Happyland 3: Dannato

El alcalde y su esposa hacen buena parejita ¿No?

Yacía sentando al lado de Camila en un banco rodeado de arboles, matorrales y muchas flores, un parque repleto de flora. Era como el Edén, si eso existe. Simplemente hermoso. Ella tomaba mi mano, me miraba con dulzura mientras me decía que todo iba a salir bien. Charlamos de como me iba en mi nuevo empleo en Happyland, ella me comprendía, no estaba molesta porque le había mentido. Me percaté que comíamos una magdalena los dos. Cuando la terminé de comer convertí el papel en una bolita y lo lancé a un basurero que había frente a nosotros, pero no la encesté, tuve que levantarme para recogerlo y meterlo en la canasta. Cuando me volteé para volver a mi asiento con Camila, estaba ella rodeada de hombres, uno de ellos estaba blandiendo su pene en el rostro de Camila mientras ella lo miraba con lujuria, boca abierta lista para engullir un enorme falo, mucho más grande que el mio. Otro hombre estaba sobándole los senos por debajo de la camisa, y otros dos se masturbaban, todos con falos más largos y potentes que el mio. Aunque cuando miré los rostros, no tenían, eran hombres sin rostro. Miré a Camila y ella simplemente me dijo." Lo siento, era inevitable...". Yo estaba en shock. Me dieron ganas de vomitar y busqué la caneca de la basura y cuando la vi, estaba mi madre metida en ella, con la boca abierta. Cuando iba a vomitar sonó la alarma que estaba en mi mesa de noche. Solo fue una pesadilla.

Eran las cinco de la mañana y tenía que estar totalmente arreglado y desayunado para las 7 a.m. Así que me bañé y me vestí con una ropa casual. Cuando salí de mi habitación vi a mi tía Patricia, que en ese lugar tenía el apodo de Silvia, no sé por qué.

-Gadri... Siento que te tuvieras que enterar así que yo trabajo para tu padre.

-Déjalo Patricia, ¿O te debería llamar Silvia?

-Gadri...

-¿Y mi desayuno?

-Está en la cocina, hay una mesa en donde puedes desayunar tranquilo.

El tercer piso de la mansión de mi padre era una zona residencial con varias habitaciones para los empleados del lugar. Pero como era muy temprano todos estaban dormidos, además las sesiones empezaban en la tarde-noche. Desayuné acompañado de la mirada de Patricia, que estaba en una sala de estar al lado de la cocina. Me miraba con pena y compasión, pero yo no la quise mirar otra vez en todo el día. Terminé el desayuno y me dirigí al segundo piso donde tenía que vestirme con el traje que me había preparado mi padre e ir al almuerzo con el alcalde de la ciudad, o, mejor dicho, con su mujer. El traje era azul abeto oscuro con una corbata negra ,que no me gustó y me quité, me dejé todos los botones puestos igualmente. Un chaleco del mismo color que el traje, unos zapatos de charol negros sin cordón. Me sorprendió lo justo que me quedaba, era como si mi padre me hubiera tomado medidas mientras estaba dormido, y aparte de eso, muy cómodo, sentía seguridad con solo ponérmelo. Me veía increíble en ese traje, me provocaba dejarlo todo e irme a trabajar como modelo.

Bajando a la entrada tuve que pasar por todos los lugares sórdidos por los que tuve que ver a esa gente dañada de la mente, recordando los sentimientos de asco. Cuando llegué a la entrada vi a mi padre frente al carro con un traje parecido al mio pero con corbata. A su lado estaba el chofer con uniforme y guantes.

-¿Vas a venir conmigo?-le dije

-Claro, tenemos que hacer todo de inmediato, ese trato debe estar concluido para las 8 de la noche. Es por eso que debes verte lo mejor posible para la mujer del alcalde.¿Por qué no te pusiste la corbata?

-Creí que me vería mejor sin ella.

-Como quieras ¿vamos?- dijo con un gesto que me invitaba a entrar al auto primero que él.

