Harry Potter: Clase oral (Sexo en Hogwarts 2)

Rota la tensión sexual de Harry y Ron, estos dos amigos no dudan ni un instante en tener relaciones sexuales en ningún momento, ni en ningún lugar. Esta vez, tocó en la clase de encantamientos.

Harry Potter: Sexo entre encantamientos (Aventura sexual en Hogwarts II).

Después de tener sexo con Ron, este no quiso dejar las cosas ahí. Había descubierto lo bien que la comía su amigo Harry, y lo placentero que podía ser penetrarle. Por su parte, Harry Potter descubrió lo mucho que le encantaba comerle la polla a su amigo, tragarse su lefa o disfrutarla dentro de su culo. Estaban comenzando a experimentar con el sexo, y eso les hacía tener unas energías ilimitadas en cuanto a sexo se refería.

La clase de encantamientos estaba resultando realmente aburrida. El profesor Flitwick siempre dejaba una especia de “caos instructivo” para que los alumnos controlaran los hechizos por sí mismos. Harry y Ron se encontraban en la última fila.

-Harry, ¿sabes qué podrías hacer? –Ron, sin ningún descaro, comenzó a manosear concienzudamente su enorme paquete.

-Oh, Ron, ¡por Dios! ¡Estamos en medio de clase! –respondió Harry sobresaltado.

-Harry, venga, el profesor está hablando con Hermione, y va para largo, ya sabes. Y los demás están cada uno a su bola, nadie mira para atrás. Venga, agáchate. –el tono de Ron mezclaba súplica, y una gran picardía.

Harry, después de un gran suspiro, comenzó a descender lentamente, fijándose bien si alguien miraba o no. Ron, en cambio, se desesperó, y empujó con fuerza la cabeza de Harry hacia su entrepierna. En un instante, la polla de Ron, recién sacada de su escondrijo, comenzó a humedecerse por los labios de Harry, que inició su pequeño ritual, empezando siempre a pasar lentamente la lengua, para en un instante después, tragársela toda como una fugaz sorpresa. Así pues, Harry notaba cómo crecía la tranca de su amigo en su boca, cómo comenzaba a llenarse de sangre, haciendo que las venas se marcaran completamente y abarcando todo el diámetro de su boca. Harry comenzó a tener dificultades para comérsela entera, pero ya había practicado mucho entre clases, por lo que pudo llegar hasta el fondo sin más problema que unas pocas arcadas bien controladas. Ron se esforzaba por no gemir, pero era demasiado difícil. Por suerte, la clase emitía un alboroto capaz de insonorizar los leves gemidos reprimidos de Ron.

A Harry, en cambio, le importaba poco la clase. Él estaba concentrado en tragarse la polla de su amigo, sintiéndola en su garganta, saboreando su olor, su sabor a precum que tanto le excitaba. Su polla estaba a punto de explotar dentro de sus vaqueros, pero sabía que si se la sacaba, acabaría por tardar más, lo que aumentaba el riesgo de ser descubiertos.

-Harry, Harry... Me... corro, ¡ya! –balbuceó Ron al tiempo que múltiples trallazos de lefa golpearon la garganta y la lengua de Harry, que, como pudo, tragaba sin disgusto alguno la deliciosa lefa de su amigo del alma. Al terminar, quedó un resto de lefa en el labio inferior de Harry, que Ron, sin pensárselo dos veces, degustó de un lametón cuando Harry alzó la cabeza.