Habitación 401

Camila y Sofía se encuentran casualmente en un café, la atracción es instantánea.

401

Sofía echa dos de azúcar en el café y revuelve lentamente. Afuera, una lluvia tenue y los faroles de los autos que ya van a casa. El día fue duro en la oficina, era cierre y tuvo que facturar mil veces. Cansada, sorbe un poco de su capuccino y se concentra en el paisaje borroso que da la lluvia.

Entra el frío de afuera cuando la puerta de vidrio se abre. Llega Camila, seguida por el olor a agua helada. Las miradas se encuentran, como si se conocieran desde siempre. La recién llegada la mira completa y Sofía lo siente, siente los ojos que suben por sus piernas largas y blancas hasta llegar a la falda. La ve apartar el cabello negro y mojado que le cae en la cara, con expresión segura hasta llegar a sus ojos. Sofía contiene la respiración sin darse cuenta y de inmediato vuelve a mezclar el café, como si esa mujer la descubriera en algo pero ¿descubrirla en qué?

Camila anda al mostrador sin más reparo y seguida por los ojos de Sofía, que la mira mientras está desprevenida. Es morena, estatura media, delgada, de jeans ceñidos, camisilla y chaqueta. Pide un expreso, lo más puro posible y sin azúcar. Ahora camina lentamente a una mesa cercana, deja su morral en la silla y se quita la chaqueta dejando ver su camisilla negra, tipo esqueleto. Se sienta y mira afuera, el café de Sofía se enfría y sigue entero.

Los brazos morenos, los hombros fuertes, el cabello mojado, la mirada perdida. Camila la embosca con los ojos por sorpresa, la mira tan fijo que la mueve por dentro, es una ola tibia que baja por sus pechos, hasta llegar entre sus piernas. Y ahora tiene que doblarlas, mueve su pie derecho, con tacón negro, ansiosa.

Camila agarra la pequeña taza de café y bebe de un tirón, como un shot de tequila. Se levanta, sin dejar de mirar a Sofía y camina decidida hacia el loft donde está ubicada. Se sienta frente a ella. Camila se inclina apoyando los brazos en sus rodillas, con mirada directa y sugerente.

CAMILA

¿Tardas mucho con el café?

Sofía demora en responder. Toma más, Camila sigue cada movimiento.

SOFÍA

¿Nos conocemos de antes?

CAMILA

Sí, hace cinco minutos.

Sofía sonríe tras la taza de café, bebe un poco más. Camila le responde sonriendo. Una rápida confianza.

CAMILA

Podríamos hablar, pero ya sabemos lo necesario.

Sofía vuelve a doblar las piernas, sabe el efecto que causa.

SOFÍA

¿Qué propones entonces?

CAMILA

Irnos de aquí.

Camila se recuesta en el sofá, sin desviar la mirada. Sofía revuelve el café lentamente, lo deja. Finalmente se levanta, toma su abrigo y bolso, se detiene un segundo para mirar a Camila, que sigue en el sofá con sus ojos sobre ella. Sofía sonríe sugerente y se va caminando lento, dejando que Camila admire sus piernas a cada paso antes de seguirla.


El sonido de los tacones de Sofía cuando sube los escalones de madera y su eco se mezcla con el de la lluvia, que golpea la ventana al fondo del pasillo. El hotel está vacío. Las dos mujeres caminan hasta detenerse en una puerta: “401” dicen los números color bronce. Entran.

Habitación con cama doble de un hotel 4 estrellas. Sofía se adelanta y deja sus cosas en un sofá cercano, Camila deja su morral en el piso. La habitación está a oscuras, Sofía se acerca a la mesa de noche para encender la lámpara y el recinto se llena con una luz tenue. Al volverse se encuentra con Camila, que la mira a lo ojos, atravesándola. La ve acercarse mientras se quita la chaqueta, ambas están mojadas por la lluvia. Sofía respira más rápido, Camila lo nota por el movimiento de sus pechos, en el brasier de encaje blanco visible por la blusa mojada.

Sofía está quieta y Camila se queda de pié frente a ella. Sus manos bajan y tocan los muslos blancos, suben y tocan las nalgas firmes, las aprieta un poco. Sube a la cintura. Camila sigue su mano con la mirada mientras Sofía la observa, sintiéndose cada vez más tibia, viendo cómo saca su camisera blanca de debajo de la falda, desabrocha cada botón y mete sus manos entre la tela para sentir su piel erizada, que reacciona con el frio de las yemas.

Sofía se deja quitar la blusa y desabrocha el brasier dejando al descubierto los senos, los pezones erectos que se ponen más duros entre los dedos de Camila. La ve rodearla y ubicarse tras de ella. Siente cómo Camila acaricia sus pechos, los labios en su nuca y la punta de la lengua que baja por su espalda.

Las manos de Camila acarician el abdomen de Sofia, que ahora toca sus  pezones, cierra los ojos y en el negro sin fin siente las manos de esa extraña en sus piernas, subiendo lento, su lengua en esa zona tan sensible entre los muslos, un leve mordisco en las nalgas. Siente como baja el cierre de la falda y el frío en sus muslos cuando Camila la hala poco a poco, siente su hilo dental cada vez más mojado.

Camila lame las nalgas de Sofía, que emite un sutil gemido. Sus manos reposan en las caderas firmes, Sofía las toma y las dirige a las ligas del hilo. Camila entiende, usa sus dedos para bajarlo, Sofía termina de hacerlo sin quitarse los tacones.

