Harry Potter: verano de placer 7

Hermione descubre que su encuentro con Harry no pasó tan desapercibido como esperaba, y recibe una proposición.

7.

La fiesta que había organizado Fleur no parecía estar cerca de acabarse, para sorpresa de Hermione. Todos los presentes se encontraban demasiado animados como para marcharse. Ron se hallaba en un rincón de la cocina, solo, con expresión aturdida. Le daba curiosidad qué habría hecho Fleur para que no estorbara su momento con Harry… quizá un simple encantamiento aturdidor había sido siempre la solución, pensó riendo. Pero dudaba que aquella hubiera sido la táctica de la mujer. Lo que hubiera hecho, había dejado a Ron bastante aturdido…

Y ella… ella sentía una molestia en el culo. Harry se había desquitado con ganas, hacía rato que nadie la follaba de semejante manera por atrás. Y tenía colocada una tanga de Ginny… esperaba no volver a mojarse, aunque eso estaba por verse.

–Mi linda cuñadita se encuentra aquí sola… –no vio llegar a George, quien se había acercado con su mujer, Angelina. El hombre la miró con una sonrisa enigmática.

–Así es… ¿Algún problema? –preguntó Hermione, llevándose a los labios un vaso de vino, mientras veía cómo por la puerta entraban su hija Rose, con James y Albus. Recién se percataba que los tres habían desaparecido.

–Parecías bien acompañada hasta hace un rato… –dijo George, aún con su enigmática sonrisa.

–Si, Hermione, parecía que disfrutabas… Una curiosidad… ¿Era Harry quién te follaba así?

Hermione escupió el vino que estaba tomando y se atragantó con él. Los colores subieron por su rostro. Miró para todos lados, pero nadie parecía estar oyéndolos.

–Qué… cómo…

–No fueron nada discretos, cuñadita –sonrió Angelina–. Aunque podría haber sido peor, sólo los escuchamos Angelina y yo. Y no vamos a decir nada, ¿No, Georgie?

–No, claro que no –corroboró George–. Aunque nos gustaría algo a cambio.

Hermione había quedado dura como una piedra, con el corazón latiéndole a mil por horas. ¿La estaban extorsionando? ¿Qué podía tener ella que les interesara?

–¿Y qué es eso? –masculló Hermione, buscando con la mirada algún posible espectador de la conversación.

–Follarte, los dos –dijo George, sin reparos.

Hermione lo miró boquiabierta.

–Vamos, Hermione… la manera en que gritabas en ese cuarto de lavado… uf… –opinó George–. Cualquiera querría intentar contigo después de eso: me gustan las que gritan así, ¿verdad, Ange?

Angelina asintió con la cabeza.

–Vamos, Hermione… –agregó la mujer–. Sabemos además que no es al primero que te garchas esta semana… Bill nos ha contado que necesitabas calmar tu calentura… –Hermione miró horrorizada. ¿A cuántos más les habrían contado? – Y que te gustan grandes… Y George tiene un muy bien tamaño.

Angelina le guiñó un ojo a su marido, quien le sonrió. El corazón de Hermione seguía latiendo a mil por horas y su cerebro se había encendido. No podía creer que le estuvieran haciendo aquella proposición. Bill había comenzado con aquello, luego Harry, y ahora George… y la sangre revuelta de su cuerpo estaba comenzando a gritar que aceptara. ¿Cuándo volvería a tener la posibilidad de tener tanto sexo? Sus bragas –esta vez las de Ginny, en realidad– volverían a mojarse.

–¿Mañana, quizá?

George rio.

–¿En serio esperarás a mañana, Hermione? Tú seguro estás satisfecha después de Harry, pero a mi comienzan a dolerme los huevos de imaginar lo que hicieron –dijo, con una sonrisa.

–Salgamos ahora que nadie mira…

Angelina los arrastró a los dos al patio. La noche estaba fresca y estrellada. Caminaron hasta quedar detrás de unos árboles y arbustos que tapaban la vista desde la casa.

