Harley Davidson (Parte III)

(NO HAY SEXO) Subiendo en el ascensor a mi casa estuve pensando mucho en Sara y en Blanca, me he olvidado de Blanca? Estoy enamorado de Sara?

Subiendo en el ascensor a mi casa estuve pensando mucho en Sara y en Blanca, me he olvidado de Blanca? Estoy enamorado de Sara? Muchos interrogantes en mi mente sobre que sentía por cada una. Si es verdad que Blanca siempre ha sido dueña de mi corazón aún ella sin saberlo, no había mujer más hermosa, simpática...  que ella, mi Blanca. Hasta que apareció una morenita y desde ese día no podía dejar de pensar en ella, mi cabeza si fuera un ordenador estaría requemado a base de bien. Muchas respuestas me tendría que dar Sara cuándo llegase para hablar como ponía en la nota que me dio y que me tenía en ascuas. Al llegar a la puerta de mi piso me encontré con una nota colocada entre el marco y la puerta, sólo ponía mi nombre me quedé un poco parado, quien coño me ha enviado esto? Dejé la mochila y el casco encima del sillón y me senté mientras habría la carta.

Saqué el papel protegido por el sobre y me disponía a leerla cuando sonó el timbre, soplando por la inoportuna molestia de tener que levantarme para abrir la puerta me cagué en todo lo cagáble y no era para menos la carta me tenía Mosqueda. Al abrir me encontré con Blanca con una sonrisa dulce en su cara y sus ojos achinados;

Blanca: Puedo? –Mirando hacia dentro de mi casa.

Yo: Claro… -Dije con una sonrisa fingida.

Le invité a un refresco pero no aceptó, se sentó en el sillón mientras yo quitaba la mochila y el casco y me senté a lado de ella mirándola. Tardó un poco en arrancarse, se fue por los cerros de Úbeda hablándome de tonterías, sabiendo que de seguro no había venido para eso le salté rápido y directo;

Yo: Seguro que no has venido para decirme cómo me ha ido el día. –Se sobresaltó sabiendo que la había calado desde el principio.

Blanca: Verás… he venido para invitarte a mi cumpleaños y saber si vas a ir.

Yo: Invitarme ya me había invitado hace dos meses, y sabes perfectamente que no voy a ir. –Le miré a los ojos en todo momento mientras ella me los apartaba casi siempre.

Blanca: Por qué? Sé que dijiste que tenías que alejarte de mí pero… -La corté.

Yo: Blanca no sigas, no voy a dar más explicaciones del por que como tú ya sabes perfectamente que no voy a ir, sabías que no iba a ir cuándo anoche te dije de dejarnos de ver, lo sabías cuando le dijiste a mis amigos que me llevaran a rastras y también lo sabías cuando has entrado por la puerta. Deja de pedir por qués .

Blanca: Eres mi mejor amigo y quiero que estés cómo siempre en mi fiesta de cumpleaños, sabes que te quiero, eres como mi hermano… y no quiero dejar de verte.

Yo: Ese es el problema Blanca, que siempre he estado para ti, en todos los momentos tristes de tu vida, los felices todos… Has estado tú alguna vez en mis momentos tristes? Cuándo murió mi abuela ni si quiera te presentaste en el entierro, según tú por que estabas con tus padres de viaje y claro yo me lo creí. Pero fíjate tú que no era verdad, estaba con un nuevo ligue de viaje disfrutando, que no te digo que sea malo que te diviertas, pero ese día necesitaba de ti, tu cariño de ‘’hermana’’ –eso lo dije con mucho rintintin- tu apoyo al fin y al cabo. Pero tú solo me mentiste con una facilidad pasmosa que dejé pasar por estar totalmente loco por ti, por amarte con tanta pasión que me cegaba a mí mismo. Siempre he estado contigo, siempre pero tú nunca y eso se acabó, se acabó el tonto de Roberto siendo tu paño de lágrimas. Se acabó el estar enamorado de ti, te pienso olvidar y quizás cuando lo consiga pueda volver a verte como una amiga más.

Blanca: Eso que me has dicho es muy doloroso Rober, sé que me he equivocado en muchas cosas pero te quiero aunque no me creas. Lo que estoy viendo es que sólo estás resentido por qué no siento lo mismo que tú…. –La corté con mirada dura.

