Háblame Y Dime Lo Que Sientes

Cuarto capitulo de "Mírame Y Dime Que Me Odias"

Realmente sé que me demore mucho pero aparte de falta de inspiración están los compromisos estudiantiles, aunque es el colmo que me allá demorado unos cuatro meses en publicar algo, este relato lo estoy escribiendo de poquito a poquito desde hace meses y apenas hoy lo acabo, espero que se sigan acordando de que existía estos relatos T_T sino pues no hay problema es mi culpa y si hay alguien nuevo lo invito a leerme :D, en fin para que no estén leyendo los otros relatos hare un pequeño resumen y se pongan al día ;)

Resumen:

“Víctor es un chico que pierde a su mejor amigo en una protesta estudiantil en la época de la reforma a la educación superior en Colombia, le jura que encontrara el culpable de su muerte. Jairo es un joven policía que es ascendido a un escuadrón antidisturbios esto hace que su situación económica mejore al igual que la de su madre. Cierto día que Víctor y sus amigos de la universidad deciden ir de paseo a una piscina por un accidente conoce a Jairo, el cual ha ido al mismo lugar con sus compañeros de escuadrón, se conocen un poco y intercambian números de teléfono. Víctor tiene una cena familiar en la cual discute con su padre como es de costumbre luego Jairo lo llama y lo invita a tomarse unas cervezas disculpándose por el incidente de la piscina. Mientras que ambos empiezan a experimentar una atracción mutua pero se niegan a que algo más que una amistad pueda pasar”

Bueno eso es lo básico que paso en los tres anteriores relatos, no siendo más los dejo con el cuarto capítulo de esta historia.

~~~MÍRAME Y DIME QUE ME ODIAS~~~

4.-Háblame Y Dime Lo Que Sientes

Los cuerpos tambalearon, los cascos que cubrían sus cuerpos crujieron un poco al notar la pequeña sacudida provocada por un atajo de cemento amarillo que impedía el exceso de velocidad por parte de cualquier vehículo. Los policías permanecían firmes mientras sus botas reposaban en la fría y algo sucia madera, con firmeza sostenían las armas para dispersar a los rebeldes entretanto los escudos cristalinos permanecían al fondo esperando ser tomados al llegar el momento de la acción.

Jairo, con la mirada perdida en los recorridos del transporte, tenía su mente divagando en centenares de situaciones, su madre, la hipoteca y por ultimo Víctor. En este último había pensado  más de la cuenta, aquel chico misterioso, inocente, genuino y para variar muy guapo, nunca en su vida pensó llegar a sentir algo por un chico de aquella forma, algo que sobrepasaba totalmente lo sexual. “No, no, no puede ser que él me haga sentir algo tan rápido…” pensó en un momento tratando de darle respuesta a lo que se alojaba en su mente.

En el interior de Jairo comenzaba a nacer un sentimiento indescriptible, curioso, extraño, pero que al final lo hacía sentir “¿Feliz?” la palabra resonó en su mente provocando que el efecto tomara más terreno en su mente, sacudió su cabeza un poco, provocando que el casco que lo protegía se removiera, con el fin de sacarse los pensamientos de la cabeza.

El camión se detuvo un momento, la vista de Jairo se dirigió al frente tratando de descifrar la causa, noto como atravesaban una gran reja que los adentraba a un gran campus universitario, lo edificios se alzaban en sus firmes terrenos mientras ya se empezaban a ver los primeros manifestantes del día se notaba la ira naciente en sus cristalinos ojos.  El camión paro definitivamente al compás del motor que lo impulsaba, los que permanecían al fondo junto a los escudos comenzaron a rotarlos, todos empezaron a bajar en un orden tan perfecto haciendo notar los entrenados que estaban.

Un sonido seco inundo el lugar acompañado del golpe provocado por las botas de cuero en el duro asfalto. Las miradas firmes de los guardianes no se doblegaban por nada, su orgullo y rudeza eran sin duda alguna tan duras como sus miradas, los labios permanecían con esa mueca intacta e indescifrable. Comenzaron a caminar en un compás tan perfecto como si de autómatas se tratase; cuatro filas se empezaron a formar  al frente de un edificio de pinturas blancas, con una forma de trapecio dando su cara más angosta al frente, sus gruesas paredes eran sostenidas por bigas de cemento macizo mientras en su parte más alta se alzaba un techo regular de tono rojizo,  finalmente en la pared principal se encontraba la silueta dibujada en sombras de uno de los mayores combatientes de la historia latinoamericana, socialista, revolucionario, irreverente y con mirada fuerte aquel era “El Che Guevara” un ídolo para los estudiantes de aquella universidad por sus grandes hazañas.

Un transmisor posaba en el oído de cada uno de ellos, una voz invisible para los demás dio la orden de rodear el Auditorio León De Greiff. Jairo se ubicó en la tercera columna de izquierda a derecha sin cambiar un momento su expresión, su mirada se paseó por todo el lugar notando como los jóvenes cada vez multiplicaban más su cantidad, se aglomeraban al frente de ellos frente a un edificio copiosamente blanco pero de forma un tanto irregular y de techos azules.

Algunos minutos pasaron mientras el sol seguía su recorrido por el descampado cielo acompañado de las ligeras y grumosas nubes, esas mismas que en esos momentos formaban todo tipo de figuras que a los niños les encantaba mirar.

Víctor se encontraba en una vereda aledaña a la gran ciudad, el aire puro del campo inundaba sus pulmones, su pecho se ensancho un momento para que luego sus parpados se cerraban, los niños revoloteaban por todo el pasto jugando con un balón de futbol. Cristian permanecía con la mirada atenta a las travesuras de los infantes, sus brazos proporcionados a su macizo y moreno cuerpo se cruzaban en su pecho, verlo así le daba un aire tranquilo muy aparte de cómo podría ser en otros ambientes en especial en el sexual, mujeriego sin remedio, pero que se podía esperar cuando solo fue criado por su padre un mujeriego peor que él, Cristian no pensaba tirarse la soga al cuello tan rápido su lema era “Disfrutar lo que más se pueda de las etapas de la vida” .

