Harry Potter: verano de placer 5

Hermione y Harry ven que Ron desaparece de la fiesta misteriosamente, y deciden que esa es su oportunidad para escabullirse en el cuarto de lavado. Hermione sorprende gratamente a Harry con un pedido.

5.

Harry quedó parado solo en medio de la gente una vez que Fleur se marchó. La siguió con la mirada, observando cómo Ron parecía marcharse y la mujer tras ella. Había cumplido con su palabra y había sacado a Ron del medio. Harry se asombró: a Fleur se le ponía algo en la cabeza y nadie podía discutirle.

Y entonces, su mirada se cruzó con la de Hermione. La mujer lo observaba desde el otro lado de la habitación. Y la sangre comenzó a hervirle. Tirársela allí mismo sería imprudente, pero no aprovechar un momento donde todos estaban distraídos también sería un error. Además, Hermione parecía estar buscándolo con la mirada… para decirle algo… y Harry entendía.

Hermione señaló con la cabeza en dirección al cuarto de lavado. Harry asintió lentamente. La mujer se encaminó hacia allí.

–¡Harry! –Neville le cerró el paso a Harry cuando intentó seguirla–. Quería comentarte sobre…

–¿Puede ser luego, Neville? –preguntó Harry, con la boca seca.

Esquivó a su amigo, y se dirigió hacia el cuarto de lavado. Hablar con Neville de plantas arruinaría el deseo sexual que corría por sus venas.

Entró en el cuarto y cerró la puerta con magia. Hermione se hallaba allí, de pie contra la mesada de lavado. Lo miró con una sonrisa medio torcida.

–No esperaba que vinieras tan pronto, Potter –dijo Hermione–. Creí que tu mujer tenía prohibido verte conmigo a escondidas.

–Siempre y cuando Ron ande cerca –respondió con voz ronca Harry–. Y Fleur me ha dicho que estará ocupado –y agregó–. También me ha dicho otras cosas interesantes.

Harry se acercó a ella, hasta quedar a pocos palmos de distancia.

–¿Cómo qué cosas te ha dicho? –preguntó la mujer, de manera juguetona.

Hermione realmente no sabía qué información manejaba Harry.

–Me contó que estuviste con Bill –dijo Harry, sin rodeos.

–Así es –confirmó Hermione.

–Y que andabas muy caliente –siguió Harry.

–Aún lo estoy –corrigió la mujer, mordiéndose el labio.

–Caray, Hermione…–Harry la observó de arriba abajo, sin acercársele del todo, con mirada lasciva en sus ojos–. Si fuera por mí te garcharía ahora mismo, lo sabes.

–Y hazlo –pidió Hermione, acortando la distancia–. Hazlo, Fleur aseguró que Ron no molestará.

Hermione, con el corazón palpitando con furia por la excitación, fue al grano. Subió su falda, le dio la espalda a Harry y le mostró una tanga color negra. La parte más fina se perdía entre sus nalgas. Harry miró embobado el culo de Hermione, y llevó una mano hacia sus nalgas. Comenzó a masajearlas.

–Qué lindo culo, Hermione –dijo con voz ronca. Hermione lo meneó. Harry apoyó su pelvis en el trasero de la mujer, y comenzó a frotarse contra él, con verdadero gusto. A Harry lo excitaba la idea de cogerse a la mujer de su mejor amigo allí, con Ron vaya uno a saber dónde, y toda la gente disfrutando de una fiesta que se daba del otro lado de la puerta. Hermione lo sabía. También se sentía atraída por ese morbo de saber que podían ser descubiertos, sumado a que estaba deseando sentir otra vez por segunda vez en pocos días una polla que no fuera la de Ron…. Sus bragas volvían a mojarse con esa idea.

Hermione sintió cómo el bulto del pantalón de Harry comenzaba a crecer, y se apretaba fuertemente contra su trasero. Siguió meneando el culo para él. Harry llevó sus manos hacia la parte delantera de la blusa de Hermione y desabrochó los botones de la misma. Aflojó el broche del sujetador que quedó suelto y comenzó a acariciarle los pechos, aun frotándose contra ella. Su erección crecía dentro del pantalón igual que los pezones de Hermione entre sus dedos. Harry jadeaba en su oreja, excitado.

Mientras dejaba que Harry le masajeara los pechos, se frotara contra su culo y le dijera al oído que quería metérsela hasta que gritara que se la sacara (Hermione dudaba que eso fuera a ocurrir), había llevado una mano hacia su propia entre pierna, la metió dentro de la tanga, y comenzó a acariciar su vulva.

–Muéstrame cómo te mojas –pidió Harry en su oído, al notar que se masturbaba bajo su tanga.

