Hansel y Gretel (1)

Version propia del cuento para chicos aunque este no es para ellos precisamente.

Hansel y Gretel.

Prólogo.

Esta historia transcurre durante un tiempo en el cual la gran mayoría de las personas viven gracias a las tierras que cultivan y sin conocer las comodidades del mundo moderno. En un tiempo en donde una gran sequía ha arrasado casi todos los campos y los animales parecen casi esqueletos vivientes por la falta de alimento. No obstante nuestra historia se centra en las aventuras de dos jóvenes que son abandonados en un bosque por sus padres.

Acto 1.

– Nuestros peores temores se han hecho realidad. Esta cosecha no nos va a dar lo suficiente para vivir. – ¿Y que vamos a hacer? ¿Tendremos que vender nuestras tierras para vivir? – No, eso jamás. – ¿Entonces? – Bueno, se me ha ocurrido una idea que nos permitirá superar esta seguía sin tener que vender nuestro patrimonio. – ¿Qué tienes pensando hacer? – Nuestro problema es que lo que vamos a ganar no nos alcanza para todos. – Si. ¿Y? – Lo que tenemos que hacer es reducir el número de bocas que hay que alimentar. – ¿Qué? – Escucha, mañana por la mañana llevaré a Hansel y a Gretel a lo profundo del bosque prohibido y los dejaré ahí. – Pero no sobreviran allí. – Puede ser que no sobrevivan pero por lo menos sobreviviremos nosotros. – Y si encuentran el camino para volver. – Como te dije los llevaré bien en lo profundo donde el sol no alcanza el suelo. – Pero son nuestros hijos. ¿Y si casamos a Gretel y buscamos a alguno que tome a Hansel como trabajador? – Gretel no tiene ninguna dote y no hay trabajo por ningún lado. – Y si simplemente los echamos. – No los quiero ver en el pueblo pidiendo limosna. El bosque prohibido es la mejor opción.

Acto 2.

Apenas amaneció Hansel y Gretel acompañaron a su padre hacía el boque prohibido y aunque le preguntaban que hacían allí éste solo les respondía con evasivas. Luego de caminar por algunas horas los árboles se volvieron tan frondosos que apenas caían algunos rayos de sol de las copas.

Hansel. – Papa no deberíamos regresar ya. No estábamos haciendo nada útil y hay que llevar la cosecha al pueblo para venderla. – No te preocupes por la cosecha hijo. Gretel. – Este lugar me da miedo dicen que esta lleno de monstruos y criaturas salvajes. – Esos son solo leyendas hija. Bueno voy a recoger ramas y vuelvo. Hansel. – ¿Vamos a hacer una fogata? – Si. Hansel. – ¿Para? Si no hace frió. ¿Acaso vamos a hacer un campamento? Gretel. – No quiero pasar la noche aquí. – Recojo las ramas y vuelvo. No se preocupen hijos.

El padre de Hansel y Gretel entonces se marchó a paso veloz y los dejó allí solos para que lo esperaran. El tiempo pasó y el bosque comenzaba a llenarse de penumbras. Al ver que su padre no volvía los dos jóvenes, que seguían esperándolo en el mismo sitio, supusieron que algo malo debía haberle pasado.

Gretel. – Hansel algo le debió haber pasado a papa que no regresa. Hansel. – Creo que tienes razón. Vamos a buscarlo. Se fue por allá. – Dijo apuntando hacía donde se había ido su padre .

La búsqueda de su padre siguió hasta que casi ya no podían ver por donde iban por lo que Hansel entonces se vio en la necesidad de hacer una verdadera fogata usando un pedernal y algunas ramas que había cerca de él. Ambos durmieron acurrucados sobre el suelo de hojas secas uno al lado del otro hasta que se despertaron por lo mañana.

