Haciendo tareas en el rio 2
El chico que hacía el beso negro al que estaba cogiendo no tuvo tiempo de mucho, por la excitación y lo lubricado por la saliva de su amigo en su ano, el golpeteo del agua y la acción de la lengua que hasta hacía unos segundos lo estaba dilatando solo pujó cuando ese tolete de carne gruesa y dura le entró.
HACIENDO TAREAS EN EL RIO 2
Había llegado temprano en la tarde a mí ahora sitio favorito, la saliente en el peñón cerca de mi casa sobre la rivera del río.
Aunque gozaba viendo los cuerpos de los bañistas masculinos, en ocasiones llegaban también mujeres acompañándolos.
Esa tarde venía un grupo bien nutrido de chavales, algunos venían con uniforme de ese colegio “Central”, otros de uno llamado “Hibueras” y algunos otros de ropa normal (de civil) por así decirlo.
Los acompañaban 2 chicas, una de piel oscura; de raza negra, otra muy blanca, nunca había visto a alguien como ella, su piel era casi transparente, chele (rojiza) se miraba y con el pelo casi blanco al igual que sus pestañas y cejas.
Los chavales se comenzaron a quitar la ropa y a quedarse en calzoncillos, en esta época no se acostumbraban los bóxers sino, más bien los llamados clásicos blancos y comenzaban los de colores y bikinis que estaban pegando mucho.
Algunos de ellos lucían unos cuerpos fibrados, otros no, muy regulares con un poco de pancita incluso.
Yo aparte de admirar los cuerpos, comenzaba a tomarle gusto a ver los pies.
Y notaba que algunos de los pies de los chicos eran una belleza de verdad, con un arco muy bien formado, algunos pies hasta peludos como algunos brazos y piernas.
Mi balcón por así decirlo, me permitía tener una vista muy cercana de algunos de ellos y un poco más delante de mi posición era una pequeña curva que en ocasiones al estar muy lleno el lugar servía a los chicos para orinar.
Y como imaginarán, ese era un gran momento para este chaval.
El asunto es que las chavalas se dedicaron a besarse con uno y con otro, a tomar licor y manosear a los chicos hasta dejarlos con unas tremendas erecciones que se miraban fabulosas.
Las chicas no necesitaron desnudarse, los chavos les iban quitando las prendas una a una y en ocasiones hasta a cuatro o seis manos.
Al otro lado del río, los obreros de la fábrica trabajaban; pero no perdían ocasión de ver el show que les estaban brindando los chicos con las muchachonas que habían llevado.
Eso de que se besaban y luego cambiaban de compañero de besos estuvo desde que llegaron hasta que una de ellas se lanzó al río y comenzó a restregarse entre los demás como sirena.
Los chicos en la orilla en que Yo estaba, tenían unas vergas bien paradas y decidieron quitarse los calzoncillos y bikinis que llevaban puestos y se quedaron en puras bolas.
Sabroso, un restín de chicos completamente desnudos se arremolinaban al con las chicas que ahora estaban en el agua, unos deberían sentir las pijas de sus amigos rondando muy cerca de sus culos pues algunos brincaban reclamando a otros y eso sí no dejaban de tocar una teta y lanzarse sobre los demás para meterle mano en la cuca.
Las mujeres los llamaron a la orilla y todos se agruparon alrededor de ellas.
Yo desde mi punto de observación, podía ver como se pegaban los chicos contra las espaldas de sus amigos que tenían a las chavalas a plena playa de río con sus piernas abiertas para ser absorbidas por ellos y como en fila india, unos atrás de otros, al principio se removían por lo cerca de sus compañeros de colegio a sus espaldas, pero después.
El tumulto de chavos, dejo de moverse tanto para dar paso a un acercamiento lento, pausado y sabroso desde atrás de algunos para tocar un poco a la chica.
Algunos intentaron salir del agua, pero la chica negra les dijo que todos tenían que estar en el agua y ellas dos, apoyadas en sus codos y con las piernas abiertas podían observar como unos con otros se restregaban, incluso algunos ponían sus manos en los hombros del que estaba adelante y los estiraban para alcanzarla, sino, que se quedaban observando y frotándose en las colas de sus compañeros de baño.
Habrían unos quince chicos y solo dos chavalas, aquello era más una orgía de hombres que otra cosa, unos tres lograban palmar concienzudamente a la chavala y el resto eran un solo restriegue entre ellos mismos.
Uno de los grupos quedó exactamente debajo de donde Yo estaba y podía ver como un par de chavales acariciaba la espalda de su compañero que estaba al frente y de repente una de sus manos se perdió bajo el agua y comenzaron un movimiento sutil para no ser detectados por los de al lado.
Pero no sabían que Yo no despegaba mis ojos de todos y cada uno de ellos; unos de los que veía mejor ahora ya habían estado en el río otras veces y muchos eran nuevos, por lo menos para mí.
Otros pasaban sus brazos al frente y alcanzaban a acariciar una pierna de la chica; pero luego se reposaba un rato en el pecho de otro y luego bajaba por debajo del ombligo.
No tardó ni cinco minutos cuando aquello era una orgía acuática.
Uno de ellos logró montar a cada una de las chicas, pero pronto el culo de estos chavales comenzó a ser manoseado por los otros como indicándole un ritmo, bajaban hasta los huevos y los sobaban, los estrujaban y acariciaban hacia arriba un culo peludo y grandote, en donde podía ver como con las manos mojadas se deslizaban por la raja y en ocasiones su propietario realizaba un pequeño salto en el momento en que un dedo cruzaba sobre su ano.
