Hablando de mi coño

Si inició una extraña conversación sobre mi coño y pasó esto.

HABLANDO DE MI COÑO

  • Sois unos cerdos

Les dije a mi marido y a Juan, salía con botellas y vasos, nuestro amigo Juan había venido y estaba charlando con mi marido de mi coño, lo oí desde la cocina.

  • No somos cerdos, hablamos de anatomía femenina, me dijo Juan

Juan es el íntimo amigo de Pablo, ellos se llevan muy bien, lástima que mi relación con Marta, su mujer, no sea tan buena, y no es que me caiga mal pero tenemos inquietudes distintas, ella es una maruja y solo sabe hablar de los hijos y de lavar la ropa.

  • Tú sabrás más de eso, me dijo Pablo, estábamos comparando distintos tipos de coños y que cada mujer lo tiene diferente.
  • Saber yo?, eso vosotros, solo me conozco el mío, no voy mirando el de mis amigas, que les digo?, abridme las piernas para que pueda ver como tenéis el coño?, no!, tu Pablo alguno has visto de cerca a parte del mío y supongo que tu Pablo alguno más que el de Marta habrás visto.
  • Sí, claro, me dijo mi marido, los coños se pueden clasificar en cuatro o cinco grupos, pero el tuyo es diferente a todos.
  • Vaya, dije, y en qué se diferencia?
  • Cuando no está excitado es solo una raja cerrada, pero cuando se excita los labios laterales salen mucho y se abre, Juan me contaba que el de Marta le salen siempre los labios.
  • Pues ya sabéis, haremos un catálogo y el mío saldrá como "coño raro"…, o no, mejor "coño especial", o quizás "Coño Ana", no sé, tendré que pensarlo les dije irónicamente.
  • Y así, cuando te excitas te van saliendo los labios?, me preguntó Pablo
  • Oye, eso es un poco personal no crees?

No creo que se hubiese atrevido a preguntarme aquello si no llevara varias bebidas encima.

  • No pasa nada, hay confianza, dijo mi marido
  • Pus si pasa, dije en tono algo enfadada
  • Cuéntale lo que te pasa cuando te haces un dedo, me dijo Pablo
  • Vaya, os he dicho que esto era personal y ahora quieres que le cuente como me masturbo?
  • Solo lo que te pasa en el coño, me dijo.
  • Te parece poco?, venga ya!, si queréis me saco las bragas y os lo enseño!, dije enfadada.
  • Vale, dijo decidido Juan.
  • Cambiamos de tema?
  • Porqué?, dijo mi marido.
  • Por qué no me gusta mantener una conversación sobre mi coño y menos de cuando me masturbo, dije irritada.
  • Que estrecha eres, me respondió
  • Estrecha!!!!!, le dije muy enfadada, te crees que una mujer estrecha te dejaría follársela por el culo?, o se tragaría tu leche?, o vestiría con minifaldas y tangas?, además, te recuerdo que lo que quiere tu amigo es que le enseñe el coño y me haga un dedo, negarme es ser estrecha?, seguro que a Marta ni te atreverías a pedírselo.
  • Si, dijo Juan, Marta es menos marchosa que tu, ya lo sé, nunca me ha dejado hacer lo que tú haces.
  • Pues por lo que sé, antes de conocerte no era precisamente una mosquita muerta.
  • Que tuviera varios amantes no quiere decir que les dejara hacer muchas cosas, ya sabes como es.
  • No entiendo a las mujeres como la tuya, le dije con el enfado que llevaba, es que no disfrutan en la cama o que ha tropezado con un montón de inútiles incapaces de hacerlas correr como una loca?
  • Me llamas mal amante?, me dijo Juan
  • No lo sé, pero te aseguro que si Marta se acuesta con Pablo tocará el cielo.

Vi a Pablo contento por la explicación de lo bueno que era follando.