En una pequeña cocina se encontraban Karina y Camila ayudando a un pequeño grupo de madres cabeza de hogar en la preparación de algunos alimentos, en una banca a las afueras del recinto se encontraba Laura con su cabello castaño perfectamente planchado tomado en una cola mientras en sus manos sostenía su celular con inquietud, sus ojos claros miraban la pantalla el contacto que no le respondía, su novio no había respondido mensaje alguno ni mucho menos llamadas la curiosidad empezaba a sembrar hipótesis en su alterada mente. Alguien desde la cocina le llamo la atención para que colaborara en algo, decidió dejar los pensamientos nacientes guardados y ponerse a ayudar  aunque no le gustara nada la idea. Camila salió desde la cocina en dirección al descampado donde se encontraba Víctor en su delantal ya se notaban las manchas por las verduras.

-¿Cómo van esos juego?- pregunto la chica al llegar.

-Pues bien… nada fuera de lo normal – le dijo mientras esto último lo dijo en una sonrisa.

-Hay algo diferente… - Camila lo empezó a mirar inquieta tratando de descifrar que le pasaba a su amigo.

-¿Ahora resulta que te convertiste en vidente? – La miro a los ojos tratando que dejara la curiosidad por un momento.

-Sabes que soy bruja pero no de esas – le respondió no dándose por vencida.

  • Créeme que lo sé de primera mano – dijo él mientras volvía su mirada al jugar de los niños sin que la sonrisa se borrara de su rostro.

-A vos no se  te quitara nunca lo chistoso… pero cuéntame que ha pasado porque con esa sonrisa es seguro que algo paso… mejor dicho alguien – lo último lo dijo con más seguridad y sin dejar de sonreír.

-¿No se te escapa una no?... Haber… ¿recuerdas el chico que casi me mata el otro día en la piscina? – la pregunta retórica salió de sus labios mientras sus ojos de nuevo se posaban en ella.

-Claro que me acuerdo de ese estupi…– empezaba a decir cuando sus palabras se cortaron al notar a donde se dirigía la conversación, Víctor rió ante el descache de su amiga -¡No lo puedo creer!

  • No te hagas películas raras en la cabeza… solo me invito a tomar algunas cervezas a un bar del centro… nada más – le aclaro Víctor.

-A mí con ese cuento barato no me vienen… ¿Qué hombre invita a otro desconocido a tomarse unas cervezas? ¿Y ¡solos!? – hizo énfasis en la última palabra la chica.

-Alguien que se quiere disculpar… solo eso- Le respondió secamente el chico.

-¿Te gusta? – inquirió la chica.

  • Es guapo… - respondió él.

  • Te pregunte que si te gustaba – dijo ya inquieta Camila.

  • Es guapo… Me podría gustar… - respondió dudoso.

-Te gusta – la chica lo dijo más segura que nunca.

  • Bueno… sí… pero no me puedo hacer ilusiones… solo quiere disculparse… solo eso- Víctor ya no la miraba a los ojos, su mirada se perdía en las lejanías de las cordilleras bañadas en nubes tan suaves como la neblina de las madrugadas.

  • Esto es magnífico… Nunca te enredas con nadie pero cuando vemos una posibilidad resulta solo ser una manera de disculpa - dijo ella mientras meditaba las posibilidades del futuro amoroso de  Víctor.

-No puedo hacer nada… Esta vida está llena de imprevistos… no sé qué sucederá en aquel bar… ni mañana… ni mucho menos en mi vida… solo me queda esperar – dijo con un tono resignado.

-La vida no está hecha de imprevistos… En este juego hay que hacer que sucedan las casualidades – diciendo esto último Camila le sobo un poco el hombro para luego darse media vuelta y retomar su labor.

En la mente de Víctor sus palabras quedaron resonando, retumbaban en sus tímpanos con fuerza como los gritos de furia incontrolable que salían de las gargantas enardecidas de los estudiantes universitarios al ver llegar a aquellos hombres tan faltos de razón.

La mirada atenta de Jairo observaba detenidamente como el panorama se calentaba al pasar los minutos, desde hace media hora aproximadamente empezaron a llegar los políticos electos por el pueblo pero repudiados por los estudiantes; a lo lejos una despampanante camioneta Toyota negra ingreso al inmenso campus sus vidrios polarizados impedían mirar quien se encontraba en su interior, esta continuaba su recorrido con una velocidad constante hasta frenar al frente del auditorio, la puerta trasera izquierda se abrió lentamente mientras el suelo era tocado por un zapato de cuero fino, un hombre con mirada altanera, vestido con un traje azul oscuro de seda importada, en su muñeca izquierda reposaba un reloj suizo  y en su mano derecha sostenía un maletín de negocios con bordes dorados. Los insultos por parte de los estudiantes no se hicieron esperar “godo vende pueblo”, “ratero hijueputa”, y así continuaron los insultos acompañados de consignas.

Jairo, reconoció al hombre, hace años se lanzó como como senador de su departamentoprometiendo hasta el cielo con tal de ganar las elecciones y aunque a la mayoría no le cumplió a él sí, el señor Zamora fue la palanca para que Jairo ingresara a la policía nacional.

Las camionetas blindadas siguieron llegando con tan pudientes políticos del país mientras la algarabía seguía aumentando de manera exponencial. El recinto decorado con pulida madera y rodeado por rojizas sillas, de terciopelo puro, formaban un diamante por todo el lugar, ya estaba preparado para comenzar la reunión acordada y este dio al fin por cerradas sus puertas.

