HACIENDO TAREAS en el RIO 4
Comenzó a penetrar a Sebas y esta solo bufaba de las estocadas fuertes y profundas que le causaba la necesidad de gritar, pero se ahogaba el sonido mordiendo su puño; ya tenían como diez minutos de estar en esa posición en la que Yo podía ver perfectamente el culo de Rafael y como entraba su pija en el culito peludo de Sebas
HACIENDO TAREAS en el RIO 4
Había pasado como tres días, llegué nuevamente al área del balcón sobre el río; pero no había nadie bañando y me dispuse a esperar haciendo tareas del colegio.
En eso estaba cuando, escuché voces; se entendía que eran dos hombres, me sonaban conocidas ambas voces.
Sí, eran dos vecinos míos que se acercaban; en donde Yo estaba era un tanto escondido y luego las voces ya no se acercaban más, estaban platicando de cosas sin importancia muy cerca de mí, había unas especies de colinas muy pequeñas entre mi ubicación y ellos.
Decidí ver quiénes eran en verdad y en efecto uno de ellos no era amigo mío y al otro lo saludaba si me hablaba a mí.
Las voces bajaron de intensidad y a ratos no se les escuchaba, salí de mi lugar y caminando muy despacio para no hacer ruido me asomé entre estas colinitas y los vi a ambos sin camisas, no tenían puestos sus pantalones; estaban hasta las rodillas y estaban besándose.
Nunca había visto a esos dos en plan de gays, eran muy machitos en la colonia donde Yo vivía.
Cada uno tenía novia y Yo sabía que cogían con mujeres y algunas de la misma colonia.
Uno tenía la verga bien gruesa y chata, con la cabeza puntiaguda.
El otro la tenía bien redondita, larga y con cabeza de chalampa, ambos juntaban las vergas y se frotaban uno contra el otro.
Sus manos rozaban las nalgas y al más grande le estaba metiendo el dedo en el culo el más chaparrito y guapo.
El mayor, era de pelo ensortijado suelto, color café y la piel era muy blanca, una sonrisa encantadora para que negarlo.
Las chicas se derretían al verlo caminar, por lo general en shorts, de esos cortos para maratón, lucía unas piernas bien gruesas y peludas junto a un trasero bien gordo y paradito.
El otro era un muñeco, pelo oscuro, labios rojos, ojos café muy claros y un cuerpo de maravilla, iba al gimnasio a diario y jugaban ambos basquetbol.
El más bajito ya le tenía enterrados dos dedos en el trasero peludo de su amigo.
Ambos no se daban cuenta que los miraba acariciándose, el bajito que se llama Rafael le sacó los shorts a Sebastián y comenzó a levantarle las piernas, para colocarlas en sus hombros.
Sobresalían al lado de la cabeza de Rafael los pies enfundados en un par de calcetas blancas y tenis all star.
Sebastián tenía las piernas súper peludas y el bello se extendía hasta su grandioso culo, era un bosque completo.
Que rico se le miraba el culo bien peludo y los pelos pegados por la saliva de Rafael que se había estado relamiendo el agujero de Sebas y ahora empuñaba su verga para penetrarlo.
Comenzó a penetrar a Sebas y esta solo bufaba de las estocadas fuertes y profundas que le causaba la necesidad de gritar, pero se ahogaba el sonido mordiendo su puño; ya tenían como diez minutos de estar en esa posición en la que Yo podía ver perfectamente el culo de Rafael y como entraba su pija en el culito peludo de Sebas.
Rafael se detuvo y colocó a Sebastián de perrito, cuando se cambiaron de posición Sebastián logró mirarme que los estaba espiando y como eran mucho más grandes que Yo; salí corriendo, ellos no pudieron alcanzarme porque estaban todos desnudos y sin pantalones Rafael, ni shorts Sebastián.
El resto de la tarde lo pase en la casa, haciéndome unas suculentas pajas recordando a esos dos.
Ya saben que los nombres se cambian y esas cosas.
Hasta la próxima.
LUDAVAGI