Durante el camino me explicó todo el plan, mi padre persuadiría al alcalde mientras yo conseguía la atención de su mujer, que se llama Blanca, junto a mi traje y los tragos que se iba a tomar, la llevaría a la habitación de invitados de la gran casa del alcalde, en la cual habían cámaras instaladas para grabarnos follar y así chantajear al alcalde. Pero no sería fácil seducir a la mujer Blanca ya que, según lo que me dijo mi padre, es una mujer muy culta e inteligente, no se dejaría manipular tan fácilmente y si a eso le añadimos el factor más importante, ¡Era la puta esposa del alcalde! En el auto empecé a analizar como carajos iba a cumplir con lo que mi padre me pedía, follarme a la esposa del alcalde en su propia casa con su marido en la misma. Durante esa crisis existencial mi padre me volvió a leer la mente y me dijo algo que me calmó.

-Supongo que estas nervioso porque tienes a la esposa del alcalde en un pedestal muy alto, pero relájate, por eso mismo vas a tener éxito en tu encargo, ella es la esposa del alcalde, su esposo está ocupado todo el tiempo, aparte de eso no sabe como ser alcalde, lo que significa que su esposa le tiene más odio, porque el alcalde ya tiene mala fama de ser corrupto, esa misma fama de corrupto e imbécil también recae sobre ella. Si metes todo eso en la ecuación tienes a una esposa cuyo marido es un incompetente en todo lo que hace, y no le da sexo. Ella está más frustrada que tú.-Lo dijo con una seguridad y relajación que me hicieron calmar, por un segundo confié en él y me sentí sereno, pero recordé que él es un manipulador de muchísimo cuidado y yo estaba cayendo en su red otra vez.

Durante el resto del camino estuvimos callados, el chofer encendió la radio para rellenar ese silencio tan incomodo. Puso la estación 120.7 en la cual daban noticias y criticas políticas, las cuales a mi padre le encantaban por su sátira.

-" Riiiing riiiing riiing. Los idiotas útiles han dado en la flor de escandalizar porque en los años 80 la democrática agencia "CIA" expendió unos kilitos de cocaína ¡Caray! ¡Pero si lo hicieron con el loable propósito de sacar a esos comunistas de la patria del nunca bien ponderado Anastasio Somoza! ¿O que quería? ¿Que los demonios no reaccionaran contra el demonio sanguinista?¡Pues no, señores! sin armar no hay reacción, y sin plata no hay armas, y sin el noble tráfico de la CIA, pues adiós a las armas ¡Caray!... "-Mientras seguía la disertación pude escuchar a mi padre reír y esbozar pequeñas sonrisas que, según mi experiencia, parecían verídicas, pero uno nunca sabe.

Cuando llegamos a la casa del alcalde, que se llama Rodolfo, le dije a mi padre que se adelantara, cuando estuve solo en la entrada saqué mi teléfono y llamé a Camila, Duró timbrando dos minutos antes de que contestara. Cuando contestó se notaba muy alegre, demasiado a mi parecer...

-¡Gadriel! ¿Donde has estado?

-¿Que mi padre no te dijo? Estoy de vacaciones con mi madre.

-¡Ah! ¡Sí!¡Sí!¡Sí! Ya me acordé, es que estoy atareada con los exámenes. Bueno, que disfrutes tus vacaciones con la bruja. Adiós.

-Adi..- Colgó antes de que pudiera responderla. No le creí una mierda de lo que me dijo. Definitivamente mi padre y Camila me ocultaban algo, tenía que averiguarlo pero para eso tenía que idear un plan para escapar de ese lugar sórdido y reencontrarme con Camila antes de que fuera demasiado tarde. Primero debía cumplir esta misión, luego si tratar de escapar.

