Hacía 4 meses...
Hacía 4 meses que Pamela no tenía sexo, 4 meses es mucho tiempo, demasiado.
Hacía 4 meses que Pamela no tenía sexo, 4 meses es mucho tiempo, demasiado. Una noche estaba con su auto paseando sola por la ciudad, como lo hacía habitualmente para practicar un poco porque hacía poco que manejaba. Sentía profundos deseos de tener sexo. -Demasiado tiempo de represión- se dijo, -mi cuerpo se merece una alegría, una gran vibración que no sea sólo provocada por mis propias manos- Regresó a su casa, buscó entre su ropa. Encontró una pollera muy corta negra, un corpiño y una cola less transparente, una remera de raso escotada y un par de zapatos taco aguja que se había comprado el mes pasado, todo negro. Se vistió así. Se miró al espejo y vió una hembra sumamente provocativa y apetitosa, una hembra que gustaría a cualquier hombre. Era una mujer hermosa, sumamente sensual, emanando sexo, con dos pechos no muy grandes, pero redondos, que casi se podían ver enteros, una cola pequeña, pero tentadora. Su cabello estaba espléndido con ese nuevo peinado caribeño. Se maquilló con mucho delineador negro, sus labios rojo intenso. Se dio cuenta que no tenía medias. Salió de su casa, eran las 3 de la mañana, algún hombre encontraría en la calle que le diera un poco de placer, una pija, eso era lo que ella buscaba deseosa. Se bajó en una estación de servicio para ver si conseguía medias. En el lugar había muchos hombres, taxistas, remiseros, empleados. Ella se bajó insinuante y provocativa, pero con aire de "no me doy cuenta que me desean", todos la miraron, uno de ellos, en el momento comenzó a tocarse su miembro, que se endureció al instante. -Tenés medias negras?- le preguntó al empleado que no dejaba de mirar a esa rubia salida de una película de Play Boy. -Si tengo estas- Le mostró una góndola que estaba debajo del mostrador, ella se agachó apuntando su cola a los hombres, casi podía verse entera, se dio vuelta de costado, siempre agachada y ellos pudieron ver esos pechos colgando, todos sintieron deseos de tocarlos, succionarlos... Encontró un par de medias red color negra, le gustó y las compró. Fua a su auto, todos seguían mirándola deseosos. Abrió la puerta del auto, se sentó y, sin cerrar la puerta con las piernas hacia fuera del auto, se sacó los zapatos y comenzó a ponerse las medias, cuando abrió sus piernas todos pudieron ver su entrepierna por la fina tela de la colaless, todos percibieron el calor que había en ese lugar. Uno de ellos dijo: -Esta mina está muy caliente, busca una pija que la parta al medio- Ella los miró distraídamente pero insinuante y siguió con su trabajo. El estar medio agachada hacía que todos pudieran ver también sus pechos. Cuando terminó cerró la puerta, se puso el cinturón de seguridad que separaba aún más los pechos apretándolos y haciendo que se destacaran mucho más. Puso en marcha el auto y mientras salía miró a los hombres que la miraban en un estado de excitación tremendo y antes de irse, bajó la ventanilla y mirándolos, se mojó los labios insinuantemente con la lengua. Ella sabía que varios de ellos correrían al baño a masturbarse y eso la calentó aún más. Pensaba en todos esos hombres pajeándose, derramando su leche y se los imaginaba masturbándose todos juntos alrededor de ella y bañándola con toda esa leche caliente resbalando por sus pechos, su cara, su pierna, su panza... y lo más deseado, entrando en su boca, -todas esas pijas para mi-, pensó. -No aguantó más-, dijo; paró en el parque Urquiza (un lugar donde solía ir seguido para escuchar música sola y tranquila en el auto), se miró, se vio apetitosa y deseada, comenzó a tocarse los senos, se los pellizcaba, se tocaba las piernas, su entrepierna. Metió la mano por dentro