–No sé si deberíamos… eres mi cuñado –dudó Hermione por un segundo, pero la realidad era que le interesaba la propuesta de George. Sin embargo, aún sentía el culo algo dolorido por la polla de Harry.

–No te hagas, Hermione –George sonrió con malicia–. Bien que no tuviste reparos con Bill y Harry.

Hermione se mordió el labio, para evitar reírse de manera pícara.

–Si lo hacemos, serás mi tercer Weasley –dijo, sin poder contenerse.

–Eso lo hace mucho mejor, ¿no? –preguntó Angelina, sonriendo–. Mira.

Angelina llevó las manos al pantalón de su marido, y le bajó el cierre. Liberó un pene dormido pero bastante grande. Lo sacudió, mostrándoselo. George y ella sonrieron ante el rostro de Hermione.

–¿Me crees ahora? –preguntó Angelina–. Es grande, ¿Verdad?

Angelina había comenzado a masturbar a George. Su pene reaccionó al instante y comenzó a endurecerse. Hermione volvió a morderse el labio, pensando, mientras su tanga se mojaba un poco ante la imagen.

–¿La quieres adentro a esta también? –preguntó George.

Bill había ido a su cuarto con la idea de apagar el fuego que Hermione sentía, sin saber que en realidad estaba avivando las llamas y provocando un incendio. Porque así lo sentía ella. La diferencia era que ahora podía llegar al orgasmo, aunque eso provocaba que quisiera aún más.

Angelina y George sonrieron triunfantes cuando Hermione se arrodilló sobre la hierba, junto a George. Le había entrado la curiosidad de si sabía tan bien como la de Bill. Quitó la mano de Angelina del pene y lo tomó ella entre sus manos. Lo llevó a sus labios y comenzó a lamerle el glande y el tronco. Se lo metió todo a la boca, sintiendo cómo crecía en ella.

–Oh, por Merlín… –jadeó George, apoyándose contra un árbol cercano–. Honestamente, no imaginé que accederías tan rápido, Hermione.

Hermione metía y sacaba de su boca el pene que estaba alcanzando su máximo tamaño. Lo había cubierto de saliva, e intentaba lamer cada centímetro de su superficie. Sabía bien, y los jadeos de George indicaban que iba por buen camino.

–Sujétale el cabello, quiero verle el rostro de golosa que tiene –pidió George a Angelina, y la mujer lo hizo. Tomó a Hermione del cabello, apartándoselo de la cara–. ¿Te gusta, Hermione?

–Está… está… –Hermione le daba grandes lengüetazos antes de metérselo hasta la garganta de nuevo. Tenía la necesidad de lamérselo hasta el final–. Muy rico. Me gusta, sí –dijo, y volvió a deslizar su boca sobre él, dejando que la punta le tocara la campanita de la garganta.

Hermione sintió cómo, mientras se la seguía mamando, la mano libre de Angelina le abría la blusa y liberaba sus pechos. Le tocó los pezones, endureciéndolos con pequeños pellizcos. Luego, bajó hasta su falda, donde acarició su trasero.

–Linda tanga, Hermione –sonrió Angelina, levantando la falda. Comenzó a jugar con los bordes de ésta, y le acarició la ingle. Hermione abrió las piernas, para que accediera más fácil.

–Eeee… eee…–casi ni podía hablar, con la polla de George en su boca. Angelina presionaba sobre su cabeza, para que no la soltara–. …e inny.

–¿Qué dijo? –preguntó George, sin entender.

–Creo que dijo que la tanga es de Ginny, ¿verdad? –preguntó asombrada Angelina. Tiró del cabello de Hermione para separarla de la polla. Un hilo de saliva corrió por su rostro.

–Si, es de Ginny –confirmó Hermione, jadeando–. La mía se empapó después de coger con Harry.

Gimió al sentir cómo los dedos de Angelina se metían entre sus labios y tocaban su clítoris y la entada de su vagina.

–Y esta se está mojando también, George –informó Angelina, resbalando por el coño húmedo de la chica.