Entré en la casa. En la entrada había un vestíbulo que, con una alfombra roja guiaba a los comedores, ahí encontré todo tipo de gente, desde niños hasta ancianos, jóvenes mujeres hijas de consejales, muchachos fornidos que intentaban ligar con las muchachas, políticos con renombre que charlaban con otros menos conocidos sobre lo que sea que hablen los políticos. Cuando pisé la primera baldosa de la sala de comedores muchas personas se voltearon a ver, entre ellas, mi padre, que estaba hablando con el alcalde. Muchas chicas se me quedaron mirando coquetas y los muchachos que intentaban ligar con ellas me miraban con odio. Pero lo único que importaba era como me miraba Blanca. Una mujer madura con un cuerpo hermoso, cara seguramente llena de cirugías, pero bien hechas. Un vestido que tapaba todos sus atributos, o al menos lo intentaba, porque aun así se le notaban unas curvas de infarto. Sostenía una copa y estaba al lado de Rodolfo, el alcalde. Pude ver en su mirada cierta pasión o atracción.

Caminé por la mitad de toda la sala, disfrutando las miradas de lujuria de algunas y las de envidia de otros. Durante todo el recorrido no dejé el contacto visual con Blanca, que me miraba fijamente a los ojos. Antes de llegar a donde ella estaba se me cruzó en medio la chica pelirroja que había visto en la escalera de Happyland, estaba mucho más linda que Blanca.

-Tú debes ser Gadriel. Mucho gusto, soy Samantha.

-Hola Samantha, me encantaría hablar contigo pero....

-Lord Corelli te dijo que te follaras a Blanca.- Me interrumpió

-Exacto, así que... si me permites...

-Esta bien, pero antes de que vayas te quiero decir que sé lo que sientes, ese lugar no es para ti. Si quieres escapar yo te ayudaré.- Me dejó impactado esa petición, ¿acaso el requisito para entrar a Happyland es ser telépata?

-Tú pareces una empleada fiel de Happyland, no quiero arruinar tu relación con mi padre, así que no me estorbes.

-He estado hablando con Blanca toda la mañana, le dije toda clase de cosas buenas de ti y le sonsaqué información que te puede interesar para que puedas follártela. Te la dejé fácil, lo mínimo que quiero como agradecimiento es que me ayudes a ayudarte.

-Dame un ejemplo de algo que me pueda ayudar a follármela.

-Le excita mucho los hombres dominantes. En realidad ella está que se derrite por tu padre. Pero si te comportas como tu padre puede que tengas éxito.

-Gracias. adiós.- no la dejé continuar y me dirigí a donde Blanca. Cuando llegué mi padre invitó al alcalde a que le mostrara el jardín que tenía, que era inmenso. Estando el alcalde lejos, podía hablarle sin tapujos a Blanca. Ya frente a Blanca, le mostré mi mano en un gesto para que me diera la de ella. Ella sin dejar de mirarme a los ojos con una sonrisa coqueta, me la dio. Procedí a besar la mano con la mayor ternura que pude.

-Es un honor tener reciprocidad de una dama de tanta beldad junta.

-Muchas gracias...Gadriel... ¿Cierto?

-Exactamente- dije fingiendo sorpresa. Pasaron 20 minutos en los cuales no dejábamos de hablar plácidamente sobre temas variados, en los que yo fingía estar interesado: Política, negocios, mi padre, lo guapa que se veía en el vestido, etcétera. Ella durante toda la conversación me tiró incontables indirectas sobre lo guapo que me veía y las similitudes que tenía con mi padre. Yo fingía admirar a mi padre y decir cosas buenas de él, todas inventadas. Todo iba perfectamente, había logrado desviar el tema a uno más erótico, hasta que un hombre de un metro ochenta y cinco de altura con un traje muy elegante y una guitarra en mano se subió a una tarima que estaba al fondo de la sala. Una mujer lo presentó como la reencarnación de Sabicas, pionero guitarrista flamenco. La conversación entre Blanca y yo se detuvo, ella puso toda su atención en el hombre de la guitarra, me dijo que era un dios de la guitarra y que lo admiraba mucho. El guitarrista comenzó a tocar una pieza de Paco de Lucía llamada "La Tumbona", la tocaba con una destreza impresionante, no se equivocó en ninguna nota, en ningún acorde, en nada, eso era digno de admirar sabiendo la complejidad de la pieza. Hasta yo quedé impactado por su talento. Ni hablar de Blanca, que se olvidó que hablaba conmigo. Cuando quería volver a hablar con ella ya no estaba, estaba caminando lentamente hacia la tarima. Subiendo las escaleras la canción acabó y ella se saludó con el guitarrista. La estaba perdiendo y mi padre me hizo entender, con una mirada desde el jardín, que debía hacer algo rápido para que ella no se entregara al guitarrista.

