Haciendo amigos II
Llega el verano y el sol no va a ser el único causante del calor
El verano llegó, pasaron días y semanas sin volver a saber nada de Fran y Luisa. No podría decir que me había olvidado de ellos pero habían pasado a un segundo plano en mis pensamientos. Recordaba el cuerpo cálido de Luisa, su fragancia, sus tetas, el deseo que me provocaba esa sensualidad natural, inconsciente, que desprendía. Era inevitable que me sobreviniera una erección con esos recuerdos rondando mi cabeza, al tiempo que una sonrisa se dibujaba en mi cara. He tenido situaciones sexuales diversas a lo largo de mi vida pero era la primera experiencia con un cornudo, debo reconocer que tenía su morbo aunque había sido un polvo rápido, cargado de deseo pero sin la dedicación que esa mujer se merecía por mi parte.
Aún así había decidido no ser yo quien me pusiera en contacto con ellos, si les apetecía repetir ya se pondrían ellos en contacto conmigo, no quería forzar nada aunque me apeteciera muchísimo volver a disfrutar de la sensual Luisa.
Los días se sucedían entre el trabajo, la playa y los chiringuitos por los que me dejaba caer cuando llegaba la noche para refrescarme con alguna bebida que ocupara mis manos y para deleitarme aunque fuese visualmente con los cuerpos femeninos que poblaban la jungla nocturna estival. En eso estaba cuando a primeros de Agosto recibí un wassap de Fran. Mis ojos se iluminaron incluso antes de leerlo.
-Hola Miguel, cómo estás?, -empalmado estuve apunto de contestar, pero me aguanté las ganas.
-Hola, bien, pasando el verano de la mejor manera posible, y vosotros?
-Bien también, con ganas de desconectar y tomarnos unos días de descanso. Estamos pensando en alquilar algo la segunda quincena de Agosto allí por tu zona, nos han ofrecido un par de apartamentos pero no conocemos mucho donde están ubicados y por eso quería hablar contigo
Tú dirás, Fran (vaya, y yo que me estaba haciendo ilusiones pensando que me llamaba para otra cena "entre amigos")
Me dió el nombre de las urbanizaciones donde estaban los apartamentos que habían mirado y me pareció más adecuado uno de ellos que el otro, el lugar era prácticamente el mismo pero las instalaciones de cada urbanización eran muy distintas y así se lo hice saber.
-Muchas gracias MIguel, se lo comentaré a Luisa. Por cierto, te manda saludos
-Dale muchos a ella de mi parte también.
Al final mi polla me traicionó y sucumbí al deseo que me provocaba el morbo de nuestra experiencia común y me ofrecí a quedar si iban a estar unos días por la zona.
-Ni que decir tiene que si os apetece quedar para tomar algo, una copa, cenar, estaría encantado, sólo lo tenéis que decir
Tardó en contestar, mal asunto....al final su respuesta fue de puro compromiso
-Ok Miguel, te lo comento si nos decidimos. Gracias por la información.
Gracias por la información....qué información? La de los apartamentos? O la de mi disposición para volver a follarme a Luisa? Mi cabeza decía que era por la información de los apartamentos, mi polla quería que fuese por la segunda opción.
Con la expectativa por delante de volver a disfrutar de los encantos de Luisa los días se convirtieron en un tobogán de sensaciones, alegría y excitación cuando pensaba que iba a producirse otro encuentro o enfado y aburrimiento hacia todo lo que me rodeaba cuando se imponía en mi mente la posibilidad de que estando tan cerca no volviera a tenerla entre mis brazos.
Y sucedió. Recibí una foto del mar en mi wassap, era la visión que tenían desde el balcón del apartamento que al fin habían decidido alquilar, el que yo les había recomendado.
-Hola Miguel, para que veas que hemos tenido en cuenta tu consejo. Tenías razón, la urbanización es una pasada.
-Me alegro que os haya gustado, es un placer poder serviros de ayuda.
No quise volver a insistir en el tema de quedar para vernos, una cosa es que me apetezca follarme a Luisa bien follada, con tiempo y sin prisas y otra muy distinta es parecer un desesperado.
-Después de un buen rato volvió a sonar la campanita del wassap
-Puedo pedirte otro consejo?
A ver ahora qué quiere pensé.
Sin tiempo a responder me llegó la petición de consejo
-Me gustaría que me dijeras dónde podemos ir a cenar sin que nos traten como veraneantes ni salgamos con olor a fritanga después de la cena
-Claro, ahora te paso dos otres nombres de restaurantes en los que os van a tratar muy bien
-Gracias !!. Estás tú también de vacaciones, Miguel?
