Ha llegado la tía

Tía y sobrino se encuentran con pasión...

HA LLEGADO LA TÍA

Mi tía llego a casa en abril. Era un otoño parco, desganado, con pocos días de sol, pero ella lo ilumino todo en un momento.

Era alegre y muy pero muy bella. No tenía mucho que ver con mi padre, además estaba soltera. O al menos no se le conocían relaciones.

Siempre me había gustado esa mujer extraña. Se vestía siempre con colores llamativos y unas vinchas que dejaban ver la frente amplia y brillosa y unos ojos que siempre parecían encendidos.

Mientras que mi padre era un tipo serio y que jamás lo veías con una sonrisa, mi tía, su hermana era simpática y vivaz y de permanente estado de alegría. Es ti venía a pasar el verano a nuestra casa, porque provechaba para arreglar su casa. No quería, según ella andar cruzándose todo el día con los albañiles.

Así es que decidió venir a la casa de su hermano de buen grado.

__¡Octa tu padre es un buen hombre!__ me decía ella, que me llamaba Octa, en referencia a  Octavio.

Yo la observaba mientras ella arreglaba sus cosas en un pequeño armario que había en la habitación que ella ocuparía y que quedaba pegado al mío.

Mis otros hermanos casi nunca estaban en la casa, ya que uno vivía en pareja hacia un par de años y el otro por su trabajo estaba siempre fuera o fuera casi todo el día.

Mis padre andaban corriendo todo el día de aquí para allá, o sea el que mas estaba en la casa era yo que aún estaba estudiando en el último año de secundario.

__¡Y dime Octa como vas en la escuela!

__¡Bien tía, por ahora, espero no tener sorpresas pero faltan días para terminar!

__¡Y al fin las vacaciones!!__ dijo ella y se tiro de espaldas en la cama de la habitación riendo a carcajadas y levantando la falda del vestido, y a mi en ese instante se me paralizó el corazón al ver sus muslos blancos haciendo juego con una tanga pequeña también blanco como la nieve.

Se me deben haber subido los colores a mi cara de adolescente. Ella sin inmutarse me tomo de las manos y tirándome hizo que cayera a su lado en la cama como un juego de niños, aunque yo ya no era un niño. Se subió arriba mío y mi erección ya era bastante notable, así que no dijo nada pero estoy seguro que debe haberla sentido entre sus muslos, me cabalgó jugando unos momentos y luego se puso de pie nuevamente.

__¡Voy a ver si tu madre precisa ayuda con la comida!__ dijo arreglándose el cabello largo y se marcho. Me puse de pie como pude porque mi verga no se bajaba fácilmente.

Pasaron unos días en los que veía a mi tía y automáticamente me ponía duro. Me estaba enloqueciendo aquella mujer. Era cruzarla por cualquier rincón de la casa y su perfume me golpeaba las sienes y me ponía loco de calentura. Mis hormonas estaban muy revueltas y activas.

Encima mi tía Luisa andaba siempre de musculosas sueltas que marcaban sus pechos generosos, y unos pezones que parecían estar siempre duros y excitados, además los pantaloncitos cortos, casi metidos en la zanja de su culo perfecto y bonito, como no iba a excitarme ante aquellas imágenes.

Yo andaba detrás de ella, la espiaba a distancia, creo que ella lo tenía muy claro.

__¡Oye Octa, ayúdame a dar vuelta el colchón de mi cama quieres!

__¡Sí tía como no!__ y allí salía yo como perrito faldero.

Algunas tardes nos íbamos con ella al fondo de la casa, bajo el árbol grande que daba una sombra preciosa y allí nos quedábamos tirados, ella a esa hora generalmente andaba con un bikini y a mí las babas me chorreaban por la comisura de los labios.

Muy rara vez ella se quedaba al rayo del sol, tostando su hermosa piel, que tomaba un tono claroscuro que le quedaba muy bien.

__¡Oye Octa, me pones en la espalda un poco de protector, cariño!__ y giraba su cuerpo, quedando con la cola hacia arriba y mi pija instantáneamente saltaba hacia arriba, endureciéndose salvaje e incontenible. Temblando de deseo, pasaba la crema por su espalda con algunos lunares perfectos y pequeños, tuve ganas de morder esa piel, de olerla más de cerca, mi verga a punto de estallar.

__¡Ahhh que bien se siente Octa…tienes unas manos privilegiadas!

__¿En serio tía?

__¡Claro…las chics deben estar agradecidas con tus masajes, no es cierto!

__¡No sé…!__ alcance a balbucear

__¡No digas que no tienes novia o algo parecido!__ dijo ella girando su rostro bello y sonriente, mostrando sus dientes blancos y su bocaza roja, fruta deseable. Mis dedos aún estaban sobre la espalda de mi tía, de esa mujer que me calentaba tanto.