Caminé aceleradamente a la tarima para intentar recuperar a Blanca pero me detuvo Samantha, que con una sonrisa en la cara me dio un beso en las dos mejillas y me abrazo.

-Si me hubieras escuchando, hubieras podido llevar a Blanca a otra sala antes de que ella se hipnotizara por el guitarrista, que por cierto, se llama Marc. Ya que no me quisiste obedecer, te jodes, ya no vas a follar con ella.- me dijo al oído mientras me abrazaba.

-Aun no he jugado todas mis cartas, apenas voy empezando. No necesito tu ayuda, Blanca es mía.

-No. Blanca eligió a Marc, eligió su polla, no la tuya...No son mis supersticiones. Son las decisiones de Blanca.- Solo lo decía para asustarme, aun no estaba del todo perdido.

  • "Las decisiones de Blanca" me las paso por los huevos. Me la voy a follar, en las narices de Marc si es necesario. ;)

-No te confíes, Blanca me ha dicho que Marc es su amante "kinky". Seguramente se dirige con él con las intenciones de follar...

-¿Como le sacaste esa información en solo una mañana?

-Cada vez que tu padre iba a negociar con el alcalde me invitaba a mi para que dialogara con Blanca, me hice su amiga intima muy rápido. Tu padre me enseñó a ganarse la confianza de la gente.

Acabada esa frase caminé aceleradamente a donde estaba Blanca y el guitarrista. En el camino pensaba que iba a decir, como la iba a convencerla de alejarse de Marc. Cuando llegué a la tarima ellos ya no estaban. Mirando a todos lados los pude ver fuera de la sala, en una galería que había pasando una puerta doble y grande con ventanas. Me asomé a la ventana y los vi caminar de la mano, mirando hacia atrás para asegurarse de que nadie los siguiese. Entraron a un habitáculo al fondo de la galería. Los seguí y entreabrí la puerta para ver que hacían. Vi a Marc sobando sus curvas por encima del vestido mientras besaba su cuello y Blanca agarraba su cabeza para no dejarlo escapar, veía en ella pura lujuria y calentura. Luego Marc se bajó el pantalón y sacudió su miembro de excesivo tamaño al frente de Blanca. Ella se puso en cuclillas. Abrió la boca y cuando estaba apunto de engullir el falo sentí furia al darme cuenta que había fallado rotundamente. Ya había dado por perdida la misión hasta que se me ocurrió un plan. Salí de la galería y llamé a mi padre por el teléfono.

-Andreas, Blanca se la esta comiendo a Marc el guitarrista en la galería, necesito que le digas al alcalde que hable con Blanca sobre un posible negocio importante o lo que sea, lo necesito con una sonrisa en el rostro.

-Veo lo que quieres hacer. La vieja técnica del infiel feliz.- sin más dilación colgó y después de 2 minutos vi al alcalde con una sonrisa en el rostro caminando a la galería, yo estaba de escolta en la puerta que llevaba a ella.

-Hola Gadriel, ¿Mi esposa está adentro?

