Hace más de cuarenta años...
Gustavo se la metió en el coño a su madre y le magreó las tetas. La folló como un poseso, hasta que Liboria, a punto de correrse, le dijo: ¡En en culo, hijo! ¡¡Métemela en el culo!!
Hace más de cuarenta años...
Liboria, llegó a casa del río. Antes de echar la ropa a tender posó la bañera sobre la mesa de la cocina y se fue al lavabo. Al abrir la puerta vio a su hijo Gustavo, un joven de 19 años, alto, moreno y corpulento, sentado en la taza del water con los ojos cerrados, masturbándose a si mismo y masturbnando y chupándole la polla a su amigo Fidel, que tenía 20 años, era rubio, alto, delgadito, y que estaba de pie frente a él. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Tres años llevaba sin follar. Iba a dos pajas semanales desde que la dejara su marido. Ver como la polla del amigo de su hijo entraba y salia de la boca hizo que mojara sus bragas. Se dio la vuelta y fue a su habitación, cerró la puerta, y de pie, apoyada a la pared con su espalda, se echó las manos a las tetas y las magreó, después abrió las piernas, metió una mano dentro de las bragas, se encontró con su coño mojado, metió dos dedos dentro de la vagina, los sacó y con ellos mojados frotó el clítoris... Se iba a hacer una trermenda paja pensando en las dos pollas besando los pezoneses de sus tetas, entrando y saliendo de su boca, de su culo, de su coño...
En el water, un chorro de leche salió de la polla de Gustavo y fue a parar al pecho de Fidel, otro chorro de la polla de Fidel le llenó la boca a él.
Quince minutos mas tarde, a Liboria, que era una mujer morena, de 37 años, delgada, con enormes tetas, gran culo, baja de estatura y bastante guapa, el placer del orgasmo que sintió al haber imaginado que su hijo y su amigo le comían las tetas, el culo, el coño, la enculaban, (se metiera un dedo en el ano) y que le clavaban hasta el fondo del coño aquellas jóvenes pollas, hizo que las piernas le quedaran sin fuerzas y que con los ojos cerrados, cayese sentada en el suelo, diciendo:
-¡Qué polvazo!
Desde ese día Liboria pasó de las dos pajas semanales a la paja diaria pensando en las pollas de su hijo y de Fidel profanando todos sus agujeros.
Que su hijo fuera maricón no la preocupaba, y debía, porque a los maricones hace más cuarenta años en los pueblos gallegos los apedreaban, pero como a ella le iba la carne y el pescado...
Tres semanas más tarde, y en un día muy frío de invierno, al calor a la cocina de hierro, estando madre y hijo sentados en dos sillas, pelando castañas y con el aire impregnado en el olor a roble quemado, Liboria, que ya se moría con las ganas de follar, le entró a su hijo con sutileza.
-Ya tienes edad para saber ciertas cosas de la vida, y como no tienes un padre con quien hablar. Debo hablar yo contigo. ¿Qué sabes de las mujeres?
-Poco.
-¿Y de relaciones con hombres?
Gustavo, mintió.
-Nada de nada.
-No me mientas. ¿Cuantas veces lo hiciste con Fidel?
Gustavo, al verse pillado, le preguntó:
-¡¿Quién te habló de nuestra relación?!
Ahora la que mintió fue Liboria.
-Se dice el pecado, no el pecador. ¿Eres marica, hijo?
-Me van los hombres y las mujeres.
-¿Lo hiciste con alguna mujer?
-No.
-Pero te gustaría hacerlo.
-Claro que sí, pero sé tan poco de mujeres que me asusta acostarme con ellas.
-Pregunta lo que quieras saber sobre las mujeres.
-¿Cualquier cosa?
-Cualquiera.
-¿Las mujeres se corren cómo los hombres?
-Si, hijo, nos corremos.
-¿Las putas también?
-Son mujeres.
-El Borrego fue una vez a putas y me dijo que es como meterla en un ladrillo.
-Es que las putas viven en otro mundo.
-¿Os masturbáis?
-Sí, le llamamos hacer un dedo.
-¿Tú también te haces un dedo?
-Hay veces que no queda más remedio. Lo pide el cuerpo.
-¿En quién piensas?
-Esas cosas no se dicen. Son muy íntimas.
-¿Cómo se calienta a una mujer?
-Con palabras dulces al oído, con besos sin y con lengua, metiéndoles mano en las tetas, y si se dejan comiéndoselas, masturbándolas...
-¿Me aprendes a comerte las tetas y a masturbarte?
-No, soy tu madre y un hijo y una madre no hacen esas cosas.
-¿Cómo se debe hacer para que se corra una mujer?
-Hay muchos modos. Comiéndole el chochito. masturbándola, penetrándola vaginal y analmente...
A Gustavo le extrañó lo del sexo anal de la mujer.
-¡¿Os gusta que os den por el culo?!
Liboria se empezó a calentar.
-¿Lo tengo yo o aquí hace mucho calor?
-Yo estoy caliente. ¿Y tú?
-También.
-Yo estoy empalmado. -echó la man al paquete- ¿Y tú?
Liboria, quiso zafarse. Le respondió con otra pregunta:
-¿Qué me había preguntado?
