Haciendo amigos
Un día de resaca en la playa, alguien se acerca para proponerme cumplir una fantasía...Qué puedo hacer?
El sol empezaba a elevarse y calentar la mañana, el cielo azul,límpio de nubes vaticinaba un día primaveralmente cálido y despejado, ideal para iniciar el proceso de bronceado de mi piel aunque aún estábamos en mayo pero eso es algo que para los que vivimos en el litoral alicantino no nos resulta un impedimento, al contrario, tomar el sol en esos días aún primaverales es un gustazo, disfrutar de estas playas sin las aglomeraciones que se producen en el verano es un verdadero placer.
Suelo ir a alguna de las playas nudistas que existen cerca de mi casa, me gusta tomar el sol desnudo, bañarme desnudo en el mar, broncearme sin dejar ningún centímetro de mi piel con la palidez desagradable del invierno. En esas playas también satisfago mi vena exhibicionista, me gusta exponerme aunque no sea un Adonis, soy un tipo normal de 1.80 de estatura y 75 kilos de peso que tiene fobia a los gimnasios. Eso hace que a mis 42 años tenga un físico normalito, nada trabajado pero que aún así no resulte desagradable echarme un ojo, sobre todo a los 20cm de polla que adornan mi depilada entrepierna.
Caminaba hacia la playa pensando en la noche anterior, demasiadas copas...la mente vagaba por pensamientos e imágenes fugaces que iban y venían sin ningún orden por mi cabeza, todavía embotada por el alcohol y el poco descanso. No hubiera sido mala idea quedarme más tiempo entre las sábanas durmiendo la mona pero el día era perfecto para ir a tomar el sol con la polla al aire y una resaca suave no iba a ser impedimento para ello.
Las noches de copas empezaban a resultarme monótonas, rutinarias, empezaba a aburrirme el alcohol y el ambiente nocturno. Divorciarte a los 40 cuando todos tus amigos siguen emparejados tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes. Nunca he sido ligón de barra de bar ni ave nocturna empedernida, me gusta la noche pero me empezaba a hastiar. Esos pensamientos ocupaban mi mente mientras llegaba a mi lugar preferido para tomar el sol.
Extendí la toalla en una zona aún desierta, me quité la camiseta y el pantalón corto que llevaba y me tumbé boca abajo con los ojos cerrados escuchando el rumor de las olas y el ruido de mis pensamientos que no cesaban de pulular entre mis neuronas.
Al fin encontré algo de paz con el arrullo del mar y el calorcito agradable que proporcionaba el sol de Mayo y aceptablemente adormecido dejé que hiciera su trabajo sobre mi piel y empezara a dotarla del color moreno que me gusta lucir en verano.
Después de un rato y con la cabeza algo más despejada me di la vuelta y empecé a ponerme crema protectora por el torso, los brazos, las piernas...el nabo. En esos menesteres estaba cuando levanté la cabeza y vi que ya no estaba tan soitaria mi porción de paraiso terrenal, un par de tios habían colocado sus toallas más o menos cerca de mí pero andaban a su rollo haciendo lo mismo que yo, ponerse crema y empezar a broncearse.
Algo más a lo lejos había otro tío que desentonaba un poco, iba vestido y no llevaba toalla o bolsa con pertenencias que indicara que iba con intención de tomar el sol. Deambulaba entre la orilla y los que estábamos tomando el sol, indeciso, parecía un mirón más de los que suelen acudir a las playas nudistas a pasear la vista por aquello que más les pone, generalmente cuerpos masculinos y sobre todo sus pollas.
Dejé de prestar atención a aquel cincuentón de barriguita cervecera y aspecto dócil y seguí esparciendo crema por mi piel. Entre el calorcito de la mañana y el toqueteo con la crema mi polla empezó a despertar perezosamente, ya no estaba flácida y resacosa, empezaba a dar señales de vida y su volumen me daba ya motivos para estar orgulloso de ella. Cerré los ojos detrás de mis gafas oscuras y dejé que el sol acariciara mi piel con sus rayos.