-Sí, señor alcalde.- No sé que le había dicho mi padre pero me sorprendió verlo tan alegre por ver a su esposa, normalmente no lo estaba nunca. Mi padre sabía lo que iba a hacer, y para llevar a cabo el plan, Blanca debía verlo muy feliz. Luego de verlo entrar me asomé por la ventana, no pude escuchar nada pero vi como el alcalde llamaba a su esposa, la cual después de arreglarse rápidamente salió del habitáculo con el rostro serio, disimulando la excitación. Él la abrazó y conversaron un buen rato. Vi que a medida que avanzaba la conversación, Blanca no pudo evitar sonreír y llevarse las manos a la boca en gesto de sorpresa. Cuando terminaron de hablar ella lo abrazó fuerte y salieron los dos. Yo volví a mi posición. Cuando salieron Blanca me miró, y me sonrió con lagrimas en los ojos.

-Señor alcalde ¿Me permite hablar con su dama un momento?- le dije.

-Claro, toda tuya campeón.- dicho esto el alcalde volvió a el jardín donde estaba mi padre, que en su ausencia ya había entablado conversación con otros magnates.

Blanca me miró sorprendida y me pidió disculpas por dejarme plantado. Me explicó que Marc era un viejo amigo y que no pudo soportar las ganas de saludarlo y actualizarse en la vida de él, que, por las giras nacionales que hacía, no podían comunicarse adecuadamente. "Sí claro, amigos..." pensé. La invité a un lugar más apartado del almuerzo. Ella me llevó a la entrada de la casa.

-Dime. ¿Para que me necesitabas?

-¿Te puedo preguntar algo?

-Lo acabas de hacer.- dijo con una risa infantil. Yo me reí siguiéndole la broma.

-¿Por qué ese cambio tan repentino de actitud? Tenía entendido que tu odiabas a tu esposo.

-Ay Gadri, si te pudiera decir... Te desplomarías.- Pude notar en ella cierta calentura. Había quedado con las ganas y Marc no estaba disponible porque mi padre convenció al alcalde que lo convocara de nuevo para seguir tocando la guitarra. Vi a Marc en la tarima apunto de tocar otra vez la guitarra, así que llevé a Blanca al segundo piso de la casa, agarrada del brazo. Ella me intentó detener preguntándome la razón de mi actitud.

-Blanca. Lo que sea que te haya dicho tu esposo es mentira.- ella se sorprendió un poco.

-¿Tú que sabes?

-Lo sé, Blanca. Mi padre es dueño de un prostíbulo de magnates, del cual tu esposo era cliente antes de llegar a ser alcalde. Seguramente tu esposo te dijo que había llegado a un acuerdo millonario con mi padre, solo para que tu lo dejes en paz, tal vez para que no le hagas preguntas cuando se demore en llegar a este hogar, donde tu lo esperas con ansias para hacerse el amor el uno al otro. El acuerdo al que llegó mi padre es que iba a darle modelos para cargos de secretarias y funcionarias. Que lejos de hacer su trabajo, irían a ser las prostitutas de los políticos para los cuales ellas trabajan. Eso, aparte de servir como incentivo para que suelten la mano en contratos poco legales, va a facilitar a tu esposo en su vida sexual, no va a necesitar de ti para tener sexo, no va a necesitar salir de su oficina para follar...

Ella no pudo aguantar y rompió a llorar abrazada a mi, yo no pude evitar sonreír, ya que ella se había comido el cuento entero. Obviamente todo era mentira, pero ella no lo sabía. Me causaba intriga saber que fue lo que le dijo mi padre a Rodolfo el alcalde, seguramente no era algo del negocio del terreno que él tanto tiempo había negado, debía ser otra cosa. Hasta el día de hoy, no tengo idea que fue lo que le dijo.

Blanca procedió a contarme todos los problemas que tenía con su marido, él ya no la valoraba, estaba todo el día estresado con ella. Yo le confirme todas las dudas que ella tenía sobre la infidelidad de Rodolfo. La agarré de la mano y la llevé por el pasillo del segundo piso flanqueado por habitaciones, observando las puertas, intentado saber cual era la de invitados. Al fracasar en buscarla le pregunté a Blanca:

-¿Donde está el cuarto de invitados? no quiero que entres a la habitación del pérfido de tu marido.