  • Quizás no sea tan buen amante como tu marido.
  • Es el mejor amante que he tenido, dije ya menos enfadada, uuuuuuh, en la cama es magnífico.
  • Gracias cariño, dijo Pablo.
  • Es verdad, sabéis, muchas veces, cuando lo veo, los labios ya no están escondidos.
  • Y ahora, me preguntó Juan.
  • Pues no sé, dije sin esperar aquella pregunta.
  • Míratelo!, me dijo mi marido

Estuve a punto de mandarlo a la m…., pero decidí darle una lección, me levanté, me giré dándoles la espalda y alcé la falda bajando las braguitas, ellos debían estar asombrados por lo que hacía, a pesar de que no veían nada todo era muy evidente, me tumbé hacia delante abriendo un poco las piernas y miré el coño, los labios estaban algo salidos y es que aquello no me dejaba indiferente, volví a subirme la braguita y que cayese la falda y me giré y les dije:

  • Pues algo salidos si están.
  • Vaya, ya no podrás ver el coño cerrado, le dijo Pablo a Juan.
  • No lo verá ni cerrado ni abierto, dije
  • Tienes que ser más moderna, querida.
  • Más moderna es dejar que tu amigo me mire el coño mientras me hado un dedo?, yo creo que no.
  • Lo que pasa es que tenemos muchos tabús, dijo Juan, total, no pasa nada, todos lo hacemos.
  • Pues ya sabes, te la sacas y te la cascas, yo miraré
  • Vale, dijo decidido

Y sin darme tiempo a hacer nada se medio incorporó y se bajó los pantalones y saltó su miembro, el tío tenía ya la polla dura, me la quedé mirando, no estaba nada mal, como no reaccionaba cogió su polla y se puso a cascársela, una mano se deslizaba arriba y abajo sobre la polla y con la otra se acariciaba los huevos, aquella visión inesperada me gustaba, porque no decirlo, Juan seguía cascándosela sin importarle que Pablo y yo lo viéramos, o quizás le gustaba ya que jadeó fuerte durante diez o quince minutos en los que estuvimos callados, no sé si por el espectáculo o por la sorpresa, hasta que mi marido me dice:

  • Enséñale algo para que se inspire
  • Ni loca, le dije

Y siguió con la paja hasta que intensificó el ritmo y chorros y chorros de leche que intentaba recoger con la mano salieron de su polla.

  • Qué bien me siento, dijo
  • No me extraña, dije riendo, vaya paja
  • Ahora te toca, me dijo mi marido

He de reconocer que ver a Pablo me había sacado de mis casillas y lo que podía hacer era dentro de un estado de calentura, supongo que no se lo esperaban, bueno, yo, ahora, tampoco sé como fui capaz, coloqué un sillón delante de ellos, me miraban sin saber si les mandaría a la m… o cuales eran mis intenciones, me senté y les miré, estaban impacientes pero decidí ir lenta, me subí el vestido, los ojos de ambos se clavaron en mi bajo vientre y mis bragas, las bajé, sus expresiones lo decían todo al ver mi coño con aquella fina hilera de pelo, abrí las piernas encarándolo a Juan, los labios ya se salían, puse la mano extendida sobre el vientre y fui bajándola, pasó por encima del pubis y un dedo se introdujo entre los labios mientras les miraba a los ojos, en especial a Juan.

Cuando toqué el clítoris ya no había marcha atrás, lo sabía, Pablo lo sabía, rocé mi botoncito con suavidad, notaba como iba endureciéndose, lo rodeaba con la yema del dedo aplicando la presión justa, estaba muy mojada, ellos dos seguían con los ojos clavados, la polla de Juan estaba reaccionando y se la cogió con la mano, mi marido no se movía encantado por lo que sucedía, me costaba aguantar el vestido levantado, se bajaba solo, el que lo entendió fue nuestro amigo, se levantó y vino hacia mí, me lo cogió y lo subió sacándomelo por la cabeza pero no tuvo suficiente, puso los dedos en el cierre del sujetador y lo desabrochó, le dejé que lo sacara y volvió a su sitio, mi marido miraba como su amigo me desnudaba con total pasividad, Juan, con la polla tiesa volvió a su asiento mientras continuaba con la masturbación. Ya con las tetas libres las acariciaba con la otra mano, siempre he sentido mucho placer en los pezones.

Mi ritmo aumentaba y aplicaba las caricias con fuerza, Pablo sabe que esto significa que estoy a punto de llegar al final feliz, cerré los ojos y dejé que el máximo placer me invadiese, me contorsionaba, cerré las piernas para sentir más, estuve un buen rato con mi cuerpo fuera de sí.

Cuando me pasó el calentón sentí rubor por lo que acababa de hacer pero la cara de satisfacción de mi marido me tranquilizó, y la de sorpresa y excitación de Juan no era para menos, seguía con la polla dura en la mano cascándosela, cogí el vestido y me lo puse, vi las bragas y el sujetador allí tirados en el suelo, lo recogí y las dejé sobre la mesa, Juan se vistió y se fue sin decirme casi nada, al cerrase la puerta mi marido me arrastró a la habitación donde vivimos una noche de sexo increíble.