Háblame de mamá (1)

Soy psicóloga. A mi consulta vienen muchos chicos enamorados de mamá.

HÁBLAME DE MAMÁ ( I )

Mi profesión es la de psicóloga infantil y juvenil. No creerán la cantidad de pacientes que tengo cuyas fantasías sexuales están centradas en torno a sus progenitores. Sobre todo jóvenes del sexo masculino que sienten profunda atracción por sus madres. Los chicos acuden a mi consulta y me cuentan sus problemas, sus frustraciones, sus deseos, sus fantasías y algunos incluso sus experiencias.

Soy una profesional, pero he de admitir que escuchar cierto tipo de historias me excita sobremanera y por eso he decidido relatar algunas de las historias reales que mis pacientes me han narrado. No es violar el secreto profesional, porque en todo caso siempre pondré nombres ficticios y no revelaré la identidad de nadie, pues soy sensata y eso quiero preservarlo. Sólo expondré algunos casos, pero nunca las conclusiones a las que he llegado: eso lo dejo en manos del lector. Por supuesto, a mi consulta llegan jóvenes que me hablan de su sexualidad, sean de la tendencia que sean: homosexualidad, lesbianismo, zoofilia, etc, etc. Aquí hablaré de incesto, y más en concreto de la relación hijo varón – madre. ¿Se trata del complejo de Edipo? Creo que no siempre; ya digo, no estoy aquí para extraer conclusiones, sólo para transcribir testimonios.

Me llamó la atención por ejemplo el caso de Álvaro (todos los nombres son ficticios). Álvaro tenía menos de 15 años cuando vino a la consulta. Comenzó a masturbarse a edad muy temprana, cuando aún no eyaculaba semen. Le atraían algunas chicas compañeras de clase y también su profesora. Se hacía pajas pensando en todas ellas, pero su orientación dio un giro brusco cierto día que al regresar inusualmente más temprano del colegio entró en casa y sus padres no advirtieron su presencia. Álvaro sorprendió a mamá haciéndole una mamada a papá. Silencioso observó la escena hasta que el padre se corrió en la boca de la madre.

Después de lo ocurrido Álvaro no pudo sacarse fácilmente de la cabeza a su madre y tenía frecuentemente sueños eróticos con ella en los que la forzaba a mantener relaciones sexuales con él, mientras el padre atado a una silla estaba obligado a presenciarlo todo.

En el sueño-fantasía de Álvaro la madre acababa gozando como una perra en el acto sexual (según palabras de él mismo). Actualmente Álvaro tiene pareja estable y pronto se casará, pero creo que continúa sintiendo una gran atracción sexual y un fuerte deseo hacia su madre.

Curioso es también el caso de Gerardo. Aquí se da la circunstancia de que es la propia madre la responsable directa de originar el deseo sexual que su hijo siente por ella. Sin embargo, Olga (que así la llamaremos) es incapaz de satisfacer a su hijo carnalmente pues ella considera en el fondo que la relación incestuosa es inmoral. Gerardo sufrió mucho por la actitud de su madre y me relató en la consulta cómo había empezado todo: "Un día – me cuenta Gerardo- vino a jugar conmigo a casa un amiguito de clase llamado Luis.

Quería enseñarle mi colección de robots articulados que me había regalado papá. Luis era un chico de cabello rubio, ojos azules y rostro angelical; mamá siempre decía de él que era muy guapetón y simpático, por eso, cuando venía a casa ella le atendía muy bien, le preparaba la merienda igual que a mi y le trataba muy mimosamente. Aquel día por la tarde papá no estaba en casa. Mamá se sentó en el suelo junto a nosotros para compartir nuestros juegos. Ella tenía puesta una bata de estar en casa y al sentarse en el suelo buena parte de sus piernas quedaron al descubierto. Desde el primer momento noté que mi amiguito Luis estaba más centrado en las piernas de mamá que en mis juguetes; mamá era consciente de ello y abrió de forma consciente cada vez más sus piernas hasta dejar ver sus bragas. Luisito estaba fascinado con aquello, y yo también, porqué no decirlo. A través de la blanca tela de las bragas se notaba la espesa mata negra del vello púbico de mamá.

Ella lo mostraba sin vergüenza alguna. Los juguetes ya no nos interesaban, sólo estábamos centrados en mamá.

La muy puta (así llama Gerardo a su propia madre) abrió el escote y nos dejó ver el sujetador, entretanto dirigió su mano hacia la bragueta de mi amiguito y exclamó ¡Vaya, tienes el pitito rígido Luis! Yo quise –sigue comentando Gerardo en la consulta- que mamá también me acariciase a mi, pero esto no ocurrió.

Fue entonces cuando empecé a intuir que para mi no habría ningún tipo de concesión. Mamá dejó a Luis que la acariciase, las tetas, el coño, etc, a mi no me lo permitió, incluso cogió la pequeña polla de mi amigo y le masturbó; conmigo no lo hizo. Solamente después, mamá se tumbó en mi cama y se masturbó ella misma hasta que se corrió.

Este fue el relato de Gerardo. Su madre se negó a concederle sexo, en lo que a contacto carnal directo se refiere, pero le martirizó haciéndole ver como se lo montaba con otros.

Estas experiencias le marcaron, tanto que cuando Gerardo se casó con María continuó pensando en la figura de la madre. Casualmente, su suegra, o sea la madre de María, le recordaba a Gerardo su propia madre, así que Gerardo se obsesionó con su suegra hasta el punto en que en una ocasión en que se encontraba a solas con ella la forzó a que le realizase una felación.

No sé si se trató de un caso de sexo no consentido o violación, el caso es que la suegra no se lo dijo a su hija ni lo denunció a la policía. El matrimonio de Gerardo no se rompió.

Estas son algunas de las experiencias de mis pacientes.