Haciendo amigas...

Y bien recuerdo, como mientras le hablaba no deje de magrearle su enorme trasero, finalizando nuestra conversación con hacerle saber... “Pues sabes una cosa, tengo en mente el regalarte un ‘Satisfyer’, ya sabes, como bien dices tú... un sustituidor de maridos”.

Haciendo amigas...

Debo decir que los hechos que a continuación os voy a relatar, me ocurrieron hace apenas unos años, fue un día entre semana, día que por mi trabajo puedo escabullirme y con bastante facilidad. Día que me dio precisamente por acercarme, a un centro comercial Outlet que está a las afueras de Sevilla. Comercio al cual me acerque con la idea de comprarme algún calzado, algo de material deportivo y ya de paso algo de ropa.

Pues eso, nada más entrar suelo comenzar de izquierda a derecha, comenzando a entrar en una tienda a ojear, escogiendo prendas mentalmente con la idea de acabar antes de ver todas antes de decidirme. Entrando en varias tiendas a modo de ver y apartar el género antes de comprar, fijándome como en varias tiendas masculinas he coincidió con la misma pareja. Pareja que te fijas no por la manera de vestir o como son, sino porque no hubo tienda en que estos no estuvieran discutiendo. Y llenado a pensar en mediar entre ellos, aunque se de sobra que me mandarían a la mierda, pero aun así me acerque a ellos a modo de saber los motivos de dicha discusión. Pero fue acercarme, cuando escuche como le decía el hombre a la mujer, cuando ella le enseñaba algunas prendas, pidiendo su opinión, decirle...

  • “Tú has perdido la cabeza o que, dime... ¿Cómo te vas a poner eso?, no vez que ni te va a caber”.

Dice y vuelve a recalcar...

  • “Antes de preguntarme, piensa con esa cabecita hueca que tienes, no vez que antes te tienes que poner antes a régimen”.

Momento en que ella le recrimina un poco sus palabras, haciéndole ver que son muy duras, soltándole...

  • “No estoy tan gorda”.

Cosa que el ríe, respondiéndole…

  • “¿Desde cuándo no te miras al espejo?, anda coge algo más holgado y te lo pruebas, y ni se te ocurra preguntarme como te queda”.

Le dice, y antes de darse media vuelta, acaba por soltar...

  • “Bueno, tú quédate aquí probándote las tallas XXL, mientras yo voy a tomarme algo fuera, vale”.

Antes de continuar, creo que es conveniente describírosla, vale. Mirad, no quisiera aventurarme en su edad, pero aparentaba estar entre los treinta y los treinta y muchos, no superando quizás los treinta y ocho años, cuyas medidas estarían en el metro sesenta y cinco centímetros, el peso mejor no mentarlo mejor, digamos que es gordita. Continuemos, morena, ojos preciosos, y algo que llama mucho la atención, no siendo otra cosa que su gran ‘pechonalidad’, obviamente naturales (pechos muy grandes 140 natural), bueno y un buen culo. Dicho esto, sigamos.

Veo que escoge varias prendas, pero pareciendo que no les gusta ninguna, como si las cogiera solo por los comentarios que le ha soltado su pareja, me da apuro acercarme y decirle algo que le anime, pero vuelvo a recapacitar que no soy nadie. Pero no dejando de vacilar, cuando en un arrebato de impotencia, me da por acercarme a ella, viéndole por su rostro que ha tenido que llorar, obviamente está visiblemente dolida por lo que le han soltado claro está.

De entrada, me disculpe por mi atrevimiento, y ante su cara de sorpresa, explique mis disculpas de entrada, haciéndole saber que he escuchado toda la discusión sin pretenderlo. Aun así, me hace saber que se siente algo molesta al saber que he escuchado sus riñas, pero mirando a nuestro alrededor, advierte que por el tono de voz elevado tampoco era tan raro. Finalizando por disculparse y agradeciendo el gesto, prosiguiendo también por agradecer la preocupación por mi parte, callando sin saber que más decir.

Recuerdo que continúe por mi parte, haciéndole saber que, para mi gusto esas prendas anteriormente escogidas, no le deberían de sentar nada mal, finalizando con...

  • “Estoy seguro de que esas prendas le deben de sentar de muerte, no habiendo hombre que no echar la vista hacia atrás”.

