Hacerlo con una cabra... que experiencia

Siendo un hombre de ciudad, el destino le colocó un animal ante sus narices. Esa sería su única oportunidad y decidió tomarla.

Se acercaba las fiestas de fin de año y con mis compañeros decidimos hacer un asado. Para abaratar costos, uno de nosotros conocía una persona en el campo, que vendía cabritos vivos.

Al principio varios de nosotros nos opusimos, por que era una atado, buscar a otra persona que lo matara y faenara, pero en fin, como el precio era bastante conveniente, optamos por comprarlo. Me encontraba yo sentado en mi escritorio, hablando con un cliente, cuando veo pasar a dos de mis compañeros con una cabra adulta, por el pasillo en dirección al patio de nuestra oficina.

Casi no podía aguantar la risa, al ver pasar a mis compañeros con el animal, ya que este se oponía a ser trasladado, a todo esto yo seguía hablando por teléfono.

Terminé lo más rápido que pude de hablar y muerto de la risa me dirigí al patio donde mis colegas ya habían soltado a la cabra. Según uno de los muchachos al otro día vendría un vecino de el a faenarla. Me dio un poco de pena el animal, pero en fin, la dejamos ahí a la espera de su destino.

Esa noche, me quedé haciendo una trabajo extra, para otra empresa, por lo que estuve hasta tarde en mi oficina. Para matar el aburrimiento, siempre mantenía en mi oficina una botella de whisky, justamente para estas ocasiones. Sin darme cuenta, me tome mas de la mitad de la botella.

Terminé de trabajar y me quede un rato chateando con una joven de otro país, la que tenía cámara. Las cosas se anduvieron calentando y me empezó a excitar a través de la cámara, hasta el punto de dejarme con la verga afuera corriéndome una l paja, viéndola como se desnudaba al otro lado.

No se que habrá pasado, pero ella se desconectó y no se volvió a conectar. La esperé bastante rato, pero nada. Quise buscar a otra en la sala de chat, pero como la mayoría eran hombre ninguna me dio la hora.

El alcohol había echo su efecto y me encontraba tan caliente que decidí ir a dar una vuelta en mi auto, para buscar alguna prostituta para descargar mis ganas.

Cuando estaba apagando las luces de mi oficina, escuche que alguien trataba forzaba la puerta de atrás, como queriendo entrar. Me arme de valor y tomando un fierro, me acerqué con las luces apagadas a sorprender al delincuente.

Cuando estaba llegando a la puerta me acordé de la cabra. Sin dejar el fierro, por si acaso, prendo las luces del patio y mis sospechas eran las correctas. Era la cabra la que había estado tirando una bolsa que estaba en la manilla de la puerta. Casi con el corazón en la mano me por el susto, me puse a ver al animal que al verme salir no hizo ningún intento de arrancar. Saque un cigarro y lo prendí. Me fijé en el animal y con sus ojos vidriosos, me miraba cada uno de mis movimientos.

Me llamo la atención la vista del animal. Parecía no tener ningún miedo de mi. Me acerqué y la tome por los cachos. Ella al parecer sintió mi olor y me pegó con el hocico en el pantalón. No me molesto que lo hiciera, la contrario, se sintió rico que algo vivo se rozara con mi dura verga. El animal lo volvió hacer. Recordé entonces los muchos relatos que se han publicado sobre zoofilia, pero la verdad nunca me llamaron la atención.

Volví a entrar a mi oficina y entre a esta pagina en búsqueda de algún relato de algún hombre con una cabra y la verdad, encontré solo uno.

Mientras lo leía, me fui excitando. Me tomé un último vaso de whisky, y me decidí ha ver que tan cierto era lo que el relato mencionaba. Además la oportunidad de estar con alguno así, de esas características, otra vez era casi imposible.

Nuevamente salí al patio y ahí estaba. Me miraba, quizás que estaría pensando. Me acerqué nuevamente a ella y tomándola por los cachos, el animal volvió a rozarme con su hocico, por sobre el pantalón. Su altura era perfecta, ni muy alta, ni muy baja. Su lana o pelo, color blanco, la hacían ver muy apretujable.

Me puse por detrás, pero la cabra se movía demasiado. La amarre a una tubería que había en una pared y me bajé los pantalones. No me atreví a colocársela en la boca, ya que diferencia de las perras, que lengüetean, por lo que había leído, esta cabra tenía unos dientes que ni pensar en hacerlo.

Con la verga dura, me coloqué un condón y me coloque, no fácilmente detrás del animal. Lo primero que hice, fue investigar con mis dedos, por donde tendría que meterla. Metí mi mano por detrás de su cola y luego de trajinar un poco, me encuentro con los que sería su vagina. Le metí un dedo y la cabra se quedó muy quieta. Comencé a tocar esa húmeda cavidad y me excité mas aun.

Ya estaba decidido hacerlo, a si que apuntando mi verga hacia donde estaban metidos mis dedos, comencé a penetrarla. Al principio la cabra se movió un poco, pero luego se quedó muy tranquila, emitiendo unos sonidos. Mi verga entró por una cavidad muy parecida a la de una mujer, solo con la diferencia del abundante pelo que había en su trasero. Sin ninguna dificultad mi verga entraba , mas y mas en ese misterioso agujero. Podía sentir el sonido que producía mi verga mezclada con sus líquidos. Comencé a bombearla una y otra vez, mientras ella en silencio se dejaba ser sometida.

El alcohol me había puesto muy duro, y la sensación y el morbo de estar con ese animal, me llevó a prolongar lo más posible mi eyaculación, descansando con mi verga dentro de ella, cuando me daban ganas de acabar. Dure mucho rato metiendo y sacando la verga de esa hembra, que parecía disfrutar con lo que yo le estaba haciendo.

Quise experimentar antes de correrme una última nueva sensación. Sin pensar en enfermedades o infecciones, me saqué el condón y volví a penetrarla. El placer aumentó al doble. Sentí la humedad de ese hoyo en las paredes de mi verga. Una y otra vez se la sacaba y se la volvía a meter hasta el fondo sin topar con nada que me lo impidiera.

El placer que sentía, muy pronto sobrepasó mi control y dándole unos fuertes empujones en su cola, terminé corriéndome en el interior del animal, dejándola adentro hasta botar mis últimas gotas de leche caliente.

Cuando le saqué mi verga, el animal comenzó a caminar. Luego un poco mas allá comenzó a lamerse el que hace poco había sido mi lugar de descarga.

Entre al baño y me lavé con mucho jabón toda mi verga una y otra vez. Sin embargo el olor, lo tenía compenetrado en mis manos y en mi ropa. Afortunadamente vivía solo. Salí por última vez a buscar el condón que había dejado botado en el patio. La cabra desde un rincón me miraba.

Al otro día llegó la persona que mataría el animal. Se lo llevó y luego lo entregó listo para echarlo a la parrilla.

Todos comieron del animal, encontrándolo muy sabroso. Me daba un poco de risa, ver como mis compañeros se chupaban los dedos. Quizás mi semen le habrá dado un sabor especial.. ja ja ja ja

Yo, no comí ..............

Ego_72b@hotmail.com