Mi cabeza algo más despejada inició un repaso mental del catálogo de tías con las que había tenido un rollo últimamente para ver si me animaba a llamar a alguna cuando algo se interpuso entre el sol y yo
-Hola
El cincuentón estaba plantado delante de mí, vestido, lanzando miradas furtivas a mi polla. Vaya por dios, pensé, este tio va a querer tema y voy a tener que desilusionarlo, soy demasiado hetero para aceptar proposiciones homosexuales y aunque no me molesta que me las hagan, no es un asunto que sexualmente me motive, lo siento, cada uno tiene sus preferencias...Educadamente y cargándome de paciencia respondí con un frío hola
El tipo no sabía qué hacer, miraba nervioso a su alrededor, a mi cara, a mi polla, después de unos segundos optó por sentarse a mi lado. Viendo que él no se decidía lo hice yo
-Tio, no te hagas muchas ilusiones, no me van los hombres
Abrió los ojos como asustado mientras su boca también se abría intentado decir algo, algo que al fin empezó a balbucear
-No no, no voy buscando rollo contigo, a mi tampoco me va el tema con tíos
-Entonces? Verás, yo no vengo aquí a hablar del buen tiempo que hace, dime qué quieres, si es que quieres algo o deja que tome el sol tranquilamente que, sinceramente, es lo que más me apetece
El tipo quería decirme algo pero no sabía cómo empezar. Finalmente las palabras empezaron a brotar de sus labios
-Verás, yo soy un tipo hetero, casado, felizmente casado diría, con una vida sexualmente activa aunque no tanto como cuando éramos jóvenes. Llevo con mi mujer toda la vida, nos conocimos jóvenes, nos ennoviamos, nos casamos y llevamos juntos desde entonces. No hemos tenido hijos, tampoco nos importa ese tema, si no han venido no pasa nada, no nos atormenta el asunto.
Empezaba a aburrirme que un tío me contase su vida en una playa nudista y lo debió notar en mi expresión
-Perdona, te estoy soltando un rollo que no te interesa lo más mínimo
-Pues la verdad es que no entiendo por qué me estas dando tantos detalles de tu vida...
-Ok ok, iré al grano, disculpa
Bueno, a ver qué quiere este tio
-El caso es que después de tanto tiempo de relación fiel entre mi mujer y yo la rutina hizo que cayera poco a poco nuestro deseo, nos dimos cuenta que ya no nos buscábamos en la cama, que la relación se estaba enfriando demasiado y que si no poníamos remedio nuestra vida en común corría serio riesgo de finalizar. Buscando cómo relanzar nuestra vida sexual empezamos a hablar de las cosas que nos hubiera gustado hacer y no habiamos hecho. Entonces fue cuando Luisa, que así se llama mi mujer, me confesó que una de las cosas que le hubiese gustado hacer es probar otra polla que no fuese la mía.
Empezaba a interesarme la conversación, pensé para mis adentros.
-Como te he dicho antes, nos conocimos jóvenes, nos emparejamos jóvenes y nos hemos mantenido fieles el uno al otro durante este tiempo. Debo reconocer que me sorprendió oir de labios de mi mujer que le hubiese gustado probar otra polla distinta a la mía, muy normalita por cierto, nada que ver con la polla que pareces tener tú
Hablar de estos temas y crecer mi polla son dos cosas que van asociadas por lo que empezaba a mostrar un tamaño aceptablemente deseable. Permanecí en silencio, al tipo le había costado empezar a hablar pero se estaba convirtiendo en un torrente verbal.
-Durante un tiempo fantaseábamos mientras hacíamos el amor que era otro quien la follaba pero todo eso tiene un recorrido y al final lo que ocurría es que esas ganas de probar otra polla eran cada vez más intensas. Yo amo a mi mujer, con locura, me aterra la idea de perderla y la voy a perder si seguimos así. Todo esto me llevó a proponerle introducir a otra persona, otra polla, en nuestra cama si era eso lo que tanto deseaba. Al principio se ofendió, me llamó loco, mil cosas pero después de unos días ya no le parecía tan descabellado.