Hermione se separó de él, sonriente. Notaba el deseo desesperado en su voz y eso la excitaba. Nada le calentaba más que un hombre la viera tocarse. Se bajó la tanga y se sentó en la mesada del lavadero. Harry le abrió las piernas y le subió la falda. Hermione levantó las piernas sobre el mueble, abriéndose todo lo que pudo, para darle a Harry una mejor vista de su sexo. Llevó una mano hacia él y comenzó a acariciar su clítoris y con la otra la entrada de su vagina. Harry podía ver todo el espectáculo que la excitada mujer le ofrecía.

–¿Así, Potter? –preguntó, mientras introducía un par de dedos en su caliente coño. Jadeó al sentirlos. Se mojaba, tal como Harry le pedía.

–Rico, sigue así… –pidió él, mientras bajaba la cremallera del pantalón y sacaba de su ropa interior un pene duro como una roca. Empezó a masturbarse mirando con lascivia cómo Hermione se tocaba a sí misma. Los dedos de la chica recorrían su clítoris en círculos, y con su otra mano penetraba su vagina, de la que comenzaban a salir grandes cantidades de fluidos viscosos. Hermione comenzó a gemir de manera controlada, pues si bien la música de la fiesta era bastante alta, debía controlar sus impulsos. Sus labios y mejillas se pusieron rojas, y sus ojos comenzaron a darse vuelta por el placer que sentía.

A Hermione le calentaba ver cómo Harry sacudía su polla de arriba abajo y masajeaba sus testículos mirándola con la boca entre abierta. Se mordió los labios para no gemir. Le hizo señas para que terminara de acercarse, alargó una mano y alcanzó la polla que Harry le ofrecía. Esta vez fue él quien tuvo que reprimir una exclamación. Hermione comenzó a mover su mano de arriba abajo por la verga de Harry, con diferentes intensidades, mientras seguía tocándose a sí misma. Ambos jadeaban excitados. Harry aprovechó que su cuñada lo pajeaba para jugar con los pezones endurecidos de la mujer.

–¿Te gusta, Harry? –preguntó Hermione, apretando la punta de su pene ligeramente, y bajando por el tronco.

–Sigue Hermione, más rápido –pidió Harry, y Hermione obedeció, aumentando el ritmo de la paja. El pene de Harry estaba tan duro que parecía a punto estallar. El hombre respiraba de manera entrecortada por la excitación.

Hermione sentía que ella misma iba a estallar de placer. Hacía unos días había estado deseando tener sexo con alguien más que Ron, y Bill había aparecido a saciar sus ganas. Ahora, gracias de nuevo a Fleur, podía estar allí con la verga de Harry entre sus manos y sus propios dedos recorriendo un coño muy mojado y caliente.

Harry retiró la mano de Hermione de dentro de su coño. Sus dedos salieron empapados y un fino hilo de jugos quedó colgando entre su vagina y ellos. Harry gimió. Su cuñada y amiga no podía estar más caliente, mojando la superficie sobre la que se hallaba. Sus jugos se escurrían y llegaban hasta la entrada de su ano. Harry la miró a los ojos y sonriendo se llevó aquellos dedos a la boca antes que se secaran. Los succionó con gusto.

–Mmm… estás muy rica, Hermione –dijo, mientras lamía cada centímetro de sus dedos. Llevó su propia mano a la jugosa vagina de la mujer e introdujo tres dedos en su coño. Sus dedos resbalaron por el interior con mucha facilidad. Hermione no pudo contener un gemido al sentir cómo los dedos de su cuñado tocaban las paredes internas de su sexo caliente.

Harry se encargó de follar la vagina de Hermione con los dedos, metiéndolos y sacándolos con rapidez, mientras ella aún sujetaba su polla. Hermione reprimía grititos de placer cada vez que sentía cómo los dedos se agitaban en su interior, y las paredes de su vagina se contraían cada vez más. Sin embargo, pese a que sentía cada nervio a flor de piel, no era suficiente para ella aún.

–Méte… métemela por… el culo Harry –pidió entre jadeos.

Harry se quedó duro al oír aquello. Hacía mucho que Hermione no recibía una polla en su culo apretadito. Allí, en medio de la calentura que le producía estar pajeándose con su cuñado, le habían entrado ganas de ser penetrada con fuerza por el ano. Soltó la verga de Harry, se bajó de la mesada, volvió a levantarse la falda que había caído sobre sus piernas, y le ofreció a Harry el culo, apoyándose contra la mesa.

–¿Estás segura? –preguntó Harry sorprendido.

Hermione había llevado una mano a su vagina y Harry la veía cómo se masturbaba culo para arriba. Sus dedos entraban y salían del coño húmedo. Toda la zona estaba empapada, incluyendo el orificio de su ano, que Hermione le mostraba al abrir una de sus nalgas con la otra mano.

–¿Estás segura? –Harry acarició el apretado agujero, que reaccionó contrayéndose.