Yo: No te equivoques Blanca, para nada estoy resentido lo que estoy es arto de que me utilices para cuando tú quieras y para lo que tú quieras, puede que antes te bailara a tu són pero ahora, que por fin he abierto los ojos y veo cómo han sido las cosas siempre me he dado cuenta que sólo me has utilizado y dudo, dudo mucho de que me tengas aprecio.  Ahora espero que no vuelvas a buscarme para nada, ni bueno, ni malo, ni ostias. Quizás esté siendo duro contigo pero entiéndeme, no quiero sufrir más por ti, estoy demasiado cansado para seguir pensando en ti, amarte, desearte… no quiero.

Blanca estaba muy afectada, tanto que empezó a llorar y siempre me dolió ver sus ojos llenos de lágrimas y encima ahora era por mí que lloraba. No pude aguantar verla llorar, era algo superior a mí así que hice lo que siempre hago por ser tan GILIPOLLAS.

Yo: Por favor no llores… -Abrazándola y dándole un beso en la frente.

Blanca seguía gimoteando con fuerza, sus lágrimas empaparon su cara y coloreó sus ojos en carmesí. No paraba de llorar, yo seguí abrazándola como siempre, ‘’como siempre’’, me abrazaba con fuerza como sujetándome para no perderme de su vida. Levanté su barbilla y le di un beso en la punta de la nariz sacándole una dulce sonrisa que me encantó ver y disfrutar. Nos quedamos mirando por un rato mientras nuestros labios se acercaban peligrosamente, la tenía ahí, para mí por fin podía besar esos labios que siempre he deseado, a esa mujer a la que le he dedicado tantas masturbaciones que no recuerdo cuándo fue la primera. Sus labios me llamaban y se acercaban a mi encuentro, me acarició la cara con su mano derecha y sentí su aliento. Ese aliento que siempre he querido disfrutar, probar de sus besos que tanto he deseado. Algo me hizo parar, no se qué fue pero paré rozando sus labios veía que tenía cerrados sus preciosos ojos para besarme a mí.

Yo: No! –Separando mis labios de los suyos.

Blanca: Por qué? Quiero besarte Roberto, quiero probar tus labios y sentir lo que tú siempre has sentido con solo mirarme a los ojos.

Yo: Blanca… no puedes besarme para que no deje de sur tu amigo, de verdad crees que por un beso, sin sentimiento de ti hacia mí no voy a querer olvidarte? Me encantaría besarte, saborear tus labios toda la noche, todos los días a todas horas pero tú no me amas. Y ese es el problema, por eso quiero dejar de verte, de hablarte, de pensarte, se soñar con tus besos y tus caricias que al fin y al cabo siempre serán un sueño, sólo un sueño del que me despierto todas las noches.

Blanca: Yo… no puedo dejarte ir, no quiero dejar de verte sin ti no seré la misma. Tú eres una gran parte de mí aunque no lo creas siempre te he querido bien.

Yo: Será mejor que te vayas Blanca… de verdad espero que disfrutes esta noche y no pienses en nada triste.

Acompañé a Blanca a la puerta y nos despedimos con un abrazo fuerte que duró mas de la cuenta, por ella que parecía no querer soltarme. La ví alejarse hasta el ascensor y me entró una sensación de pérdida y de tristeza que me dejó hecho polvo.

Entré de nuevo en casa y me pegué un baño de por lo menos media hora, necesitaba relajarme y dejar mi mente en blanco. Acababa de casi besar a Blanca, si no fuera porque me eché atrás en el último momento, quizás fui un tonto pero si tenía que recibir un beso de ella quería que fuera sincero, con amor de verdad. Me puse lo primero que pillé, un pantalón de chándal y una camiseta de los Celtics de la NBA que solía usar para estar en casa de tránqui. Preparé algo para picar mientras venía Sara para aclarar las cosas. Fue sobre las nueve de la noche cuando sonó el timbre y abrí la puerta, me encontré con una Sara espectacular. Con un vestido azul marino que dejaba descubiertas gran parte de sus preciosas piernas y un sugerente escote que me volvió loco. Me quedé tan sorprendido que Sara me tuvo que dar golpes en el brazo para que despertara del shock.

Sara: Puedo pasar? –Dijo con una sonrisa y una cara de gata salvaje.

Yo: Cla.. claro.

Sara: Ahora que miro ‘’bien’’ tu casa es muy bonita. –Lo de bien era porque no vio nada, solo nos besábamos como locos.