Mis ojos iban abriéndose, mis neuronas procesando información, mi polla desperezándose.
-Para acabar ya con el asunto, hace unas semanas decidimos llevar a término su fantasía y eso vengo a proponerte
No daba crédito a lo que estaba escuchando un sábado por la mañana en una playa nudista de boca de un tío que no conocía de nada, me estaba proponiendo ser la polla que se follara a su querida mujer que, por cierto, no veía por ningún lado.
-Vamos a ver, tio
-Fran, me llamo Fran
-Vamos a ver, Fran, me estás pidiendo que me folle a tu mujer?
Con la mirada fija en la arena, sin atreverse a mirarme a la cara me responde
-Sí, eso mismo
Joder, joder, joder, estas cosas no son de aquellas que me pasan todas las mañanas, la verdad
-Y se puede saber por qué yo?
-Decidimos buscar alguien que venga a playas nudistas, es gente que pensamos que tenéis la mente más abierta que otros y no os resultaría muy extraña la proposición por un lado; por otro, ya que iba a probar otra polla que fuese una polla con un buen tamaño, como la tuya.
Dirigió su mirada a mi entrepierna y se encontró con mi polla luciendo una media erección que dejaba ver que todo aquel tema me estaba interesando y así me lo dijo
-Parece que no te deja indiferente la proposición
-Pues ya ves que indiferente no me deja, pero aquí veo que falta lo más importante
Me miró extrañado
-Sí, al menos para mí -le dije- lo más importante es tu mujer. Porque mucho hablar de ella pero yo no la veo por ningún sitio.
-Quieres que te enseñe alguna foto en el móvil?
-Vamos a ver...quieres que me la folle por el móvil?
-No no, quiero que te la folles de verdad, en vivo
-Pues entonces si quieres que me la folle de verdad tendré que verla de verdad, en persona, no te parece?
Bajó la mirada de nuevo a la arena, tenía que tomar la decisión, o se levantaba y se iba quedando todo en una anécdota entre dos desconocidos o me llevaba a donde se encontraba su mujer. Y la decisión le estaba costando, no es fácil aceptar una cornada de esas dimensiones, si decía que sí estaba a un paso de convertirse en un cornudo, a un paso de ver a su mujer con otra polla entre las piernas, no es fácil esa decisión, le di tiempo.
Después de pensárselo dijo
-Tienes razón, es una chorrada que te enseñe fotos, quieres venir a conocerla?
-Creo que es lo más oportuno, Fran, pero te tengo que decir algo antes
Me miró extrañado de nuevo, con cara interrogativa
-El que me de cierto morbo el asunto, el que me apetezca conocerla, el que nos veamos, no significa que vaya a follarmela sin más. Tendremos que atraernos, no me voy a tirar a una tia simplemente porque tenga el coño con ganas de polla nueva
-A ella le vas a gustar, y tu polla también. En cuanto a si te gustará ella a a tí, ven y la ves, la he dejado tomando una copa de vino en el chiringuito que hay a la entrada de la cala
Bueno, sopesando lo expuesto por Fran me di cuenta que no había mucho que perder, saliendo todo mal me tomaría un vino fresquito o una cerveza con una pareja que habían conseguido despertar mi curiosidad
-Ok, vamos a tomar algo
Recogí mis cosas, me vestí y fuimos acercándonos al chiringuito donde se encontraba Luisa. No fue difícil encontrarla, el chiringuito estaba todavía a medio gas y con poca clientela. En los taburetes que había en la barra estaba sentada Luisa, de medio lado, las piernas cruzadas cubiertas hasta medio muslo por un vestido playero sin mangas con un estampado floral, melena corta, a medio hombro, rubia seguramente de bote, bebía distraidamente de la copa que sostenía entre las manos mientras dirigía su mirada hacia todos los lados sin fijarse en nada.