Palabras que deben de haberle alegrado al menos un rato, pues tímidamente sonríe, pero sonrisa que le dura unos minutos, pues luego me hace saber que esas prendas no le van, pues su marido tiene razón, no son prendas para una mujer de su ‘anchura’. Vuelvo a reiterarme en mis palabras, comenzando a darle mi punto de vista, punto que debió alagarla, acabando esta por preguntarme…

  • “¿Qué vienes solo?, ¿Y tu mujer?, porque viendo el anillo veo que eres casado, o acaso me equivoco”.

Preguntas que le respondo a cada una de ellas, pero al mismo tiempo le hago saber que el matrimonio que llevamos es algo peculiar, pues es mi propia esposa la que puso las condiciones. Condiciones como el podernos ir a donde queramos sin dar justificar, condiciones como la de eludir las discusiones, pudiendo tener tantos amigos o amigas como deseáramos. Normas o reglas que me ha hecho marcharme hasta de mi propio dormitorio de matrimonio, no porque no esté de acuerdo con ella, sino porque hemos dejado de confiar el uno en el otro. Ella escucha anonadada, acabando por decirme...

  • “En serio... y os funciona, pues eso no creo que funcione con mi ‘cari’”.

Y nada más ver mi expresión, coge está y acaba por decirme...

  • “Pues sabes una cosa, mi ‘churri’ es un pesado de mierda, no deja de decirme todos los días que vaya a correr, no me deja picar y que haga más ejercicios”.

Sonríe nuevamente y da la sensación que le brilla ahora su rostro con mayor fuerza, finalizando por dar un suspiro y más tranquila, me explica que ella no ha dejado de explicarle lo difícil que es hacerlo y no tanto decirlo. Me cuenta cogiéndome de la mano, como si fuéramos amigos de toda la vida que para ella es un mundo, pues llego a ponerse dos semanas de dieta estricta y no perdió ni un kilo, y menos se notó en su metabolismo. Acabando por decirle con una risa burlona, palabras que más suena a confidencia, cosa que te asombra pues no somos amigos sino más bien unos extraños. Cuando coge y me dice…

  • “Y estoy harta de que me diga que me ponga a hacer ejercicios, cuando los ejercicios que me interesa hacer son en la cama, y estos ni me ayuda”.

Volviendo a sonreír, y de forma pícara me suelta…

  • “Uuuffff!!, como echo de menos un buen polvo, no rechazaría un rapidito como tanto me decía… uuummm!!”.

Me mira y dándose cuenta con quien está, coge y mirándome muy seriamente, suelta… “No sé por qué coño te cuento esto, quizás porque has sido la única persona que se está interesando por mí, la única persona que me pregunta cómo estoy, y me está escuchando, bueno… no sé”. Viendo que quizás se derrumbe, me da por preguntarle por ese tema, intentando explotar en referencia al sexo. Preguntándole…

  • “¿Y desde cuándo no lo hacéis?”.

Respondiéndome ella…

  • “Pues si te digo la verdad, te diría que al menos hará dos meses, quizás me quede hasta corta”.

Mostrándome el sorprendió, pregunto…

  • “Joder… tanto tiempo, ¿Y cómo aguantas?”.

Excusándome yo con picardía en entrometerme en estos temas, cosa que ella nuevamente quita hierro y me da permiso para continuar. Aprovechando para soltarle…

  • “¿Pero al menos jugarás tu sola?... no”.

Ella mirándome avergonzada, pero al mismo tiempo sorprendida, viéndose animada por la conversación, me mira sonríe y me dice…

  • “Claro… una no es de piedra, joder… tengo mis necesidades, tengo que aviarme con lo que tengo a mano, ya me gustaría uno de esos juguetes que tanto hablan mis amigas, pero no me lo puedo comprar”.

Escucho y pregunto por su marido, contestándome…

  • “Él no tengo ni idea como lo hace, no me extrañaría que tuviera por ahí una niñata de cuerpo delgado, pero más de una vez me lo he encontrado viendo porno”.

Soltando de forma jocosa...

  • “Como si el muy cabrón, no tuviera suficiente conmigo”.

Dice, y mostrándose molesta, acaba por decir aireadamente…

  • “El muy cabrón, no folla porque no quiere… sea vuelto muy exigente”.

Mirándome, coge y me dice…

  • “Y tú que… ¿Te dejan follar o no?, o simplemente cuando la cabrona de tu mujer quiere, porque bien dice que las tías follamos cuando queremos, cosa que en mi caso no es así”.