–Si no me lo follas tú encontraré alguna otra verga en esta estúpida fiesta que quiera metérmela –respondió Hermione jadeando, moviendo los dedos en su húmedo interior con rapidez. Se escuchaba el sonido de sus dedos al chapotear allí.

Harry no quería que otro se llevara aquel premio. Se arrodilló junto al culito, le separó las nalgas y comenzó a lamerle el ano. Humedeció la entrada con su lengua, mientras los jadeos de Hermione iban en aumento. Recogía con su lengua los fluidos que salían de ella.

–Métela de una vez, Potter –gimió Hermione, desesperada–. ¿No entiendes que quiero que me lo folles bien fuerte?

Harry comprendió que Hermione no quería esperar más. Se levantó, volvió a abrir sus nalgas, y colocó la punta brillosa de la verga en la entrada del ano de Hermione. Si Hermione quería eso, eso tendría: con una mano tomó su largo cabello para sujetarse, con la otra se aferró a su cadera, y sin avisar y sin pensar que ese culo llevaba varios meses sin recibir una verga, empujó con toda fuerza su palpitante erección hacia adentro y al fondo.

Ambos no pudieron contener un gemido bastante audible. Hermione sintió cómo el pene de Harry se abría paso por su culo, entrando en su totalidad, produciéndole una punzada de dolor y placer auténticos. La verga de Harry se vio envuelta por aquel apretado ano, y una oleada de placer lo envolvió a él también al sentirlo en aquella cavidad casi virginal. Comenzó a moverse con fuerza dentro del culo de Hermione, aferrado aún a su cabello y apretando su cadera. Hermione jadeaba de manera audible, mientras Harry su cabeza hacia atrás. La mujer se encontraba colorada por el esfuerzo. Sus pechos al aire se sacudían bajo ella. Los huevos de Harry chocaban contra su trasero produciendo un excitante chancleteo. Hermione aún metía dos dedos en su vagina.

–Sigue Potter, sigue… mmm…. Ahhh… –jadeaba Hermione, sintiendo cómo la verga del mago embestía con fuerza en su interior.

No había necesidad de pedir aquello. Harry se sentía en la misma gloria.

–Tu culo está muy apretado, Hermione –jadeó Harry con esfuerzo, maravillado. Aunque le daba con cada vez más fuerza aquel ano aún conservaba su estrechez. Se sentía a punto de estallar allí dentro.

Hermione aceleró el ritmo de sus propios dedos.

–Ahhh, ahhh, ahhhh –gemía. Los huevos de Harry seguían chocando contra su culo. Presentía que por la manera en que movía sus caderas y sus dedos, Hermione pronto se correría–. ¡Agggghhhhh!

Hermione emitió un gemido bastante audible de nuevo cuando las paredes del interior de su coño se contrajeron solas con violencia. Esta vez se llevó un puño a la boca, para silenciarse. Tuvo un orgasmo que hizo sacudir las paredes de su vagina durante varios segundos, y de paso empapó su mano completa.

–Có… córrete dentro –pidió Hermione a Harry de manera entrecortada. Harry aumentó de nuevo la intensidad, sacudiendo la polla dentro de ella, y se dejó llevar.

Harry también gimió cuando su endurecido pene se vació dentro del culo de Hermione, y sus ojos rodaron de placer. Harry sacó la polla del agujero y un montón de semen salió de su interior. Hermione se enderezó, sintió cómo la sustancia le chorreaba por las piernas, la recogió con sus dedos y se los llevó a la boca, lamiéndolos con placer y mirando a Harry de manera provocativa.

–Mi culo y tu semen saben bien juntos –dijo, chupándose los dedos.

–Resultaste bien guarra, Hermione –comentó Harry sonriendo maravillado, mientras se subía los pantalones contemplando la imagen de Hermione recogiendo más semen de entre sus nalgas para chuparlo.

Hermione se encogió de hombros. Se colocó los pechos dentro del sujetador, se abrochó la camisa, y cuando fue a subir su tanga se detuvo. Para sorpresa de Harry se la quitó y la miró apenada.

–He mojado varios calzones esta semana, ya no me quedan tantos limpios –dijo, negando con la cabeza.

Harry estiró una mano sobre una cesta de ropa limpia, tomó una tanga color rojo y se la ofreció.

–Ponte una de Ginny.

Hermione se la colocó, mostrándole el resultado a Harry.

–¿Crees que se ofenderá? –preguntó con malicia, fijándose si le quedaban bien, como si se trataran de un par de jeans que su amiga le prestaba.

–No me importa, a mí me calienta –Harry sonrió. Le quitó la tanga negra de la mano y se la guardó en el bolsillo–. Esta me la quedo de recuerdo.

–Será mejor que volvamos a la fiesta –opinó Hermione.

Salieron, y se mezclaron entre los invitados y la música, sin sospechar que no habían sido tan discretos como habrían deseado.