Hansel. – Si nuestro padre se perdió lo que tenemos que hacer es caminar en línea recta hasta salir del boque. Gretel. – ¿No sabes donde esta nuestra casa? Hansel. – Desde aquí no se ve el sol. Si lo viera podría llevarnos hasta allí. Gretel. – Entonces hagamos lo que dices. ¿Crees que encontremos algo de comer? Hansel. – Espero que haya algunas nueces y avellanas por algún lugar.

Al segundo día de viaje Hansel y Gretel estaban bastante consternados ya que no habían encontrado a su padre y el bosque no parecía que fuera a terminar. Además tenían sed y sus estómagos solo habían probado en todo el trayecto algunas castañas y unos frutos agrios que no habían podido identificar. Pero para su sorpresa cuando estaban a punto de perder todas las esperanzas de entre los troncos de los árboles que se encontraban por uno de sus lados vieron salir algunos rayos de luz. Sin decir palabras ambos corrieron hacia ellos y lograron salir a un claro que parecía existir mágicamente en medio del espeso bosque. En frente de ambos se podía ver un gran parque, un aljibe, unos árboles y en medio de todo una gran casa.

Acto 3.

Hansel. – ¿Qué será este lugar? Gretel. – Que importa. Hay agua y esos son un manzano y un ciruelo.

Los dos jóvenes se movieron rápido y mientras Hansel sacaba agua del poso Gretel empezó a juntar varias manzanas y ciruelas. Alternadamente empezaron beber directamente del balde del aljibe y a comer los frutos que había tomando Gretel hasta que escucharon una voz a sus espaldas.

– ¿Quienes son ustedes?

Rápidamente los dos jóvenes se dieron vuelta y se encontraron ante sus ojos con una mujer mayor vestía completamente de negro. Era un poco más alta que Hansel, sus cabellos eran azabaches y los tenía atados dentro de un gran rodete detrás de su cabeza. Su piel era blanca con una ligera tonalidad rosácea. El rostro se asemejaba al de un águila con penetrantes ojos azul oscuro que parecían querer mirar dentro de las personas. Tenía el seño fruncido y sus facciones mostraban una visible irritación. En las orejas llevaba unos pequeños aros dorados y aunque el vestido le cubría todo el cuerpo dejando solo la cabeza y las manos visibles en medio del pecho se filtraba entre los cordones también parte de su blanquecina piel.

– ¿Acaso no saben hablar? Hansel. – Discúlpenos señora. – No les pedí disculpas. Gretel. – Señora yo soy Gretel y él es mi hermano Hansel. Nos perdimos en el boque. – Y eso les da el derecho de comerse mis frutas y beber de mi agua. Son un par de ladrones. – Dijo apuntándoles con uno de sus índices a los rostros de los dos jóvenes . Hansel. – No somos ladrones solo teníamos hambre. – A mí eso no me importa. Estamos en una temporada difícil y no puedo permitir que se coman mi comida. Ahora tendrán que pagarme por lo que se han comido. Gretel. – Pero no tenemos dinero. – Entonces tendrán que trabajar. Hansel. – No nos comimos tantas frutas. – Entonces aunque sea tendrán que trabajar un día o dos para pagarme. Gretel. – Haremos eso pero díganos donde estamos o como salir de este boque. – Soy Madame Salem y esta es mi casa. El bosque termina cerca de aquí. Podrán irse por el camino apenas terminen de trabajar. Síganme y vean.

Madame Salem los guió alrededor de la casa y tanto Hansel como Gretel pudieron ver como en frente de esta había en medio del bosque abierto un camino hacia el exterior.

Hansel. – Ya casi salíamos Gretel. Debimos haber recorrido el bosque de punta a punta. Madame Salem. – Tuvieron suerte el bosque esta lleno de animales peligrosos que acechan entre las penumbras. No debieron meterse. Gretel. – Estábamos dando un paseo con nuestro padre. Se perdió y no pudimos encontrarlo. Por favor déjenos ir para saber si está bien. Madame Salem. – Claro que no. No se van a ir tan fácil. Gretel tú me ayudaras en la cocina y tú Hansel quiero que recojas leña. Te traeré una herramienta.

