Haberlas, las hay (Parte 7).

Séptima y última parte de esta historia que ha sido más breve pero no, por ello, menos interesante que las que hasta ahora han podido leer mis lectores. Espero vuestros comentarios.

Andrea y sus amigas consiguieron convertir el grupo en “vip” cuándo integraron en él a modelos, a conocidas periodistas de la prensa del “hígado” y a las novias y amigas de tres ó cuatro deportistas de élite. Era una autentica delicia ver a aquellas exuberantes damas en bolas y disfrutando mientras las iban metiendo todo tipo de “juguetes”, sobre todo bolas chinas, consoladores de rosca y vibradores a pilas para, cuándo se encontraban de lo más entregadas, ir rematándolas y vaciándolas por delante y por detrás contando con la inestimable ayuda de unas colosales bragas-pene. Me encantaba usar las cámaras instaladas dentro del inodoro del cuarto de baño para verlas mear, defecar e incluso, tocarse y algunas con el propósito de alcanzar un nuevo orgasmo antes de vaciar su vejiga urinaria expulsando a chorros un montón de lluvia dorada.

Una noche me centré en observar a dos altas, delgadas y sugerentes jóvenes que, aunque se dejaban hacer, me pareció que tenían muy poco de lesbianas y mucho de heteros. Logré hablar con ellas mientras, desnudas y despatarradas, se recuperaban después de que Andrea y sus amigas se cansaran de darlas tralla y de torturarlas. Nuestro entendimiento fue perfecto y al final de la velada accedieron a “cascarme” la pirula para que, cada una de ellas, me sacara un polvo y ante su asombrada mirada, culminara meándome delante de ellas. Una de las jóvenes, de abundante cabello moreno, era española y se llamaba María de la Esperanza ( Espe ) y la otra, de cabello rubio que siempre llevaba recogido en un moño, se llamaba Kirsten y era de origen escandinavo. Las dos eran unas autenticas preciosidades y trabajaban como azafatas en la misma compañía aérea.

Aquella misma semana y tras haberme pajeado y chupado el pito en varias ocasiones, empecé a mantener relaciones sexuales completas con ellas. A pesar de que lo más normal era que, a cuenta de su trabajo, me las trajinara por separado, el poder llegar a hacer tríos con aquellas dos bellezas cuándo permanecían en tierra me motivaba tanto que, de acuerdo a sus deseos, me acostumbré a ingerir su lluvia dorada, que desde el primer día me resultó exquisita, cada vez que tenían ganas de vaciar su vejiga urinaria mientras ellas se acostumbraban a retener su pis para poder mearse en cuanto las “clavaba” la polla por vía vaginal. Además, las podía penetrar por detrás a mi antojo siempre que me apetecía y poseyéndolas hasta que no se podían aguantar más y defecaban. Me encantaba recrearme introduciéndolas analmente el rabo hasta el fondo mientras permanecían acostadas boca abajo y con las piernas muy abiertas, zumbármelas con unos cuantos movimientos circulares de “mete y saca” y sacársela de golpe para repetir la operación una y otra vez hasta que, al final, acababa explotando en el interior de su culo. A ellas las agradaba que las poseyera por el trasero puesto que, según me decían, a cuenta de las excepcionales dimensiones de mi salchicha y de la gran cantidad de leche que las echaba, había conseguido acabar con su estreñimiento y que su tránsito intestinal volviera a ser regular.

Decidí olvidarme de Andrea y de Sofía, a la que tuvieron que intervenir quirúrgicamente, para irme a vivir con Espe y con Kirsten en su acogedor y coqueto piso y desde entonces, cuándo no están trabajando, las suelo echar varios polvos en las dos ó tres sesiones sexuales que mantenemos a lo largo del día sintiendo cada vez que exploto un gusto previo indescriptible y dándolas una cantidad impresionante de leche que siempre expulso con suavidad y de una manera muy gratificante y placentera. He conseguido, incluso, que mis descargas se ajusten a sus necesidades de manera que ellas “rompen” mientras sienten que mi lefa se deposita en el interior de su chocho ó de su culo para repetir una y otra vez, lo que las permite disfrutar de un buen número de intensos orgasmos mientras las voy dando mi leche y mi lluvia dorada tras mis descargas pares. Además, las encanta mostrarse bien ofrecidas, colocadas a cuatro patas ó manteniendo sus piernas dobladas, para que pueda “clavarlas” la tranca, a mi antojo, por vía vaginal y/ó anal cuándo, hasta aquel inolvidable viaje de fin de estudios, no había tenido muchas oportunidades de poseer a ninguna fémina por detrás y se han acostumbrado a realizarme unos exhaustivos y largos hurgamientos anales con sus dedos y con sus vibradores para intentar incrementar mi placer y conseguir que mis descargas sean más abundantes, “electrizantes” e intensas. Últimamente, las gusta prodigarse en mantener mis huevos en su boca, al igual que hacía Andrea, para chupármelos y en penetrarme analmente con la ayuda de una braga-pene hasta que logran dejarme de lo más predispuesto para la defecación.

Junto a ellas he logrado obtener toda la satisfacción sexual que un hombre puede desear por lo que mi intención es continuar disfrutando sin límite de los favores sexuales y de los soberbios cuerpos de Espe y de Kirsten. El haberlo conseguido hace que el recuerdo de Bárbara y de Débora siga presente en mi mente puesto que considero que, gracias a ellas, he logrado convertirme en un autentico semental por lo que tengo que concluir mi historia reconociendo que, después de todo lo que llevo disfrutado del sexo desde que las conocí, sigo sin creer en las meigas aunque, reconozco, que haberlas, las hay.

F I N