Harry Potter: Primera historia omitida
Pequeña aventura de Harry en La Madriguera
- Mirad qué hora es -dijo de pronto la señora Weasley, consultando su reloj de pulsera-. Ya tendríais que estar todos en la cama, porque mañana os tendréis que levantar con el alba para llegar a la Copa. Harry, si me dejas la lista de la escuela, te puedo comprar las cosas mañana en el callejón Diagon. Voy a comprar las de todos los demás porque a lo mejor no queda tiempo después de la Copa. La última vez el partido duró cinco días.
- ¡Jo! ¡Espero que esta vez sea igual! -dijo Harry entusiasmado.
- Bueno, pues yo no -replicó Percy en tono moralista-. Me horroriza pensar cómo estaría mi bandeja de asuntos pendientes si faltara cinco días del trabajo.
- Desde luego, alguien podría volver a ponerte una caca de dragón, ¿eh, Percy? -dijo Fred.
- ¡Era una muestra de fertilizante proveniente de Noruega! -respondió Percy, poniéndose muy colorado-. ¡No era nada personal!
- Sí que lo era -le susurró Fred a Harry, cuando se levantaban de la mesa-. Se la enviamos nosotros.
Harry subió con el resto de los Weasley a sus respectivas habitaciones. Cogió la lista y bajó para dársela a la señora Weasley. Cuando volvía a subir, no pudo evitar darse cuenta de que la habitación de las chicas estaba casi cerrada pero lo suficientemente abierta como para observar el interior sin ser visto. Tras echar un rápido vistazo a su alrededor para comprobar que no había nadie, Harry acercó el ojo a la rendija.
Le sorprendió ver a Ginny tumbada bocabajo en su cama y a Hermione sentada encima suyo. Acercó un poco más el ojo y pudo observar que Hermione le estaba masajeando la espalda y contándole algo. Con el corazón latiéndole con fuerza, Harry pensó que podría coger la capa invisible para poder entrar en la habitación sin ser visto. ¿Era una tontería? La verdad es que le excitaba muchísimo la escena...
Sin dudarlo un segundo más, se dirigió a grandes zancadas a la habitación que compartía con Ron, que ya estaba echado, y le murmuró algo sobre que la señora Weasley le pedía la ropa sucia de ese día para lavarla. Cogiendo un montón de ropa, entre la que se encontraba la capa de invisibilidad, salió de la habitación. Una vez fuera, se deshizo con prontitud de la ropa y se puso la capa. Procurando hacer el mínimo ruido posible, se colocó frente a la habitación de las chicas y volvió a acercar un ojo. Todo estaba en la misma situación; estaban hablando.
- …
es que ha sido como un tirón, ¿sabes? -decía Ginny. * Bueno, ahora mejor, ¿verdad? * Mucho mejor chica... vaya manos tienes... el novio que tengas estará contento.
Hermione rió. Harry empujó la puerta unos milímetros para evitar que se notase su presencia, procurando que pareciera que se abría por causa del viento.
- Va, ya que estoy aquí te voy a alargar un poco el masaje -dijo Hermione, a la vez que pasaba a sentarse sobre sus piernas, dejando al descubierto el culo de Ginny cubierto por unas braguitas bastante ceñidas. Las dobló de manera que pareciera que Ginny llevaba un tanga y pasó a masajearle las nalgas suavemente.
- Tía, ¿es que quieres ponerme cachonda? -bromeó Ginny acomodándose para la postura.
- Nunca se sabe, baby -dijo Hermione riendo, a la vez que le daba una palmada en el culo. El sonido seco de la nalgada silenció a Ginny al instante. -Vaya, ¿ya te has puesto cachonda? -murmuró Hermione con una sonrisa traviesa al ver que se callaba de repente.
- Es que eso me mata mucho, y lo sabes porque te lo dije. Serás mamona... -le replicó sonriendo.
- Ah, ¿que te pone esto? ¡PAF! -otra nalgada.- ¿O más bien esto? ¡PAF! -otra.
Ginny empezó a revolverse riendo e intentando quitarse de encima a Hermione, pero ésta no le dejaba y seguía dándole palmadas en el culo. Harry aprovechó ese momento de distracción para abrir lo suficientemente la puerta como para poder pasar. Cuando entró haciendo el menor ruido posible, pasó a cerrarla muy lentamente con el fin de que ellas no sospecharan nada. Satisfecho con su entrada, se dirigió hacia una esquina de la habitación desde donde lo podría ver todo con claridad.
Mientras, Hermione había conseguido inmovilizar a Ginny bocabajo y estaba contando hasta diez como si de un combate real se tratara.
- …
nueve... ¡y diez! ¡Granger se proclama campeona! * Si tuviera aquí la varita te lanzaría el embrujo de los mocomurciélagos -bromeó Ginny, cuya voz sonaba ahogada por tener la cara aplastada contra la almohada. * Jajaja, venga valiente, que acabo el masaje por delante y a dormir, date la vuelta -dijo Hermione dejándola libre. Ginny se dio la vuelta y se tumbó boca arriba. Como Harry se alegró de comprobar, no llevaba ni el sujetador puesto. * Eres malvada... -dijo Ginny amistosamente. * Tía, ¿¡y estos cocos!? ¡Vaya empujón le has dado en veranito, ¿no?!
Hermione admiraba los pechos de Ginny, que, como Harry también comprobó, eran notablemente más grandes que durante el curso pasado. Parecía como si se le hubiesen hinchado.
- Es que tomo mucha vitamina C -bromeó Ginny, risueña.