__¿Octa dime sin drama, te gustan los chicos?

__¡No ti, no!

__¡Mira que no me voy a asustar!

__¡Pero no tía…me gustan!__ y me calle rojo de la vergüenza

__¡Dime, dime!

__¡Me gustan las mujeres más grandes que yo!

__¡Ah bueno!¡Así como yo, digamos!

__¡Tu me vuelves loco tía!

__¡Octa escúchate!

__¡Es la verdad…si vieras la erección que tengo en este momento!

__¡No digas!__ dijo ella semi incorporándose

__¡Quieres ver..si no me crees!__ dije jugando mis cartas en forma desesperada.

__¡Tu dices…aquí!

__¿Y donde sino?¡No hay nadie en casa y nadie va a venir!

__¡Ah  pero estas hablando en serio!__ dijo ella siempre sonriendo

__¡Claro que sí tiita mira!__ y bajando mi bermuda salto el pedazo furioso y alzado, rocoso, ella lo miro abriendo un poco la boca

__¡Ese pedazo es muy…muy rico, muy lindo Octa!

__¡Esta así por ti Luisa!

__¡Soy tu tía!¿lo recuerdas?

__¡Eres la mujer que me tiene loco!

__¡Veremos entonces que podremos hacer con eso, cariño!__ dijo ella y se acercó a mi pedazo que latía enloquecido, lo alcanzó con sus dedos largos, una gotita asomaba por la punta de mi poronga vibrante. Ella lo apretó sustancialmente. Yo gemí de placer. Ella fue a mis bolas y las sopeso con tiempo, suspirando y haciendo que yo temblara de pies a cabeza.

__¡Cariño tu pija es hermosa, y esas bolas llenas de leche para tu tía!

__¡Siii es todo para ti!__ ella masajeó firmemente mis bolas y luego mi palo, yendo y viniendo, extasiada y gimiendo. Se notaba caliente y decidida darme placer y a obtenerlo. Acercó su cara y la olió descaradamente mi verga. Paso su lengua suave, una y otra vez, arrancando gemidos y gruñidos de parte de mi. Lamió mis bolas gordas, llenas, duras. Las chupó, metiendo una a la vez en su bocaza perfecta. Luego tragó mi sable. Lo metía hasta el fondo, casi tragándolo todo, no dejando nada afuera, se ahogaba, lagrimeaban sus ojos, pero volvía a tragar con una enorme devoción salvaje.

Ella en la reposera sentada y yo de pie, a la altura justa de su boca hermosa y mamona. Chupaba con devoción. Comiendo. Llenando su cavidad, salivando todas las partes de mi poronga rocosa. De las bolas llenas. Una maestría excelente, volcaba en esa mamada toda su experiencia de mujer madura.

__¡Ohh tía que putita eres, como chupas la pija…ahhh que regalo me das!!__ ella tragaba toda mi extensión, toda mi dureza y yo acariciaba sus cabellos largos, los tironeaba.

Después de un rato ella se detuvo, abierta de piernas corrió la tanga y me indico que me arrodillara, y le devolviera la chupada. Su vagina brillaba de humedad, se veía hermosa, sin un solo vello, totalmente limpia y depilada. Me lancé sobre su almeja como un loco enfermo. Metí mi lengua y sorbí los jugos que ella me regalaba.

Levanté sus nalgas y le di unas lamidas a su culito oscuro, me llene de sus jugos, porque ella chorreaba de lo lindo, acaricie y jugué con su botoncito, provocando orgasmos fuertes, ella se corría una y otra vez.

La penetré acostado sobre ella, entre en el templo fogoso de la perdición. Su vagina era cálida, apretada, sublime. Parecía que me tragaba, me succionaba, caníbal, apreté sus tetas, las chupe profundamente, mientras gemíamos como locos.

Cuando acabé alcance  sacar mi verga para rociar su vientre con mi leche abundante y pegajosa. Ella me besaba y me abrazaba y casi no me dejaba mover de su lado. Mi poronga desinflada rozaba sus muslos increíbles.

Luego ella se puso de pie, yo la observaba, estaba casi sobre mi, abrió sus piernas y un chorro enorme de pis empezó a rociar mi cuerpo, me sorprendió, pero me gustó, yo me pasaba las manos desparramando aquel líquido sobre mi cuerpo. Era cálido y cristalino, casi sin olor. Masajee mis huevos y mi pija y enseguida se alzo nuevamente.

__¡Cariño…vas a cogerme otra vez!

__¡Si pudiera lo haría a cada rato Tía Luisa!__ dije enloquecido de pasión y de ardor. Mi verga se bamboleaba dura y cada vez con mas vida.

La volví a penetrar, está vez como perrito. Ella tiraba su hermosa cola haci atrás y mi pija se hundía en su vagina. Yo pellizcaba sus pezones enormes y graníticos, amasaba esas tetas perfectas, mordía su cuello.

__¡Esta vez…no la saques amorcito, ahhh, lléname, ohhh si, así, coge a tu tía, coge a la puta, ahhhh, siii, dame tu lechita, me tienes tan caliente, ahhhhh!!!__ yo bombeaba apretando mis dientes, sudando, pero gozando a aquella hembra sublime. La bombeaba, y penetraba bien profundo, haciendo que mis bolas golpearan sus nalgas apetitosas.

La llene de leche espesa, una abundante cantidad, luego ella me rogo que la rociara con mi pis, cosas que hice y que seguimos haciendo cada vez que nos encontramos.-