Las horas pasaban y los estudiantes seguían gritando por la injusticia del país. Jairo, los miraba atentos sosteniendo su escudo mientras el borde permanecía apoyado en el suelo, sentía la garganta seca, las piernas entumecidas, los hombros le pesaban y su mirada permanecía firme. Las pancartas que se mostraban ante sus ojos lo fastidiaban ante su concepción era un montón de chiquillos que no sabían nada de la vida y que tenían un concepto errado del país en el que convivían.

Las horas pasaban mientras la reunión pasaba con tranquilidad dentro del recinto, pero a sus afueras la situación se calentaba compatiblemente con el sol del medio día que se acercaba. La orden ya había sido enviada minutos antes, en aproximadamente veinte minutos empezarían a salir los mandatarios envueltos en sus trajes de paño fino y los uniformados debían impedir que los revoltosos no los tocaran.

Empezaron a salir en un rango de importancia de menor a mayor, la presa más esperada por los manifestantes seria su plato fuerte como siempre, el último en degustar. Los políticos salían con sus rostros altaneros y satisfechos ante los acuerdos ya logrados durante la gran tertulia que disfrutaron mientras los estudiantes lanzaban sus frases satíricas no tan desacertadas para el mal gusto de muchos funcionarios.

Y tras muchos minutos de espera salió con su sonrisa sínica el ministro de hacienda rodeado por un cinturón de protección, las miradas lascivas ante la presa no se hicieron esperar y luego del letargo todo exploto, cuerpos enemigos empezaron a chocar sin compasión alguna, los cascos negros crujieron al unísono al avanzar de los militares para imponer como era de costumbre su autoridad, los estudiantes no retrocedieron solo fue un impulso más para seguir luchando contra los desalmados del país.

Los músculos de Jairo se pusieron a su máximo funcionamiento, una furia incontrolable empezó a inundarlo poco a poco producto del estrés provocado por la situación. Sus compañeros no eran la excepción, Rengifo ya colmado de paciencia ante las piedras y los empujones avanzo sin compasión alguna tirando a muchos al suelo, tomo su rifle de dispersión, lo cargo de gases y apunto hacia sus contrincantes. La primera detonación se escuchó como un susurro y en un segundo todo el lugar se inundó de humo blanco provocando que se empezaran a dispersar poco a poco y luego de este los demás lo siguieron.

Una figura ágil se movía entre la multitud, una camisa roja mojada permanecía atada a su rostro, los músculos de su desnudo torso, se contraían al esquivar la muchedumbre algo ya dispersa, en su mano derecha sostenía una botella de cristal con una sustancia en su interior y una mecha en su boquilla, la famosa papa bomba.

Jairo lo miro desde la lejanía, sabía muy bien sus intenciones, sus piernas comenzaron a trabajar al máximo para llegar al vándalo que ya estaba por atacar, con su escudo quitaba a cualquiera que se interpusiera en su camino, el chico permanecía inocente ante la idea del animal salvaje que se dirigía hacia su persona. De un salto el chico pensaba lanzar con furia contenida el explosivo pero antes que su plan se llevara a cabo un golpe certero lo tiro al asfalto mientras el explosivo caía en la lejanía. La camisa que tapaba su rostro se desato de su nudo, la mirada atónita del chico se dirigió hacia la del uniformado y su expresión se endureció en un segundo, se levantó por reflejo sin despegar la mirada de ese hombre sin alma ante su concepción.

- Sapo hijuepu… – Y antes de que terminara su frase cargada de rencor soltó el aire y un grito ante el golpe despiadado de alguien por detrás.

Rengifo también había notado las intenciones del chico, esto detono más su ira provocando que este la descargara en forma de golpes sin piedad. Las botas golpeaban sin compasión y le seguía el bastón sin detenerse un poco, algunos  estudiantes entre la revolución observaron el ataque hacía su compañero lo que provoco una pelea más ardiente, los golpes, las piedras, los palos, las patadas, los insultos y por supuesto el odio aumentaron de una manera impresionante. Jairo comenzó a pelear con todas sus fuerzas hasta que por el radio transmisor fueron dadas las últimas indicaciones.

Se formaron los militares de nuevo formando una barrera con sus escudos, los que permanecían atrás preparaban sus últimos cartuchos de gas lacrimógeno para lanzarlos y dispersar a los estudiantes que no daban su brazo a torcer tan fácilmente y así dar por terminada la batalla. Las armas fueron apuntadas hacía los manifestantes mientras estos seguían lanzando sus innumerables piedras y una que otra papa bomba, el capitán de la misión dio la orden para que dispararan. Luego de estar como hormigas agrupadas pasaron a esparcirse como comadrejas por todo el campus, esta situación fue aprovechada por los uniformados para abordar su transporte y dejar los cuerpos ensangrentados pero viriles de los chicos que no se daban por vencidos. Jairo a la lejanía miraba como poco a poco estos se volvían más pequeños a la vista y sus insultos se hacían inaudibles para todos.

Al otro extremo de la ciudad en uno de los colegios más prestigiosos se encontraba Sofía sentada con una de sus amigas hablando de trivialidades, mientras esperaba que el chofer de la familia llegara por ella. En sus delgados labios reposaba una bombón de fresa mientras miraba distraídamente el panorama.

-Oye sofí – le llamo su amiga Milena – ¿Y cómo vas con Santi?

-Mal Mile... – lo dijo despacio mientras resoplaba por lo bajo y llevaba de nuevo el caramelo a su boca.

  • Y yo pensaba que iban súper bien… - comento distraídamente su amiga mientras paseaba su celular por las manos – pues lo digo como su padre con el tuyo son muy buenos amigos.

  • Lo pueden ser pero lo presumido y narcisista no se lo quita nadie – puntualizo sofí mientras miraba a un vanidoso Santiago a la lejanía.

