Harry Potter: Remus Lupin (Sexo en Hogwarts 3).

Harry Potter encuentra, en una clase particular con Remus Lupin, un gran amante que ya venía dado desde el pasado.

Harry Potter: Remus Lupin (Sexo en Hogwarts 3).

Remus Lupin era, durante ese año, el profesor de defensa contra las artes oscuras. Verdaderamente, era el único profesor cuerdo, que parecía “normal”, en todos estos años. El profesor Quirrell (en el 1er año de Harry) era, ni más ni menos, que un simple instrumento de Voldemort para acercarse a la piedra filosofal; y Lockhart, profesor en su segundo año, era un completo idiota, estafador frente a sus aventuras y de un humor un tanto atípico.

Remus, en cambio, era un hombre fuerte, de estatura mediana y una mirada serena, pero siempre dispuesto a sonreír junto al prójimo. En su clase, los alumnos tuvieron que hacer frente a un boggart (una criatura que se convierte en aquello que más tememos). Neville encontró en el boggart un cruel Snape; Hermione, un suspenso total en sus notas. Harry, en cambio, un dementor, una criatura demencial que te absorbe el alma y te vacía de buenos sentimientos.

Ante eso, Remus Lupin le concedió clases particulares para defenderse de ellos.

-El hechizo de defensa es Expecto Patronus, pronúncialo. –Remus enseñaba a Harry la correcta pronunciación del hechizo y le advertía que debía pronunciarlo pensando en aquello que le hiciera más feliz.

Abrió la caja donde guardaba el boggart y apareció, delante de Harry, un dementor.

-¡Expecto patronus! –gritó Harry, pero el dementor no se achantó. Por lo que Lupin tuvo que hechizarle él mismo para que volviera a la caja.

-Harry, Harry, ¿qué has pensado?

-En cuando gané la copa de Quidditch, en mi primer curso. –musitó Harry con una cierta vergüenza. Bajó la mirada y se sorprendió al notar un gran bulto en la entrepierna de su profesor. Este pareció darse cuenta, pero no le importó. Harry, avergonzado, prosiguió como si nada hubiera pasado.

-Feliz, sí, pero no lo suficiente, prueba con otro recuerdo. –sonreía Lupin.

Otra vez el boggart, el dementor. Pero esta vez Harry pensó en aquello que le hizo más feliz en toda su vida; la primera vez que Ron le puso a cuatro patas y le folló brutalmente. ¡Expecto patronus!, gritó, y esta vez funcionó. De su varita salió una especie de neblina blanca que ahuyentó al dementor.

-¡Oh, muy bien Harry! Dime, ¿en qué has pensado? –preguntó el profesor con curiosidad.

-Verá, pensé en... mi amigo Ron, y la primera vez... que nos conocimos en el tren. Ahora es para mí un gran amigo, ¿sabe? –mintió Harry. ¿Cómo iba a decirle que lo que más feliz se hacía era sentirse penetrado por aquellos 23 centímetros de carne de su amigo?

Harry notó como Remus le miraba con cierto desconcierto, a la vez que se encontraba tenso, como queriendo decir algo.

-Harry... tú ya sabes que conocí a tu padre y fuimos grandes amigos, ¿no? –preguntó Lupin con cierto temor.

-Sí, claro, me lo contó usted el mismo día que nos vimos. ¿Por qué?

-Verás Harry, algo me empuja a decirte esto. –Lupin se acercó lentamente a Harry, seduciéndolo con sus movimientos. – Mi pensamiento más feliz, a tu edad, fue sin lugar a dudas la primera vez que... penetré a... tu padre.

Harry quedó boquiabierto por aquella revelación. Demasiadas sorpresas. Su profesor follaba con su padre, y seguramente su madre no tenía ni idea de esto. Un sentimiento de asco y vergüenza le inundó; pero por alguna extraña razón, no se movía del sitio. Pensó, sin venir a cuento, que muchos le decían que se parecía tremendamente a su padre.

Lupin, en cambio, al ver que Harry no huía, comenzó a acercarse aún más, hasta el punto de, con sus brazos, atrapar los hombros de su alumno. Harry seguía quieto, sin respirar, no sabía qué estaba pasando. ¿Cómo había llegado a esta situación?