de la colaless y comenzó a tocarse el clítoris que tenía erguido y caliente, se retorció de placer. -Quiero una pija-, se dijo. Metió su dedo adentro hasta tocar su punto G. Recordó la mano de ese hombre que tantas veces le había metido el dedo y lo deseo. Deseo que él apareciera para meterle su dedo hasta el punto G, que la chupara, que la penetrara, chuparle su pija. Siguió masturbándose, rozando su punto G, se volvió loca de placer. Estalló en un orgasmo, dedicado a él, porque en él estaba pensando. Tratando de relajarse, miró por la ventanilla del auto y no pudo creer lo que veía, era él, su ex pareja pasando en su auto por ahí. El la vió, creyó que no pararía, pero paró. Hacía tiempo que no se veían ni hablaban, ella se bajó del auto, él también. Se acercó a ella, aunque él lo tenía prohibido por su nueva novia. -Hola, tanto tiempo- dijo él. Ella se preguntó a si misma si aún le resultaría atractiva. -Cómo estás?. Mirá, creo que nos debemos una charla- dijo Roco. -Cuando quieras- dijo Pamela; pero "ella" no quiere que hables conmigo. -Pero si no nos ve, podemos hablar. Necesito decirte algunas cosas- Ella deseaba con toda locura una pija esa misma noche y se dijo: -Por qué no ésta?, entonces le dijo: -Bueno, vamos a hacer así, yo voy al hotel Tropical, pido una habitación, en más o menos media hora llegás vos, entrás, preguntás en cual estoy, te voy a dejar la puerta sin llave, entrá y allí hablamos tranquilos si correr riesgos de que alguien nos vea. -Si-, contestó él, -nos vemos ahí en una hora-. Ella estaba cada vez más caliente, ya su propio dedo no la calmaba, quería 20 cm adentro. A toda velocidad se dirigió al hotel. En la recepción había un hombre muy atractivo y con un perfume exquisito. Ella lo miró insinuante, él no dejaba de mirar sus senos. Pidió una habitación. Entró en ella. Estaba muy caliente, no veía la hora que Roco entrara para calmar su sed de sexo. Pasó un rato, en eso golpearon la puerta. Ella se tiró sobre la cama en una posició muy erótica dejando ver las curvas de su cuerpo. -Adelante- dijo rápidamente. Se abrió la puerta y entró él... Su sorpresa fue muy grande cuando no vio entrar a Roco, sino al conserje del hotel con una botella de champagne y dos copas en sus manos. Cuando el hombre vió a semejante hembra tirada en la cama insinuante y deseosa, no pudo controlar que se le parara la pija al instante. Ella bajó los ojos y notó el miembro de él duro como una piedra, la calentó aún más. -El hotel la invita con champagne-, dijo con una voz muy gruesa y sensual. Ella sin decir palabra se levantó destapó la botella y sirvió las dos copas. El dijo -bueno, me retiro- Ella estaba muy caliente, quería esa pija que había notado cuando se erectaba. -No te vayas, cogeme primero-, dijo Pamela. El hombre no podía creer que esa hembra se le estuviera insinuando de esa manera, entonces no perdió tiempo, se abalanzó sobre ella y la manoseó por todos lados. La tiró sobre la cama, desesperado. Ella lo detuvo y le dijo -No así no, despacito, yo te enseño- Hizo que él la tocara por encima de la ropa, suavemente, como a ella le gustaba. Ella le desprendió la camisa y comenzó a pasarle la lengua por sus tetillas. El se excitó aún más. Se tocaron se acariciaron por largo rato. El le chupaba el cuello, ella le mordisqueaba todo el cuerpo, los labios, las orejas, el cuello, el pecho. Entonces, ella le sacó el pantalón y el sleep dejando ver ese pene de 22 cm, negro duro largo pero no tan ancho. Pensó: -qué pija bárbara para que me rompa el culo- En eso nadie se dio cuenta pero se abrió la puerta. Era Roco, al ver esa escena se detuvo, entrecerró la puerta, no supo que hacer. En un primer instante le dio mucha bronca y se quiso ir, pero se tentó de quedarse a