Comienzo a contarle algo por encima, no deseando sincerarme con esta mujer, no deseando ser hipócrita, pero también es verdad que tengo cuidado de quien contar o divulgar mi vida. Le cuento que en mi vida personal hay de todo, donde el sexo entre nosotros es escaso por las amistades o en torno de mi mujer, pues la han convertido en una ‘estrecha’. Confesándole que soy de esos que mete en la pareja juguete sexual... consoladores, vibradores, bolas chinas, etc., finalizando que incluso por decirle que yo mismo fui quien le regalé el ‘Satisfyer’. Ella ríe y se muestra burlona con mi mujer, diciéndome...

  • “Eres un peligro y si es verdad es que me has contado, tengo envidia de tu mujer y al mismo tiempo, me dan ganas de encontrármela y decirle cuatro cosas”.

Soltándome...

  • “Sabes que al regalarle el ‘Satisfyer’, le has regalado un sustituto precisamente de ti”.

Dice y me deja continuar, confesándole que tengo mis aventurillas por ahí, confesándole que soy hombre de mente abierta e incluso a favor del libertinaje. Siendo ella quien, en un momento dado, salta con…

  • “Anda calla coño, no veas como me estás poniendo con todo eso que me cuentas”.

Dice y al verme sonriente, me suelta...

  • “Pues anda que no echo de menos al menos sentir una polla dentro de mí, aunque sea para sentir que soy mujer y sobre todo que soy deseada”.

Le miro, pero para nada mostrando sorpresa sino más bien todo lo contrario, acabando por ofrecerme echárselo siempre y cuando ella lo deseará, diciéndome…

  • “Estas de broma, no me lo preguntes dos veces que cojo y aprovecho”.

Volviendo a la carga y decirle…

  • “No voy de farol… me gusta lo que veo, me encantan las mujeres con grandes dotes, pero todo depende si tú quieres…”.

Mirándome ella a los ojos y decirme…

  • “Pero el problema es… donde”.

Momento que miro a nuestro alrededor, viendo un lugar, acabando por proponerle el irnos a los probadores, sugiriéndole que escoja los vestidos que le gusto y que su marido le negó. Escogiendo ella hasta tres vestidos, miro a nuestro alrededor, cerciorándome que nadie nos mira, colocando mi mano en su cintura le hago ver que caminemos en dirección a los probadores. Entrando ella primero y detrás yo, una vez que me percata que nadie mira, tomándola de la mano al tiempo que le pido que me siga, dirigiéndonos hacia uno de los probadores vacíos del fondo.

Pero es entrar cuando coge esta y antes de entrar en el probado, coge y suena su móvil, momentos en el cual esta lo coge y antes de responder, me da por preguntar que si quien está llamando es su marido, contestación que me da al mover su cabeza. Descolgando y escuchar ella a su marido

Acaba de hablar, baja la mirada de nuevo hacia el móvil, momentos en que pienso que está dubitativa, indecisa si entrar conmigo al probador y lo que significa esto, o marcharse junto con su marido. Veo finalmente a esta mujer decidida, quizás más aún cuando veo como esta apaga el móvil, cuando quizás lo más sensato sería bajarle el sonido. Soltándome muy firme…

  • “¿Qué le den por culo?”.

Dice y vuelve a soltarme...

  • "El muy hijo de puta se lo merece, me ha insultado y humillado en plena tienda, no importándole quien nos pudiera oír, recriminándome y echándome en cara de todo".

Momentos en que tiré de ella hacia el interior del probador, fue entrar ella y sin tiempo para cerrar la puerta. Dándome cuenta de una cosa, que, cuando tiré de ella hacia el interior del probador, ella no opuso resistencia simplemente se dejó llevar, como si lo deseará. Cerrando la puerta acto seguido y ella echó el pestillo, mientras mis manos amasaron aquello que este recrimino al tiempo que mis labios buscaban los suyos, labios que me rechazo al girar su rostro.

Pero al continuar dentro, no marchándose ni decirme nada, no vi en ella una negativa a no continuar, acabando por posar mis labios sobre su cuello, besando suavemente y muy lentamente hacia su oreja, besé y mordí sabiendo bien que mis muerdos no le dejarían señales. Besos al tiempo que mis manos acariciaban su espalda, caricias que comencé por sus hombros e iban descendiendo hasta su cintura, suavemente y con delicadeza. Comenzando ella a suspirar, dándome alas para continuar, viendo que ella no se resistía, comencé a atraerla cada vez más hacia mí, acabando por notar ella como estaba de excitado.