Yo: Gracias, perdón por estar de esta guisa… no sabía que ibas a venir tan… tan guapa.

Ese piropo le encantó, me regaló una sonrisa que me hipnotizó y que me hizo desear besarla y hacerla de nuevo mía. Picamos algo mientras hablábamos tonterías, algo de patatas fritas, aceitunas lo típico vamos. A la hora más o menos ya dejamos de hacer el tonto y me empezó a explicar todo.

Ese día ella estaba muy mal, había pillado a su prometido poniéndole los cuernos y no se lo pensó dos veces y salió a divertirse con sus amigas. Después de ir pub tras pub se cansó y se quedaron en el que yo también estaba, le faltaba el aire así que salió a la calle a respirar y relajarse y sin poder contenerse empezó a llorar. En realidad entiendo su sufrimiento, pillar a tu novi@ o espos@ poniéndote una cornamenta de campeonato no es muy bonito que digamos. Llevaba llorando un buen rato hasta que llegué yo, le parecí muy dulce al darle un pañuelo y las cosas que le dije de sus ojos bonitos etc. No pudo remediarlo y se empezó a sentir atraída por mí, además de guapo estaba acompañándola sólo porque me sentía cómodo con ella, como le dije cuando me pregunto qué, que hacía ahí pudiendo estar dentro divirtiéndome. Sin darse cuenta, de repente como si nada estábamos besándonos como locos, estaba a gusto conmigo y muy cachonda así que no se lo pensó dos veces y me pidió que le hiciera mía. Se dejó llevar por mí, hacer el amor conmigo le encantó, para ella también fue hacer el amor conmigo y no sólo un simple polvo, el escuchar eso me llenó de dicha la verdad.

Le encantó pasar la noche conmigo y dormir abrazados, ella había dormido con su prometido y hecho el amor pero que conmigo era especial, sentir mi cuerpo a su piel le apasionó y despertar en medio de la oscuridad de la noche abrazada a mí con su cara pegada en mi pecho y nuestras piernas entrelazadas le asustó. Se largó sin hacer ruido, sólo sería una noche en la que disfrutó como una enana , una noche de la que nadie se enteraría y sólo recordaría ella y yo. En el camino a su casa en taxi estuvo recordando cada segundo de nuestro encuentro y se volvió a poner a tono según me estaba contando, que por cierto esto me lo dijo con una sonrisa lasciva que me encantó.

Reflexionó toda la noche y el irse fue lo mejor que pudo hacer, en unas horas se había vuelto loca por mí y lo mejor era que no nos volviéramos a ver jamás. So gozo en un pozo, llegaba a su nueva empresa muy feliz, todos sus empleados les dio la bienvenida con mucho cariño y estaba feliz. Feliz fue a almorzar, el día le estaba yendo de maravilla en todos los sentidos, disfrutó de una noche de sexo, se levantó con energía, empezó con el buen pie en su nuevo empleo… hasta que su amiga Esther, a la que conocía desde pequeña, la invitó a sentarse en su mesa. Al verme se le nubló la vista, no se esperaba verme de nuevo y menos trabajando ahí, lo que más le dolió fue ver el odio con el que la mire y se le vino el mundo abajo. Me vio mirar sin ninguna discreción su anillo y le dolió aún mas, sabía que yo iba a pensar que le avía utilizado para divertirse y si te he visto no me acuerdo.

Luego legó mi amigo y sacó a la luz lo de la chica con la que me fui esa noche y se puso muy nerviosa al no saber qué diría yo, gracias a Dios que no dije nada, se calmó al verme cambiar rápidamente de tema sin vacilar ni nada. Tenía que responderme a muchas preguntas y por eso se fue al baño y escribió esa nota para poder verme hoy sin que nadie se enterara de nada y aclarar las cosas.

Después de esa conversación me estuvo pidiendo perdón por engañarme, lo típico. No tardó nada en tirarse a mis brazos y empezar a besarme, me costó horrores dejar de besarla pero con mi fuerza de voluntad lo conseguí;

Yo: Sigues prometida?

Sara: Cómo? –Mirándome extrañada.

Yo: Que si sigues con tu prometido o lo has dejado.

Sara: Sigo con mi novio, por qué? – Intentando besarme de nuevo y yo sin permitírselo.