Yo nunca tomo vacaciones en los meses de verano, vivo en una zona en la que no necesito irme de vacaciones para disfrutar de las delicias estivales así que las tomo en otras fechas, generalmente las divido entre la primavera y septiembre.
-No Fran, sigo con mis turnos de trabajo hasta la segunda quincena de septiembre.
-Vaya, bueno pero aún así supongo que tendrás días de descanso entre turnos verdad?
-Verdad, verdad, me explotan laboralmente pero aún no han llegado a eliminar mis descansos entre turnos
-Jajaja, vaya pregunta más absurda te he hecho...
Por alguna razón Fran empezaba a dar vueltas a algo, no se decidía a hablar abiertamente de lo que tenía en la cabeza pero esta vez no me apetecía facilitarle la tarea, me quedé sin responder hasta que al cabo de unos minutos siguió hablando él.
Finalmente soltó lo que mi polla estaba esperando desde que volvió a ponerse en contacto conmigo.
-Te apetece acompañarnos a alguno de los restaurantes que me has dicho y cenamos los tres? Estaremos dos semanas aquí, mira tus turnos y dinos cuándo podrías
Joder, le ha costado pero por fin ha abierto la puerta. Estaba deseando volver a aspirar el aroma de Luisa pero me hice el digno y respondí todo lo frío que mi calentura me permitió.
-Bueno, deja que mire el cuadrante del hospital (como si me hiciese falta para saber cuándo descanso) y te comento algo.
-Ok, cuando puedas.
Me quedaban dos días de turno de noche y luego descansaba tres días antes de volver al turno de mañana. A la mañana siguiente le envié un wassap a Fran.
-A partir del domingo tengo tres días de descanso, cualquiera de ellos es bueno para cenar con vosotros.
-Perfecto !! El martes te parece bien?
-Genial, así iré descansado. Si no tenéis otra idea ya pensada podríamos ir a *** , es un restaurante tranquilo y conozco al personal, creo que os puede gustar.
-Nos ponemos en tus manos -uffff en mis manos quiero poner yo las tetas de tu mujer pensaba para mis adentros. Tú conoces mejor que nosotros esta zona, seguro que vamos a cenar muy bien.
Cenar vamos a cenar bien, pero yo lo quiero es el postre pensaba mientras mi cabeza se llenaba de imágenes de Luisa desnuda, mientras mi boca evocaba el sabor de su piel, sus pezones, su coño. Joder, voy a tener que hacerme una paja...y me la hice.
Llegó el martes, habíamos quedado en el paseo marítimo a las nueve. Todavía era de día, es una maravilla que los días sean tan largos en verano, me encanta tanto como me entristece el que sean tan cortos en invierno.
Dejaba vagar la vista entre la gente que paseaba por el concurrido paseo buscando entre los paseantes a Fran y Luisa. Vi a Luisa en la distancia. No es de belleza espectacular ni de tipo impresionante, lo suyo es un conjunto armónico y elegante de sencillez y sensualidad. Iba con un vestido verde olivo corto sin mangas, con cuatro botones en el escote de los que dos ya iban desabrochados, un collar con detalles ambar a juego con un pequeño bolso de mano y unas sandalias color miel que adornaban sus preciosos y cuidados pies de uñas pintadas de rojo intenso.
Se me alegró algo más que la cara cuando la vi, menos mal que el pantalón de lino que llevaba era amplio y la polla podía crecer discretamente.
Fran la acompañaba con orgullo, se les ve que son una pareja feliz. Por fin nos encontramos, estreché la mano de Fran con firmeza para después girarme hacia Luisa y descubrir que sus ojos se alegraban tanto como los míos por volver a vernos. Puse una mano en su cintura y acerqué la cara a la suya para besarla y, sobre todo, volver a percibir su olor, ese olor que me embriagaba, para volver a percibir su calidez, esa mujer de apariencia sencilla desprendía sensualidad por todos los poros de su piel
Después de las típicas frases de cortesía nos dirigimos al restaurante donde había reservado mesa en la terraza para disfrutar de las vistas al mar y de su refrescante brisa. Nos acomodamos y les sugerí un Verdejo bien frío para refrescarnos mientras decidíamos la cena. No tardó en aparecer la botella y brindamos sonrientes con mis ojos fijos en los de Luisa y los suyos fijos en los míos. Los de Fran oscilaban entre unos y otros, también sonriente aunque quizás no tanto.