La mano derecha de Lupin comenzó a acariciar suavemente la espalda de Harry, a la vez que, con una fuerza oculta, le empujaba hacia él.

Harry miró para abajo y contempló el enorme bulto que asomaba por debajo del pantalón de su profesor. Quería tocarlo; era la misma sensación que cuando notó por primera vez la erección de Ron, drogados por la poción, pero esta vez estaba sereno, frío, y realmente, quería hacerlo por sí mismo.

Acercó la mano, tocándolo. Remus Lupin profirió un pequeño gemido.

-Sigue, Harry, no va a pasar nada malo. –musitó Remus entrecortadamente, mientras con su mano izquierda, aún en el hombro de Harry, le empujaba hacía abajo.

En unos pocos segundos, Harry se encontró arrodillado, sometido, a la figura de su profesor de defensa contra las artes oscuras. Sin más, comenzó a lamer y morder el paquete de Lupin por encima del pantalón, al tiempo que este comenzaba a desabrochar rápidamente su bragueta, dejando al aire una inmensa polla de 21 centímetros, más pequeña que la de Ron pero igual de sabrosa.

Así, Harry comenzó a lamer lentamente su polla, su capullo rosado, y saborear con gusto exquisito su delicioso precum (mucho más sabroso que el de Ron). Harry no podía más y comenzó a succionar rápidamente la polla de su profesor, jugando con su lengua en el capullo dentro de su boca. Harry se mantuvo así unos minutos, escuchando como los gemidos de Lupin se hacían cada vez más intensos. Pero había aprendido la lección, él quería más. Bajó hasta los huevos para comérselos, los dos a la vez, con cierta dificultad. De ahí saldría la lefa que le inundaría por dentro, y eso le excitaba de forma colosal. Subió de nuevo a la polla, tragándosela por última vez entera, hasta la garganta, sintiéndola en todo su esplendor, su dureza, su calor. Sí, realmente, la quería ya en su culo. Alzó de nuevo el rostro y suplicó:

-Profesor, por favor, métemela. –Harry se sentía sumiso e indefenso ante su profesor, pero daba igual, le encantaba. Lo único que quería era que Lupin le hiciera gemir.

-Claro Harry, claro. –Remus, a fuerza de una enorme cantidad de sangre en su polla, no era lo que se diga, muy locuaz.

Remus alzó a Harry sin un mínimo de esfuerzo y, despejando la mesa de cachivaches mágicos, lo tumbó boca arriba. Quería ver cómo su polla hacía temblar el rostro de Harry.

Harry intentaba acercar su culo a la polla de Lupin, pero este descendió a su ano para salivarlo y abrirlo. Aunque fuera más pequeña que la de Ron, era más gorda, y costaría más que entrara. Harry notó como la enorme lengua de Lupin se adentraba en su culo, humedeciéndolo, activando todos sus nervios para proporcionarle placer. De pronto, comenzó a meter un dedo, luego dos, con un suave mete-saca que volvía loco a Harry.

Alzándose de nuevo, colocó la punta de su polla en el ano de su alumno, metiéndola suavemente, notando como el capullo explotaba en presencia de aquella cavidad tan deseada. Con el capullo ya dentro, Harry se acercó súbitamente a su profesor, metiéndose él mismo toda la polla que faltaba, profiriendo tal gemido que, muy posiblemente, alguien le había escuchado. Pero daba igual. Ahora era el momento de sentirse lleno, de sentirse penetrado, de notar cómo la polla de su profesor comenzaba a acelerar con cada embestida. Harry notaba la extrema dureza de la polla de Lupin, y con todas sus fuerzas, deseaba que se la metiera más aún.

Lupin, por su parte, hacía todo lo posible por embestir más fuerte a Harry Potter, el niño que sobrevivió. Lupin estaba penetrando fuertemente a aquel niño, ya convertido en todo un hombre que necesita saciar su hambre con pollas. Aceleró el ritmo, notando como su polla se hinchaba de semen, listo para inundar las entrañas de aquel que tenía en la mesa de su escritorio. Harry comenzó a notarlo, y, pajeándose más fuerte, se corrió sobre él mismo, sintiendo su calor propio, al tiempo que Lupin también lo hacía, pero dentro de él, inundándole por dentro.

Harry sentía cómo su profesor le había marcado, le había señalado con su lefa para que esta no fuera una esporádica vez, sino la primera de todas.