Yo: No me gusta acostarme con casadas, y con prometidas tampoco es casi lo mismo.

Sara: Me estás diciendo que te no te acuestas conmigo porque me voy a casar? Que quieres que lo deje todo para acostarme contigo?

Yo: Se nota que no me conoces, a ver yo odio, odio acostarme con casadas sé que te preguntaras porque. No me gustaría que eso me lo hicieran a mí, lo que más odio en el mundo son las mentiras, las traiciones y las infidelidades… Lo que no me gusta que me hagan a mí no lo hago, te puede parecer una gilipolléz como una casa de grande pero así es como pienso y pensaré hasta el día en que muera. Pero tú no te preocupes que ni se me ha pasado por la cabeza pedirte que dejaras a tu futuro marido para echar un polvo conmigo –esto le sentó fatal- tu eres dueña de tus actos como yo soy de los míos, tú sabrás si quieres seguir con tu prometido, que por cierto te ha puesto los cuernos, o dejarlo y seguir tu vida como soltera y encontrar a un hombre que de verdad te ame.

Sara: Tu me amas?

Yo: Sara, ni te amo ni te dejo de amar. Yo no quiero ser el culpable de una separación ni de nada por el estilo, tú decides por TI, no por terceras ni segundas personas lo que quieres hacer con tu vida.

Me miró con cara de incredulidad, supongo que se esperaba una noche de pasión y se acababa de quedar a dos velitas, le sentó como una patada en el estomago, se levantó y se fue sin decir ni siquiera adiós. Me reí incrédulo por su manera de arreglar las cosas y se fue dejándome con la palabra en la boca haciendo el gilipollas, lo siento por ella pero yo no le voy a pedir que deje a nadie ni voy a rogárselo. Pensé durante mucho rato sentado en el mismo sillón donde me quedé hablando con ella durante casi una hora y media, y sin lugar a dudas esto es un lío… un gran lio que se me estaba escapando de las manos. Blanca llorando, Sara cabreada y yo, yo confundido.

Me disponía para irme a dormir después del día duro que dejaba atrás, cuando me acordé de la carta que me encontré al llegar a casa. Fui a abrirla y otra vez tocaron a la puerta, me levante con una mala leche que ni os cuento –quien coño será ahora!- abrí y no había nadie, joder ahora con el cachondeíto, cuando iba a cerrar la puerta escuché como un gato maullar dulcemente. Extrañado me di la vuelta de nuevo y miré al suelo, no era un gato… ni se le parecía en nada de nada. Era una pequeña bebé de unos meses quizás, rubita de ojos azules y mirándome con una dulce sonrisa, la miré y volví a mirar alrededor de descansillo. Será una coña de mis amigos? Pero ellos que hacen con un bebé? Tenía una nota en su sillita y la sujetaba con sus manitas, se la quité mientras ella intentaba retenerla para sí. La abrí todavía estando en la puerta;

‘’Es tu hija, como he visto que no has respondido a la carta quiere decir que aceptas quedarte con ella, soy demasiado joven cómo para hacerme cargo de ya. Además tu eres su padre, no me busques y haz lo que quieras con ella no me involucres.’’

PDD: Por cierto se llama Natalia.

Yo: Madre mía… madre mía… MADRE MIA!

Mi cara era de un blanco nuclear teñido de mas blanco, si existiera un blanca como el que tenía yo en mi cara seguro que le ponía mi nombre. Estaba en Shock, una hija? Mía? Cómo? Cuándo? Porque? Carta? Qué carta?. Dándome la vuelta y mirando de nuevo al sillón, vi la carta, esa carta que no había podido leer en toda la tarde por mi olvido y por las visitas que había tenido. Cómo alma que lleva el diablo cogí la sillita de la niña y me senté en el sillón, rompí hasta la carta, la abrí y decía;

‘’ Soy Helena, quizás no te acuerdes de mí pero hace un año y medio nos enrollamos y bueno quedé embarazada. Puede que no me creas o pienses que estoy loca, pero sólo quiero que respondas con un Sí o con un No a esa carta que te escribo. Quieres hacerte cargo de TU hija? Si no encuentro respuesta de la dejaré en tu puerta y te harás cargo de ella, no me busques jamás y tampoco le hable de mí a la niña tu eres su única familia’’

Después de leer esta preciosa carta, sólo pude gritar:

QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!?!?!?!?