Madame Salem tomó a Gretel del brazo y se la llevó para detrás de la casa sin que ella protestara. Hansel angustiado esperó unos minutos hasta que Madame Salen volvió llevando un machete entre sus manos.

Madame Salem. – Toma esto. Se me hace difícil cortar leña y tengo que comprarla. No te vayas a perder otra vez en el bosque. Hansel. – ¿Dónde esta mi hermana? Madame Salem. – Me va a ayudar a preparar la comida para esta noche. Hansel. – Cuando leña quiere que le corte porque…. Madame Salem. – Ya sé que no comieron muchas frutas. Por eso voy a pagarte si cortas leña para mí. Hansel. – ¿Quiere pagarme? Madame Salem. – Unas monedas de bronce no les vendría nada mal. ¿No? Hansel. – Eso sería estupendo. Madame Salem. – Acumula la leña detrás de la casa yo te diré cuando debes parar. Apresúrate que solo quedan unas horas de luz.

Madame Salem volvió a entrar a la casa y Hansel fue rápidamente a hacer lo que le había pedido. Jamás le habían pagado por trabajar ya que su padre era el único que manejaba el dinero por lo que su ánimo se elevó bastante al oír eso. Mientras iba y venía del bosque trayendo ramas de vez en cuando veía a través de alguna ventana a su hermana y otras veces a alguna otra persona que no conocía. Pensó que Madame Salem debía tener una gran familia aunque nadie parecía salir o entrar de la casa. Cuando el sol casi estaba a punto de ocultarse Hansel ya había acumulado un gran número de ramas por lo Madame Salem que lo vigilaba desde el interior de la casa con cuidado salió para hablar con él.

Madame Salem. – Has hecho un buen trabajo mejor de lo que esperaba. Eres un buen trabajador. Hansel. – Muchas gracias. Madame Salem. – Ven conmigo tengo una sorpresa para ti.

Madame Salem llevó a Hansel dentro de la casa. Allí él se encontró con una gran cocina que parecía pensada para abastecer más a alguna taberna o posada que a una familia. Su hermana Gretel no estaba allí y solo había una mujer cocinando de espaldas. En la mesa central se podía ver que habían preparado muchísimas comidas seguramente para algún banquete o fiesta.

Madame Salem. – Zulma deja eso y ven aquí.

La mujer movió fuera de la hornalla la cacerola en la que estaba trabajando y fue hasta donde estaban Madame Salem. Tenía una altura similar a la de Hansel, era trigueña y llevaba los cabellos suelos. Vestía con un atiendo ocre y al frente se había colocado un delantal amarillento para no ensuciarse. Aún con las dos prendas se podía ver que tenía los senos bastante grandes ya que empujaban las telas sin dificultad.

Madame Salem. – Voy a estar ocupada por un tiempo. No quiero que me molesten. Zulma. – Como desee señora. Madame Salem. – Sígueme Hansel.

Madame Salem se dirigió hacia un costado de la cocina, abrió una puerta y Hansel pudo ver como empezaba a descender unas escaleras. Pensó que debía ser un sótano en el cual guardaba su dinero y tal vez sus cosas de valor. Al acercarse notó que estaba bastante oscuro debajo y que solo se podía ver algo gracias a la luz que se filtraba por el exterior. Entonces Madame Salem encendió una lámpara de aceite para que se pudiera ver por donde se iba.

Madame Salem. – Baja aquí Hansel y cierra la puerta de entrada.

Acto 4.