El chico gozaba de una economía mucho más sobresaliente que la de cualquiera de ese instituto, además era hijo único y tenía una clara descendencia europea, se le notaba en sus ojos azules y sus rasgos angelicales, pero era un chico que había heredado la vanidad de su madre y el desprecio de su padre, prácticamente físicamente era la combinación perfecta pero personalmente era la peor de todas.

Cierto día en una de las fiestas de negocios sus padres los presentaron para ver que surgía entre ellos, la inocente chica se fijó mucho en él y este en cierto modo la correspondió por un tiempos muy corto, su noviazgo se oficializo en los siguientes meses pero durante ese tiempo Sofía pudo darse cuenta de la clase de persona altanera con la que estaba compartiendo los momentos de su juventud, pero su amor hacía él no disminuía en lo más mínimo. Ya llegaban a cumplir el año de noviazgo pero Santiago había perdido todo interés en Sofía y se interesaba en otras que si le daban lo que él anhelaba sin cuestionamiento alguno.

-Yo todo y narcisista me lo quedo amiga – comento Milena con jocosidad, pero su chiste ocultaba su verdadero deseo de ocupar el lugar de su amiga al lado de Santiago.

-Pues Mile sabes que… - la miro con una media sonrisa Sofía – quédatelo… con todo el gusto de lo sedo.

-Pero que dices chica… - el comentario la tomo descolocada – ¿tú estás loca o qué?

-Realmente no… - Sofí tomo uno de sus mechones que estaba en su frente y lo coloco tras su oreja -  prefiero morirme de amor a que el me siga matando con su indiferencia.

Diciendo eso último se levantó de la banca mientras le daba un beso en la mejilla a su amiga y se alejaba para subir al carro que ya había llegado por ella. Ya dentro del automóvil Sofí saludo con ánimos a Gabriel, el chofer de la familia un joven de veinte años escasamente, tez café con leche, cabello negro, ojos marrones, cuerpo definido y voz varonil.

-Como le fue en su día señorita Sofía – hablo el chofer mientras ponía en marcha el carro.

-Cuantas veces debo decirte que no me llames “señorita” – comento exasperada la chica mientras se soltaba su cola de caballo para arreglársela.

-Disculpe… pero ya sabe son las reglas – sentencio el chico sin quitar la mirada del camino.

-No me importan las reglas… - replicaba calmadamente mientras cerraba sus ojos y el viento entrante por la ventana despeinaba su cabello – quisiera saber que se siente vivir sin reglas… Gabo dime… ¿Has vivido sin reglas? – pregunto la chica sin abrir sus parpados.

-Pues… - medito un momento la pregunto – Se podría decir que sí.

-¿Qué se siente? – seguía preguntando interesada.

-Se siente bien… puedes disfrutar de muchas cosas sin importar nada – se soltó un poco el chico.

-Yo quisiera vivir al menos un momento así – comento con algo de nostalgia la chica – sin importarme nada.

-Ya hemos llegado señorita – dijo Gabriel mientras estacionaba el auto en la entrada de la casa.

-Me vuelves a llamar señorita y te obligare a que me enseñes que es vivir un día sin reglas – bromeo ella distraídamente mientras tomaba su bolso.

-Entonces lo seguiré haciendo – comento en susurro el chico, pero con lo que no conto es que Sofía lo escucho.

-¿Qué has dicho? – lo miro sorprendida mientras él se sintió intimidado.

-Nada señ… digo Sofía – desvió la mirada del retrovisor por donde ella lo miraba curiosamente.

-Gabo no te cortes cuando hables conmigo… - tomo su bolso y abrió la puerta – Y antes que se me olvide… no sería mala idea que me muestres como es un día sin reglas – finalizando le dedico una sonrisa y se bajó del automóvil.

El chico resoplo al no notar su presencia, para él Sofía era una fruta prohibida, pero la última conversación lo había dejado más cautivado que nunca.

La noche avisaba su llegada con nubes teñidas de intensos tonos anaranjados mientras un fondo morado las respaldaba sin vacilo alguno. Las actividades del día habían dado por terminadas, el resultado fue un manojo de niños cansados y felices de tanto jugar por todo el campo, en esos momentos todo lo que habían llevado los chicos fue recogido y permanecía reposando en el automóvil de la profesora Antolinez.

Mientras la rotación del planeta cumplía con su función Camila miraba fijamente los últimos trazos del sol por otro lado la brisa acompañaba en una danza lenta  a los problemas que atormentaban a su vida. Recordó los sucesos  que marcaron su paso por este mundo tratando ser fuerte y olvidarse de lo que le hacía daño, pero era inevitable despegar de su alma el dolor sembrado que echaba cada vez más raíces, todo esto solo tenía una explicación para ella “Me perdí a mi misma” . Cualquiera que conociera su historia pensaría que frente a esa tranquilidad soltaría al menos un par de lágrimas, pero no era así, la realidad era que ya no le quedaban más lágrimas que soltar, solo una chica que encontrar.

-Cami ya vamos de salida – la llamo Karina desde lo lejos mientras se colocaba sus rizos negros hacía un lado.

-Claro – respondió la chica al tomarla por sorpresa, dio un último respiro de ese aire limpio de contaminación y se dio a la marcha.

Los días que restaban de la semana pasaron volando entre estudio para Víctor y entrenos para Jairo. Aunque ambos no dejaron de pensar de lo que les  esperaba aquel sábado en la noche, podría ser solo una salida de amigos, un par de cervezas y listo o ser algo más, ese anhelo era tan mutuo pero al mismo tiempo ignoraban que lo era.

-¿Es guapo? – Apareció una curiosa Sofía de imprevisto en el cuarto de su hermano – quiero que me cuentes como es Víctor.

-¿Qué estás diciendo? – le pregunto el chico mientras despegaba los ojos de la pantalla de su computador.