–Oh, Merlín… –George miró asombrado, desde arriba, a Hermione. La mujer no se había vuelto a llevar la polla a la boca, pero lo pajeaba con ritmo–. ¿Acaso no te bastó con Harry, Hermione?

Hermione gimió al sentir cómo Angelina le introducía un dedo dentro de la vagina. Cerró los ojos para disfrutarlo.

–Ssssiii… –jadeó–, pero… –se detuvo.

–¿Pero qué, Hermione? –preguntó George.

–Sólo me dio por el culo –reconoció ella.

–Cada cosa que dices me excita aún más, Hermione –le dijo George, obligándola a parar. Angelina sacó la mano de dentro de su ropa interior.

George volteó a Hermione, que ni se resistió, y la obligó a apoyarse de frente contra un árbol. La chica jadeó, inclinándose contra él, levantando su culo. Angelina levantó su falda, mostrándole a George todo el culo de la chica, cubierto apenas por un hilo. George lo corrió, y deslizó un par de dedos por el interior de la vagina de Hermione, comprobando su humedad. Corriendo un poco más la tanga, y sin decir nada más, le metió la enorme erección por la mojada vagina, que a pesar de su tamaño entró con gran facilidad.

Hermione jadeó. Angelina pasó una mano entre las piernas de Hermione, la metió dentro de la ropa interior, y comenzó a acariciarle el clítoris mientras su marido la embestía con tanga y todo.

–Ooohh… ahhhh… Mmmm.

Hermione jadeaba sin poder evitarlo. Si alguien se asomaba al patio, de seguro la escucharía. Sólo tendría que caminar unos pasos y los encontrarían allí, detrás de aquellos arbustos, sobre aquel árbol… jadeando, y teniendo un muy buen polvo. No sabía qué la excitaba más, la perspectiva de ser descubiertos, o que aquella era la tercera vez en una semana que alguien se la metía sin previo aviso.

La polla de George resbalaba con facilidad por la jugosa concha de Hermione. La tomaba de las caderas para controlar el ritmo de la embestida, y sus testículos golpeaban sobre su trasero de manera ruidosa. George no recordaba otra concha más húmeda y caliente que esa. Sentía cómo las paredes de su interior devoraban cada centímetro de su polla, igual que lo había hecho Hermione con su boca minutos antes. En sus más locas fantasías jamás habría creído que aquella mujer fuera a permitir que la montara con tanta facilidad.

George recordó cómo Hermione jadeaba en el lavadero. Si bien la escuchaba disfrutar y gemir, se dio cuenta que no lo hacía de la misma manera… y él la quería escuchar gritar así… De pronto, se dio cuenta en lo que estaba fallando.

George sacó la polla del interior de ella de manera brusca, aunque siguió pegado a Hermione, fregándose contra su trasero. La chica jadeaba, Angelina seguía acariciándola, y aprovechó que George se retiró para meter dos dedos en el interior de ella.

–¿Por…por qué paras? –preguntó Hermione, jadeando, sin entender.

George la bajó la tanga hasta las rodillas, liberando su culo y su sexo finalmente. Le dio una palmada en las nalgas, y acarició con su pene la entrada de su concha.

–Porque te dije que quería darte como hizo Harry –le dijo, y abrió las nalgas de la chica, introduciendo un pulgar en su trasero. Tenía la entrada algo colorada, no había mentido cuando dijo que Harry la había penetrado por allí.

–¡No lo hagas! –Hermione intentó incorporarse, pero George no la dejó. Angelina siguió con su tarea.

Aún le dolía un poco allí donde Harry había estado. Había sido la primera vez en mucho tiempo en que alguien le había metido una polla por ese orificio. Además, la de George parecía mucho más grande que cualquiera que alguna vez la hubiera cogido por allí.

–No seas aguafiestas, Hermione –rio George, colocando la polla en la entrada del orificio–. Sabes que te gustaaaaráaa ahhhhhgggg

–¡Aaaaaghhh!

Ambos jadearon cuando George empujó su polla dentro del ano de Hermione. Ella sintió cómo este se abría, mucho más que lo que lo había hecho para recibir a la de Harry. Era la segunda vez en una noche que se dilataba.

