus amigos querrían un poco de intimidad.

Sin embargo, no fue capaz de concentrarse en leer. Sus dos compañeros de viaje expresaban su amor de manera un tanto escandalosa, y no podía evitar mirar por encima de la revista cada vez que se escuchaba el ruido de succión que producían sus besos. Y entonces, supo que ocurriría algo que tantas otras veces había pasado ya, y que, para ser sincero, no le molestaba en absoluto.

Las manos de Scorpius habían ido recorriendo todo el cuerpo de Rose sin tapujo alguno. Una de ellas pasó por debajo de su blusa y comenzó a acariciar uno de sus pechos. Rose acarició la entrepierna de su novio por encima del pantalón.

–Habrá que despedirse correctamente ¿verdad? –preguntó Rose al oído de Scorpius, acariciándolo.

Albus realizó un movimiento perezoso de varita y bajó todas las persianas, trabando la puerta para que nadie entrara. Ni a Rose ni a Scorpius le molestaba que Albus presenciaran sus actos de pasión repentina (hasta los excitaba saber que tenían compañía), pero Albus estaba seguro que no querrían compartirlo con el resto del tren.

Scorpius fue desprendiendo la blusa de Rose mientras lamía su cuello y mordisqueaba su oreja, arrancando un jadeo en ella. Corrió la tela del brasier de Rose dejando al descubierto unos pechos blancos y algo pequeños, pero con unos pezones erectos y rosados. Scorpius se llevó uno a la boca, y Rose volvió a jadear cuando sintió su lengua húmeda sobre ellos.

Mientras Scorpius mordía y lamía sus pezones, Rose seguía acariciando su entre pierna por encima del pantalón. Albus veía, por encima de la revista, que su amigo tenía una incipiente erección. También observó como una mano de él se metía bajo la falda de Rose. Rose dejó que el chico le bajara las bragas, que llegaron a sus tobillos. La chica abrió sus piernas, levantando su falda completamente, y recibiendo con gusto los dedos de Scorpius que comenzaran a acariciar su sexo.

Albus tuvo una visión directa del coño bien depilado de su prima, y de los dedos de su amigo acariciando su clítoris y la entrada de su vagina, que comenzaba a mojarse. Rose jadeaba excitada por las caricias, moviendo las caderas ligeramente. Las hormonas de Albus no eran ajenas a aquella situación, y un bulto en su propio pantalón comenzó a aparecer producto de los jadeos de placer de Rose. Mirando la situación dejó a un lado la revista que fingía leer. Llevó una mano al cierre de su pantalón, lo bajó, y metió su mano dentro de su ropa, acariciando su pene con tranquilidad mientras miraba la escena que lo excitaba.

La boca de Scorpius subió por el pecho de Rose y le dio un beso que ahogó momentáneamente los jadeos.

–Tócame –le pidió. Y Se desprendió del botón de su pantalón. Rose lo ayudó a bajarlo, arrastrando con él la ropa interior.

Scorpius tenía una erección ya formada, con un pene de tamaño considerable rodeado de vello púbico rubio. Albus siempre se había sentido ligeramente cohibido con el tamaño del miembro de su amigo, pues mientras Scorpius tenía un pene grueso y largo, el de él era más fino. Rose tomó la erección de Scorpius con una mano y comenzó a acariciarlo de arriba a abajo, mientras que la boca del chico volvía a ocuparse de la suya.

Scorpius siguió acariciando el clítoris de Rose, y cada tanto metía y sacaba un par de dedos de su empapada vagina. Rose acompañaba el movimiento con sus caderas, mientras seguía masturbando al chico, variando la intensidad del movimiento. Albus se concentró en el movimiento de su mano, que bajaba y subía por el miembro, sin olvidarse de acariciar los testículos también. Su propia erección estaba ya incontrolable y dolía dentro del pantalón.

Scorpius detuvo su beso eterno con Rose para lamerse con rostro de satisfacción sus dedos empapados en los flujos de la chica. Rose giró su cabeza y, por primera vez que comenzaron a acariciarse, pareció notar la presencia de Albus. Sin dejar de masturbar a Scorpius, se inclinó sobre su oreja y le dijo algo al oído que Albus no pudo oír. Scorpius miró a su amigo, sonrió y asintió con la cabeza.

–Rose se siente muy descortés –dijo sonriendo Scorpius. La chica se levantó del asiento, la falda cayó sobre sus piernas, ocultando su coño, pero sus pechos aún estaban al aire–. Quiere disculparse por haber provocado eso –Scorpius señaló la entrepierna de Albus, donde el chico se acariciaba boquiabierto aún bajo la ropa.

Rose se acercó a Albus guiñándole un ojo, y se arrodilló frente a él. De nuevo, aquello no era la primera vez que pasaba. La verdad era que a los tres les gustaba aquello. Rose y Scorpius tenían sólo quince años cuando tuvieron su primer encuentro sexual, y meses después agregaron a Albus a sus juegos. El chico los encontró tan excitante que ni se quejó.

Rose quitó la mano de Albus de su pantalón, y lo bajó ella misma liberando su pene. Era unos centímetros más chico que el de Scorpius, pero Rose más de una vez le había dicho que le gustaba chupárselo. En aquel momento estaba bien duro y preparado para lo que fuera.