-¡Hermano ya lo sé todo! – hablaba ella con su siempre tono de euforia – sé que hoy saldrás en la noche a una cita con un chico.

-¿Fue la chismosa de Camila no? – inquirió él mientras ponía los ojos en blanco ante la afirmación evidente.

-Herma no te enojes con ella por favor – continuo ella mientras se sentaba en el suave tendido de la cama – pero cuéntame más detalles.

-Okey – acepto para luego cerrar su dispositivo y mirarla de frente. – No es nada del otro mundo… solo quiere remediar un incidente que tuvimos un día en la piscina… solo será tomar unas cervezas y hasta resulte que lleve a su novia.

-Tú como siempre tan pesimista – dijo su hermana mientras se acomodaba mejor en la cama.

-No lo soy… solo soy realista- decía él algo cabizbajo – Además sabes que aquí en este país tan machista es casi imposible conocer a alguien cotidianamente.

-Bueno tienes razón… - la chica se mostró algo pensativa ante la situación – Pero bueno creo que si lo es o no te sentara súper bien salir a despejar un poco la mente – finalizo mientras se levantaba y salía de la habitación.

-Seguro si… - concluyo Víctor para luego seguir con su trabajo.

Riachuelos de agua cincelaban los fuertes músculos de Jairo, su piel morena brillaba ante la presencia de los últimos rayos del sol que se colaban por una de las pequeñas ventanas. Pasaba sus manos grandes por los pectorales, repasándolos poco a poco para luego deslizarse hacia sus definidos abdominales que daban un camino perfecto para llegar al fruto bamboleante que se mantenía entre las duras piernas, llevaba días sin tocarse algo que lo tenía completamente inquieto, la intimidad del baño privado y el vapor que se adhería a su piel como una segunda piel en forma de roció empezaron a hacer sus respectivos efecto.

Su virilidad empezó a tomar su forma natural, abrió lentamente sus piernas mientras apoyaba su robusta espalda en los fríos azulejos para luego alzar un poco su cara con benevolencia dejando al descubierto un cuello apetitoso a la vista de un buen degustador, su mente volaba en los limbos del placer recordando y creando escenas obscenas que provocaban una mayor reacción en su extasiado cuerpo. Su mano al fin llego a los bordes de su virilidad ya en su máximo esplendor, sin darle más rodeo sus dedos recorrieron lentamente las venas que lo envolvían y a su vez bombeaban el espeso líquido que lo mantenía caliente.

Jairo dio un pequeño suspiro invisible ante los ojos de cualquiera al quitar la poca tela que lo cubría para luego recogerla en un movimiento hacia adelante que provoco algo más notorio al rosar la esponjosa cabeza. La rutina empezó a repetirse lentamente mientras seguía subiendo paulatinamente la intensidad que provocaba a su vez los pequeños espasmos en su cuerpo, la poca conciencia que le quedaba la uso para morder su labio e impedir que alguien lo pillara disfrutando sus necesidades carnales mientras los borbotones de líquido cristalino cubrían su mano  al igual que el agua su cuerpo.

Los espasmos llenos de placer cada vez eran más constantes, sentía como la sangre quemaba sus venas y el sudor se combinaba con las gotas de vapor que cubría su perfecta desnudes. Su brazo izquierdo trato de agarrar la superficie en la que se apoyaba al sentir el primer latigazo de placer y un segundo llego al segundo confirmando la inminente llegada de su anhelado orgasmo, pego su cuerpo más a la pared mientras un gemido grueso salió de sus carnosos labios y un brillante y blanquecino liquido se esparcía en la pared que tenía al frente, su conmocionado cuerpo permanecía agitado todavía ante la resiente actividad.

Abrió más la regadera, se juago y dio por terminada su labor. Ya estaba más relajado, le sirvió para botar nervios antes del encuentro con Víctor, aunque no quería pensar más en el asunto su mente lo traicionaba colocando a cada segundo incógnitas que eran imposibles evadir. Dirigió sus pasos hacia el armario para escoger el atuendo indicado, quería ir impactante pero con algo muy casual, luego de estar un rato pasando de ropa y combinaciones se decidió por un polo negro que se amoldaba en su cuerpo perfectamente y un jean con un par de minúsculos rotos en los muslos  que a su misma vez le marcaba un buen trasero.

-Que sorpresa mi pana – llegaba Rengifo con unos pantalones cortos - ¿Y a quien te tiras hoy que estas tan cálao?

  • A nadie mi brother – respondió Jairo mientras se enfundaba los pantalones – solo iré a tomarme unas cervezas con… - medito un poco su respuesta – con unos compañeros del instituto, ya sabes reencuentro y esas cosas.

-¿Pero si vos no sos de aquí? – le dijo dudoso su compañero.

-Es obvio pero algunos compañeros viven aquí entonces quedamos – ahora buscaba la colonia entre sus cosas y sin mirar a su compañero para que no notara su nerviosismo.

-Pues suerte mi pana y puede que recuerdes aventurillas con las amigas jaja – el comentario era directamente de doble sentido y Jairo lo noto al instante pero decidió ignorarlo.

-Bueno ya casi listo Jairo destapo el frasco de la fragancia y comenzó a aplicarla por todo su cuerpo, no pensaba dejar ningún detalle por arreglar en su apariencia- bueno Rengifo te dejo que llego tarde… nos vemos – tomo su chaqueta de cuerpo y salió para tomar camino a la noche que le esperaba.

Al otro lado de la ciudad estaba sentado en la cama Víctor observando como su hermana tiraba toda su ropa al suelo buscando el atuendo perfecto para su querido hermano, la chica tenía una visible inclinación por el diseño de modas.

-Sofí ni porque esta fuera la primera salida que tengo – decía él mientras pensaba todo lo que tendría que arreglar el día de mañana por culpa de su hermana.