El otro chico que montaba a la otra chavala era totalmente blanco y lampiño y a este un tipo de los más grandes le acariciaba abiertamente con ambas manos el trasero y se lo empujaba para que penetrara con mayor profundidad, le apretaba las nalgas y las volvía a empujar y a cada movimiento de estos fui notando como su cuerpo era empujado al mismo tiempo de modo que su cara quedó frente a frente con ese culo blanco y durito a la vista, imagino que muchísimo más sabroso al tocarlo, algo terso, suave y duro, como un par de bolas de algodón con una estructura de hierro.
El cheto de este chaval que acariciaba al chavo blanco se elevó en el agua y quedó expuesto a sus amigos, por defecto su cuerpo quedó aún más pegado a las piernas de su compañero que estaba cogiendo y por inercia, su cara comenzó a rozar el hermoso par de nalgas masculinas de aquel chaval y pronto su lengua salió y comenzó un paseo por la zanja de ese culo blanco que se le ofrecía y que a cada subida se abría para mostrar un agujero rosadito que invitaba a algo más.
La piel tostada por el sol contrastaba con la blancura de ese culo, la lengua del chaval salió de su boca y comenzó a hurgar el agujero de su amigo a cada subida, sus manos ya no empujaban el culo, lo abrían.
Su lengua entraba y esperaba su nuevo contacto, pero no pudo más y se pegó como ventosa a él y el chico gozó.
Pues su cabeza se zafó de las tetas de la chica y su cuerpo se arqueó.
Atrás otro repetía el cuadro con su propio culo, el chico que mamaba el ano, que hacía el beso negro al que cogía a su vez estaba recibiendo un beso negro de un chico pequeño en comparación a su tamaño, pero ingenioso en las labores del sexo anilinguis.
En eso estaban cuando el chaval pequeño y pelo negro azabache, logró encontrar como levantarse un poco más y comenzó a pasar su verga, pero que verga; era una verga tan grande que desde unos metros sobre el grupo en donde Yo me encontraba la miraba enorme, gruesa, cabezona y con la cabeza color rojo manzana y con forma como de punta; pero grande aún así.
El chico que hacía el beso negro al que estaba cogiendo no tuvo tiempo de mucho, por la excitación y lo lubricado por la saliva de su amigo en su ano, el golpeteo del agua y la acción de la lengua que hasta hacía unos segundos lo estaba dilatando solo pujó cuando ese tolete de carne gruesa y dura le entró.
Su cara se frunció, su cuerpo se tensó, la estocada fue precisa y profunda; pero su amigo se detuvo un rato para dejarlo que su culo se acostumbrara a ese tolete.
Comenzó nuevamente su movimiento hacia atrás, luego para adelante muy despacio y tras de ellos un par más se sumaban a las parejas de chavalos que comenzaron a besarse y a tocarse de modo inequívoco de haber comenzado también a tener sexo.
Al otro lado del río los trabajadores de la fábrica unos silbaban y otros ya blandían sus pijas afuera haciéndose una sabrosa paja tal y cual esta Yo con mi verga en la mano.
A ese tipo que chupaba el culito de su amigo, le estaban dando una soberana cogida; la pija ya le entraba toda y con una velocidad de ametralladora.
El chico se notaba que le llevaba hambre hacía tiempos a ese culo que estaba poseyendo porque lo montaba como en galope.
Rápido otro paso a dar el beso negro al chaval que estaba cogiendo, pues el chico de pelo azabache ya tenía al otro grandote de espaldas en la orilla del río y las piernas levantadas sobre sus hombros.
Eran un par de piernas gruesas, riquísimas, su verga era de buen tamaño y apuntaba dura sobre su ombligo; su amigo a ratos la tomaba en sus manos y lo pajeaba, le acariciaba el pecho y lo seguía culeando sabroso.
Yo podía ver todo el largo de ese potente pene que entraba en un suculento culo.
Los demás ya culeaban entre ellos, otros miraban y se pajeaban, todo sabroso.
Los chicos en su mayoría tomaron y fueron tomados, algunos se desvirgaron tanto del culo como de sus vergas.
Poco a poco el desenfreno paró, de los últimos fueron el chavalito pero azabache y el grandote.
A este si lo gozaron de verdad.
Cuando el chico terminó, sacó su verga de ese culo prieto y carnoso dejando que su leche blanca salpicada todo el dorso de su concubino haciendo un bordado blanco sobre un lienzo cobrizo por el efecto del sol.
El chico trigueño y grandote, tomó a su garañón y lo abrazó; saltó con él abrazado al agua y se hundieron, cuando salieron a flote, seguían juntos; el grandote aún sosteniéndolo pegado a sí, lo llevó hacia la orilla y sentándolo al borde de una piedra le dio un cálido beso de labios y le dijo: “Semejante cabrón me pisaste, nadie lo había hecho nunca; pero por la gran… se sostuvo un rato y luego expreso ME GUSTÓ CABRÓN” y le volvió a besar.
De mis tareas, ni “J”, ese día no hice nada; mañana vería que escusa poner.
Es verídico, algunos cambios necesarios y nombres no sé; pero me recalenté recordando.
Hasta pronto,
LUDAVAGI
Joanve09@gmail.com
Gracias a los que han escrito a mi email.