La cena fue una maravilla, era mi sitio favorito y ellos se dejaron aconsejar, les encantó y el vino contribuyó a crear de nuevo la atmósfera relajada de aquella primera velada en su casa.
Al acabar dimos un paseo hasta una zona donde tomar una copa con tranquilidad, una terraza con zona chill out nos convenció para convertirse en la parada perfecta para un gin tonic helado.
Con independencia del deseo que Luisa me despertaba, me caían bien estos dos cincuentones acomodados y felices, eran gente de mundo, podías hablar con ellos de cualquier tema y así lo hicimos, de cualquier tema excepto del que nos sirvió para conocernos, era un tema que parecía que queríamos esquivar. No me importaba, miraba los ojos de Luisa y los veía brillar, miraba sus desnudas rodillas y los que brillaban eran los míos, tenía claro que había la suficiente tensión sexual como para volver a las andadas pero no tenía pensado forzar nada, las cosas fluyen...si es que tienen que fluir.
Acabamos las copas justo antes de que se empezara a superpoblar la zona de jóvenes gritones así que decidimos dar por concluida la velada. La urbanización en la que se alojaban estaba de camino a la mía, las distancias son cortas y habíamos ido andando a cenar así que volvimos paseando despacio, Luisa entre los dos, sus caderas tropezaban de vez en cuando con las mías, intentábamos acompasar los pasos pero su cadera recurrentemente rozaba la mía....diossss cómo me está poniendo.
Llegamos a su apartamento, Fran abrió la puerta exterior de la urbanización, aguantándola abierta para que pasase Luisa, yo ya tenía claro ue aquello acababa allí al menos esa noche cuando Luisa miró a Fran y después se volvió hacia mí y con un susurro de voz me dijo
-Sube a tomar otra copa más tranquilos
Mis ojos se abrieron sorprendidos, mi corazón se aceleró, mi polla se endureció más aún si cabe. Y subí tras los pasos cadenciosos de Luisa hasta su apartamento, hasta el abismo de sus ojos, hacia el vértido de su cuerpo desnudo, de su fragancia natural, de la naturalidad de su sexualidad hoy menos cargada de culpa que la primera vez.
Fran preparaba las copas mientras Luisa me enseñaba el apartamento y sobre todo la terraza sobre el mar que era la joya de aquella vivienda. Me enseñaba el mar a mí que lo veo todos los días como si me lo enseñara por primera vez, apoyados el uno en el otro, dejó caer su cabeza sobre mi hombro y se giró hacia mí.
Sus ojos eran de fuego, su boca entreabierta toda una promesa de pasión. Nos besamos suave, delicadamente, nuestos labios se encontraron antes de que los abriésemos para que nuestras lenguas se buscaran. Me volvía loco esa mujer. Sus manos se perdían en mi pelo, su cuerpo se frotaba con el mío, sus tetas querían atravesar mi pecho. Las mías se deslizaban por su espalda, por sus caderas, se apoderaban de su culo sin ningún pudor, presionaban su cintura con la mía, quería que notara la dureza de mi polla con su vientre y a tenor de los suspiros que empezaron a fluir de su boca...la notó. Dura, hinchada, caliente frotándose contra su vientre, un vientre que también desprendía calor, mucho calor, un calor húmedo, sexual, primitivo.
Luisa me cogió de la mano y me arrastró a la habitación contigua a la terraza, Fran nos vio pasar mientras llenaba las copas con cava frío, nos siguió con la mirada y poco más tarde también con los pies. Apareció en la habitación con las copas en la mano cuando Luisa y yo ya estábamos desnudándonos apresuradamente, torpes y ansiosos. Pronto mis manos se apoderaron de esas tetas que tanto me gustaban, pronto las suyas acariciaban mi polla, pronto caímos en la cama desnudos y excitados como adolescentes en su primera vez.
Luis dejó nuestras copas en una mesa y se acomodó en el sofá de mimbre que coimpletaba el mobiliario de la habitación con la suya en sus manos a la que le daba pequeños sorbos sin quitarnos ojo de encima. Tras unos primeros momentos de devorarnos las bocas dejé de besar sus labios para ir bajando por su anatomía besando su cuello, dándole pequeños mordiscos llenos de pasión. Luisa se contorneaba, gemía, ronroneaba como una gatita.
