Haciendo amigos en el tren
Como conoci a un señor maduro en el tren de camino a casa de mis padres y gozamos juntos
Os voy a contar el día en que me deje tocar en público por un desconocido. Era verano, el calor era sofocante y mi cuerpo estaba aún más caliente, puesto que mi novio me había dejado a dos velas, cuando se emborracho. Intento hacerlo pero nada al final nos rendimos y nos dormimos, yo seguía frustrada cuando subí al tren camino a comer con mis padres, ese día me había puesto un vestido fino de verano por encima de las rodillas. Me senté al final del tren, eran casi dos horas el trayecto e iba a leer, se sentó frente a mí un señor muy elegante, que me dio los buenos días con educación, yo me dispuse a leer, hasta que un rato después note como el señor no dejaba de mirarme, eso me calentó. Nunca me habían atraído los hombres mayores, sería mi falta de sexo últimamente lo que hacía que me calentara con cualquier cosa. Disimuladamente mire su paquete y vi el bulto que indicaba que le gustaba lo que veía, sin poderlo evitar me moví un poco para dejar menos a su imaginación, desde donde estaba casi podía ver mis bragas, notaba su mirada clavada entre mis piernas y de nuevo abrí un poco más para dejarle ver. Cuando nuestras miradas se cruzaron el me sonrió y yo se lo devolví, cuando noto mi medio consentimiento en esa sonrisa se sentó a mi lado.
-cómo te llamas?
-qué más da –conteste yo-
-tienes razón, eres muy bonita, me encantaría tocarte
Le dice mientras su mano ya está en su rodilla, subiendo por su muslo y ella abre más las piernas, el sube su mano y por fin toca su sexo mojado ya, el sin decir una sola palabra junta dos dedos y los introduce dentro, la penetra dentro y fuera hasta que ella le aprieta sus dedos cuando se corre. De nuevo la mira y le sonríe y ella como en deuda con él, toca el bulto que se insinúa ahora aún más y mete de repente la mano dentro del pantalón de ese desconocido, su sexo es grande, duro y caliente y empieza a masturbarlo, el toca sus pechos sobre el vestido, pero tras mirar a ambos lados y ver que nadie los ve, están lejos y amparados por los asientos, los saca y empieza a lamerle las tetas, muerde sus pezones y ella no deja de masturbarlo, su polla ha crecido aún más bajo sus manos.
-que bien lo haces muñequita, daría media vida por poseer esa lindo coñito
Ella busca en su bolso rápido para no perder el empuje y saca un preservativo de una caja que compro para su novio. El señor agranda los ojos cuando entiende lo que quiere y rápidamente se lo coge, lo abre y se enfunda el condón, ella se sube sobre esa gran polla y se frota el sexo con ella. Baja lentamente abriéndose, esa polla la llena por completo, es mucho más grande que la de su novio. Él la agarra por el trasero y la induce a moverse.
-que buena estas, quien me hubiera dicho a mí, que me esperaba a estas alturas esta sorpresa
Le dice mientras sigue mordiendo sus pechos, ninguno de los dos ve al hombre agachado entre los otros asientos masturbándose mientras los ve follar. Le ha excitado ver como ese viejo se folla a esa chavalita, ve el culo de ella bajo las manos del hombre apretándola hacia su sexo que desaparece en el interior de su vagina, no pierde detalle hasta que se corre en silencio. Ellos siguen.
-te gusta bonita? ¿Te gusta tener mi polla dentro?
-sí, mucho, no dejes de follarme, voy a correrme con esa gran polla que tienes.
-que rica estas, no aguanto mas
Le dice eso mientras con un dedo penetra su culo sin piedad y ella se corre hundiéndose en su cuello para no gritar. Y entonces nota el calor que le indica que también él se está corriendo. Están así varios minutos, él no tiene prisa por abandonar ese glorioso cuerpo.
-gracias, aunque no te lo creas jamás había hecho algo así
-nena yo nada que se le parezca, querría volver a gozar contigo
Ella piensa medio minuto y sonríe a ese hombre antes de decirle….
Eso es otra historia.