Haciendo travesuras

Su humedad me había mojado las piernas y mi vagina la sentía a punto de estallar, mi temperatura aumentó un poco debido a que algunas gotas de sudor comenzaron a invadir mi frente. Tome sus manos y las lleve hasta mis senos para que me acariciara, jugaba con mis pezones y cerré los ojos a tan agrada

HACIENDO TRAVESURAS

Los días siguieron pasando y los “juegos” con mis amigos ya empezaban a ser para mí algo normal y cotidiano que en verdad disfrutaba. Las caricias que recibía y las tardes donde masturbaba a mis amigos se hacían una delicia y cada vez que anochecía ya deseaba que fuera otra vez de día para seguir practicando esas sesiones de besos, caricias y semen.

Ya sabía que no faltaba mucho para que perdiera la virginidad pero aún no sabía cuál sería el momento adecuado para hacerlo ni con quien lo haría, sólo esperaba que fuera tan placentero como las cosas eran hasta esos días.

Entre tanto llegaba ese ansiado momento utilizaba mis dedos por las noches para lograr esas sensaciones que me tenían embrujada, el sexo era ya una necesidad constante y mi cuerpo y mi mente ya pedía cada vez más “juegos atrevidos”, lo que yo llamé en ese entonces “travesuras” pero como algo muy normal para mi edad.

Uno de nuestros juegos que me dejo gratos recuerdos fue la vez en que mis amigos y yo no entramos a la secu y nos fuimos de pinta. Nos dirigimos a la casa de uno de ellos donde sus papas trabajaban y no llegaban hasta pasadas las seis de la tarde.

Ese día éramos cinco, dos mujeres y tres chicos. Mi amiga Mayra era algo atrevida pero no tanto como yo, y después de pasada media hora de platica y tonteo comenzaron ellos proponiendo que mi amiga y yo nos sentáramos en un sillón y ellos frente a nosotras. Empezamos separando las piernas un poco para que tuvieran una vista de nuestras pantaletas, así estuvimos un rato cruzando las piernas, levantándolas y subiéndonos la falda, pero Mayra ya no quiso seguir con el juego y se fue a su casa.

Yo me quede y lo primero que me pidieron fue que les dejara manosearme y por supuesto que les dije que no, aunque en verdad ardía por dentro por hacerlo, y siguieron insistiendo hasta que les dije que sólo les iba a dar un show y me hinque en el piso y me subí la blusa enseñe mis bubis cubiertas por mi brassiere y estuve así un rato, subiendo y bajando mi blusa hasta que les mostré mis senos desnudos.

Los tres se sacaron el pene y comenzaron a tocárselo, entre tanto yo me despojaba de mi ropa de la cintura para arriba. Jugué con mis tetas un rato, sobándolas y acariciando mis pezones que ya los tenía duros y mi falda la subía lentamente para que me vieran mi ropa interior.

Unos minutos después de estar haciendo mi show me pidieron que les hiciera el sexo oral, chupárselas como ustedes los hombres dicen, pero a mí me gusta decir mamar. Acepte pero mi condición fue que sería uno por uno y que sólo se valían caricias mientras mientras se las mamaba.

Empecé con Carlos, se paró de frente y bajo su cierre; la tenía ya parada y la tome con mi mano así de rodillas como estaba, la sentí caliente y dura, y sin que me dijera nada la introduje en mi boca. Sentí un calor al hacerlo, una sensación de suavidad en su pene, y mi cabeza iba de atrás hacia adelante, haciendo entrar y salir ese pene que me embrujaba con su suavidad y su sabor. Lo chupe y chupe por cerca de tres minutos porque no quería que la diversión se achara a perder.

Seguí con Enrique, que aunque estaba algo pasadito de peso y no la tenía tan grande no le hice el feo y comencé a succionar ese pequeño pedazo de carne. Mientras tenía esa cosa tan deliciosa en mis labios lo miraba a los ojos para observar su reacción y temblaba de las piernas y sudaba copiosamente, y eso me alegro porque indicaba que lo que hacía lo hacía muy bien.

No pasaron cinco minutos y Luis dijo que era su turno. Él la tenía un poco más gruesa que los otros dos y con ese pene si que me esmere, haciéndolo entrar y salir de mi boca rápidamente, de manera furiosa; y mis ojos no dejaban de mirar a los suyos, y mientras sus muslos estaban tensos pude palpar con mis manos esas piernas que se mostraban fuertes y duras. Tampoco quise que eyaculara y me separe lentamente.

Mi frente ya tenía algo de sudor que escurría por mi cara, pero aún y cuando no era muy tarde ya era hora de salir de ahí y llegar a casa para no ser descubierta.