Hansel siguió a Madame Salem por las escaleras hasta llegar al sótano de la casa. Allí, aunque la luz de la lámpara era tenue, se podía distinguir que estaban en una amplia habitación pero al contrario de lo que esperaba Hansel no había muchas cosas guardadas. El lugar tenía un singular olor a rancio provocado por la falta de ventilación y la humedad acumulada. Sobre los muros se encontraban colgados varios látigos y varias herramientas que el joven no pudo distinguir. A la derecha al lado de la pared había una mesa con más cosas de entre las cuales él solo pudo diferencias una cacerola y unos trapos. En el muro frontal se veía un camastro de madera y a la izquierda un par de sillas junto a unos caballetes. Madame Salem entonces dejó la lámpara sobre la mesa y se volvió para ver a Hansel fijamente a los ojos.

Hansel. – Madame Salem este lugar es algo asfixiante. Madame Salem. – Cerca del techo había antes unas ventanillas pero las tapé para evitar miradas curiosas. Hansel. – ¿Para qué bajamos aquí? Madame Salem. – Ya es de noche y necesitas dormir en algún lado. ¿No? Hansel. – ¿Y mi hermana? Madame Salem. – Ella aún tiene cosas que hacer. Hansel. – ¿Qué cosas? Madame Salem. – Esta habitación era la favorita de mis padres. Aquí era donde más se divertían. Hansel. – ¿Y eso qué tiene que ver? Madame Salem. – A mi madre le encantaba sentarse sobre esos caballetes. Hansel. – Creo que debió haber estado bastante incomoda. Madame Salem. – Por supuesto que estaba incomoda. Su rajita tenía que soportar todo su peso. Hansel. – Era una mala esposa Madame Salem. – Dijo con curiosidad . Madame Salem. – No Hansel. No era una mala esposa. Te dije que aquí eran donde ellos más se divertían. Y ahora puedes llamarme por mi nombre si lo deseas. Hansel. – ¿Y cual es su nombre Madame Salem? Madame Salem. – Me llamo Evelyn. Hansel. – Es un lindo nombre. Evelyn. – Es una nombre como otros. Hansel siéntate en el camastro debes estar cansado.

Mientras Hansel obedecía la orden de Evelyn, ella fue hasta la mesa y tragó la cacerola junto con un trapo. Al llevar Hansel vio que estaba llena de agua.

Hansel. – ¿Qué va a hacer? Evelyn. – Quédate quieto no más.

Evelyn se acercó a Hansel y luego de arrodillarse en frente de él empezó a bajarle los pantalones.

Hansel. – ¿Qué hace Madame Salem? Evelyn. – No te muevas precioso.

Hansel absorto en lo que le pasaba vio como Evelyn luego de bajarle los pantalones hasta las rodillas hizo lo mismo con sus calzoncillos. Luego mojó el trapo que había traído con el agua de la cacerola y empezó a limpiarle el miembro. Éste al sentir los suaves toques de Evelyn no solo comenzó a excitarse sino que también provocaron que su verga empezara a erguirse en frente de ella.

Evelyn. – ¿Hansel has estado con alguna mujer? Hansel. – Creo que no Evelyn. Evelyn. – Interesante respuesta. Será un placer ser la primera en comer tu carne.

Hansel abrió sus ojos íntegramente al ver como Evelyn luego de tirar el trapo a un costado se engullía su verga dentro de la boca. La felación a la que estaba siendo sometido terminó de completarle la erección y empezó a provocarle ligeros gemidos. Mientras ella succionaba con fuerza con una de sus manos lo agarró firmemente de la cintura y con la otra comenzó a jugar con sus testículos. Luego de haber estado mamando unos minutos se sacó la verga de la boca, tiró de la piel que la envolvía y pasó su lengua alrededor del capullo. Cuando las primeras gotas de semen empezaron a escaparse ella no tuvo ningún reparo en juntarlas con su lengua y tragárselas.

Evelyn. – Has sido un buen chico Hansel. Hace mucho que no probaba carne joven. Hansel. – Evelyn…. Evelyn. – Mira esto precioso.