Mientras nos acercábamos a ella pude valorar a conciencia aquella cincuentona cuidada: buenas piernas, poderosas sin ser excesivas, los pies pequeños bien cuidados dentro de unas sandalias veraniegas, hombros bonitos y brazos hechos para abrazar. Su cadera ya no era la de una niña pero seguía siendo interesante así como su cintura todavía marcada pero lo que llamaba más la atención era su pecho. El vestido con escote en V dejaba ver un pecho poderoso, firme, sin sobresalir por su tamaño si no por su perfecto encaje en el conjunto, era un pecho que parecía hecho a medida a ese cuerpo y a esa mujer.
Cuando quedaban unos metros para llegar a su lado se giró y pude ver su cara, una cara agradable de ojos marrones, nariz delgada y labios bien perfilados, agradable sin más. Nos vio acercarnos. Un leve temblor en sus manos hizo que el vino bailara dentro de la copa, miró a su marido y después dirigió la mirada a mi esbozando una leve sonrisa medio forzada y nerviosa.
-Hola cariño -dijo Fran- te presento a...-En ese momento se dio cuenta de que ni tan siquiera me había preguntado mi nombre
-Miguel, me llamo Miguel, tu eres Luisa verdad? -Le dije mientras me acercaba a darle dos besos
-Ho hola, sí yo soy Luisa, encantada. Nos dimos dos besos en las mejillas, besos que me permitieron comprobar la delicadeza de su piel, el olor suave pero penetrante que desprendía y una mirada que desprendía dulzura, temor y también calidez. Formaba un conjunto de lo más interesante la mujercita de mi nuevo amigo Fran.
Nos fuimos a una mesa y pedimos unos vinos blancos fresquitos con algo de picoteo. Todos estábamos algo cohibidos, sobre todo Luisa. Empezamos a hablar de banalidades, el tiempo, el sol, lo agradable que era el vino que estábamos tomando...Poco a poco fuimos soltando los nervios y la conversación se convirtió en fluida, me dijeron que no eran de la zona, vivían en una población cercana, tenían un comercio del que vivían holgadamente aunque siempre con temor a que una crisis se lo llevara por delante, no habían tenido hijos, una pareja normal y corriente, nada de particular. Yo les hablé de mi trabajo, de mi soltería reestrenada no hace mucho, de mi vida a grosso modo. Mientras hablábamos las miradas entre Luisa y yo se iban encontrando, esquivando, volviendo a encontrarse, miraba a su marido nerviosa, me miraba a mi, a la copa de vino...
La conversación no giraba hacia donde debía girar y después de un par de copas de vino les dije lo que pensaba, que no lo tenían claro, que me atraía Luisa lo suficiente como para querer follármela pero que primero tenían que tenerlo claro ellos y no los veía todavía decididos. Les dejé mi tfno y después de estrechar la mano de Fran y darle dos besos a Luisa me fui a casa sin darles tiempo siquiera a reaccionar.
Pasaron unos días sin saber nada de ellos, estaba claro que les costaba tomar la decisión. El sábado siguiente recibí una llamada, era Fran.
-Hola Miguel, lo primero que quisiera hacer es pedirte disculpas por lo ocurrido en otro día
-Hola Fran, no te preocupes, entiendo que son decisiones difíciles que no se deben tomar a la ligera y con dudas
-Te agradezco que te lo tomes así, Miguel, como bien te has dado cuenta, cuesta asimilar que estas cosas pasen. Después de que te fueras estuvimos hablando, le caes bien, le gustas y cuando le hablé del tamaño de tu polla tengo la impresión de que le gustaste más aún así que hemos decidido dar el paso contigo siempre y cuando tú quieras continuar también.
-Bueno Fran, yo no tengo inconveniente, me gustó Luisa, me atrae tanto su físico como su caracter pero lo único que pido es que esté totalmente convencida de lo que quiere y, por supuesto, tú también lo tengas claro.
-Yo lo tengo claro, y ella está a una copa de vino de estar totalmente convencida.