Me levanté y le extendí la mano a Enrique, se acercó y acerque mis labios a los suyos. Nos enfrascamos en un beso tierno y él no me pidió que se la chupara, simplemente me tomo de los hombros y me hizo darle la espalda y no sabía lo que pretendía hacer hasta que sentí como subía mi falda y colocaba entre mis nalgas su pene.

Le dije que aún era virgen y que no tenía la intención de dejar de serlo todavía, pero como respuesta lo colocó entre mis piernas y mientras me abrazaba por la cintura iniciaba un movimiento de adelante hacia atrás; parecía que me estaba penetrando pero sólo rozaba su pene con mis piernas, las cerré y deje que continuara con ese movimiento tan delicioso.

Su humedad me había mojado las piernas y mi vagina la sentía a punto de estallar, mi temperatura aumentó un poco debido a que algunas gotas de sudor comenzaron a invadir mi frente. Tome sus manos y las lleve hasta mis senos para que me acariciara, jugaba con mis pezones y cerré los ojos a tan agradable momento.

No sé cuanto tiempo pasó pero cuando sentí que sus movimientos eran más rápidos comprendí que faltaba poco para que eyaculara, así que yo misma comencé a mover mis caderas de adelante hacia atrás para aumentar el movimiento y sus manos se había detenido aprisionando mis senos, escuchaba sus jadeos hasta que esa viscosidad me lleno las piernas y su pene perdía rigidez.

Hasta ese momento abrí los ojos y me coloque de frente a él para observar como había perdido su tamaño ese lindo pedazo de carne y como seguía escurriendo su semen dejando una capa de color blanco, mientras mi falda caía a su estado normal. Mis ojos se encontraron con la mirada de los otros dos que aún seguía masturbándose mientras nos miraban con ojos como platos.

Enrique me regalo una hermosa sonrisa y yo se la devolví con un pequeño beso en sus labios. Me apresure a vestirme y me pidieron que aún no me marchara pero ya era algo tarde y casi daba la hora de la salida de la escuela así que les tuve que decir que no era posible y sus caras mostraban un gran desencanto por mi negativa y aunque deseaba quedarme no podía hacerlo, pero para compensarlos me puse contra la pared dándoles la espalda y sin mirarlos coloque las manos en la pared y les dije –métanme mano- y sin decir nada los tres comenzaron a manosearme de lo lindo, pasando su manos por todo mi cuerpo, sobándome por todos lados, metiendo sus manos bajo mis falda y acariciando mis nalgas y apoyando la palma de la mano en mi vagina sobre mi pantaleta, apretando mis senos sobre mi blusa y lograron que separara un poco mis piernas para permitir que siguieran hurgando en mi intimidad.

Y aún y cuando se sacaron su pene los tres decidí que no los iba a tocar ya y sólo permití que me manosearan, y Carlos se colocó detrás de mi y subió mi falda para poner su pene entre mis nalgas y me tomó de la cintura y Luis por delante también subió mi falda y lo puso entre mis piernas cerca de mi vagina y los dos sobaban mis senos como podían y hacían movimientos de atrás hacia adelante como si me estuvieran cogiendo y Enrique sólo pudo arrimar su pene a mis muslos y como no tenía mucha participación nos empezamos a besar.

Los movimientos me excitaron y sus caricias me parecían lo más hermoso del mundo, no eran tan experimentadas pero a esa edad quien es un maestro, y sólo me deje llevar por sus manoseos y sus torpes intentos de penetrarme que por supuesto no iban a lograr aún y si no quise tocarlos yo fue porque si comenzaba yo otra vez a tocarlos seguro que no iba a irme de ahí y eso resultaba peligroso ya que no quería que se dieran cuenta en mi casa que faltaba a clases y menos lo que hacía en esas escapadas.

Después de unos minutos Luis fue el primero en volver a eyacular y Carlos lo siguió y como Enrique no había tenido mucha participación lo deje masturbarse él sólo y terminar en mis piernas. Ya me sentía muy excitada pero con mucho esfuerzo les dije que era suficiente y no insistieron. Me dirigi al baño para asearme y quitarme el olor a semen que resulta bastante curioso cuando se seca y deja un aroma que te indica que algo de sexo hubo ahí. Me despedí de ellos con un ligero beso en los labios y acomode mi ropa. En el camino a casa recordaba esas sensaciones y no pude evitar sonreír por esas “travesuras” que me iban llevando al camino de la perdida de mi virginidad.

Nuestros juegos siguieron su curso y después les platicare cómo deje de ser virgen antes de que terminara el año escolar. Salu2 a todas y a todos y perdón por la falta de detalles pero a veces la mente no me dá para recordar tantas cosas y me apoyo en mi diario, mi querido diario que si hablara diría: -que niña tan bonita eres pero muy golfilla-