Háblame de mamá (Eugenio)

Eugenio conoce los secretos del placer sin salir de su propia casa.

HÁBLAME DE MAMÁ (Eugenio)

En este relato Eugenio es el hijo y Gloria es la madre. El problema de Eugenio es que a sus 18 años ya había tenido varias novias y todas le habían abandonado. Esto le causaba hondas depresiones y su madre era consciente de ello. Ella quería ayudarle, pero no sabía cómo. Lo primero es que Eugenio no llegó a confesar a su madre cuál era la raíz de su problema, y aunque ella intentaba averiguarlo él nunca lo decía. Por un tiempo Eugenio estuvo sin chica, pero como realmente era guapo, atractivo y simpático no tardó en conocer a una tal Virginia y pronto ambos se enamoraron. Con el paso de las semanas Eugenio empezó a preocuparse, al igual que su madre, sabedores por experiencia que podían plantearse similares problemas a los ocurridos en sus anteriores relaciones. Por eso Gloria no dejaba de preguntar a su hijo cómo le iba con esta nueva chica. Él contestaba que bien, pero era notorio que de nuevo algo empezaba a fallar en su relación. Finalmente Gloria decidió afrontar la situación quisiera o no quisiera su hijo Eugenio; lo cogió una tarde, se sentó junto a él y le prohibió salir a la calle hasta que no contase cuál era su problema con las chicas. Eugenio estuvo reticente a contarlo, pero la seriedad de su madre al abordar el tema le hizo tomar valor y decírselo.

  • Mamá –dijo Eugenio-, llega un momento en la relación con las chicas en el que me piden que les haga el amor.

  • ¿Y qué sucede? – dijo ella- ¿es que no te gusta hacerlo?

  • No, no es eso mamá, lo único que sucede es que no sé hacerlo. Me pongo nervioso, ellas se impacientan y al final nada sale bien; por eso me han abandonado esas dos o tres chicas. Y no me gustaría que eso sucediera con Virginia, porque realmente la quiero.

  • Vaya hijo –continuó Gloria-, no te preocupes, quizás esas chicas no han sabido tampoco como hacerlo, como tratarte.

  • ¿A qué te refieres?

  • Bueno, una mujer también ha de saber estimular a un hombre para iniciarlo en el amor, sobre todo a un chico de tu edad. Pero una vez aprendas ya no necesitarás enamorarte para hacerlo siempre que te apetezca.

  • No te comprendo mamá.

  • Lo que quiero decir es que tú sabes amar como cualquier persona, lo que necesitas es aprender a follar, digámoslo así de claro.

Eugenio se ruborizó al oír hablar de aquel modo a su madre, entonces le dijo:

  • Lo siento mamá, esto es algo que debería haber tratado con papá.

  • Puede ser hijo, pero él quizá te hubiera recomendado que recurrieras a los servicios de una prostituta y a lo mejor eso hubiera resultado peor aún, porque cobran caro y enseñan poco a los inexpertos.

  • Entonces ¿qué puedo hacer? Virginia espera que estos días la desvirgue.

  • Uff, no sabemos cómo puede resultar eso. Puede que ella sea paciente y comprensiva o puede que al ser inexperta al igual que tú todo resulte fatídico y la pierdas para siempre.

  • Estoy perdido, otra vez me volverá a pasar.

  • No hijo, lo solucionaremos.

  • ¿Cómo?

  • Haciendo ambos, tú y yo, un gran esfuerzo mental.

  • ¿Para qué?

  • Para olvidar que somos madre e hijo.

  • ¿De qué hablas mamá?

  • Empieza por no llamarme mamá.

Eugenio calló. Su madre, aprovechando que los dos estaban solos en casa, le tomó de la mano y lo condujo hasta su dormitorio. El hijo tomo conciencia de la situación y experimentó un gran nerviosismo; la madre lo notó, pero se giró hacia él y le besó en los labios con furia, diciéndole que se tranquilizará. Eugenio trató de calmarse, pero por su mente corrían montones de preguntas acerca de la actitud de su madre, pues la encontró muy excitada. ¿Porqué hacía una madre eso? Cualquier otra se hubiera negado, ¿no sería otra la causa? Podía ser que su madre estuviera sedienta de sexo, ¿porqué sabía ella tanto del tema?

Estaba claro. Gloria aprovechó la situación para mantener relaciones sexuales con su hijo, pues hacía mucho que ella no gozaba de contactos con su marido, probablemente por algún problema de disfunción eréctil y progresiva perdida de la pasión en el matrimonio. Para madre e hijo supuso un gran esfuerzo superar la traba que había en tener relación de parentesco. Incluso Gloria hubo de dominar más de uno de sus impulsos cuando paso a paso fue mostrando lo que tenía que hacer Eugenio. La situación era tan sumamente erótica para ambos que él no reparó en que el cuerpo de su madre ya no fuera tan escultural, ni ella vio en su hijo a un adolescente inservible. Eugenio tomó conciencia plenamente de lo gozoso que era aquello una vez estaban practicando el coito que los llevaría definitivamente al extasis. En ese momento olvidó que la mujer a la que estaba poseyendo era su madre y se esforzó por prolongar la follada cuanto más mejor:

-¡Toma, puta, toma!- exclamó él en un momento determinado.

Ella no se sintió molesta por aquel insulto. Para su hijo haber llamado puta a su madre era simplemente un ejercicio de desconexión mental y evasión de la realidad. La finalidad era disfrutar ambos de aquello y así lo hicieron. Eugenio porque era algo nuevo para él y su madre porque pocas ocasiones iba a tener en delante de gozar sexualmente. Incluso pensaron que aquella vez sería la única entre los dos y no desaprovecharon el encuentro; hicieron de todo sobre la cama, hasta sexo oral, algo que ella jamás había hecho. Le chupó la polla a su hijo con verdadera ansia, hasta hacerle eyacular. Luego durmieron un rato.

Días después Eugenio y Virginia tuvieron su primera relación sexual. Él se sintió decepcionado, ¿por qué?, pues porque en comparación con lo que había experimentado con su madre, ésta otra relación lo dejó insatisfecho. Aún así Eugenio y Virginia continuaron siendo novios hasta que ocurrió algo que ocasionó la ruptura: Un día Gloria invitó a la novia de su hijo a tomar café. Estaban los tres solos y en determinado momento Eugenio y su madre fueron juntos a la cocina a preparar la bandeja de tazas; Virginia se quedó sola por unos momentos en el salón, pero viendo que pasaba mucho rato acudió a la cocina y lo que vio la dejó perpleja: Eugenio tenía cogida por la espalda a su madre y le había levantado la falda y bajado las bragas hasta el suelo. Se la estaba follando por atrás. Madre e hijo no advirtieron la presencia de la chica, quien totalmente escandalizada huyó de la casa. Eugenio y Virginia no se volvieron a ver, pero él se satisfizo plenamente con su madre durante el transcurso de algunos años.