Una sonrisa se dibujó en mi cara, había que concretar el momento para esa copa de vino
.Si te parece bien -me dijo- nos gustaría invitarte a cenar a nuestra casa esta noche, lo único que te pido es que si ves que la situación no avanza hagas lo mismo del otro día, fuiste muy amable, te fuiste sin forzar nada y de buen rollo. Tengo claro que Luisa quiere avanzar pero es mejor no forzar nada, de verdad que te lo agradecería mucho
-Vamos a ver, Fran, yo no voy a violar a nadie ni tengo edad para molestarme porque un plan no salga como he planeado, si no se da el paso no pasa nada, será una cena entre amigos sin más.
-Gracias de verdad, me haces estar tranquilo, te esperamos sobre las 20:00 en esta dirección, es nuestra casa, está en una zona algo apartada del pueblo en una urbanización muy tranquila, no habrá miradas indiscretas
-Allí estaré, nos vemos esta noche
Bueeeeno, parece que han dado el paso, iré a ver qué pasa y si no pasa nada será una velada en buena compañía y con unos vinos todo se convierte en más agradable. Mejor eso que salir de caza, no me apetecía nada
Unos minutos más tarde de las ocho estaba tocando al timbre de la casa. Me abrió Fran invitándome a entrar. Le di dos botellas de Albariño que llevaba para que las metiera en frio y agradeció el detalle de llevarlas. Me llevó a la cocina, las guardó en la nevera y me dijo si quería tomar algo mientras Luisa acababa de arreglarse
-Una cerveza bien fría me sentaría genial -le dije
Sacó dos y nos pusimos a disfrutar de ellas mientras me enseñaba la parte de abajo de la casa, el jardín, una casa de lo más típica entre gente acomodada sin estridencias, decorada con gusto pero sin excesos, una casa agradable
Estaba comentando ésto con Fran cuando oimos unos pasos decididos bajar la escalera. Luisa bajaba los peldaños haciendo sonar los tacones de sus sandalias, me encantan esos pies, los dedos pequeños, delicados, de uñas pintadas de rojo intenso. Llevaba puesto un elegante vestido negro que cubría sus rodillas y sus hombros pero que le quedaba como un guante a ese cuerpo maduro, se ceñía a él haciendo destacar sus caderas y su hipnotizante pecho. Sonreía nerviosa mientras bajaba mirándonos alternativamente a Fran y a mi, estaba muy deseable, mucho mucho y mi polla así me lo hizo saber incrementando su volumen.
Nos saludamos con dos besos y pude volver a percibir su calidez y su aroma, esta mujer me estaba excitando sólo con su olor. Abrimos una botella de vino y nos sentamos a la mesa para cenar, una cena fría y ligera muy adecuada para que el vino cumpliera con su labor aflojando tensiones y soltando las lenguas. Eran divertidos, habían viajado mucho, como yo y estuvimos hablando de nuestras experiencias en varios lugares que habíamos visitado.