-De hecho si es la primera –comento la chica mientras soltaba una pequeña risa -Me disculpas pero es un pecado mortal que deje ir a mi hermano con cualquier combinación.

-Pero ya te dije que es una salida cualquiera – Víctor estaba claramente irritado, no por su hermana sino por no saber cómo comportarse y la intriga de cómo sería todo, siendo sincero con si mismo jamás había salido con un desconocido a tomarse algo y eso le colocaba más los pelos de punta.

-Listo hermanito te colocaras esta franela verde que resaltara tus ojos – comentaba mientras le lanzaba prenda a prenda – esta chaqueta marrón… estos pantalones blancos y estas botas que combinan con la chaqueta.

-Está bien ya me arreglo – dijo él mientras comenzaba a vestirse con el atuendo escogido por su hermana.

-Bueno mientras yo voy a escoger la colonia perfecta para la ocasión – Sofía comenzó a buscar entre las cosas de su hermano.

-Creo que esto es mucho para una simple salida – Víctor terminaba de colocarse las botas y se miraba atentamente en el espejo.

-Nada que ver querido – la chica ya había encontrado la colonia perfecta – Mira lo que he encontrado – comenzó a aplicárselo por todo el cuerpo – por si te abrazan – aplico  en un lado del cuello – por si te besan – un poco más en el otro lado del cuello – por si te tocan – ahora aplico en todo el torso – Y por si las moscas – y finalmente trato de aplicarlo directamente en la entre pierna.

-¡Estás loca! – le reclamo Víctor mientras se alejaba de ella.

-Solo era jugando hermanito jaja- concluyo ella mentiras no paraba de reír.

-Bueno… Sofí ya me tengo que ir que ya casi son las siete pasadas – Víctor se le notaba un poco lo nervioso en las manos al tratar de colocarse el reloj.

-Hermanito deja los nervios – se acercó Sofí y acomodo el cuello de la chaqueta – te deseo mucha suerte guapetón – finalizando le planto un pequeño beso en la mejilla derecha.

-Gracias por todo Sofí… te quiero loca – le devolvió el beso en la frente.

Un taxi se estaciono al frente de la gran casa, el taxista como era debido presiono dos veces la bocina para anunciar su llegada, no demoro en aparecer un muy arreglado Víctor tras la puerta de madera no se demoró en tomar el transporte, saludar al taxista e indicarle al lugar donde debía llevarlo. Durante el camino le sudaban un poco las manos de los nervios, no pudo resistirse a que su mente volara entre el tornado de una y mil historias posibles, realmente le gustaba imaginar historias en su cabeza mientras viajaba era un pasatiempo que mantuvo desde niño. De sus pensamientos fue sacado por la voz del hombre que conducía al avisar que ya habían llegado, saco de su billetera un par de billetes para pagar la carrera y tomo su camino.

Empezó a caminar nerviosamente pero firme, miro el reloj y daban las siete y cincuenta minutos, si llegaba muy temprano creería que era un lanzado pero no quería llegar tarde ya que siempre fue una persona muy puntual. Comenzó a rodear el lugar para ganar algo de tiempo.

Mientras tanto Jairo llevaba alrededor de quince minutos sentado en una de las mesas del bar a la espera de Víctor, pasaba su celular de un lado a otro, encendía la pantalla para mirar la hora que pasaba lentamente el reloj marcaba las ocho y cinco minutos en punto, medito un poco el resultado de aquel encuentro un torbellino de emociones que nunca pensó sentir y se replanteo una de las vagas hipótesis en su cabeza, pensó en un momento retirarse del lugar y dejar las cosas como estaban pero en ese momento a la lejanía observo con cuidado como un muy arreglado chico recorría el lugar con la mirada buscándolo, su corazón se plantó en un microsegundo y una pequeña sonrisa involuntaria se dibujó en su rostro al tener de nuevo ese contacto con aquellos ojos.

El chico a la lejanía se acercó lentamente mientras mantenía sus manos en los bolsillos tratando de secar el sudor inminente de sus manos provocado por el nerviosismo, en su mente solo rondaban las palabras que trataban de describir lo guapo que se encontraba Jairo esa noche.

-Hola Jairo – lo saludo con una sonrisa en sus labios Víctor mientras se deleitaba con el olor tan masculino de su receptor.

-Hola Víctor… - se levantó de inmediato para estrechar las manos y aprovecho para degustar de cerca la fragancia que lo cubría. – ¿Cómo has estado?… ¿Cómo te trata la vida? – las preguntas salieron a flote para que no se formara la incomodidad de hace unos días.

-Pues bien… nada fuera de lo normal ¿y a vos? – inquirió Víctor mientras tomaba asiento.

-No me puedo quejar… ammm por lo que veo eres muy puntual – los esfuerzos de Jairo estaban consiguiendo los resultados esperados.

-Realmente si… ¿Y desde cuando estás aquí? ¿Te hice esperar mucho? – Víctor noto un interés por parte de Jairo de mantener una comunicación activa y él no se iba a hacer rogar.

-Pues… - su respuesta fue cortada en seco en el momento que se acercó una de las camareras preguntando que deseaban pedir – nos traes una jirafa ammm… ¿Qué marca quieres la cerveza? – le pregunto a Víctor mientras este trataba de disimular sus fugaces miradas al definido cuerpo de su acompañante.

-Pues no se… ¿Te gusta la Club Colombia? – pregunto Víctor mientras no despegaban sus miradas.

-Por lo que veo coincidimos en un gusto – le respondió a su pregunta con una gran sonrisa – Nos traes con Club Colombia… gracias – la chica recogió las cartas y se retiró. – es un lugar muy acogedor – comento de nuevo Jairo.