Sus hombros merecieron también un poco de atención instantes antes de que mi boca y mis manos se adueñaran de sus tetas suaves, cálidas, acogedoras, de pezones duros, dulces, temblorosos por culpa del deseo. Mis labios primero y mis dientes después comprobaron la dureza de esos pezones tiesos. Mis manos iban y venían amasando esas tetas, apretándolas, acariciándolas, volviendo a apretarlas con fuerza. Me volvían loco esas tetas. Alternaba un pezón con otro, lamía, chupaba, mordía, volvía a lamer.
Luisa era una fuente inagotable de jadeos, suspiros, gemidos, sus manos apretaban mi cabeza contra sus tetas mientras seguía mamando de ellas con glotonería. Sus piernas iban y venían de un lado hacia otro descontroladas, su pubis buscaba desesperadamente algo con lo que rozarse, ardía tratando de frotarse con cualquier parte de mi cuerpo que le aliviase el picor que envolvía su coño y que amenazaba con volverla loca si no enoontraba alivio.
Bajé una mano a su entrepierna. La encontré húmeda, muy húmeda. El calor de su coño traspasaba la fina tela de las braguitas que aún llevaba puestas, un calor y una humedad que fueron creciendo en cuanto mi mano inició las caricas que aquel coño pedía a gritos. Mis dedos buscaron los bordes de la braguita, lo apartaron e iniciaron la exploración de aquella inundada cueva, una exploración profunda que provocaba jadeos cada vez más incontenibles por parte de Luisa, una exploración que intencionadamente dejaba de lado su clítoris. Me acercaba con las yemas de mis dedos para volver a alejarme, iintroducía un par de dedos en su coño empapado, los sacaba y frotaba sus labios vaginales acercando de nuevo los dedos a su clítoris para volver a retirarlos sin alcanzarlo. Fue un juego que duró unos minutos en los que no dejaba de comerme esas tetas divinas, de chupar sus pezones tiesos, de lamerlos con mi lengua, de morderlos.
Por sorpresa mis dientes se apoderaron de un pezón y lo mordieron con cierta fuerza al mismo tiempo que mis dedos aprisionaron por fin su clítoris y lo frotaron enérgicamente para lograr el objetivo que buscaban. Luisa se corrió sin poder evitarlo, un orgasmo intenso, salvaje, un grito apagado salió de su garganta, su cara estaba encendida, sudorosa, se corría con todo su cuerpo, sus manos apretaban mi cabeza contra sus tetas.
-Ahhhhhhhhhhhhhh
-Buuufffffffffffffffffffff joderrrrrrrrrrrrr
-Cabrón me matassssssssss me matasssssssssssss ufffffffffffffffffffffff
Aflojé la presión de mis dientes sobre su pezón, mis dedos soltaron la presa para proseguir con una caricia suave arriba y abajo de su encharcado coño. Luisa poco a poco fue relajando la musculatura, su respiración se fue sosegando, su corazón frenaba poco a poco su loco galope. Su cara estaba encendida, acalorada, sudada, su pelo revuelto...estaba rabosamente guapa, la excitación y el deseo conseguían dotarla de una belleza dificil de conseguir sólo con maquillaje. Preciosa, deseaable, para follarla hasta donde las fuerzas me permitieran.
Tomó aire profundamente, se incorporó y me besó suavemente en los labios, unos labios que pronto se dedicaron a mi pecho, a mis pezones....joder joder joder cómo me gusta, sus manos volaban sobre mi torso, acariciaban mi polla ligeramente, la presionaban, la volvían a acariciar, su lengua lamia todo mi pecho bajando cada vez más por mi anatomía. Su mano por fin se apoderó de mi polla, erecta como un mástil, dura, hinchada, caliente, repleta de gruesas venas. Inició una suave paja, subiendo y bajando la piel con la fuerza justa, con el ritmo apropiado, arrancando mis primeros suspiros, haciendo que gotas de precum afloraran en mi capullo lubricándolo y dándole un aspecto brillante que lo hacía más deseable todavía.
A sus manos le siguió su boca. Antes de metérsela me miró, sus ojos eran puro fuego, abrió la boca, sacó la lengua para humedecer sus labios lascivamente y con la punta recogió una gota de precum recién exprimida para seguidamente hacer desaparecer media polla dentro de la cueva húmeda que era su boca sin dejar de pajearme suavemente. Su lengua jugaba con mi capullo, sus labios apretaban mi polla, su mano subía y bajaba en una paja deliciosa. Mis manos acariciaban su pelo, la dejaba hacer, cerré los ojos para disfrutar de esa mamada espectacular, porque eso era, una mamada espectacular. Y sin molestarme en avisar, sin querer detener el orgasmo que estaba naciendo en lo más profundo de mi cerebro, que recorría mi espalda, que llegaba a mis cargados huevos, me corrí en esa boca que tan buen trato estaba dando a mi polla.