La cena acabó, la noche avanzaba, las miradas se cruzaban, no había nervios, la sensación era de estar entre viejos conocidos aunque los ojos dejaban escapar de vez en cuando algunas chispas que no son muy apropiadas para viejos amigos y sin embargo muy propicias para nuevos amantes
Fran abrió una botella de cava, llenó tres copas y brindamos por la buena cena y la buena compañía. Luisa y yo nos miramos a los ojos y mi polla se llevó otra alegría al ver cómo brillaban los suyos mientras llevaba la copa de cava a la boca y tomaba un pequeño sorbo
Y de repente las cosas sucedieron de la manera más natural imaginable...Fran puso algo de música de ambiente, Luisa y yo estábamos uno al lado del otro con las copas en la mano cuando empezó a sonar la música, nos miramos, dejamos las copas en una mesa cercana y empezamos a bailar. Nuestros cuerpos se acercaron más de lo que se habían acercado antes, mi mano acarició su cadera, la suya rodeó mi espalda, las otras dos se entrecruzaron con fuerza, como una especie de promesa de pasión, y empezamos a baliar lentamente, cadenciosamente, la música nos envolvía, el alcohol seguía relajando las últimas tensiones, Fran se sentó a observarnos en un sofá, Luisa y yo nos miramos y sin dejar de hacerlo nuestros labios se encontraron primero suavemente, una vez, otra, otra, apenas rozándolos, yo tenía la polla que reventaba, Luisa estaba ardiendo cuando la besé con pasión, metiendo mi lengua en su boca, buscando la suya, apretando nuestros cuerpos, rozando su pubis con mi polla mmmmmm....desprendía un calorcito de lo más prometedor
Mis manos recorrían su espalda sin prisa, acariciaban su pelo, su cuello, bajaban hasta la curva de su culo redondo, firme, bien elevado por los tacones, seguíamos besándonos con pasión, nos estábamos literalmente comiendo la boca el uno al otro. En uno de los recorridos de mis manos por su espalda mis dedos se tropezaron con la cremallera que servía de cierre a su vestido y empecé a bajarla despacio. Luisa no rechazaba mis dedos ni sus avances, Fran seguía mirándonos con cara de excitado, al final le va a gustar ser corneado -pensé.
Las manos de Luisa se fueron a mi pecho, buscando los botones de mi camisa que fue desabrochando con asombrosa facilidad para después pasar las yemas de sus dedos por mi torso, buscando mis pezones, acariciándolos...uffff cómo me está poniendo la tía
Las mías bajaron la cremallera de su vestido y se aventuraron sobre su espalda desnuda para encontrar el broche de su sujetador pero no lo solté, tenía la impresión de que a Luisa le sentaba muy bien la lencería, quería verla con la lencería que había elegido para esta noche tan especial. Así que acabé de abrir su vestido y me separé de ella
-Déjalo caer, quiero ver cómo te desnudas para mí
Luisa me miró con los ojos encendidos, la boca entreabierta sonriente y tirando del vestido lo dejó caer a sus pies. Como imaginaba estaba espectacular con la lencería que había elegido, un conjunto de color morado con un ribete de encaje negro que la hacía más deseable áun, preciosa. Apartó con los pies el vestido y me dejó contemplarla de arriba a abajo, girando sobre sí misma para que apreciara el efecto del culotte sobre sus posaderas -me estaba volviendo loco de deseo, sólo pensaba en disfrutar de esa hembra que tanto me excitaba.
Se fue a la mesa a por las copas de cava olvidadas y cogió una en cada mano, me acercó la mía y mirándome a los ojos apuró la suya. Se acercó a su marido y le dio la copa vacía pidiéndole con un gesto que se la volviera a llenar. Fran se levantó del sofá para cumplir con lo que Luisa le había pedido y llenó las copas de nuevo para volver a sentarse en el sofá y seguir contemplando la espléndida figura de su mujer semidesnuda ante un casi extraño.
Luisa bebió un sorbo de cava y mirándome a los ojos....y a la polla empezó a bailar suavemente mientras sus manos buscaban el broche de su sujetador, no tardó ni un segundo en soltarlo con una mano mientras la otra mantenía sus perfectas tetas tapadas con las copas del sujetador. Fue bajándose los tirantes sin dejar de bailar, girando, mostrando su espalda ahora ya desnuda, su culo poderoso, sus piernas firmes, sus pies delicados...y como si se tratara de una niña tímida dejó caer al suelo el sujetador mientras su mirada se desviaba hacia el lugar donde estaba su marido. Eran perfectas, como imaginaba, unas tetas de mujer, mujer de verdad, plenas, firmes pese a la edad, tetas blancas de pezones rosados, pequeños y erectos casi tanto como mi polla -joder, me tengo que correr en esas tetas pensaba mi polla tiesa.
Por un momento seguí su mirada y volví la mía hacia donde estaba sentado Fran y mi sorpresa no pudo ser mayor, allí estaba Fran con la polla fuera cascandose un pajote con el espectáculo que le estaba ofreciendo su mujercita. Una polla normalita, tirando a pequeña pero que estaba con una tremenda erección gracias a los acontecimientos.