mirar. Ella estaba ahí vestida como una yegua deseada, hermosa, ardiente junto a un desconocido sin ropa. Ella ya le estaba chupando la pija, mientras él le pellizcaba los pezones por encima de la ropa. Roco miraba la escena calentándose cada vez más. Ninguno de los dos lo habían visto. En eso el conserje, recostó a Pamela en la cama, le arrancó las medias y la colaless y empezó a succionarle el clítoris y pasarle la lengua, mientras le introducía el dedo. A ella le gustó mucho, quiso mirar lo que él le hacía, levantó la cabeza y fue ahí cuando lo vió a Roco, mirando con ojos desorbitados. Ella primero sintió vergüenza, pero enseguida le gustó sentirse observada por ese hombre al que hacía varios meses que ya no tenía en su cama. Entonces agarró fuertemente la cabeza del conserje y la apretó contra su entrepierna. El conserje se calentó mucho más con esa actitud, lo volvió loco, y le dijo: -vas a acabar como una perra- Le metió el dedo bien adentro, se lo movió mientras la mojaba con su saliva. Ella empezó a moverse desesperada enloquecida hasta sentir un orgasmo tremendo fuertísimo. Roco ya había comenzado a frotarse su pija por encima del pantalón. En ese momento el conserje le dijo. -Puta, ahora vas a ver lo que es gozar de una pija. La dio vuelta, la puso en 4 patas y sin dudarlo metió su lengua en el culo de ella. -Noooo!!! gritó ella. -Qué no puta, ahora vas a ver lo que es gozar!- En ese momento Roco, se desprendió el pantalón, se lo bajó y empezó a masturbarse sin importarle que lo vieran. -Dale, culeala como a una perra- pensó Roco, -y después la agarro yo-. -No, no- seguía diciendo Pamela mientas gozaba el sentir la lengua de Roco en su culo. El conserje, se estiró y sacó un sachet que tenía en sus pantalones que estaban en el suelo. Lo abrió y se puso un gel en sus dedos. Le metió lentamente su dedo en el culo, entre quejidos y convulsiones de ella. Lo metía y lo sacaba muy, pero muy despacio, hasta que llegó a tener todo el dedo adentro. Ahí se detuvo un rato como para permitirle relajarse bien y gozarlo. Cuando sintió que se relajaba, retomó los movimientos de ida y vuelta, acelerando poco a poco la velocidad. Los movimientos de ella, retorciéndose, le hacían ver que lo estaba gozando mucho. Con el dedo pulgar de la misma mano, le empezó a acariciar el clítoris y a metérselo por adelante a la misma frecuencia que le metía el dedo medio por el culo. En un momento dado, sintió su culo ejercía una especie de succión del dedo y un grito ahogado le confirmó que había llegado a otro orgasmo. Todo esto ocurría mietras ella miraba a Roco como se masturbaba y Roco la miraba a ella como gozaba. Roco y Pamela se miraban fijamente. El estado de excitació de ella no se había calmado con el orgasmo, todo lo contrario, quiso algo más grande en su culo, ya bien abierto y relajado. Ella miró a Roco insinuante y dijo: -Conserje, meteme tu pija en mi culo- Roco creyó morir de deseo cuando escuchó esto. El conserje no tardó en obedecerla. Con toda sabiduría de lo que hacía, metió primero la punta de la pija. Ella deseo más, metió otro poquito y otro y otro hasta que estuvo entera adentro de ella, los quejidos de placer de los tres retumbaban en el ambiente. El tipo comenzó con los movimientos acompasados, ella se retorcía y gozaba desesperada, mientras seguía mirando a Roco y él a ella; hasta que los espasmos en su interior le hicieron notar al conserje que Pamela había tenido otro orgasmo. El siguió un poquito más hasta derramar toda su leche dentro del culo de ella. En ese momento Roco también acabó. Ella jamás había pensado que el que le derramaran la leche dentro de su culo le iba a gustar tanto. En venganza se levanto se vistio y se fue dejando a Roco muy muy caliente.