–Me parece que quiere tu boca –opinó Albus.

–No lo hagamos esperar –dijo Rose, sonriendo.

Albus jadeó cuando sintió los labios de Rose alrededor de su miembro, y su lengua húmeda comenzó a acariciarlo. Se recostó contra el respaldo del asiento con los ojos cerrados, sintiendo cómo las manos de su prima acariciaban sus testículos mientras le mamaba el pene con energía. Por todo su cuerpo corría electricidad.

–¿A que no es la mejor en esto? –preguntó Scorpius risueño, sentándose junto a su amigo mientras se masturbaba a sí mismo. Llevó una mano hacia los pechos de Rose, acariciándolos.

–Es… es la  mejor en… todo… –dijo de manera entre cortada Albus, aún con los ojos cerrados. Los entre abrió para ver a la cabeza pelirroja de Rose sobre él su pene, y a Scorpius masturbándose mientras le acariciaba los pechos–. Sigo sin… entender… –dijo–, que esto no te moleste.

Scorpius rio, divertido.

–¿Acaso sería un buen amigo si no compartiera los momentos de placer también? –preguntó–. Además, ella también disfruta y eso es lo que imp…

Rose soltó el pene de Albus y se sentó molesta.

–¿Van a seguir hablando o me la vas a meter? –preguntó interrumpiendo a Scorpius.

El chico se levantó y Rose volvió a meter la polla de Albus en su boca. Scorpius colocó a Rose de rodillas y levantó su falda dejando al descubierto su trasero y coño. Introdujo un par de dedos en su vagina, comprobando su humedad. Estaba empapada, y su clítoris había aumentado de tamaño, y vibraba con cada caricia. Scorpius fue a su mochila, buscó en ella, y colocó en su pene un condón. Luego puso la punta en la entrada de la vagina de Rose y empujó con fuerza. Rose jadeó con la brusquedad del movimiento, y el sonido quedó opacado por el miembro que tenía en la boca y llegaba a su garganta. Scorpius comenzó a moverse con ritmo dentro y fuera de ella, agarrándose de sus caderas. Pasó una mano entre sus piernas y acarició el clítoris mientras la penetraba. Rose jadeaba envuelta de placer, mientras su coño se lubricaba más y más, empapando la polla que lo penetraba.

Albus estaba obteniendo una de las mejores mamadas de los últimos meses, al ritmo de las embestidas de Scorpius. Este último sentía, mientras sus jadeos acompañaban los de Albus y los sonidos entre cortados de Rose, cómo su polla golpeaba las paredes del interior de la vagina de su novia, electrizando todo su cuerpo.

A los tres los excitaba de sobre manera la imagen que componían.

Albus fue el primero en correrse. Su polla estalló dentro de la boca de Rose, derramando el perlado semen por sus comisuras, y el chico suspiró ante el espectacular orgasmo. Rose recibió con gusto el fluído, y siguió lamiendo hasta que no quedó nada. Scorpius aceleró el ritmo de la penetración, y los pequeños pechos de Rose se movieron al compás del movimiento. Ambos jadeaban de una manera que Albus jamás había visto antes (menos mal que había insonorizado el compartimiento)  Los testículos de Scorpius golpeaban el trasero de Rose de una manera salvaje. Y entonces, luego de un contundente movimiento de cadera de Scorpius, éste tuvo su orgasmo al tiempo que de la garganta de Rose se escapaba la manifestación del suyo. Scorpius sacó la polla del interior de Rose, se quitó el condón, y eyaculó sobre la entrada de su ano.

Los tres adolescentes tardaron un buen rato en recuperar sus respiraciones. Habían pasado varias semanas desde la última vez que habían tenido un trío, y aquel definitivamente había sido el mejor en mucho tiempo. Rose fue hasta su baúl y buscó una tanga que no estuviera mojada con sus fluidos. Scorpius y Albus limpiaron sus penes antes de volver a poner los pantalones en sus sitios. Rose se quitó el semen de Scorpius que chorreaba por su muslo.

–Supongo que esta fue la despedida definitiva ¿No es cierto? –preguntó Albus, sonriendo.

–Me temo que sí –respondió Scorpius afligido, mirando por la ventana: el viaje llegaba a su fin.

–Supongo que ahora lo extrañarás un poco menos –comentó Albus a Rose, quien acomodaba sus pechos dentro del sostén y cerraba su blusa.

–Seguiré haciéndolo igual, por supuesto –respondió la chica.

–Hasta mi regreso confío en que tú y James l a cuiden , Albus –comentó Scorpius con media sonrisa–. No me importaría que se encarguen de ella, después de todo, tiene derecho a divertirse un poco ¿verdad?

Rose y Albus se miraron, sonriendo con complicidad.

–Oh, amigo mío –Albus le dirigió una gran sonrisa mientras el tren se detenía en la estación–. Creeme que James y yo nos encargaremos de que se divierta.


Fin del primer relato. Estoy preparando los próximos. Pueden comentarme qué les pareció este y sugerir nuevos. Saludos