Luisa lo miró con ternura, sonriéndole, se acercó a él y se arrodilló entre sus piernas para acto seguido hacer desaparecer esa polla entre sus labios hacia lo más profundo de su garganta- -joder con la mujercita, sólo se ha comido una polla pero qué bien que se la come...pensaba mientras iba aflojando el cinturón de mi pantalón y sobaba mi polla por encima.
La hacía aparecer y desaparecer con un ritmo suave, tranquilo mientras Fran acariciaba el pelo de su mujer, acompañaba con sus manos el movimiento de subida y bajada de su cabeza sobre su polla. Bastaron pocos instantes para que Fran se corriera en la boca de su mujercita soltando unos gemidos acompañados de varios espasmos de su cadera mientras descargaba su leche. Luisa no se apartó en ningún momento y tragó todo lo que aquella polla soltó sin dejar caer una gota fuera. Luego se aplicó en una limpieza concienzuda de esa polla que rápidamente se replegaba y cuando consideró que estaba tan limpia como ella quería le dio un beso al glande, se incorporó, besó a su marido en los labios y después de apurar la copa de cava que tenía a medias vino hacia donde yo estaba con la mirada más sexual que he visto en mi vida, estaba cachonda, caliente como una antorcha, esa mirada era la que me decía que a todas luces ya había tomado una decisión,no había vuelta atras.
Se sentó con las piernas plegadas a mi lado en el sofá que había ocupado yo y nos fundimos en un beso absolutamente sexual, queríamos sexo y lo queríamos ya. Sus manos buscaron el bulto de mi pantalón a medio desabrochar, mis manos buscaron sus tetas, joder qué tetas, sus pezones tiesos, listos para ser pellizcados, apretados, lamidos, chupados, mordidos...Cuando sus manos liberaron mi polla se escapó un suspiro de sus labios, la acariciaba con ternura, con delicadeza y mi polla respondía como sólo ella sabe, con dureza, con una erección bestial. No quería acabar en diez segundos como su marido y esa posibilidad era muy real, me tenía muy caliente Luisa, así que opté por tomar el mando de la situación, la empujé suavemente por los hombros y la recosté en el sofá para colocarme sobre ella y empezar a besarla de nuevo en los labios mientras mis manos trabajaban sus pezones.
Luisa jadeaba con la respiración entrecortada cuando mis dedos apretaba sus pezones, tiraban de ellos con algo de fuerza, los soltaban para volver a apretarlos sin dejar de morder sus labios o meter mi lengua en su boca. Sus piernas tenían vida propia, se movían agitadas. Dejé su boca para bajar por su cuello mordiéndolo suavemente, sus hombros, sus brazos, evitaba sus tetas, quería volverla loca antes de trabajarlas bien con mi boca. Bajé una mano por su barriga hasta alcanzar el borde de sus braguitas, hice amago de meter los dedos en ellas pero sólo fue un amago, posé la mano en su coño por encima de las bragas -estaba ardiendo.
Con la mano sobre su coño por encima de las bragas puse mis labios en sus pezones y empecé a lamer, a chupar, empecé a comerme esas tetas que tanto me gustaban mientras la mano sobre el coño ejercía cada vez más y más presión, moviéndose apenas, adueñándose de él. Luisa jadeaba como una loca, sudaba, los pezones le iban a estallar de lo duros y sensibles que estaban, las bragas estaban empapadas, era el momento de seguir bajando y llegar con mis labios a su pubis, ir bajando sus braguita e ir descubriendo un coño hinchado, brillante, empapado, un coño que latía de deseo, un coño desesperado por una polla que lo llenase, que lo hiciese reventar de placer, pero lo primero con lo que se encontró fue con una lengua.