- No sé qué tomas, ¡pero son enormes! -exclamó Hermione, cogiendo una teta de Ginny con cada mano.- Mira, ¡ni siquiera puedo cubrirlas con las manos!
Dicho esto, pasó a masajearle los senos suavemente. De vez en cuando los apretaba un poco para luego soltarlos. Harry notaba la erección como si tuviera una lanza clavada entre las piernas; empezó a masturbarse procurando no hacer ruido. Ginny, sonriente, estaba callada y miraba cómo Hermione jugueteaba con sus tetas.
- ¿Y a quién piensas seducir con esto, señorita tetona? -preguntó Hermione.- Porque como no andes con cuidado tendrás a todo Hogwarts detrás de ti... -le dijo sonriendo.
- Jajaja tampoco exag...
En ese momento la caja sobre la que estaba Harry se quebró y éste cayó al suelo emitiendo un gran estruendo mientras parte de la capa invisible se le resbalaba del cuerpo. Antes de que pudiera hacer nada, oyó la voz de Hermione:
- ¡ Petrificus totalus!
El cuerpo de Harry quedó completamente paralizado y éste notó cómo la capa caía por su lado quedando Harry al descubierto por completo. Tenía los brazos y las piernas extendidos y completamente inmovilizados por causa del hechizo de Hermione.
- ¿Harry? -se extrañó Hermione totalmente sorprendida.
- ¡Harry! -exclamó Ginny, tapándose sus pechos con las manos.
- ¿Qué haces aquí? -le soltó Hermione levantándose, entre enfadada y divertida por la situación.
Harry no podía hablar por el hechizo pero igualmente no habría sabido qué decir. Además, notaba el pene totalmente erecto apretándole el calzoncillo, algo de lo que las chicas también se percataron.
- Conque espiando a escondidas en la oscuridad, ¿eh? -dijo Hermione con una sonrisa mirando de reojo el bulto que se formaba entre las piernas de Harry.
- No me esperaba algo así de ti, Harry -murmuró Ginny, que se había puesto una camiseta de manga corta y también se acercaba a él con una sonrisa pícara.
Harry no sabía que hacer. No podía moverse, ni hablar, y se sentía completamente abochornado por la situación. Ni siquiera podía girar la mirada hacia ellas, solo veía el techo. De repente notó que le sujetaban el pene con la mano. Era Hermione. Empezó a acariciarlo y a juguetear con él tal y como había hecho con Ginny unos segundos antes.
- Vaya, vaya, Harry. ¿Esto es tu varita? -decía Hermione sonriente, mientras toqueteaba sin parar.
- Creo que la varita la tiene aquí... -murmuró Ginny, y Harry notó cómo alguien le quitaba la varita del bolsillo.- Aunque ahora no la necesitará, ¿a que no?
Harry oyó cómo la tiraban a otro extremo de la habitación. Ahora se sentía completamente desarmado. Hermione se deshizo de la túnica y del calzoncillo de Harry, dejando al descubierto su pene totalmente erecto, y empezó a masturbarle lentamente.
- Debe de ser un poco bochornosa la situación para ti, pero así aprenderás que no se debe espiar a las chicas -le decía Hermione con sorna. Harry seguía viendo únicamente el techo. En ese momento otra mano entró en acción, acariciando con suavidad los huevos de Harry. Le producía unas agradables cosquillas.
- ¿Te gusta que haga esto? -dijo Ginny mientras cogía con toda la mano los huevos de Harry y los apretaba suavemente.- Ah, no puedes decir nada, ¿no? Es que Hermione lanza unos hechizos... mejor no hacerla enfadar, verdad? -añadió con voz traviesa. Hermione seguía con lo suyo, sin prisa, pero sin pausa. Realmente, pensó Harry, tenía unas manos prodigiosas. Notaba que lo inevitable no tardaría en llegar. Y ella lo sabía.
- No te resistas, Harry -le dijo Hermione cariñosamente.- Déjate llevar, si intentas retenerlo será peor...
De repente notó cómo una lengua (la de Ginny) empezaba a lamerle el escroto y a darle pequeños mordisquillos. Esto, sumado al aumento de velocidad de la mano de Hermione, que sabía que a Harry le quedaba poco para explotar, le hizo entrar a Harry en un estado de excitación que nunca antes había sentido. Ginny seguía chupando sin parar.
Tras unos segundos de silencio, Harry notó que iba a explotar, y efectivamente, sintió que eyaculaba como nunca antes lo había hecho. Le pareció oír unos grititos de júbilo de las chicas, pero no estaba seguro de que fueran reales. Tras unos instantes de placer en que la mano de Hermione continuó ordeñando hasta la última gota, se produjo un silencio y Harry notó cómo el hechizo de Hermione perdía su efecto: al fin se podía mover. Aun así, se quedó donde estaba, jadeando, recordando aún el placer que acababa de sentir. Entonces habló Ginny:
- Bueno, Harry, espero que esto te sirva de escarmiento -dijo muy risueña.
- Sí, la próxima vez te lo pensarás dos veces antes de espiarnos -añadió Hermione guiñándole un ojo.
Harry, sin saber qué decir a causa de la vergüenza, se levantó. Evitaba mirarlas a la cara. Fue Hermione la que rompió el silencio.
- Venga, a dormir, que mañana toca ver quidditch -le dijo besándole en una mejilla y a la vez que le soltaba una nalgada.
- Sí, que duermas bien Harry, descansa -dijo Ginny, haciendo otro tanto.
Harry, sin decir nada, salió por la puerta y fue a su habitación. Ron estaba roncando. Conmocionado y a la vez excitado por lo que acababa de pasar, se metió en la cama. “Mañana será otro día”, pensó.