-Si estás empalmada.
-Tengo el clítoris que raya diamantes, pero me refería a que me preguntaras antes.
-Si a las mujeres os gusta que os enculen
-Depende de lo caliente que esté la mujer.
-¿Qué es el clítoris?
-Es como un botón con el que se enciende a la mujer.
-¿Dónde está?
-En la parte de arriba del coño.
-¿Cómo se come un coño?
-Con la lengua.
-¿Pero cómo?
-Te haré un dibujo.
-¿Por qué no me enseñas tu coño y me vas diciendo como se hace? Yo te diría cómo me gusta que me la chupen
-Ya sé como se chupa una polla, pero una madre no le chupa la polla a un hijo.
-Cierra los ojos y piensa que soy Fidel.
Liboria, haciéndo su papel de madre. le dijo:
-Se acabó la conversación.
-Cinco minutos. No se va a enterar nadie.
Liboria, se moría de ganas por entrar en faena, pero se siguió haciendo la decente.
-No puede ser, hijo, no puedo ser.
Gustavo, se levantó, se puso detrás de su madre y le echó las manos a las tetas. Liboria le quitó las manos con las suyas.
-Estate quieto, Gustavo. Respeta a tu madre.
Le volvió a magrear las tetas y le besó el cuello.
-A ver, mamá. No soy un niño. Si no tuvieras ganas de follar conmigo no me dirías todo lo que me has dichio.
-Era para abrirte los ojos.
-Y para abrirte de piernas. Cierra los ojos.
-No.
Gustavo, giró la cabeza de su madre poniéndole un dedo en el mentón y la besó en los labios. Liboria cerró los ojos y metió la lengua en la boca de su hijo. Se besaron con pasión unos minutos, luego, Gustavo, se colocó delante de su madre, sacó la polla y se la puso en los labios, Liboria, abrió la boca, la cogió con la mano derecha y lamío y mamó el carnoso glande. Siguió mamando hasta casí meterla toda en la boca... Lamió y chupó sus cojones. Iba lamiendo de los cojones al frenillo cuando Gustavo comenzó a correrse. La leche bajaba del glande por la verga abajo, Liboria, la iba lamiendo y tragando, espesa y calentita, antes de que llegara a los cojones.
Al acabar de correrse, Gustavo, le preguntó a su madre:
-¿Las mujeres también echáis leche cuando os corréis?
-No, echamos otra cosa muy parecida. ¿Quieres ver lo que echamos cuando nos corremos y a qué sabe?
Gustavo no se lo tuvo que pensar.
-Quiero.
Liboria se levantó y se desnudó, dejando al aire sus tremendas tetas y su bosque de pelo negro del pubis y sus bosquecillos de los sobacos, se echó sobre la mesa de la cocina y le dijo a su hijo:
-Haz todo lo que yo te diga. Asi sabrás lo que le gusta a una mujer que le hagan para llegar a correrse.
Liboria, con los ojos cerrados, le dijo que acariciase su cabello, que besase sus ojos, su nariz, su mentón, que besase y lamiese sus hombros, su cuello, sus orejas, sus manos, sus muñecas, sus brazos por el interior, sus tetas, que lamiese y chupase sus areolas, su pezones, que los mordiese suavemente, que acariciase y besase su monte de venus, que acariciase con sus dedos sus labios vaginales, los mayores y los menores, que los lamiese, que en su vulva lamiese de abajo arriba, que lamiese y que follase su vagina con dos dedos y que chupasé su clítoris. Gustavo hizo todo lo que le dijo, y cuando pensó que le iba a decir que la penetrase, oyó que le decía:
-Coge el aceite en la alacena.
Gustavo, cogió el aceite.
-¿Que hago con él?
-Unta las manos y méteme un dedo el el culo.
A un dedo siguieron dos y después tres. El coño de Liboria ya estaba chorreando, cuando le dijio:
-Méteme la polla en el coño.
Gustavo se la metió en el coño a su madre y le magreó las tetas. La folló como un poseso, hasta que Liboria, a punto de correrse. le dijio:
-¡¡En el culo. Métemela en el culo!!
Gustavo sacó la verga del coño de su madre y se la metió en el culo. Entraba tan apretada que al ir por la mitad comenzó a llenarle el culo de leche. Liboria, que se masturbaba con dos dedos dentro del coño, al empezar a correrse, soltó un chorro de jugo, y otro y otro, hasta seis chorros echó mientras se retorcia de placer.
Al acabar, le dijo Liboria, a su hijo:
-Ya sabes como se hace correr a una mujer.
-¿Hay más maneras?
-Claro, follándole el coño...
-¿Entonces lo del culo no es necesario?
-No, hijo, pero así una mujer no queda preñada.
-Hata ahí llego, pero creo que detrás de eso hay algo más.
-¿Cómo qué?
-Como que eres una zorra viciosa, madre
-Y crees bien, hijo, lo soy. Soy unazorra viciosa.
-¿Tanto cómo para echar otro polvo?
-Tanto como para follar contigo y con tu amigo Fidel, si también le gustan las mujeresl.
-Le gustan. ¿Lo llamó?
-Llama.
Continuará.
Se agradecen los comentarios buenos y malos