Mi lengua. Empecé con unos leves toques en el clítoris, Luisa me sostenía la cabeza que yo retiraba sin hacerle caso. Mi lengua martirizaba su clítoris sin cesar, lametón tras lametón. Mis labios se apoderaron después de ese clítoris y lo succionaron como si en ello me fuese la vida mientras dos dedos entraban por sorpresa y sin el más mínimo esfuerzo en ese coño encharcado empezando un movimiento de metisaca a velocidad constante que hizo que la adorada mujercita de mi nuevo amigo Fran se corriera chillando como una cerda, jadeando, bufando...
-Diosssssss diossssss cabrón
-Joder qué lengua, sigue sigue sigueeeeeeeeeee
Un orgasmo tras otro caían mientras mi lengua y mis dedos seguían con su trabajo
-Joderrrrrrr no pares, no pares que viene otrooooo joderrrrrrrrrrrrrrr Me va a estallar la cabeza....joderrrrr
El coño de Luisa era un pantano, el clítoris estaba erecto, quería más y yo le iba a dar más.
Acerqué la polla a la entrada de su coño y sin saber por qué levanté la vista buscando a Fran. Lo encontré volviendo a pajearse con el espectáculo y animándome con gestos a que me follara a su mujer. No lo dudé y de un empujón ensarté a aquella hembra con mi polla hasta que los huevos chocaron haciendo tope. Luisa estalló en un orgasmo largo, intenso, gritaba, lloraba, reía, arañaba mi espalda cuando empecé a bombear ese coño encharcado con mi polla entrando y saliendo desde la puerta hasta el fondo una y otra vez, sin clemencia, sin compasión, buscando mi orgasmo, quería llenarle el coño de leche espesa y caliente
Luisa gritaba, soltaba alaridos
-Ahhhhhhhhh AAAAAhhhhhhhhhhhhhhh dameeeee
-Joder me llena todo el coñoooooooooooooo
-Dameeeeeeeee follameeeeeeeeeeeeeeee
-Diossssssssssssssssss
Era incapaz de controlar sus músculos, sus movimientos eran espasmódicos, su cabeza iba de un lado para otro, su cara estaba roja, sudorosa, cubierta con su pelo revuelto, estaba preciosa, era una Diosa, bella y plena, una Diosa
Y mirando su cara divina, viendo cómo estaba gozando con mis pollazos, me corrí en ese coño que aprisionaba mi polla, ese coño cálido y húmedo que estaba taladrando sin compasión, exploté en una corrida tremenda que empezó en lo más profundo de mi cerebro, bajó por mi columna y salió a borbotones por mi polla. Una corrida liberadora, descargé más leche de la que ni yo jamás hubiera imaginado era capaz de soltar, brutal, y caí rendido encima de esa Diosa, entre sus brazos, exhausto y feliz, qué polvo joderrrr.
Cuando recuperé las fuerzas y el ritmo respiratorio me incorporé sobre mis brazos y la miré a los ojos, estaba radiante, feliz, aunque pude observar en ellos un deje de tristeza también. Comprendí lo que estaba pasando por su mente, la besé y me incorporé. Esta vez fui yo quien llenó las copas con cava frío y las ofrecí a la pareja. Luisa se había acercado a Fran y lo tenía abrazado mientras lo besaba por toda la cara. No creí oportuno romper ese momento así que dejé las copas en la mesa, apuré la mía y me fui al baño a darme una ducha rápida. La noche no daba para más, los cuernos duelen al salir, hay que dejar que el cornudo se acostumbre a ellos. Salí de la ducha, me vestí y la escena seguía siendo la misma, el matrimonio abrazado en el sofá con la cara de Fran entre las manos de Luisa que lo llenaba de besos. Fran me vió y con un gesto me despedí de él, quiso incorporarse pero yo lo frené negando con mi cabeza, busqué la puerta y me fui de allí con una sonrisa infantil y bobalicona en la boca y con la polla recien ordeñada, se puede pedir más?
Si he conseguido despertar vuestra curiosidad sobre cómo prosigue esta historia hacédmelo saber y continuaré relatando mis vivencias con esta pareja. Besos húmedos, sobre todo a vosotras....