Haciendo amigos en el tren 2

Hola de nuevo os escribo para seguir relatando la historia del desconocido en el tren. Mi nombre es Marcela, tengo veinticinco años, no os lo había dicho la otra vez

Hola de nuevo os escribo para seguir relatando la historia del desconocido en el tren. Mi nombre es Marcela, tengo veinticinco años, no os lo había dicho la otra vez.

Aún estaba temblando después del orgasmo que ese hombre me había provocado, le miraba mientras se colocaba la ropa y pensé que nunca había estado con un hombre que seguro me doblaba la edad.

-Te parece descortés por mi parte si te pregunto tu edad? –le dije con una sonrisa-

-para nada preciosa, tengo cincuenta y un años. ¿Te molesta?

-con esa polla? Puedes tener la edad que quieras, mientras sigas manejando menudo instrumento

-la verdad es que mi mujer siempre me decía lo mismo, lo hicimos casi hasta el final

-lo dejasteis o se murió?

-me dejo, se largó hace menos de un año con un amigo mío, los pille en mi cama

-vaya lo siento

-gracias, eres muy amable y de mas esta decirte que me encantaría repetir esto, llevaba sin sexo desde que se fue, tú me has hecho hacer las paces con el sexo femenino.

-gracias, voy a pasar dos días con mis padres

-te dejo mi número de móvil, dime cuando regresas, dime con que tren y déjame que vuelva a estar dentro de ti.

Así nos despedimos, hasta dos días después que ya estaba de nuevo subiendo a ese tren y eligiendo el mismo sitio, le había mandado un mensaje ayer diciéndole la hora.

No me defraudo, dos minutos después ahí estaba el, tan elegante como el primer día, como lo recordaba, enseguida desee que me tocara, pero no lo hizo, se sentó enfrente

-hola guapa, gracias por avisarme, me encanto la sorpresa.

-gracias esperaba verte de nuevo

-yo espero que esto se alargue, abres las piernas y me enseñas ese chochito tan rico que tienes?

-eres muy lanzado –le dije abriendo ya las piernas-

-pues te diré que mi mujer se fue porque la aburría

-no está hecha la miel para la boca del asno

-gracias pequeña. Apártate la braguita y ábrete con dos deditos

Yo sin pensarlo obedezco, me aparto la braga y le enseño mi sexo depilado, en ese momento el tren arranca y el después de mirar a la gente que está más adelante y controlar que no nos ven, se agacha y abriendo mis piernas se lanza a comerse mi coñito, me abre con dos dedos y pasa su lengua por toda la verticalidad de mi sexo ya mojado.

-que bien sabes, me encanta.

Nunca me habían chupado así, succionaba fuerte y golpeaba con su lengua mi carne, luego penetraba con su lengua, la metía y la sacaba y de nuevo sorbía fuertemente, volviéndome loca de placer, jadeaba flojo hasta que me sorprendió el orgasmo y me apreté aún más contra su boca y el limpio todos mis juguitos.

-ahora ponte donde yo estaba sentado, de rodillas mirando hacia la gente

Lo hago y él se puso detrás de mí, me subió la faldita y empezó a darme mordisquitos en el culo, mientras metía su mano entre mis piernas. Yo me frotaba con esa mano, mientras el lamia y mordía mi culo.

-que rica estas, muévete contra mi mano, quiero que te corras de nuevo

En esos momentos con la otra mano abrió mi culito y paso la lengua despacito, haciéndome sentir un placer indescriptible, busco con su lengua mi agujerito aun virgen y la metió dentro, como antes en mi sexo entraba y salía de mi cuerpo con su lengua, dejándolo bien mojadito, y yo ya suspiraba, y movía las caderas frotándome con su mano, mientras el no dejaba de lamer mi agujerito, y volví a correrme.

Entonces él se sentó en el suelo, en el pasillo entre los dos sillones y me indico que me sentara, agarre su polla dura y empecé a bajar mientras lo masturbaba, esta crecía y se endurecía mas entre mis manos y le puse un condón, la lleve a la entrada de mi sexo hambriento y me clave en su polla, el gimió y yo empecé a moverme mientras él me agarraba del culo y me movía.

-si nena que buena estas, como me gusta follarte, no pares

Y no tenía intención, me movía buscando mi placer hasta que de nuevo lo alcance y el aplaco mis gemidos con su boca, con su lengua

-no dejes de moverte aun, no pares aunque pare tu orgasmo sigue, sigue más princesa

Me decía mientras de nuevo buscaba mí la entrada a mi culito, estaba aún sensible por sus lamidas y empezó a hurgar con un dedo.

-vas a dejar que te folle el culito algún día

-sí, pero aquí no podemos

-si podemos, nunca te lo han follado?

-una vez y me dolió mucho

-te preparare durante todo el viaje solo te follare al final si quieres, me lo permites?

-vale –le dije pensando que le diría que no-

Su polla estaba durísima y quitándole el condón empecé a tocarle, a masturbarlo lentamente

-hazlo lentamente, no quiero correrme, lo hare en tu culito

El tenia fe y yo me dejaba hacer, la siguiente hora hablamos y nos tocamos íntimamente, el me provoco dos orgasmos más con sus manos dentro de mis bragas, yo tocaba su sexo fuera del pantalón y el me pidió de nuevo que me pusiera como antes de rodillas, de nuevo tras de mí se arrodillo y me lamio como antes, me metió la lengua, luego un dedo, luego dos y hasta tres dedos hurgaron dentro de mí, yo estaba de nuevo excitadísima y el me pidió que apoyara un pie en el suelo y una rodilla en el sillón, se puso tras de mí, se puso otro preservativo y tras pasearla por mi rajita la coloco en la entrada de mi culo, metió un dedo y lo movió, lo saco y metió la cabeza de su polla, empujando dentro, me dolía y se lo dije

-tranquila bonita solo será un momento

Empuja más y el dolor se intensifica, se agarra a mis caderas y sigue empujando hasta que noto sus testículos golpeando en mi entrada.

-ya estoy dentro, relájate

Tras unos minutos sin moverse empezó hacerlo, empezó a salir despacito y a ganar terreno de nuevo, hasta que dejo de ser agradable y empecé a moverme con el que jadea descompuesto

-que culito más estrecho, que bueno chiquilla, voy a durar muy poco

-no te frenes, ábreme bien.

Salió muy despacio y solo dejo dentro la punta, me agarro las caderas y de un solo empujón, note sus duros huevos en la entrada, entraba y salía de mi culo ya dilatado y yo gemía con él, se agarró más fuerte y pellizcando mis caderas se hundió una vez más y se corrió conmigo, ambos jadeábamos lo más flojito que podíamos, estuvimos más de cinco minutos sin movernos, luego nos colocamos la ropa

-qué debo hacer para tenerte el resto de mi vida?

Yo le sonreí y le bese los labios….