-Realmente lo es… me gusta su decoración tan modernamente bizarra… - el universitario paseo su mirada por todo el lugar observándolo con deleite, sus pareces pintadas de un color negro, decoradas con calcomanías doradas, sus sillas altas y sofisticadas, sus decoración era perfecta y la música era variada pero baja de volumen para el deleite de todos - además la música es muy relajada… elegiste un buen lugar – concluyo con una gran sonrisa.

Jairo se quedó un momento mirándolo directamente a los ojos, luego bajo su mirada a sus finos labios que guardaban esa perfecta sonrisa para después fijarse en sus rasgos y su cabello alborotado, el chico realmente era muy atractivo y bajo su ropa se notaba un cuerpo delgado pero algo definido natural. Por otro lado Víctor realizaba el mismo escaneo, el color de sus ojos era un café normal pero con algún brillo, sus labios carnosos, su piel color canela, su corte semi-militar le sentaba muy bien, el polo negro que llevaba se le pegaba tan perfectamente en su cuerpo de gimnasio. Los dos absortos en sus pensamientos y en sus fantasías fueron sacados del trance al llegar la chica con la jirafa lista para consumir.

-Gracias – agradeció Jairo con una amplia sonrisa y un toque coqueto, Víctor lo noto y recordó que no podía pensar más allá de una simple amistad, seguro el tipo era bien “macho” como se solían llamar. – cuéntame más de ti Víctor, ¿de dónde eres? – su pregunta llego acompañada de un vaso lleno de fría cerveza.

-Yo soy de aquí… toda la vida he vivido aquí prácticamente…  ¿y vos? – devolvió la pregunta de manera automática mientras tocaba un trago de la helada bebida.

-¿Conoces Armenia? – la pregunta se dirigió para familiarizarlo un poco con su pueblo natal.

  • Claro… ¿sos de allá? – el chico conocía mucho Armenia, en resumidas cuentas la hacienda de su padre quedaba a unos minutos de la ciudad.

-No, ya quisiera – Jairo terminaba de servir su vaso de la fría bebida –yo soy de un pueblo que queda a unos 15 minutos de allí… ammm el pueblo de Tapao – concluyo mientras tomaba un sorbo de la bebida.

-¿Me estas jodiendo? – la mirada atónita de Víctor lo tomo por sorpresa, tanto así que no pudo reprimir una pequeña risa.

-¿Lo conoces? – pregunto mientras apoyaba los codos en la mesa para mirarlo más fijamente a los ojos.

-¡Claro que lo conozco! – Las palabras salieron con más alegría de lo normal – ¿conoces a Doña Rosa? – el anhelo del chico por saber de aquella señora ya que tras la discusión con su padre hace algunos días no tuvo oportunidad de preguntar.

-¡Claro que la conozco! Es amiga de mi mamá – Víctor tomo un sorbo de la cerveza para pasar un poco la sorpresa.

-¿Cómo ha estado ella? ¿Qué hay de sus hijos? ¿Sigue dando consejos a todos? – Jairo lo miraba divertido, parecía un niño pequeño con ganas de saber algo, los ojos le brillaban, realmente le causaba ternura – Per… Perdón… Es que hace meses no sé nada de ella… y me deje llevar por la sorpresa – se cayó en el momento que noto la mirada fija de Jairo mientras se le encendían las mejillas de la vergüenza.

  • Tranquilo – antes de pronunciar palabra soltó una sonrisa – pues no te mentiré hace semanas no pregunto por ella – la mirada curiosa de Víctor flaqueó un segundo – pero seguro está bien si le hubiera pasado algo ya me daría cuenta.

-Bueno algo es algo ¿no? – inquirió el chico para luego servirse un poco más de cerveza.

  • Hagamos algo… mañana que hable con mi madre le preguntare y te daré noticias ¿Entendido? – su rostro volvió a iluminarse con una gran sonrisa.

-¿En serio? Me has hecho un grande favor – en un impulso tomo su mano, Jairo al notarlo se sintió algo extraño pero nada incomodo, era agradable, sin embargo Víctor al notar lo que estaba haciendo apresuro a quitarla. – Perdón de nuevo… soy un poco confianzudo a veces – de nuevo un pequeño tinte de rubor tiño sus mejillas.

  • Y mmm… - Jairo pensó en decirle que no se cortara al tocarlo pero se arrepintió inmediatamente, las inseguridades siguieron haciendo efecto. - ¿De dónde conoces a Rosa?

-Pues ella es una de las que cuida la hacienda de un familiar lejano – mintió un poco, no quería poner al descubierto su estatus.

-¿Entonces eres familia del dueño de la hacienda San Carlo? – le sorprendió que estuviera sentado con alguien que podría ser de las familias más poderosas de la región.

-Si  pero… - medito que diría, mejor encubriría cualquier indicio de ser alguien acomodado económicamente – es un familiar muy lejano entonces vamos a la hacienda cuando nos invita.

-Ya entiendo… - Jairo se quedó un momento pensativo – ¿pedimos algo de comer? – lo miro de nuevo con esos ojos penetrantes.

  • ¡Me parece genial! – Víctor le hizo una seña a la chica.

-¿Qué te parece una hamburguesa? – Jairo le comento mientras cerraba la carta de los pedidos.

  • No me agrada la idea – una sonrisa con algo de desagrado puso pensativo a su acompañante – no me gustan las hamburguesas.

-Esto es un sacrilegio – los ojos parecían que se saldrían de orbita – ¡si las hamburguesas son deliciosas!

-Discúlpame pero no son de mi agrado – volvió su mirada a la carta para escoger su pedido.

La chica se acercó a tomar el pedido, luego de un par de palabras se alejó con la orden. La conversación fue avanzando como el fortalecimiento de los lazos que empezaron a unir las vidas inciertas de los dos chicos, la noche paso lentamente para su inmenso agrado mediante cervezas, comida, chistes, risas, preguntas y miradas furtivas, pero realmente el tiempo pasaba rápido eso se notaba en el local al comenzar a quedar solo y cada vez menos frecuentado en aquella noche de mayo.