Salía a borbotones, chorro tras chorro directa al fondo de su boca, a su garganta. Luisa hacía lo posibile por tragar todo aquello que mi polla expulsaba violentamente pero era incapaz, no podía con tanta leche caliente, se le escapaba pese a sus esfuerzos pero seguía con su empeño de ordeñarme hasta la última gota. Fue una corrida brutal, brutal. Luisa seguía chupando, lamiendo, pajeando mi polla. Era una verdadera delicia ver y sobre todo notar sus delicados quehaceres sobre mi polla.
Sonrió triunfal como una niña traviesa y se dedicó a recoger la leche que impregnaba mis huevos y mi pubis. Lo hizo tan aplicadamente y tanto empeño puso en limpiar de todo resto mi entrepierna que convenció a mi polla de que todavía no era momento de retiradas sino de vuelta a la acción. Volvió a crecer, volvió a alzarse poderosa en agradecimiento a tanta decidida atención y Luisa aprovechó para sentarse a horcajadas sobre mí y guiar con su mano mi recuperada polla hacia la entrada de su coño hinchado, palpitante, necesitado de polla.
Deslizó por su clítoris mi capullo varias veces volviendo a poner en marcha el caudal de flujos de su coño y cuando consideró que estaba en su punto se dejó caer encima de mi polla hasta ensartarse completamente llenando ese coño de terciopelo con mis 20cm de carne dura y caliente.
-Ohhhhhhh joderrr cómo me llena , mmmmmmmm
Subía y bajaba con lentitud, deleitándose con el roce de mi polla en las paredes de su coño, restregando el clítoris en mi pubis cuando se la metía hasta las entrañas. Yo aprisionaba sus tetas con fuerza, pellizcaba sus pezones, Luisa gemía como la hembra caliente que era, su espalda recta, su cabeza inclinada hacia atras, preciosa, poderosa, divina.
Solté una de sus tetas y me fui a su culo, lo acaricié y tras unas instantes lo azoté con firmeza pero sin violencia, no quería hacer daño, quería que sonase.
Plaaasssss
-Ahhhhhhh joderrrr
Plassssssss
Me pone a mil ese sonido, me excita sobremanera y parecía que a Luisa tampoco le desagradaba
Plassssss plassssssssss
-Joderrrrr cabrón, me tienes loca perdida joderrrrrrr
Acerqué los dedos de esa mano a su boca, los engulló, los llenó de babas, los chupaba como chupaba mi polla hace unos minutos. Cuando los tuve suficientemente mojados acerqué un dedo a su culito, a ese ojete que suponía poco transitado, mal atendido y al tiempo que con un golpe de cadera hundía mi polla en lo más profundo de ese coño encharcado, deslicé una falange de mi dedo medio en su culo. No hizo falta presionar mucho, el ojete de Luisa acogió mi invasión digital con asombrosa facilidad.
-Ohhhh diossssss diossssssssssss diossssssssssss
Atiné a atrapar con mi boca uno de sus pezones y presionè con fuerza con el dedo en su culo. Luisa inició una cabalgada frenética, compulsiva que nos arrastró al orgasmo entre gritos, jadeos y sudor. Volví a vaciar mis huevos en el coño de Luisa sin dejar de bombear con la cadera, tenía un coño que sabía contraer y ordeñar mi polla magistralmente y me dejó seco. Luisa se dejó caer sobre mi pecho para besarme con esa ternura que tanto me gustaba después de la corrida y después rodó para estirarse boca arriba sobre la cama mientras recuperábamos la respiración entre suspiros y gemidos de placer.
Me incorporé sobre mis codos y pude ver a Fran, me había olvidado completamente de él. Estaba desnudo en aquel sofá, con la polla flácida en una mano y restos de una corrida sobre su pecho, parece que también había tenido su ración de placer.
Aquella noche no hubo ducha ni vuelta a casa en silencio, aquella noche me dormí con una profundidad propia de quien está más que satisfecho, bien follado, feliz.
Fueron unos días muy entretenidos y placenteros los de aquella quincena de Agosto....
Besos húmedos, donde más os gusten
Gracias por los comentarios y las valoraciones, son un aliciente para continuar, muchas gracias.