Habitación de motel
Aquella tarde contigo, Sara, en la habitación de un motel.
Habitación de motel
Late bajo las sábanas un reguero de almas en celo,
de cuerpos comprometidos derramándose por aquella habitación
condenada al vértigo incesante de sus besos,
y a la esquizofrenia de su lengua como una batidora
en mi boca adolescente.
Habitación de alquiler, espacio nómada
que me invita a recordar el frufrú de los pantis
al abrazar su cuerpo de nylon, su brillantez tránsfuga, goteante,
el oleaje de mis manos en sus pechos
y el azote de su cuerpo, el cuerpo de Sara al borde
del orgasmo.
Recordar esa mirada antojadiza de niña mal criada
que solo desda complacerme en aquella cama
donde veo incendiarse el sexo de su cuerpo
por la gloria de unos muslos
que no cesan de latir, de abrazar
mi juventud.
Habitación de motel, cama deshecha,
donde el tiempo empeña su ceniza
y el deseo filtra su apasionada zozobra
de almas en celo, bocas de enredadera y lenguas-esponjas.