Entre caricias y muerdos, comencé a desvestirla, dejándose quitar el vestido, quedándose en sujetador y braguitas, conjunto que de forma irónica le comenté...

  • “Son del tiempo de mi madre”.

Ella ríe, claro está tomándoselo a broma, me responde...

  • “Ya veremos de qué tiempo son tus calzoncillos”.

Pero no dejándola, comencé por masajear sus grandes pechos, senos que os diría que tendría una 140 al menos de copas, cuyos pezones eran todo un manjar... uuummm!!. Tras caer su sujetador, me abalance sobre esos pezones y chupe como si tuviera dos años al menos, chupe y absorbí y ella se le escapó más de un gemido, no dejándome de decirme...

  • “Que malo que eres... ooohhh!!, pero no pares”.

Y lógicamente no me detuve, magreando no solo sus pechos o culo, sino en realidad todo su cuerpo voluminoso en sí. Acabando está por ponerse en cuclillas, quitarme las manos del cinturón, pues lo deseaba hacer ella, continuando por el botón del pantalón, bajo la cremallera y tiro de mis prendas hasta medio muslo, cogiendo mi miembro y tras cogerlo con ambas manos, acabo por llevárselo a la boca y darle un muerdo al capullo, comenzando a comérsela... uuuffff.

Vi como la muy cabrona se la tragaba entera, metiéndosela en su boca, chupando hasta la base, ayudándose con sus manos en magrear mis testículos, continuo durante un buen rato. No deseando correrme, aunque ella lo deseaba, acabe por hacerla levantar y comerme su coñito, cosa que me dijo...

  • “Joder que bien lo haces, hacía siglo que no se lo hacían”-

Debí hacérselo bastante bien, pues tras una serie de suspiros unidos a algún que otro gemido, está acabo por venirse hasta en dos ocasiones, jugos que por la cantidad más llego a aparecerme que se había orinado. Pero ya que estamos y si me disculpáis, me voy a recrear de como se lo hice...

Me arrodillé y le hice abrir las piernas, elevando una de ella hasta colocar su pie sobre un pequeño banco que había, descubriendo que estaba rasurada a excepción de un pequeño triángulo. Le hice saber...

  • “Tienes un coñito precioso, muy rosado y unos labios vaginales que los voy a devorar”.

Dije y tiré con sumo cuidado hacía mí, colocando mis manos en sus nalgas comencé a magreárselas, al tiempo que introduje mi rostro entre sus muslos, comenzando a lamer rápidamente su clítoris. Moviendo mi lengua de arriba hacia abajo, llegando a tirar de su vulva con suavidad y tacto hacia arriba, y aunque pensé que esta me diría algo... cosa que no hizo. Cogí y metiéndome su vulva en la boca, comencé a chupárselo frenéticamente, e introducirle mi dedo corazón, metiéndoselo y sacando rápidamente, trabajando sobre todo y justo en la parte superior. Esta, apoyo una de sus manos en mi nuca, sintiendo la presión de su gran mano a modo de no apartarme, sintiendo como empezó a temblar entre suspiros y espasmos.

No tardando ni un minuto en empezar entre convulsiones y espasmos a sentir su orgasmo, orgasmo que, tras alcanzar el primero, y yo continúe dándole lengua. Y esta se retorcía de placer, acabando por obtener el segundo entre suspiros, maldiciéndome e insultándome. No separé la boca del clítoris y pensaba que me apartaría ella, pero no, le bajé la piel y empecé a lamerla suavemente, estaba muy necesitada la pobre, la puse en órbita en un momento, pero antes de que se corriera por tercera vez, me puse de pie y le pregunté...

  • "¿Quieres que te folle?".

Contestándome ella...

  • "Eso no se pregunta, solo hazlo...".

Siendo ella la que vi cómo se inclinaba hacia delante, alzando sus brazos hacia la pared, separando sus piernas, inclinándose y mostrándome sus enormes nalgas. Antes de colocarme detrás le hice saber que no llevaba condones, cosa que ella me soltó...

  • “A estas alturas, me da igual...”.

Me coloque y tome mi polla, dirigiéndola hacia su orificio, siendo ella misma quien tras tomar mi glande, acabo por introducírsela, soltando un nuevo gesto de placer. Sentí el ardor de su coñito, comencé a introducírsela poco a poco, deseando que ambos sintamos el placer de la penetración. Acabando ella por soltarme...

  • “Joder, no tenemos tiempo, métemela fuerte, demuéstrame lo macho que eres”.