Camila se levanta, siente el perfume de Sofía. La rodea y la mira a los ojos. La habitación se ilumina momentáneamente con un rayo de afuera que deja ver la figura de Sofía: esbelta y desnuda con tacones negros. Los brazos de Camila rodean firmemente la cintura de la extraña frente a ella y se besan, lento. Las dos lenguas se disfrutan. Sofía rodea el cuello de Camila con sus brazos, siente la textura de sus jeans acariciándolos con su muslo: Camila lo sostiene y levanta un poco más para que Sofía la rodee con su pierna, ella le ofrece su cuello y lo besa, pasa su lengua sutilmente hasta encontrar la oreja.

La boca de Camila busca los senos de Sofía, pasa la punta de la lengua en sus pezones. Suave, rápido. Sofía la aprieta hacia ella. Camila baja su mano, usa sus dedos y siente la vagina, tan mojada, pero no la penetra, solo hace círculos mientras la siente cada vez más agitada.

Camila la empuja suavemente a la cama. Sofía se sienta con actitud incitante, esperándola. Cae la camisilla al suelo, el sostén, los jeans. Camila se acerca poco a poco, todavía con su bóxer: Sofía abre las piernas y Camila se arrodilla, acaricia sus muslos hasta llegar a las caderas, endurece la lengua y la penetra con ella, solo un poco, más profundo, mientras Sofía acaricia su cabeza, revolviendo su cabello negro, empuñándolo por el placer, con sus gemidos quebrando el silencio de la habitación.

La lengua busca el clítoris, Camila succiona y las piernas de Sofía se estremecen. Sofía siente la contracción en su abdomen, el calor y la respiración de una desconocida entre sus piernas. Placer por placer, la lengua excitando, chupando, lamiendo.

Sofía estira el torso, todo su cuerpo reacciona. Sus pezones se endurecen, su pecho se enrojece cada vez más. Se deja caer en las sábanas, el techo es una pantalla titilante que refleja los rayos de afuera. Sus gemidos se confunden con los truenos.

SOFÍA

Penétrame

Camila levanta la cabeza y dos miradas extasiadas de encuentran. Sofía se arrastra sobre la cama, hacia atrás, sin quitar la mirada. Camila se pone de pié, deja el bóxer y sube, se acerca a Sofía y se refugia entre sus piernas, que la atenazan.

Las bocas se buscan, se besan y Camila recorre el cuerpo tibio bajo el suyo, besa su cuello, baja terriblemente lento para lamer los pezones, los masajea, los muerde. Sofía baja la mirada, ve a Camila entre sus senos, la ve bajar al abdomen, pasar la lengua por sus costados. Sofía siente a Camila jugando con su ombligo, siente de nuevo la delicia de la lengua en su clítoris y un dedo que empieza a entrar lentamente en ella.

SOFÍA

Ahh…

Camila la penetra, despacio y tortuosamente mientras lame su clítoris. El dedo, húmedo, entra y sale, entra y sale. Suave, lento, sin prisa y con ansia. Sofía baja las manos, encuentra el cabello de Camila y hala suavemente.

SOFÏA

Ven

La ventana de la habitación sigue recibiendo los embates de la lluvia. En la cama el contraluz de dos cuerpos: el de Camila se posa sobre el de Sofía, y ella la entrelaza, posando los tacones en su espalda. Dos desconocidas se miran, y se mueven, de arriba abajo, suave, delirante. Camila la penetra, profundo mientras las manos de Sofía toman su espalda, siente sus uñas y acelera el ritmo. Más. Las uñas en la espalda y los alientos se confunden.

Camila usa su cadera y empuja su mano. Usa dos dedos, la excita el aliento de esa mujer, su olor a cielo, el dolor de sus uñas arañando su espalda. La transpiración de ambas. Sofía lame su oreja y Camila necesita penetrarla más, no hay control, no hay tiempo, solo su cuerpo.

Sofía ve que Camila se levanta, se arrodilla, usa una mano para abrirla más y la derecha para penetrarla rápido, profundo. Está demasiado mojada, excitada, aprieta la sábana hasta sentir que la mano de Camila la toma para la llevarla hacia ella.

CAMILA

Ven acá…

Sofía se sienta sobre las piernas de esa mujer, mueve sus caderas de arriba abajo y Camila se recuesta para ver sus dedos entrar y salir de ella.

Camila retira los dedos, toma las caderas de Sofía y la guía suavemente. Ahora siente el clítoris tibio sobre el suyo. Fricción. Sofía la monta a su antojo y capricho. Abre más sus piernas, se mueve mientras las manos de Camila acarician su abdomen, sus senos, bajan a sus muslos. Ella ve a Sofía moverse, la forma como cae el cabello en su rostro, como muerde sus labios y se toca los pechos. Sexy.

Ambas gimen, transpiran. Sofía se inclina buscando el rostro de Camila, ella aparta el cabello suavemente, se besan. Ahora agarra las caderas de Sofía y las mueve, círculos, subiendo y bajando, más rápido, más fuerte.

Sofía va a venirse, la contracción en su abdomen se acrecienta. Gimen, tanto placer es insoportable. Un poco más, los clítoris rozan, ambas se mojan. Fricción. Un poco más. Inflexión.

SOFÍA

Ahh…!

El orgasmo, la explosión, la calma. Sofía siente cómo su entrepierna palpita, cómo se estremece su torso. Ella se deja caer en el cuerpo de aquella extraña, que sonríe de placer. Recuesta la espalda en la cama nuevamente.

Se miran. A pesar de estar saciadas, lo hacen con deseo. Camila, habituada al insomnio, ve cómo Sofía cae dormida sin darse cuenta.


Ella abre los ojos. Está borroso. De lejos sigue la lluvia. Lejos la figura de Camila fumando un cigarrillo cerca a la ventana.  Morfeo otra vez.


La madrugada está helada. Afuera empieza a amanecer. Sofía despierta sola en la cama. No hay rastro de ella, solo una tarjeta en la almohada con un número celular escrito a mano.