-Ya la pasamos. Estaba atrás, la primera al lado de la escalera.

Nos dirigimos a esa habitación, al entrar la abracé fuerte y le dije que todo saldría bien. Ella se acurrucó en mi pecho y soltó otra lagrima que detuve con el dedo.

-Ya basta, me rompe el corazón verte así.

-No puedo evitarlo, Gadriel. Estoy rota.- Se notaba su dolor. Levanté su rostro y lo vi lleno de lagrimas, cogí su mentón y acerqué sus labios a los míos, cada vez que se acercaban se abrían más, dejándome entrar. Nos fundimos en un beso apasionado, el dolor de la alevosía y la excitación fueron el detonante que hizo que se entregara a mí completamente. Cerré la puerta y la llevé a la cama que estaba en la mitad de la habitación, besándola, le quité lentamente el vestido, dejando a mi merced su figura. Le besé el cuello y masajeé sus senos cuando ya estábamos en el borde de la cama, degustando ese sabor a perfume dulce que embadurnaba su cuerpo. Ella reposó sus manos en mi cabeza, igual que lo hizo con Marc. Me sentí como el rey del olimpo. Puse mi mano en su mejilla derecha y le di un pequeño beso antes de ordenarle que me bajara el pantalón, cosa que aceptó con gusto. Me quitó el cinturón y luego el pantalón. Buscando desesperada mi verga me bajó, por último, la ropa interior. Apenas bajó mi última prenda, salió disparado mi pene, apuntando a su rostro. Ella sin reparo, introdujo toda la verga en su pequeña y tierna boca, mientras me miraba a los ojos. Presa de la lujuria quería metérsela toda de golpe, pero no pudo. Mi polla se doblaba al chocarse con la entrada de su garganta, que evitaba el paso de mi polla. La agarré de la parte trasera de la cabeza y con la otra mano sostuve mi polla para hacer que se la comiera toda. Tomé un ritmo despacio para que los reflejos de su garganta se relajaran y dieran paso a la serpiente. Cuando pude metérsela toda, aceleré el ritmo. No lo podía creer, estaba follando la misma boca que le decía "te amo" al alcalde.

  • No sabía que eras tan cerda...¿Con esa boca besas a tu marido?- Ella me contestó sacando mi polla de su boca para chuparme los testículos a la vez que me jalaba el falo.

Durante la mamada pude observar que ella no se paraba de masturbar, cosa que me excitó al punto de casi eyacular. Pero necesitaba darle el show a las cámaras que estaban en la habitación, así que le pedí que se detuviera y posara de piernas abiertas encima de la cama. Hizo lo que le ordené y se quitó un tanga que tenía aun puesto. Recordé el consejo de Samantha. A ella le gusta que la dominen, así que la agarré del cuello y introduje lentamente mi falo en su vagina mientras le decía un montón de insultos: "desde ahora eres mi perra sumisa ¿Oíste?", " No sabía que la esposa del alcalde era tan zorra", etcétera. Ella soltó un pequeño grito al sentir mi pene a mitad de camino dentro de su vagina, la silencié con un beso de lengua muy brusco. Mientras la besaba, introduje toda mi verga en su vagina, no fue muy complicado ya que estaba mojadísima por su encuentro con Marc. Cuando aceleré el ritmo ella se alejó de mis labios para poder gemir, yo la dejé por un momento, el problema apareció cuando ella incrementaba el volumen de sus gritos. Teniéndola del cuello la volví a besar.

-Quieres que el cornudo nos escuche ¿Cierto?

-No lo puedo controlar ¡Me encanta!¡No te detengas!

-Pídemelo.

-¡Gadriel, por favor, dame más!¡Hace mucho tiempo que no me sentía así!¡Por favor!- ¿Como me iba a negar a esas súplicas? Aceleré más el ritmo, no la dejaba de mirar a los ojos. Ella estaba en el nirvana. Solté su cuello y la agarré del pelo. Ella al inicio me quiso detener sosteniéndome el brazo, pero no tenía fuerzas para alejarme, lo único que pudo hacer fue balbucear palabras que no entendí, pero seguramente me pedía que le soltara el pelo.