Decirme esto, y de una sola embestida se la metí hasta que mi pelvis golpeo su trasero, comenzando a moverme de forma frenética, escuchándose mas el sonido del chocar de nuestros cuerpos que de los mismos gritos de placer. Y mientras con una mano la tenía en sus caderas, con la otra le magreaba ya sea sus senos como por masajear su vulva. Notando como entre gemidos y convulsiones, como esta se iba a venir otra vez, cosa que me dio por decirle...

  • "¿Quieres que la saque cuando vaya a correrme?".

Respondiéndome ella...

  • "Aaahhh!!... uuummmm!!. ¡Ni se te ocurra... eeehhh!!".

Tras volverse a venir, orgasmo que perdí hasta la cuenta. Coge ella y me hace apartar, incorporarse al tiempo que me agarraba y me hacía sentarme, cosa que hice, y está tras levantarse el vestido, cogió y sentó encima de mi polla, comenzando a dar botes entre gemidos y suspiros. Soltándome al oído...

  • "Córrete ya cabrón, ¡córrete, ya que nos van a pillar... ooohhh!!".

Cuando acabamos, mientras no dejaba de excusarse por lo que habíamos hecho, justificando su mala decisión, juicio e incluso cabeza, encendió el móvil, descubriendo al menos diez llamadas perdidas y veinte whatsapp, todos eran de su marido. Cogiendo ella y reponiendo sus ropas, arreglándose a modo de que no se notara nada, llegando a dar toallitas húmedas que suelo llevar. Coge y llama a su marido, soltándole…

  • “Hola ‘cari’, no te vas a creer lo que me ha pasado, espera… espera, déjame que te explique… si tienes razón, lo sé… lo sé… soy una incompetente sin cabeza, vale… vale…”.

Coge me mira y me suelta…

  • “Rectifico todo lo que te he dicho, no me arrepiento de nada”.

Quitando el cerrojo y abriendo la puerta, mirando a modo de cerciorarse que no había nadie, cojo y antes de salir esta bella mujer, acabo por proponerle que me iría hacia la entrada de los probadores a modo de ver si hay ‘moro en la costa’ (una manera de hablar), vigilando más a modo de pensar en su marido. Cosa que ella acepta, pero antes de marcharme, coge y me da un muerdo, mientras magrea mi entrepierna, acabando por preguntarme…

  • “¿Cuál es tu número de móvil?”.

Fue dárselo al tiempo que esta lo marcaba en su propio móvil, sonando el mío al momento y decirme…

  • “Pues ya tienes mi número de móvil, por si algún día te interesa quedar y repetirlo”.

Contestándole…

  • “Creo que más bien será al revés, cuando quieras repetirlo en vez de llamarme… coge y me mandas un whatsapp, así estaremos en contacto en todo momento, pudiéndome escribir siempre que quieras y puedas hablar, estaré para ti a tú disposición”.

Y mientras le hablaba no deje de magrearle su enorme trasero, finalizando nuestra conversación con hacerle saber...

  • “Pues sabes una cosa, tengo el pensamiento de regalarte un ‘Satisfyer’, ya sabes un sustituidor de tu marido”.

Me mira, sonríe y me llama cabrón cariñosamente, despidiéndonos al instante, marchándome caminando hacia el acceso a los probadores, deteniéndome y quedándome en la entrada, y tras percatarme que no está su marido, acabo por hacérselo saber. Saliendo ella al momento, saliendo con el rostro encendido, como victoriosa, guillándome un ojo cuando nos cruzamos, marchándose esta hacia la línea de caja. Viendo desde la distancia como paga y se marcha, no sin antes volver a contestar al móvil, mirándome al tiempo que me hace señas con la mano en forma de ‘cuernos’, y hacerme saber que quien llama es su marido.

Y es aquí cuando nos despedimos, pero debo deciros que fue ella quien se me ha puesto en contacto, no sin antes esa misma noche comenzamos una larga e intensa conversación, cuya amistad aún prosigue a día de hoy. Mujer que su momento quiso quedar conmigo y no para follar, sino para que le diera ese regalo que le hice saber, regalo que no es otro que el ‘Satisfyer’. Pero que obviamente ese día, acabe por ayudarle a utilizar dicho juguetito, acabando ambos satisfechos.

Bueno, ahora sí que toca hora de despedirse, antes os debo de agradecer a todos aquellos que me leéis y os haya gustado, espero que os haya gustado. Mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).