George sintió lo mismo: el culo de Hermione se fue dilatando a medida que su polla entró. Estaba apretadito, jugoso… se dio cuenta que jamás había recibido una polla de su tamaño por allí.

–¡OH, MERLÍN! –exclamó Geroge, extasiado, comenzando a sacar y meter su sexo. Hermione jadeaba por el esfuerzo y la excitación. Angelina seguía torturando su clítoris, metiéndole un par de dedos por la vagina. Entre los dos se la estaban follando como jamás ella hubiera creído posible.

¡FLAP, FLAP, FLAP! Los testículos de Geroge rebotaban con furia sobre las nalgas de Hermione.

–Mmmm… aggghhh… no paren… –jadeaba ella, sintiendo cómo se aproximaba un orgasmo.

–¡Te dije que te gustaría! –exclamó George, sonriente. Ahora Hermione gritaba con la misma intensidad que había escuchado él. Jamás había escuchado a una mujer tan excitada como aquella.

Goerge sacó su polla momentáneamente, Hermione lo esperó abriéndose las nalgas ella misma. George observó con orgullo el gran cráter que era ahora su culo. Metió tres dedos, asombrado.

– ¿Mi hermano te da por aquí, Hermione? –preguntó, curioso.

–Nnn…noo –reconoció Hermione–. Ron es más tradicional.

–Lástima… –George negó con la cabeza, sacando los dedos del culo y volviendo a colocar la punta del pene allí–. Porque entre Harry y yo te hemos dejado un culo elástico: dudo que puedas sentarte ahora.

Y volvió a empujar, con fuerza, y Hermione gritó de excitación al recibir aquel pene de nuevo. Los testículos de George golpeaban salvajemente contra su culo, y los dedos de Angelina se introducían de la misma manera en su vagina. Hermione sintió cómo las paredes de ésta comenzaban a contraerse de manera violenta. Sus piernas temblaban sin que pudiera controlarlas.

–¡Mmee corroooo! ¡Aggghhhh!

Y lanzó un chorro por la concha, que empapó la mano de Angelina. La chica, satisfecha por haberla ayudado a llegar al orgasmo, sacó la mano de allí lamiéndose los dedos.

¡Flap, flap, flap! George seguía contra su culo, frenético, apretándose a sus caderas. De golpe, con una gran embestida, también se corrió.

–¡Agggghhh! –exclamó, extasiado.

Hermione sintió cómo su pene se vaciaba dentro de su culo. Era el segundo que también derramaba su leche por allí aquel día. George sacó el pene y, sin soltar las nalgas, observó con interés cómo del culo abierto de Hermione brotaba su semen.

–¿Quieres? –preguntó a Angelina, quien miraba con interés también.

Angelina se agachó junto al culo de Hermione y lamió su orificio, rescatando con la lengua el semen de George. Hermione jadeó de excitación.

–Eres bien guarra, Hermione –comentó George, maravillado por la imagen que ambas mujeres proferían.

–Gracias… –Hermione se incorporó, y tomó aquello como un cumplido. Era la segunda vez que se lo decían.

Mientras George se colocaba en su lugar los pantalones, Hermione se acomodó la blusa y buscó por el suelo la tanga. No la encontró.

–¿No la han visto? –preguntó.

George y Angelina negaron con la cabeza.

–Oh, ni siquiera era mía –se lamentó Hermione.

–Igualmente estaba empapada,  dudo que la pudieras usar –rio Angelina.

–Tendrás que comprarle otra Ginny –George le guiñó un ojo–. Quiero que ver cómo le explicas que la tenías tú.

Hermione sonrió con picardía. En una noche, había conseguido que Harry se la follara nuevamente, y había coronado aquella gloria con un garche de George. Le dolía el culo, no lo negaba… pero había recibido dos orgasmos fabulosos.

Los tres volvieron a la fiesta, que parecía estar terminando al fin. Hermione sentía cómo el aire le acariciaba el sexo desnudo.