Pasaron 20 minutos aproximadamente en los que no paraba de bombearla con tortolazos. Miré a la cámara que estaba escondida debajo del televisor y guiñé el ojo. Seguimos así por otros 10 minutos hasta que sentí que me iba a venir, Blanca ya se había corrido hace tiempo, pero seguía con la cara descuadrada del placer. Quería seguir para saber si era multi-orgásmica pero miré el reloj y me percaté que teníamos que bajar en 5 minutos para el almuerzo. En una maniobra digna del circo de los hermanos Gasca, la puse de rodillas y me empecé a masturbar en frente de su cara mientras la decía guarradas. Ella estaba en otro planeta y solo pudo abrir la boca con los ojos cerrados, sosteniéndose con las manos en el piso como podía. No soporté más de 20 segundo y le eché toda mi leche en la cara. Cuando acabé vi en detalle como le había dejado la cara. Estaba repleta de lefa; colgando de su barbilla, deslizándose por sus mejillas y algunas gotas cayeron dentro de su boca. La agarré de la parte superior de la cabeza y se la giré hacia la cámara para que cuando el alcalde viera el vídeo, pudiera ver con detalle cuan puta era su esposa. Ella no se dio cuenta de la cámara, ya que estaba las luces estaban apagadas y la luz que se colaba a la habitación por la ventana solo iluminaba la cama. Y si eso le añadimos lo excitada que estaba, no se percataba de nada.

Saqué de la habitación a Blanca, que estaba aún en el climax y no podía caminar bien porque le temblaban las piernas. Bajamos con cuidado las escaleras y cuando entramos a la sala vi a mi padre con una sonrisa de oreja a oreja mientras almorzaba con el alcalde. Levantó su copa en brindis a mi victoria y siguió hablando con el alcalde como si nada hubiera pasado. Dejé a Blanca en una mesa que estaba un poco apartada, pero que luego se llenó de gente al ver que Blanca estaba somnolienta. Le ofrecían bebidas, comida y le preguntaban donde se había extraviado. Cuando me dirigía a mi mesa a comer mi merecido almuerzo vi a la distancia a Marc, que se había unido al grupo de adolescentes que me miraba con odio. Seguramente nos vio entrar juntos con rostros de excitación, le contesté su mirada de odio con una sonrisa que decía:" ¡Caray! ¿Te querías follar a Blanca?¡Es una pena!".

Me senté en mi mesa y me comí todo mi plato en tiempo record, tenía mucha hambre después de esa sesión de sexo con Blanca. Todo fluyó como debía fluir en el almuerzo, todos se la pasaron bien, los corruptos se dejaron llevar por los regalos que le daba el alcalde y mi padre ya había recogido las grabaciones.

Cuando el sol ya se estaba yendo a dormir, muchos invitados ya se habían ido a sus respectivas casas, Blanca subió a su habitación a descansar y mi padre me invitó a la mesa donde estaba Rodolfo. Mi padre le dio otra oportunidad antes de extorsionarlo y le dio más razones para aceptar su trato, pero Rodolfo, ya ebrio, le negaba burlándose de mi padre, diciéndole que solo era un "cara-bonita", pero que no sabía de negocios, que le dejara en paz y se marchara. En eso unos guardias se hicieron atrás de mi padre y le pidieron que ya era hora de irse, él se levantó y antes de irse le dijo al alcalde que Blanca era, y cito textualmente, "Una casquivana que vendería al que fuera con tal de conseguir lo que todo ser bruto a merced de la concupiscencia desea". El alcalde se levantó y se acercó a él.

-No se atreva a decir eso de mi amada esposa, señor Corelli, que ya mucha paciencia he tenido con su tozudez.- Mi padre solo lo miró con una seriedad que daba miedo.

