Gyn ii

Había pasado más de un mes desde nuestro encuentro en los baños y por diversas circunstancias no habíamos vuelto a coincidir. Con la intención de retomar la situación tome la decisión de llevarle un “regalo”

GYN II

Había pasado más de un mes desde nuestro encuentro en los baños y por diversas circunstancias no habíamos vuelto a coincidir. Con la intención de retomar la situación tome la decisión de llevarle un “regalo” por si surgía de nuevo la ocasión, mi perversa idea se trataba de sustituir las bragas que le había tirado a la basura por unas nuevas de las que llevan una tira de bolas imitando  a perlas que discurren a lo largo del sexo de la usuaria con el fin de excitar la zona erógena. No pareciéndome suficiente el diseño de las mismas tome la decisión de modificarlo para lo cual me dirigí al taller de una modista especializada en el arreglo de prendas de vestir. La modista en cuestión se trataba de una mujer madura de unos 45 años que estaba físicamente muy bien, cuando le describí el proyecto de modificación de la prenda se quedo un poco desconcertada y me comento ciertos problemas que podría sufrir la usuaria de la prenda. Uno de los problemas seria que al acortar el número de bolas y disminuir la longitud lo más probable sería que esa tira de bolas se introdujera entre los labios del sexo y aumentara el contacto de las mismas lo cual implicaba que cualquier movimiento de la usuaria tendría consecuencias.

Ante estos comentarios los cuales eran apropiados le respondí que esa era la intención de la modificación, la cara de la modista se enrojeció y su respiración se acelero, debía de estar imaginando como seria el llevar puesta dicha prenda y que se sentiría.

Viendo su cara le propuse un trato, le regalaba las bragas si se las ponía en ese momento mientras seguía cosiendo otras prendas y me comentaba las sensaciones que tenia.

Sin casi pensarlo acepto el trato. Lo primero que hizo  fue levantarse y dirigirse a la entrada del taller para cerrar la puerta y colocar el cartel de cerrado. Volvió a la zona de trabajo y sin más se quito sus braguitas las cuales eran un tanga hilo negro con frontal transparente y se puso su nuevo conjunto. Me miro a los ojos y me dijo que sería mejor  quitarse la falda y de esta manera podría observar lo que ocurría sin nada que estorbase la visión.

Esta mujer quería guerra y no lo ocultaba.

Comenzó por descoser el hilo de las perlas de la cintura de la braga y mirándome fijamente  a los ojos y sosteniendo dos bolas  entre sus dedos me pregunto si estaba seguro de quitarlas a lo cual le respondí que si y que cuando ella las probase veríamos si había acertado o tendría que modificarlo. Volvió a colocarse en posición delante de la maquina con una sonrisa en su cara la cual indicaba placer de pensar en lo que estaba haciendo y que ella sería la primera en probarlo.

Su rostro denotaba una mezcla de miedo y placer, por otra parte su sexo brillaba, signo inequívoco de la excitación que sentía. Sus pezones se marcaban a pesar de llevar sujetador bajo su blusa y su mandilón de trabajo. O eran enormes o su excitación era máxima, pronto lo descubaría.

Me enseño la prenda terminada y se levanto.. Su tanga estaba empapado en sus fluidos. Riéndose me comento que era a causa de mi encargo y los detalles que le diera, la habían puesto muy caliente y seria mi obligación calmarla.

Esta situación se estaba saliendo de madre y no había sido planeada lo cual me obligaba a improvisar y podía haber consecuencias. La suerte estaba echada.

Termino de colocarse sus nuevas braguitas y comenzó a coser otras prendas que tenía preparadas, su rostro cambiaba cada vez que pisaba el pedal de la maquina y esta comenzaba a vibrar. Su respiración se estaba acelerando y los movimientos de su cuerpo eran espasmódicos, no tenía control sobre los mismos. Era tal su placer que a pesar de acabársele el hilo de la maquina y no coser nada seguía con el pedal pisado. Siguió de esta manera hasta que su placer llego a su culmen el cual desencadeno movimientos por parte de Lola que terminaron con ella en el suelo totalmente inerte rebozada en sus flujos con los ojos en blanco.

Transcurridos unos minutos fue capaz de incorporarse y mirarme. Sus primeras palabras fueron para expresar su estado, me dijo que lo que acababa de experimentar no creía que fuera posible ni en sus mejores sueños y que pensaba que este suceso seria el límite en lo que podría sentir físicamente,  el placer máximo, el éxtasis final.

Yo me reía pensando en lo que ella consideraba el no va mas y a mi simplemente me parecía una buena sensación física de placer por parte de una mujer.  Sin darme tiempo a reaccionar se arrodillo y se abalanzo a mi cremallera la cual bajo y saco mi polla erecta al exterior y se la introdujo en su boca hasta que sus labios tocaron mis huevos, era una verdadera tragona y me tenía en sus manos. La mamada que me hizo fue increíble, lamia mi glande, chupaba mis huevos, jugaba con la punta de su lengua en mi meato y si no fuera suficiente lamia mi perineo con ímpetu y punteaba con su lengua mi ano.

Me tenía al borde del éxtasis y lo prolongaba, no quería dejarme terminar.

El placer era intenso pero debía de  acabarse la situación, no me convenía que Lola tuviese el control, sería un grave error por mi parte concederle ese poder. La cogí por el cuello y el levante recriminándole que era una mala chica y que no tenia educación, para coger la cosa hay que pedir permiso. Se quedo mirándome con cara de pena pidiéndome perdón esperando mi reacción.

Le propine un par de azotes con la mano abierta para a continuación ordenarle que se apoyara contra la mesa y me ofreciera una vista de su sexo y su culo, debía de separar bien sus nalgas para poder valorar el estado de sus orificios. La petición la descoloco un poco pero la llevo a cabo, su excitación era mayor a su capacidad de razonamiento, en ese  momento solo pensaba en obtener satisfacción sexual sin importar las consecuencias, necesitaba que la usaran. En esta ocasión tome la decisión de dejarla así, deseando ser usada y muy caliente, la mire a la cara mientras colocaba mi polla dentro de los pantalones y los cerraba despidiéndome de ella diciéndole que volvería cuando comprara unas nuevas bragas para que las modificara. Su cara era espectacular, no sabía que  decir ni cómo actuar, la había descolocado no queriendo follarmela después de cómo se había ofrecido.