Mirar como empezaban a acomodar las sillas del lugar en sus respectivas mesas, para luego apagar las luces del fondo y dar por terminada la música de la velada. Si miraron y sonrieron al notar lo tarde que era, se levantaron para salir del lugar.

-No creí que fuera tan tarde – comento Víctor mientras se subía el cierre de la chaqueta ante el inminente frio.

  • Créeme que tampoco me lo creo – le respondió Jairo mientras caminaban hacia la dirección donde se parqueaban los taxis – es que ya es la una de la mañana y todo fue tan… tan agradable.

  • Si… - le salió el monosílabo de los labios mientras sus dedos se mantenían inquietos en los bolsillos de su pantalón. – hace mucho tiempo no pasaba una noche así… pues con un amigo digo.

-Pues claro –Jairo rio con nerviosismo – oye es raro que no tengas novia – no aguanto más, horas antes tocaron un poco el tema y le inquieto saber sobre su vida amorosa.

-Es algo complicado… Pues no me van mucho las chicas… - la confesión tomo a Jairo por sorpresa esperaba cualquier otra respuesta. Víctor lo miraba esperando alguna señal de su parte, el silencio se apodero del entorno y esto impaciento al chico tomando el silencio como una señal negativa- Si te molesta mis gustos… tranquilo que no hay problema… y pues gracias por todo… fue… fue un placer conocerte – la voz del chico comenzó a tener un pequeño ataque de tartamudez.

Se arrepintió de haber dicho algo así, todo fue tan bueno hasta que abrió su boca para decirlo, miro a Jairo por última vez y se dio media vuelta mientras le hacía señales a un taxi, este de inmediato se aparcó frente a ellos, el chico tomo la manecilla y abrió la puerta decidido a desaparecer de ahí. Un empujón cerró la puerta, Víctor miro a Jairo atónito sin saber que pasaba, este último le hizo una señal al taxista que ya no necesitaba el servicio dándole lugar a un trio de chicas que se acercaban. Lo tomo suavemente del brazo y lo atrajo al lugar donde estaban de nuevo mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

-¿Piensas que te voy a pegar porque te gustan los chicos? – la pregunta tranquilizo un poco al chico. – Víctor no soy de esas personas… aunque si me desconcertaste un poco pero de ahí nada más – su mano seguía agarrando su brazo y los cuerpos estaban más cerca. – te seré sincero… creo que la única razón por la que te invite es porque me interesas y no dejare que esta noche se arruine.

-Espera un momento – la última frase quedo resonando en la mente del universitario - ¿Estás diciendo que te intereso?

-Si… pues no es muy usual en mí pero desde hace días le doy vueltas y no puedo seguir ocultándolo… - aproximo más su cuerpo al punto de sentir su aliento caliente entre el frio de la madrugada. – ¡Dios! Esto jamás se lo he dicho a un hombre. – se llevó una mano al rostro y dio un soplo.

-Es raro igual para mí… - sonrió un poco mientras miraba al suelo sin poder mirar a Jairo a los ojos. – Pero me gusta y no lo negare.

-Es raro – inquirió el policía con desgano.

-Es raramente perfecto… solo déjate llevar – puntualizo Víctor.

Alzo la mirada y acerco lentamente sus labios a los de Jairo depositando un pequeño beso, solo fue un roce que instantáneamente hizo que ambos cerraran los ojos y se dejaran llevar un poco, la mano de Jairo ya no agarraba la mano del chico y se había deslizado hasta su cintura, los músculos de los labios cambiaron lentamente de posición mientras la lengua pretendía entrar en acción.

-Mira las mariconcitas  tan bellas ¿Quién muerde la almohada? – se escuchó como un hombre ya mayor gritaba desde la lejanía.

-¿Algún problema o qué? – Jairo no tardó en responder luego de cortar el beso. La imponencia de su cuerpo y su voz ronca hicieron que el señor se alejara mientras decía algunas groserías con su aliento de cigarrillo.

-No le hagas caso – le dijo Víctor mientras le sonreía.

-Está bien… pero yo no me dejo de nadie – le respondió con una sonrisa coqueta.

-Diablos debo irme – el celular de Víctor comenzaba a sonar de una llamada entrante de su madre.

-Claro… ya es muy tarde… - quería seguir con él ahí pero no podía.

-Mira Jairo quiero que vayamos lento… esto es nuevo para mí ¿Estás de acuerdo? – pregunto mientras le hacía seña a uno de los taxis.

-Claro… yo pienso igual… - el taxi se estaciono al frente mientras otro le seguía atrás.

-Bueno no siendo más gracias por todo y la pase realmente muy bien – le dedico una amplia sonrisa, Jairo observo como abría la puerta mientras él permanecía a sus espaldas. – Oye Jairo – lo llamo y antes de que reaccionara le planto un beso – hablamos luego – y antes de que desapareciera por la puerta le guiño un ojo.

-Chao Víctor – le respondió con una gran sonrisa.

El taxi se perdió entre las luces de los faroles que iluminaban la carretera, Jairo se subió a otro de los taxis y dio su partida. Ambos recordaron todo lo ocurrido en aquella noche donde los miedos y las inseguridades por fin dejaron de existir. Sus imaginaciones flotaban como la neblina de la fría madrugada, el anhelo de ambos no podría hacerse más evidente, mientras ambos permanecían anestesiados ante el destino que la vida les tenía preparado.


No siendo más espero sus opniones ya sean positivas o negativas y aprovecho para agradecer a los que me escribieron al correo fueron parte del impulso para terminar este relato. Nos vemos en el proximo capitulo.

Ricardo Morales Rojas (Riick)  ;)