Mientras el alcalde seguía su discurso admonitorio, Samantha se me acercó.

-Mira. ahora que tu padre tiene al alcalde en su contra, puedes sacarle provecho a esto para escapar.

-Tienes razó...- Un sonoro ruido que se esparció por toda la sala evitó que terminara mi frase, cuando nos fijamos en que era ese ruido, Samantha y yo palidecimos. Mi padre le había proporcionado un bofetón que hizo que el alcalde cayera al piso y se deslizara dos metros hacia nosotros. Lo creímos muerto hasta que vimos que escupía dos dientes y un río de sangre, intentó levantarse como pudo pero estaba muy débil y mareado. Todos en la sala quedaron estupefactos. Los guardias no hacían nada.

-Rodolfo... Rodolfo... Rodolfo...- Dijo mi padre acercándose a él y agarrándolo del cuello de la camisa.- Quiero que veas con atención este cortometraje.-

Se encendió un proyector que iluminaba en la tarima y se reprodujo el cortometraje de Blanca follando como una perra entregada a mis deseos, pero por suerte mi cara estaba pixeleada. Rodolfo con mucho esfuerzo pudo darse cuenta que la protagonista era su amada y fiel esposa Blanca. El alcalde no daba crédito de lo que veía, no podía creer que su esposa aceptara que le hablaran de esa forma tan degradante. No soportó y se le salió una lagrima, intentó escapar de mi padre, pero este no lo soltó.

-Solo espere a que termine, por favor.- Dijo mi padre con una relajación que helaba la sangre. Los pocos que quedaban en la sala no podían creer lo que veían. Yo estaba pálido, creía que le iba a mostrar el vídeo solo a Rodolfo, no a todos en la sala.

Rodolfo no quería creer lo que veía hasta que llegó el final del cortometraje, donde yo cogí a Blanca de la cabeza y la volteé hacia la cámara para que e viera que, efectivamente, era Blanca la que gozaba como una perra de ese esperma que empapaba su rostro. Rodolfo lloró como un niño, tanto, que no podía respirar por los mocos que salían y las lagrimas que bañaban su rostro. Gritaba de dolor y apartó a mi padre con las últimas fuerzas que tenía, pero cuando se iba a levantar mi padre lo agarró y lo sentó en una silla. Rodolfo se dejó caer como una bolsa de papas.

-Sabes lo que soy capaz de hacer con este cortometraje, si no quieres que lo haga... Firma.- dijo sacando un papel doblado de su traje con un bolígrafo. El alcalde lo miró con miedo y, dándose cuenta que los guardias estaban más concentrados en el vídeo de Blanca que se reprodujo otra vez, cogió el bolígrafo y firmó el papel. Después se levantó como pudo y se fue rendido y cabizbajo a su habitación donde estaba Blanca profunda.

-Caballeros. Ya se pueden retirar, el almuerzo ha llegado a su fin. Que tengan una buena noche.-dijo mi padre.

Yo salí de la casa y me senté en una banca que estaba al lado de la casa. Estaba perdido, hasta el alcalde de la ciudad era la perra de mi padre, un inmenso miedo me dominó al saber que lo mismo podía hacer con Camila y conmigo, pero no tenía opción, no podía hacer nada. Andreas Corelli estaba en otro plano, no era de este mundo. Estaba completamente jodido. Junto a la dignidad del alcalde, mis esperanzas de salir de ese mundo se fueron para no volver. En eso recordé a Camila y saqué mi teléfono para llamarla. Tenía un mensaje de texto de ella.

-"Tu padre me invitó a una fiesta la próxima semana en su casa. ¿Vas a ir? Va a ser muy divertido".

Me tapé el rostro con las manos, quería llorar. Sabía que mi tortura ya había empezado. Algo me decía que ya había perdido a Camila para siempre. No tenía oportunidad contra Andreas "Dannato" Corelli.

Si les gustó valorenlo, y si no, también. Para guiarme.