Evelyn se levantó del suelo y ante los ojos de Hansel fue hasta donde estaba uno de los caballetes. Se subió un poco el vestido, pasó una de sus piernas por arriba de éste y se sentó sobre él. Luego mientras se la veía moviendo las piernas para adelante y atrás le hizo una señal para que él viniese junto a ella. Él se subió algo los pantalones para no tropezarse y se dirigió a ella con la verga dura y apuntando al frente. Ya al tenerlo cerca tomó sus manos por las muñecas y se las colocó sobre sus pechos.

Evelyn. – No tengas miedo y apriétalos con fuerza o aún mejor toma ese látigo y dame unos buenos azotes en mis tetas. Hansel. – ¿Que? Evelyn. – Toma ese látigo de tiras de cuero y dame unos azotes en mis tetas. – Dijo señalando un látigo colgado en la pared . Hansel. – No se si eso este bien. Evelyn. – No te preocupes mi padre me entrenó en estos menesteres además si no eres el que da los latigazos tal vez debas ser el que los reciba.

Hansel que ya había sido castigado de esa manera por su padre entendió rápido el mensaje y fue a tomar el látigo. Después de hacerlo se dio vuelta y vio como Evelyn se había desanudado los cordones delanteros de su vestido. Sus senos se escapaban de entre su ropa y permanecían firmes sobre parte de ésta. En medio estos tenían unas grandes aureolas rosadas coronadas en el centro con unos grandes pezones de un color más oscuro.

Evelyn. – No tengas miedo Hansel golpéalos al igual que lo harías con una yegua.

Al verlo acercarse a ella Evelyn puso sus manos detrás de su nuca y arqueo el pecho para dejar sus senos listos para recibir el primer azote. Hansel aunque hubiera preferido tocar o besar los pechos de Evelyn siguió sus órdenes y llevó su brazo hacia atrás pero cuando estaba a punto de descargar el primer latigazo oyó a alguien bajar las escalar por lo que la piel se le erizó y ocultó el látigo detrás de su espalda aunque dejó su verga libre y erecta para que cualquiera la viera. Evelyn que también se había percato de lo que sucedía mostró un terrible rostro de enfado sin abandonar su posición. Entonces por las escaleras una joven descendió hasta donde estaban. Era un poco más baja que Hansel, usaba un vestido rojo, tenía el cabello castaño y sus facciones eran parecidas a las de Evelyn.

Evelyn. – Había dicho que no me molestaran. – Lo siento madre pero tus invitados han comenzado a llegar.

El rostro de Hansel en ese momento mostró una expresión de asombro y de curiosidad ante lo que había oído. Jamás se hubiera imaginado que Evelyn pudiera tener una hija aunque tal vez solo era una forma de referirse a ella dentro de la casa.

Evelyn. – Creo que tendremos que suspender nuestra sesión Hansel. Mi padre siempre decía que primero estaban los negocios y luego el placer.

Evelyn se bajó del caballete y se empezó a arreglar el vestido. Hansel tenía emociones encontradas por un lado estaba contento de no tener que azotar los pechos de Evelyn pero por otro lado parecía que todo había terminado con ella.

Evelyn. – Hansel ella es mi hija Ursula. Hansel. – Hola Ursula.

Ursula miró al joven de arriba a abajo aunque su mirada más profunda se dirigió a la entrepierna de Hansel en donde su verga expuesta desentonaba con la cordialidad que había tratado de mostrar.

Evelyn. – Hija ya hiciste lo que te pedí. Ursula. – Si madre. Evelyn. – Bueno, entonces hazme un favor y satisface a Hansel antes de volver arriba. Al igual que tú es un joven muy trabajador. Solo no quedes embarazada. Ursula. – No te decepcionaré madre. Evelyn. – Y tú Hansel sigue las órdenes de Ursula. Ella tiene ya bastante experiencia. Hansel. – Está bien. Evelyn. – Y recuerda quedarte aquí hasta mañana. Hansel. – Así lo haré Evelyn.

Evelyn entonces se marchó del sótano dejando a los dos jóvenes solos.

Continuara...

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